sábado, 30 de julio de 2011

La crisis ideológica del capitalismo occidental

Joseph Stiglitz.* - http://www.surysur.net/?q=node/17078 

Tan solo unos años atrás, una poderosa ideología —la creencia en los mercados libres y sin restricciones— llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años ochentas hasta el año 2007, el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año.

 

Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EE. UU. destinado para tan pocos, el crecimiento solo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.

Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el Gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso.

Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideología e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial — o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo.

La deuda

En los EE. UU., este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo: no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.

Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente solo prolongaría la recesión.

Hace una década, en medio de un auge económico, los EE. UU. enfrentaban un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud —impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego— rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.

Soluciones

Los remedios para el déficit de EE. UU. surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos.

Pero la derecha no quiere saber nada de esto, y en lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EE. UU. en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social.
Mientras tanto, el sector financiero de EE. UU. ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.

Las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables.

Esta medicina fracasó en el este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.

Alternativa

Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento.

El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento.

Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Solo que la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del Gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha.

Realmente ¿necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y, sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en EE. UU. para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso —incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible.

Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al que el mundo se dirige.

* Profesor de la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía.
En http://progresosemanal.com —que cita como fuente a La Nación, de Costa Rica (www.nacion.com).

Diez razones por las que EEUU está condenado a repetir la crisis de 2008


La última crisis financiera no terminó, pero ya podríamos empezar a prepararnos para la próxima.
Lamento ser pesimista, pero está a la vista. ¿Por qué? Aquí tiene diez razones.

1. De la última crisis, estamos aprendiendo las lecciones equivocadas. La burbuja inmobiliaria, ¿en realidad fue causada por Fannie Mae, Freddie Mac, la Ley de Reinversión en la Comunidad, Barney Frank, Bill Clinton, los “liberales”, y así sucesivamente? Eso es lo que ahora alega un creciente ejército de personas. Sólo hay un problema. Si es así, ¿cómo es entonces que también hubo una gigantesca burbuja inmobiliaria en España? ¿Y qué decir acerca de las enormes burbujas inmobiliarias en Irlanda, el Reino Unido y Australia? ¿Todo lo provocó Barney Frank? ¿Y las burbujas por toda Europa del Este y otras regiones? Me reiría, pero decenas de millones de personas son engañadas por este artificio que es promovido con el propósito de cubrir a los verdaderos culpables para que puedan escapar. Y está funcionando.

2. Nadie fue castigado. Ejecutivos como Dick Fuld, de Lehman Brothers, y Angelo Mozilo, de Countrywide, junto con muchos otros, se llevaron cientos de millones de dólares en efectivo antes de que el barco se estrellara contra las rocas. Prestamistas depredadores y deshonestos prestamistas hipotecarios hicieron millones de dólares en ganancias ilícitas. Sin embargo, no están en la cárcel. Ni siquiera son sometidos a un proceso penal. Salieron impunes. Como regla general, cuanto peor se haya comportado uno entre 2000 y 2008, mejor ha sido tratado. Y por eso volverán a hacerlo. Está garantizado.

3. Los incentivos siguen siendo deshonestos. La gente ajena al mundo de las finanzas -desde respetados analistas políticos como George Will hasta la gente común- todavía no puede entenderlo. Las reglas de Wall Street no son las mismas que en el resto de la sociedad. El tipo que maneja un banco en Wall Street no está expuesto la misma ecuación de “riesgo/recompensa” que, digamos, un tipo que maneja una tintorería. Tomemos todas nuestras imágenes mentales de la empresa de libre mercado estadounidense y pongámoslas a un lado. Esto es totalmente diferente. Para la gente de Wall Street, si sale cara, ganan, y si sale ceca, vuelven a tirar. Gracias a las acciones restringidas, las opciones, el juego de las bonificaciones, la titularización, estructuras de comisiones, transacciones con información privilegiada, ser “demasiado grande para quebrar” y la responsabilidad limitada, se les paga para comportarse de forma imprudente y pierden poco -o nada- si las cosas salen mal.

4. Los árbitros son corruptos. Se supone que tenemos un sistema de libre empresa amparado en la ley. Con un único problema: los jugadores pueden sobornar a los árbitros. Imaginemos que eso ocurriera en la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés). Los bancos y otros sectores colman de enormes cantidades de dinero al Congreso, los presidentes y todo el establishment de ayudantes, asesores y parásitos de Washington. Lo hacen a través de contribuciones de campaña. Lo hacen a través de US$500.000 en honorarios por conferencias y privilegios en una mesa de directorio a la hora del retiro. Y lo hacen gastando fortunas en grupos de lobby así uno sabe que si se portan bien cuando están en el gobierno, también pueden obtener un trabajo de US$500.000 al año como cabildero al jubilarse. ¿Qué tan grandes son los sobornos? El sector financiero gastó US$474 millones sólo en lobby el año pasado, según el Center for Responsive Politics (una organización independiente y sin fines de lucro con sede en Washington DC).

5. Las acciones se han disparado otra vez. El índice de Standard & Poor’s 500 se duplicó desde los mínimos de marzo de 2009. ¿No es una buena noticia? Bueno, sí, hasta cierto punto. Porque es cierto que en gran parte se debe al deterioro del dólar (cuando el dólar baja, Wall Street sube, y viceversa). Y nos olvidamos de que hubo enormes alzas en Wall Street en el marco de los mercados bajistas de las décadas de 1930 y 1970, al igual que en Japón en la de 1990. Sin embargo, el auge del mercado, dirigido en especial hacia las acciones más riesgosas y de peor calidad, aumenta los riesgos. Deja a los inversionistas menor margen para las sorpresas positivas y mucho más lugar a la decepción. Y las acciones no son baratas. La rentabilidad por dividendo en el S&P es sólo de 2%. De acuerdo con una medición de largo plazo -”la teoría de la q de Tobin”, que compara los precios de las acciones con el costo de reposición de activos de la empresa- las acciones están ahora cerca de 70% por encima del promedio de las valoraciones. Además, en EE.UU. tenemos el envejecimiento de la población del “baby boom” de posguerra, que todavía tienen muchas acciones y que van a venderlas a medida que se acerquen a la jubilación.

6. La bomba de tiempo de los derivados es más grande que nunca, y en cuenta regresiva. Justo antes del colapso de Lehman, en lo que ahora llamamos el punto más alto de la última burbuja, las empresas de Wall Street llevaban riesgosos derivados financieros en sus libros, por un valor astronómico de US$183 billones (millones de millones). Eso representaba 13 veces el tamaño de la economía de Estados Unidos. Si suena una locura, lo era. Desde entonces, hemos tenido cuatro años de pánico, una presunta reforma y el retorno a la sobriedad financiera. Ahora bien, ¿a cuánto asciende cifra ahora? Unos US$248 billones. En serio. Ah, los buenos tiempos.

7. El antiguo régimen está al mando. Me tengo que reír cada vez que escucho a los republicanos despotricar porque Obama es “liberal” o “socialista” o comunista. ¿Están bromeando? Obama es un Bush. Un poco más parecido al más viejo que al más joven. Pero veamos quiénes siguen manejando la economía: Bernanke. Geithner. Summers. Goldman Sachs. J.P. Morgan Chase. Hemos tenido al mismo establishment a cargo desde al menos 1987, cuando Paul Volcker se retiró como presidente de la Reserva Federal. ¿Cambio? ¿Qué “cambio”? (E incluso lo poco que teníamos era demasiado para Wall Street, que en 2010 se compró un Congreso nuevo y más obediente).

8. Ben Bernanke no entiende su trabajo. El presidente de la Reserva Federal hizo una asombrosa admisión en su primera conferencia de prensa. Citó el auge del índice Russell 2000 de acciones riesgosas con pequeña capitalización como una señal de que el “relajamiento cuantitativo” había funcionado. La Reserva Federal tiene por ley un doble mandato: bajar la inflación y bajar el desempleo. Ahora, al parecer, tiene una tercera obligación: impulsar la cotización de las acciones de Wall Street. Esto es una locura. Se termina bien, me sorprenderé.

9. Estamos apalancando como locos. ¿Busca de una “burbuja crediticia”? Ya estamos en ella. Todo el mundo sabe acerca de la disparatada deuda federal, y del riesgo de que el Congreso no eleve el techo de la deuda. Pero eso es sólo una parte de la historia. Las corporaciones de EE.UU. han tomado prestado US$513.000 millones en el primer trimestre. Están pidiendo el doble de préstamos que a fines del año pasado, cuando la deuda corporativa ya estaba en alza. Los ahorristas, desesperados por obtener ingresos, van a comprar casi cualquier tipo de bono. No sorprende que los rendimientos de los bonos de alto rendimiento se hayan derrumbado. Basta de hablar acerca de que hay “efectivo en los balances”. Las corporaciones estadounidenses no financieras en general están profundamente endeudadas, en el orden de los US$7,3 billones. Eso es un nivel récord, y un aumento de 24% en los últimos cinco años. Y cuando se suman deudas de los hogares, la deuda pública y las deudas del sector financiero, el nivel de deuda alcanza al menos los US$50 billones. Más apalancamiento implica más riesgo. Es algo que está en la primera página de los manuales de economía.

10. Las sobras de la economía real en el tanque. La segunda ronda de relajamiento cuantitativo no ha conseguido nada notable a excepción de bajar el tipo de cambio. El desempleo es mucho, mucho más alto que lo que dicen las cifras oficiales (por ejemplo, incluso la letra chica del Departamento de Trabajo de EE.UU. admite que uno de cada cuatro hombres de mediana edad carece de empleo a tiempo completo, lo que es asombroso). Nuestro déficit de cuenta corriente es de US$120.000 millones al año (y no se ha registrado superávit desde 1990). Los precios inmobiliarios están en caída, sin recuperarse. Los salarios reales están estancados. Sí, la productividad aumenta. Pero eso, irónicamente, también ayuda a reducir el empleo.
Seguro que sabe lo que dijo George Santayana (filósofo español-estadounidense) sobre las personas que olvidan el pasado. Pero somos incluso aún más tontos. Estamos condenados a repetir el pasado no porque lo hayamos olvidado, sino porque nunca hemos aprendido las lecciones.

viernes, 29 de julio de 2011

Chile: democracia vs dictadura

Alejandro Kirk - http://www.telesurtv.net/secciones/opinion/index.php?ckl=95787

Debe haber medios de comunicaci�n profesionales de calidad, que investiguen y denuncien sin afanes de neutralismo o imparcialidad, pero tambi�n sin concesiones a la propaganda y a la ''opinolog�a'' pol�tica.

Es sintom�tico que el canal privado chileno Chilevisi�n (propiedad del conglomerado estadounidense Time-Warner) haya realizado un reportaje sobre la violencia en las manifestaciones, sin culpar autom�ticamente a los manifestantes "violentistas".

Es sintom�tico que la base probatoria inicial -y las m�s fuerte de todas las que presenta- de ese reportaje hayan sido im�genes de TeleSUR, de hace un a�o, en que quedaba en evidencia c�mo la polic�a se infiltra en las manifestaciones y provoca des�rdenes, incluso con un joven subteniente violentamente detenido. Es muy posible que este vistoso arresto tuviese el prop�sito de construir sobre �l una "leyenda" para legitimarse ante ante los grupos de estudiantes que se consideran a s� mismos anarquistas (y que confunden -seg�n la pauta de la propaganda derechista- el anarquismo con la violencia callejera).

�Por qu� hace un a�o la nota de TeleSUR -primera documentaci�n televisiva- no gener� reacci�n interna alguna y ahora los infiltrados son tema? Por "los porfiados hechos" que machacaba Lenin: ahora algunos de los gerentes de los medios televisivos al parecer se est�n dando cuenta de que est�n llegando al l�mite de la credibilidad -si no lo pasaron ya- y que conviene adaptarse.

Chile vive momentos dram�ticos muy dif�ciles de apreciar, diagnosticar o catalogar, y mucho menos anticipar su desenlace. Lo que ocurre hasta ahora permite, sin embargo, prever que hay una oportunidad �nica, al menos desde 1987, de abrir paso a una transici�n democr�tica. La opci�n no es por m�s democracia, sino entre democracia y dictadura. Nada menos.

Y por ello, las circunstancias est�n dadas para el surgimiento (o reforzamiento) de potentes medios de comunicaci�n revolucionarios -hay que perderle el miedo a la palabrita- que hagan converger el enorme caudal de informaci�n que circula por las redes digitales, y les d� no s�lo el cauce pol�tico y de movilizaci�n necesarios, sino que logren hegemonizar la agenda informativa y acorralar a las fuerzas del sistema: la ultraderecha en el Gobierno y la derecha moderada que representa la Concertaci�n.

Ambos grupos est�n maniobrando desesperadamente para buscar una soluci�n sist�mica a la crisis institucional, principalmente a trav�s de iniciativas de reformas que a esta altura son timoratas y tard�as. D�a a d�a, para los chilenos y chilenas se convierte en verdad incontestable, por encima del miedo y el fatalismo entronizados en la cultura nacional, que lo �nico que se puede hacer es cambiar la Constituci�n entera, y que esto s�lo es posible mediante una Asamblea Constituyente.

A esa perspectiva le tiene p�nico la inmensa mayor�a de quienes han dirigido el pa�s desde 1973, desde Pinochet a Pi�era. Y este p�nico es peligroso para el pueblo, porque lo experimentan virtualmente todos quienes detentan poder en el pa�s: empresarios, jueces, fiscales, militares, parlamentarios, concejales, sindicalistas, partidos y hasta algunas ONG. Casi todos ellos est�n de alguna manera conjurados para que se cambie algo, incluso la Constituci�n, pero sin participaci�n popular.

El peligro lo estamos viendo en la represi�n. Tanto aquella abierta, terrorista, destinada al amedrentamiento, como la cerrada, que nos pone a todos y todas en situaci�n de riesgo. Hay inmensos sistemas de espionaje, inmensos recursos humanos, t�cnicos y financieros destinados a preservar el status-quo y cualquiera de nosotros es v�ctima potencial de acusaciones inveros�miles, arrestos, montajes e incluso de violencia f�sica selectiva.

Debe haber por tanto medios de comunicaci�n profesionales de calidad, que investiguen y denuncien sin afanes de neutralismo o imparcialidad, pero tambi�n sin concesiones a la propaganda y a la "opinolog�a" pol�tica. Ya los hay, pero son aun marginales y d�biles. Para ello hay recursos, aunque todav�a dispersos. De la Concertaci�n y de la propia derecha ya hay gente que se est� desgajando del racimo, sea por oportunismo o por haber descubierto en qu� estaban metidos.

Tales medios deben ayudar a forzar a los medios tradicionales a un acercamiento m�s objetivo a la realidad. En eso consiste la hegemon�a noticiosa: qui�n fija la pauta. Es muy dif�cil, porque esos medios dependen de la publicidad, que est� en manos de los grupos econ�micos, totalmente ideologizados y decididos a todo para mantener un orden social que les garantiza tasas de lucro impensables en otras partes del mundo.

Prueba de lo anterior es que el tema de los infiltrados no gener� esc�ndalos: fue silenciado inmediatamente. Y es que los "violentistas" -que generan terror a la represi�n- son pr�cticamente la �nica arma que les queda para evitar que el pueblo se apropie de la calle, donde a final de cuentas se deciden las cosas. El sistema se est� atrincherando y planifica sus golpes: basta ver los titulares de los dos diarios principales, La Tercera y El Mercurio, id�nticos al tiempo dictatorial.

Una acci�n efectiva en el �rea comunicacional puede a su vez servir en algo para prevenir el riesgo real de una escalada represiva que lleve a situaciones similares a la dictadura, algunas de las cuales ya comenzaron, y que pueden terminar con muertos y heridos. El Gobierno parece determinado a evitar muertes -no se han esgrimido hasta ahora armas de fuego- pero las provocaciones policiales, fuerzas que tal vez se mueven con impulsos propios, han conducido muchas veces a los carabineros a situaciones l�mite, totalmente innecesarias, en que sus vidas est�n en peligro.


jueves, 28 de julio de 2011

Predicciones (Neustadt, Maradona, Páez y Macri)

Marcelo Arias - Lic. en Letras (UBA), docente de Lingüística y Análisis del Discurso (UNLZ, UNM)
http://www.diarioregistrado.com/nota-51579-Predicciones-Neustadt-Maradona-Paez-y-Macri.html

Finalmente se cumplió la predicción. No es que la hubiera desestimado, pero confieso que no esperaba que ocurriera tan pronto. Hace pocos días, en un aula de una universidad nacional, hice mención del programa televisivo que durante años condujo el periodista Bernardo Neustadt. Lo comenté con ligereza, como quien presupone que su interlocutor conoce el paño. Sin embargo, al advertir que el promedio del curso no superaba la edad de 22 o 23, me encontré formulando en voz alta una pregunta inédita cuyo sonido no dejó de sorprenderme: “¿Saben quién fue Bernardo Neustadt?”

El bochornoso silencio en el que naufragó mi pregunta (de las mayores delicias que me regaló la vida universitaria), me hizo recordar una nota que Fito Páez publicó en Página/12 hace alrededor de 20 años. En aquella época Bernardo Neustadt (por entonces oscura estrella del firmamento periodístico argentino) no desperdiciaba ocasión para arremeter contra un Diego Maradona que, en aquellos tiempos, dentro de la cancha desparramaba felicidad y, fuera de ella, respondía sin red, ante cualquier micrófono que le pusieran, todo lo que le preguntaran. Desde luego, en aquel ataque sostenido y virulento del periodista político al jugador de fútbol relucía, consecuente, esa hostilidad que la vertiente tilinga de la clase media argentina regala a todo morocho que logre, sin despeinarse, lo que ella persigue y a veces no logra ni dejándose humillar.

Lo cierto es que, en aquella ocasión, Fito Páez anunció que no pasaría mucho tiempo sin que la turbia figura de Bernardo Neustadt cayera en el más insondable olvido. Mientras que, por el contrario, el músico rosarino pronosticaba que la memoria de Diego Maradona (la admiración, el cariño, la leyenda) perviviría atravesando generaciones.

Pintorescos paralelismos de la historia, por estos días el periodista y conductor televisivo Daniel Tognetti auguraba que, dentro de cien años, un pibe aprenderá a tocar la guitarra escuchando un tema de Fito Páez (será ¿“Sable chino”, “Instant-táneas”, “La Verónica”?); mientras que, en cambio, la memoria colectiva de Mauricio Macri a lo sumo alcanzará, en el futuro, para darle nombre a un pasaje del Barrio Parque.

El cumplimiento de la predicción de Páez ya está en curso: para Bernardo Neustadt, el futuro ya llegó. En cambio, sobre la predicción de Tognetti por el momento no podemos pronunciarnos. En todo caso, hay algo que podemos afirmar. Y que no nos quepa la menor duda: cualquier despropósito que cometamos en el presente, la historia lo sabrá poner en su lugar.

sábado, 23 de julio de 2011

Políticas neoliberales, ¿vacuna o enfermedad?

http://impresionesmias.com/2011/07/21/politicas-neoliberales-%C2%BFvacuna-o-enfermedad/ -  

Las recetas de todos los que, teniendo poder para ponerlas en práctica, afirman tener la solución para salir de la crisis, van todas por el mismo camino. Todas ellas son de tipo neoliberal, todas ellas atentan contra el más débil, todas ellas buscan financiar los excesos y las extravagancias del gran capital imponiendo penas económicas a las clases más desfavorecidas.

La crisis sufrida por Irlanda, Portugal o Grecia ha terminado llevando a cada uno de estos países a la más absoluta miseria, endeudados por décadas con intereses que rozan la usura por el lado de allá, y que no paran de crecer y empeorar aún más el problema. Antes de alcanzar sus más inhumanas cotas de miseria, cada uno de estos países sufrió el acoso de los mercados, sufrió la imposición internacional (bajo amenaza de aislamiento) de políticas neoliberales que fueron presentadas a sus víctimas como la solución para salir de la crisis.

En el caso de Irlanda, los recortes sociales que le fueron impuestos para evitar un agravamiento de la crisis, condujeron al "rescate", que no es sino otra forma de llamar a la crisis. Una crisis cuyos tiempos manejan con gran soltura las agencias de manipulación de deuda soberanas como Moody's, que mucho después del rescateha vuelto a rebajar aún más la calificación de la deuda irlandesa, concretamente hasta el estadio de "bono basura"[1]. Lo cuál certifica que cualquier medida que le fuera impuesta a Irlanda no ha servido de nada para evitar un empeoramiento, pero sí de mucho para crear un gran beneficio a quienes siempre están dispuestos a ir al rescate de las economías con problemas, aunque estos problemas puedan ser resultado de las más diabólicas maquinaciones financieras.

En el caso de Portugal, las medidas impuestas por la mafia financiera internacional, no han conseguido evitar o matizar la crisis, más bien todo lo contrario, entre sus principales logros están haber situado a las clases más débiles de la sociedad al borde del colapso, haber arruinado los avances en materia social y laboral, y haber perpetuado la crisis económica. La historia del acoso y derribo se repitió contra Portugal[2], contra los portugueses. La crisis no fue evitada sino impuesta en forma de rescate. Y después del rescate, la deuda no ha pasado a estar mejor considerada por la agencia mafiosa Moody's, antes al contrario, ha sido rebajada al igual que la irlandesa hasta el nivel de bono basura[3]. Es interesante puntualizar que el cambio de signo en el gobierno luso hacia la derecha, no ha evitado en absoluto los manejos de la mafia financiera, más bien al contrario, ha acelerado el proceso de saqueo del país, situando los intereses de la deuda portuguesa a 2 años por encima del 21%[4]. La derecha es quien afila los cuchillos con los que habrán de asesinarnos los mercados.

En el caso de Grecia, más sangrante e inhumano si cabe, el guión se ha repetido: acoso, rebaja de deuda, imposición de medidas neoliberales, rescate… y vuelta a empezar: acoso, rebaja de deuda, más medidas neoliberales… A los griegos también les han presentado el rescate como si de una vacuna anticrisis se tratara, cuando en realidad estos mal llamados rescates no son sino la propia crisis, una certera puñalada enfundada en palabras esperanzadoras. Poco después del rescate extorsionador, otra de las cabezas de la hidra, la agencia de manipulación Fitch, ha rebajado la calificación de la deuda griega hasta el escalón más bajo, el CCC[5], haciendo montón con irlandeses y portugueses.

En el caso de España, aún no se ha producido ningún rescate, pero tal vez eso se deba a que se están aceptando desde hace meses las recetas impuestas por la mafia financiera neoliberal. Se han aceptado por parte del Gobierno reformas laborales que superponen la figura del esclavo y del trabajador de forma que ya es imposible saber donde termina uno y donde empieza el otro; se han impuesto desde el Gobierno reformas de las pensiones que aumentan el tiempo que una persona debe permanecer entregada al enriquecimiento de su jefe, y al mismo tiempo disminuyen los importes que se habrán de percibir en forma de pensiones, contando con que quede algo en caja después de pagar el acoso de los mercados en forma de intereses que no paran de crecer[6]; y por último se han permitido privatizaciones de compañías públicas que son rentables y no precisan ningún "rescate"[7], lo que en la práctica supone una transferencia de bienes públicos a manos privadas.

Y como quiera que la mafia financiera aún no debe tener suficiente con todo lo robado, el acoso sigue, ahora el FMI, el brazo tonto de la mafia, pide a Europa una acción urgente para frenar la crisis y evitar un contagio global[8]". En otras palabras, el FMI pide a Europa que imponga a sus ciudadanos la peor de las crisis solo que llamando a su operación de extorsión "acción urgente", que queda mucho mejor y obliga al ciudadano a detenerse a pensar qué narices quiere decir eso, mientras la mafia le mete la mano en el bolsillo.

Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que es humano y justo dudar de las medidas recomendadas por quienes están al servicio de aquellos que pueden resultar los principales beneficiados de las mismas


[1] http://www.20minutos.es/noticia/1108943/0/moodys/irlanda/bono-basura/
[2] http://www.rtve.es/noticias/20110707/cronologia-crisis-portugal/419261.shtml
[3] http://www.elpais.com/articulo/economia/agencia/Moody/s/degrada/deuda/Portugal/bono/basura/elpepieco/20110706elpepieco_4/Tes
[4] http://www.ntn24.com/noticias/la-deuda-de-portugal-dos-anos-cotiza-por-encima-del-20-de-interes-013488
[5] http://mx.ibtimes.com/articles/20110714/baja-notas-eeuu-moodys.htm
[6] http://www.publico.es/dinero/387844/ataques/mercado/cuestan/espana/ano/millones
[7] http://www.laboratoriodenoticias.es/spip.php?article260

 

jueves, 21 de julio de 2011

El derrumbe egipcio: la revolución traicionada

Robert Fisk * - http://www.surysur.net/?q=node/17006


Algo se ha torcido de manera terrible en la revolución egipcia. El gobernante Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas —nadie sabe con exactitud qué quiere decir supremo— coquetea con los medievales hermanos musulmanes y salafistas; los generales parlotean con los seudoislamitas mientras los jóvenes, los liberales, los pobres y ricos que derrocaron a Hosni Mubarak, son hechos a un lado. La economía se derrumba.

Noche a noche la anarquía se apodera de las calles de las ciudades. El sectarismo florece en la oscuridad, y los policías han vuelto a las viejas mañas.

Y no es exageración. No hay más que caminar por las calles de El Cairo para entender qué se ha torcido; vagar por la plaza Tahrir y escuchar a quienes insisten en democracia y libertad mientras los ancianos sobrevivientes del régimen de Mubarak se mantienen como primer ministro y viceministros, en la figura del mariscal de campo Mohamed Tantawi, jefe de ese consejo supremo, amigo de la infancia de Mubarak y leal a él, aunque es verdad que él lo obligó a marcharse.

Ahora la cabeza igualmente anciana de Tantawi aparece en carteles por toda la plaza y el viejo grito de enero y febrero está de vuelta: Queremos el fin del régimen.

La inseguridad sigue

En esa isla entre el tráfico, los grupúsculos de la revolución tienen ahora sus tiendas individuales con minúsculos tapetes y sillas de plástico entre el polvo, y discuten sobre nasserismo, secularismo, la unión cristiana de derechos civiles (el Movimiento de la Juventud en Masa). Por supuesto, la Hermandad Musulmana está ausente, junto con los salafistas.

“Estamos hartos del consejo militar, que usa los mismos instrumentos que Mubarak —me dice Fahdi Philip, de 26 años, estudiante de veterinaria en la Universidad de El Cairo, sentado bajo el sol de verano—. Los juicios a los culpables se retrasan, y el estado de inseguridad sigue aquí.”

Muy cierto. Casi 900 civiles fueron asesinados por la policía de seguridad del Estado y por francotiradores durante la revolución, y sólo un policía ha sido juzgado —en ausencia— por dar muerte a manifestantes.

Cuando una protesta en masa tomó las calles, el mes pasado, los policías repitieron aquella conducta. Frente a las cámaras de televisión, arrojaron piedras a los manifestantes, los golpearon con garrotes y —en un incidente insólito— se acercaron a ellos bailando y blandiendo espadas. Un supuesto Consejo Nacional pro Derechos Humanos ha culpado a ambos bandos: los manifestantes, afirma, lanzaron cocteles molotov, y la policía respondió con gas lacrimógeno.

El 28 de junio unos camiones llevaron piedras a la plaza Tahrir, para ser lanzadas por jóvenes que vestían playeras idénticas. Más de 1.100 civiles, soldados y policías resultaron heridos. Temiendo mayor violencia, el consejo supremo de Tantawi anunció la creación de un nuevo fondo de 17 millones de dólares para compensar a los deudos de los asesinados o heridos durante la revolución.

Pero no bien abro los periódicos matutinos en El Cairo —por fin dicen las cosas sin cortapisas, aunque la mayoría está en bancarrota— encuentro una fotografía a color del mariscal de campo Tantawi invistiendo a un nuevo ministro de Información, un ex político de oposición, pero ministro al fin y al cabo, apenas meses después de que el mismo Tantawi anunciara el desmantelamiento de tal ministerio.

No hay problema, dicen las autoridades: es sólo para ayudar a la prensa a cumplir sus deberes democráticos, y luego se suprimirá de nuevo. Tal como el joven veterinario, cristiano copto (advierten cómo volvemos a anotar la religión de los egipcios?) lo había dicho, el régimen recurre a los viejos instrumentos de Mubarak. Sin embargo, ¿qué otra cosa pueden informar los periódicos egipcios, de no ser el derrumbe de la ley que la revolución había jurado resguardar?

Me dirijo al hospital Qasr el-Aini, que atiende a un pequeño sector de la capital, cerca del campus de la antigua Universidad Americana, sólo para descubrir que sus registros de urgencias muestran que en un día cualquiera —tan sólo en este reducido distrito— ingresan 30 hombres y mujeres con heridas de arma de fuego o arma blanca. Entre jueves y viernes, las cifras aumentan a un promedio de 50 víctimas.

Para los jóvenes de la plaza Tahrir, eso parece una conspiración: vacíen las calles de policías y den a los ciudadanos una probada del caos que han precipitado... y pronto volverán a desear que los guardias de seguridad estén allí.

El país es seguro para los turistas, dicen los ministros a las agencias de viajes. ¿De veras? Egyptair, la aerolínea estatal —que ha tenido la audacia de anunciar el nuevo Egipto con tomas de las manifestaciones en la plaza Tahrir de principios de febrero— acaba de dar a conocer una pérdida de 168 millones de dólares en apenas cuatro meses.

El hotel Marriott en Jezira, el viejo palacio del Nilo, con sus leones de mármol y sus techos de estuco, cuenta con 1.040 habitaciones y sólo hospeda a 24 turistas. “La revolución era buena —me dice un amigo cuando asomo la cabeza en la camisería de su propiedad—. Ahora ya no lo es.”

Hace poco más de una semana, manifestantes que planeaban una protesta el viernes pasado fueron atacados con cuchillos y piedras por vendedores callejeros. Se oyeron las historias de siempre: todo fue bien planeado por los poderes fácticos. En ninguna de las recientes protestas callejeras por los mártires de la revolución han estado presentes los grupos islamitas.

Me reuní con un viejo amigo periodista. Los empleados del café se acercaban a saludarlo, se declaraban admiradores suyos y le decían que no dejara de exponer la corrupción de la vida en Egipto. Está preocupado: se habla de un amotinamiento civil, dice. De personas que quieren volver a incendiar los cuarteles de policía, asaltar el poder o tomar la ley en sus manos, dando muerte a policías específicos.

Por todos lados circulan versiones —yo las escuché en la plaza Tahrir— de que grupos juveniles intentarán cerrar el Canal de Suez hasta que las autoridades de seguridad que dieron muerte a inocentes en enero y febrero sean llevadas a juicio. Las voces más hostiles hablan ahora de condenar a muerte a Mubarak.

De manera extraña, existe también la convicción, según mi amigo periodista, de que el consejo militar supremo de Egipto no puede llevar a cabo su función de gobierno y comenzar los juicios a menos que Mubarak perezca. Les gustaría que muriera. Quieren que se quite de en medio para que les dé espacio y puedan negociar con sus hijos. A Tantawi le preocupa que las turbas vayan por el dictador. Pero sabe que, si Mubarak muere, los egipcios son un pueblo amable y perdonará la mayoría de sus faltas, porque era un soldado y era anciano, y vendrá un periodo de calma.

Circulan rumores de que Mubarak ha sido llevado por lo menos una vez a Arabia Saudita desde su arraigo en Sharm el-Sheikh para recibir tratamiento médico en secreto, y se han producido muchas revelaciones de cómo fue destronado. Una, del muy respetado escritor egipcio Abdul Qader Choheib, afirma que Mubarak accedió a renunciar luego de ser confrontado por Tantawi, su vicepresidente Omar Solimán —ex jefe de inteligencia y amigo de Israel— y el general Ahmed Chafiq.

Al parecer, Mubarak les suplicó no divulgar su declaración de renuncia hasta que sus hijos, Gamal y Alaa, estuvieran en camino a Sharm-el-Sheikh, no para salvarlos de la prisión (lo que de todos modos no se logró), sino porque temía que Gamal hiciera alguna imprudencia porque ya había objetado cuando Mubarak designó a Solimán vicepresidente durante los días finales de la revolución.

La ventaja de la revolución, al parecer, es que no tenía líderes, nadie a quien arrestar. Pero también ésa fue su desventaja, porque nadie asumió la responsabilidad de la revolución una vez que terminó.


* Periodista.
En www.jornada.unam.mx —que cita comoi fuente al periódico británico The Independent.
Traducción de Jorge Anaya

jueves, 14 de julio de 2011

La crisis ideológica del capitalismo occidental

Por:   Joseph Stiglitz (*) - http://www.telesurtv.net/secciones/opinion/index.php?ckl=95208

Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología -la creencia en los mercados libres y sin restricciones- llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años 80 hasta el año 2007, el capitalismo desrregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año.


Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EEUU yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.

Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideologías e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial -o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo.

En los EEUU, este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo -no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.

Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad -y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría la recesión.

Hace una década, en medio de un auge económico, los EEUU enfrentaba un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud -impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego- rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.

Los remedios para el déficit de EEUU surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EEUU en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EEUU ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.

Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.

Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento.

Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha.

¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso -incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige.

(*) Profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de "Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy".

martes, 12 de julio de 2011

Crisis griega: ¿No hay otra opción?

http://www.falternativas.org/opex/opex-opina/que-europa-queremos/carta-a-europa/crisis-griega-no-hay-otra-opcion

I. Según las autoridades de Bruselas y del FMI, Grecia no tiene más salida que asumir planes de ajustes cada vez más duros, lo que conduce a la ciudadanía a la desesperación y al país al estancamiento. Es verdad que el anterior gobierno de la derecha falseó las cifras de déficit – no se entiende por que no están procesados -, el fraude fiscal es elevadísimo y toda la analítica de la economía – crecimiento, déficit exterior, tasa de paro, deuda pública – no pueden ser peores. La cuestión es si esta cura de caballo a la que se somete al debilitado cuerpo del país heleno no le llevará a la tumba y con él arrastre a unos cuantos más.




II. Pone los pelos de punta escuchar todos los día que la UE se encuentra en el filo de la navaja, pues si Grecia cae puede arrastrar a Irlanda, Portugal y España – ahora se afirma que están peor Italia y Bélgica -, que el euro puede romperse y con él el proyecto europeo. ¿Se dan cuenta de lo que eso supondría? Regresar a la “Europa de las naciones”, con la globalización y con la crisis. Una aútentica catastrofe. Pero así podemos acabar si seguimos agotando a los pueblos – esta idea de Europa podría acabar siendo rechazada – e impedimos que las economías se recuperen y creen empleo.



III. No tiene sentido que Grecia, o cualquier otro, se siga endeudando sólo con el fin de pagar sus deudas anteriores. De esta manera el pago de intereses es cada vez mayor y la posibilidad de salir del agujero menor. A Grecia se le tiene que facilitar un calendario más flexible para reducir el déficit –llegar al 3% en el 2013 es imposible- con el fin de que libere medios para el desarrollo y, a su vez, facilitarle fondos que pueda dedicar a la inversión productiva y al crecimiento. La propuesta de la Comisión de adelantar 1.000 millones de euros del fondo de cohesión no es suficiente pero va en una buena dirección.



IV. Grecia, como Portugal, Irlanda, España, Italia y otros necesitan crecer; pues de lo contrario ni crearán empleo ni pagarán las deudas. Lo único que hacen, con las actuales políticas es endeudarse cada vez más; que el diferencial con el bono alemán aumente y se sigan enriqueciendo especuladores y acreedores- el famoso mercado-, mientras a la gente se le piden más sacrificios. La UE tiene que replantearse el calendario de la reducción del déficit- llevarlo hasta el 2015; tiene que crear un bono europeo del que puedan beneficiarse los estados, a un tipo de interés más asequible; crear de una vez una fiscalidad europea y un Tesoro europeo. De lo contrario estamos poniendo en riesgo 50 años de construcción europea y de paz en una parte del continente.

sábado, 2 de julio de 2011

Uruguay: Sinlogismos de impunidad

Roger Rodríguez* - http://www.surysur.net/?q=node/16846

 En los tiempos de impunidad, lo lógico termina siendo la ilógica. En los últimos veinticinco años se ha asentado una cultura de la impunidad que trasciende al tema de los derechos humanos, aunque en definitiva siempre se trata de ellos. La impunidad abarca hoy a la justicia, a la política, a la economía, a la salud, a la educación, al trabajo, a la cultura y a las propias relaciones humanas


La “lógica de los hechos” que inspiró la caducidad de la pretensión punitiva del Estado, ha institucionalizado una “lógica de lo hecho” en este tiempo, por la que todos nos transformamos en impunes. El no-castigo no ampara solamente a quienes violaron los derechos humanos, sino que se extiende a la corrupción en lo económico, a la mentira en lo político y al individualismo en lo social.La salida de la dictadura se construyó en una “lógica de transición” por la cual se advertía que los partidos políticos recuperaban el poder en forma limitada, porque los militares no querían revisionismo.

El cambio en paz, en realidad no cambiaba nada. Los mismos grupos económicos mantenían el poder en un país que volvían a gobernar los políticos en lugar de los militares.Con el mastín encadenado, el poder amenazaba sobre el peligro de que la fiera volviera a despertar. Bajo esa “lógica del cancerbero” impusieron controles sindicales, destruyeron entes públicos, privatizaron la enseñanza universitaria, crearon nuevos impuestos, permitieron la extranjerización de la tierra e incrementaron la marginalidad, que en poco tiempo pasaría a ser criminalizada.

La impunidad se hizo tangible con el voto amarillo y la ley que ratificaba. La propuesta del voto verde se atacó con la “lógica de los ojos en la nuca”. Quien preguntaba qué pasó o reclamaba dónde están, estaba anclado en el pasado y no quería un futuro para el país. Vivos los llevaron y no los devolverían. Los restos serían algún día sustento de otra lógica aún más siniestra…

Impunidad económica
Institucionalizada, la impunidad se hizo sonrisa en el rostro de Gavazzo. Y como para él no hubo entonces castigo, la inmoralidad fue casi una virtud. La “lógica de quien no llora no mama y quien no afana es un gil”, fue una consigna. El poderoso pudo desde el poder y el desposeído solo podía pedir para poder poder. La impunidad no perdió ni un conflicto.Bajo la “lógica del abusador” (“lo hago porque puedo”) el sistema financiero se desfinanció, las carteras fueron incobrables, los bonos los firmó Brady, la deuda bancaria se estatizó y los activos se devolvieron luego a los mismos dueños con otros anonimatos.

No quedaron trenes, ni aviones, ni flotas, ni tierras, ni industrias, ni empresas... No sólo las vaquitas son hoy ajenas.Y cuando se quiso saber qué pasó en cada caso, se utilizó la “lógica de Gran Bonete”. Ninguno sabía de la Operación Conserva o la Deuda Rusa, del archivo de la Logia “P-2”, los negocios del Opus Dai, las inversiones de la Secta Moon, el lavado de las Safis, la crisis de Bafisud, la comisión del Banco Comercial, la coima del Cangrejo Rojo o la mafia de la Merluza Negra.Las reivindicaciones fueron enfrentadas con la “lógica del reparto posible”.

Una vez más, había que agrandar la torta para poder redistribuirla. Y la cuota más grande del pastel debía destinarse a pagar deudas que la dictadura había creado en beneficio de los mismos grupos económicos que ahora financiaban las campañas electorales de los nuevos gobernantes demócratas.El reclamo social fue descalificado con la “lógica de la politización social”, por la que, las movilizaciones populares escondían un objetivo político y una lucha de poder entre corrientes ideológicas de la izquierda marxista. Los activistas no pertenecían a un gremio, sino a un partido. Los sindicatos cayeron en la trampa, pero la aplanadora no aplastó el salario, ni mandó al seguro de paro.

Impunidad represiva

Con la impunidad reafirmada en la “lógica de He-man” (“tengo el poder”), el Estado transformó la tortura en apremio, las razzias en acciones educadoras, las cárceles en depósitos inhumanos, las aulas en depósitos de estudiantes, los psiquiátricos en canteras de enajenados y las comisarías en antros de delincuencia. La marginalidad se hizo sistema y los marginales una excusa.

Se impuso la “lógica de la inseguridad” por la que se llega al miedo. Así, quienes pagan contribución o impuesto a la renta, exigen mayor represión a una policía que pide más presupuesto para hacerlo. Para no ser privados de lo propio, debemos pedir seguridad privada, instalar alarma, rejas, cámaras y cables electrificados. Somos libres en una jaula de nuestra propiedad privada.La “lógica del joven-plancha-drogadicto-delincuente” entró a la casa de la clase media en dosis diarias de 20 minutos de crónica roja por la televisión. La pasta base entró a los barrios en connivencia con la policía. Las bocas de venta, con el auspicio de Nike colgando de los cables, son empresas que bajan los índices de desocupación. Sólo se controló la droga en tránsito y el lavado de dinero.La minoridad fue criminalizada.

Una y otra vez se propone la “lógica de la imputabilidad” para que los adolescentes de hasta 16 años sean juzgados como mayores. Los crímenes, en el futuro, los protagonizarían niños de 10 a 15 años… Mientras tanto, los estafadores de cuello y corbata reclaman por sus derechos humanos ante los organismos internacionales, que le dan la razón.A la hora de la represión, el Estado no tiene derecha o izquierda. No importa de qué ideología es la bandera de quien gobierna. Cuando llega el momento de mostrar la presencia estatal, da lo mismo la vieja razzia, la desidia ante la zona liberada o el operativo de saturación. La “lógica represiva” no tiene color político, sólo el de la sangre de unas y otras víctimas.

Impunidad social

La salud se extendió a todo lo que paga impuestos y pueden elegir una mutualista privada, donde pagar las órdenes de consulta y los tickets para medicamentos genéricos de los laboratorios internacionales que licitaron la exclusividad del servicio. La “lógica de la salud para todos” no llega a los barrios marginalizados, donde no entran ni los médicos ni las ambulancias.En la enseñanza se implantó una “lógica de educación igualitaria”. Con ella iguala hacia abajo: antes era alto el índice de insuficiencia en matemáticas, hoy ya lo es en todas las materias.

En la educación pública gana el ausentismo y la deserción desde la marginalidad. Todos los niños tienen una ceibalita, pero el problema sigue siendo el de los contenidos. El vacío ya lo tienen en la esquina.Los trabajadores aprendieron con la “lógica de la responsabilidad laborar”. Saben de normas, leyes, reglamentos, indexación, dolarización, devaluación, seguros de paro, despidos y juicios laborales. Trabajo no falta, pero se necesita tener dos o tres empleos para alcanzar un salario digno.

El techo propio sigue siendo un sueño que una burbuja inmobiliaria puede transformar en pesadilla.La seguridad social es una incertidumbre. La “lógica de la rentabilidad” impuso la cuenta personal y mató al sistema solidario. El Estado sigue pagando pasividades a través del Banco de Previsión Social y las Afaps juegan a invertir en bonos del propio Estado y en otros negocios lo que recaudan de futuras jubilaciones. No se sabe qué quedará cuando tengan que devolver el ahorro.La gente ya no es por lo que tiene, sino por su intensidad de compra. La “lógica del consumismo” marca la capacidad de gasto y la posibilidad de crédito.

Quien no usa tarjeta es sospechoso y quien se endeuda es confiable. Los ricos son más ricos aunque los pobres sean menos pobres. Los más ricos se frustran por su sueño de consumo, los más pobres siguen con su mismo sueño frustrado.

Impunidad histórica
Sucesivamente, los presidentes electos en tiempos de impunidad cayeron en la “lógica del punto final”.

Afirman (sinceramente lo creen, a veces), que deben terminar con un tema del pasado… No saben de gramática ni de historia. Se colocan dos puntos antes de una certeza y suspensivos ante la duda. La verdad se escribe cada día. La historia es continuidad. No hay punto final.

Al explicar su buena intención (a veces), los gobernantes reproducen la “lógica de los dos demonios”. Hubo gente mala –o equivocada dicen- cuyas acciones generaron la respuesta de gente aún peor. Equilibran así la insurgencia de los años sesenta con la represión de la dictadura. Incorporan la crisis social a la bipolaridad de la guerra fría. Justifican, en definitiva, el terrorismo de Estado.Para alentar los demonios, admiten entonces la “lógica antisubversiva” por la cual toda oposición a la dictadura sabía que era pasible de sanción.

 
Como la guerrilla había sido militarmente derrotada, el enemigo eran los partidos que actuaban en forma legal: comunistas, socialistas, cristianos, anarquistas, nacionalistas, batllistas o todo trabajador o estudiante que pensara diferente.Para demostrar la contradicción entre el capitalismo y el comunismo, todo opositor al proyecto político económico dictatorial fue, además, comunista. Se justifica entonces la militar “lógica anticomunista”, por la que todo opositor fue “ruso, prosoviético, stalinista, chino, maoista, troskista, socialista, procubano, fidelista, anarcolibertario, guevarista, guerrillero, del marxismo internacional”.Y como el oso ruso, el panda chino y el caimán cubano les habían lavado el cerebro, lo lógico era que los militares hicieran electroshock.


Se convalida la “lógica de la tortura” como método de obtener información que permitiera prevenir algo, controlar alguien o destruir alguno. Como en Abu Ghraib, Falluya .o Guantánamo, el Estado se reserva, al no condenarlo, el derecho al apremio.

Impunidad bélica
Algunas víctimas, ha reproducido de algún modo un pensamiento espejo: el de la “lógica del demonio bueno”. La idea sustenta que si los militares eran demonios malos, sus víctimas fueron demonios buenos. De ese modo, el guerrillero, el torturado, el exilado, el encarcelado, tienen mayores méritos políticos que quienes nada sufrió y son ellos quienes deben dirigir el país.A partir de ese supuesto, se agrega la “lógica de los combatientes” por la que sólo quienes estuvieron militarmente enfrentados antes del golpe del Estado pueden solucionar el conflicto.

Las demás víctimas, la sociedad en su conjunto que en realidad padeció la dictadura, no entienden el idioma de la guerra por el que todo se solucionará cuando muera el último de los sobrevivientes.Y cuando se argumenta que luego del golpe de Estado no hubo combatientes sino resistencia a la dictadura por parte de militantes que no apoyaron la lucha armada, que pertenecían a partidos legales, sindicatos, gremios estudiantiles, o eran simples demócratas… se responde con la “lógica del perro puto”, por la que, dicen, todos los que enfrentaron el régimen sabían a qué jugaban...

Se presentan entonces las violaciones a los derechos humanos como hechos lógicos sufridos en el pasado. Una “lógica de la historia reciente” que propone dejar una versión oficial en voluminosos libros basados en las denuncias de las victimas y en su cotejo con un par de archivos (no todos) de la propia dictadura. Esa falsa oposición es lo que se pretende legar como insumo a la memoria.Y como la historia oficial exige el fin de la guerra sin vencidos ni vencedores, se propone una “lógica de la reconciliación” por la cual el guerrillero y el militar se estrechan en un abrazo, bajo el beneplácito del poder que los enfrentó y ante la mirada de una sociedad civil a la que, como víctima, no le dan la verdad, no le permiten la justicia y no le responden el dónde están.

Impunidad política
El Estado es impune porque fue un Estado terrorista y la política es impune porque no termina de hacer confesar al Estado su condición de terrorista de Estado. Cada partido político que asume el gobierno termina gobernando por y para el Estado. La “lógica de gobernar” transforma al político en un burócrata para el cual el Estado importa más que el programa que lo llevó a gobernar.Los partidos políticos elaboran un programa electoral que se ajuste a lo que los electores quieren en base a la “lógica de las encuestas”.

 
Las empresas encuestadoras establecen lo que los electores quieren, lo que el programa debe decir y, aún, quienes serán los gobernantes. En la impunidad, los partidos políticos escuchan más al encuestador que a sus militantes políticos.Se impone la “lógica del programa posible” por el cual todo cambia para quedar tal como estaba. Ya no se plantean ideas de cambio real ni teorías revolucionarias. No hay debate, no hay propuestas, no hay modificación estructural.


Hay que conseguir la mediocridad posible que obtenga la mitad más uno de los votos. Las raíces del árbol quedan quietas, se sacude el follaje.Y cuando el elector reclama que se cumpla el programa que votó, desde el Estado se acata la “lógica del soberano”. Ya no son los dirigentes que el elector puso en el gobierno, sino que son los gobernantes de todos. Así, el programa se diluye, la plataforma se acota y las propuestas que votaron las mayorías quedan sujetas a las minorías que no los votaron.En el gobierno, en el parlamento y en los partidos políticos la verdad se maneja desde el secreto, para no afectar a los electores y no atemorizar a los que no los votaron.

El secreto, a veces se comparte con la oposición que mantiene la reserva como cuota de poder responsable. La impunidad impone la “lógica del secreto de Estado” por la que llegamos a un Estado del secreto.

Impunidad judicial
El Poder Judicial está afectado por el virus de la impunidad. Formados en el autoritarismo, los jueces y fiscales no terminan de sacarse de encima la bota que los sometió desde 1972. Primero fue la justicia militar, luego un ministerio, y ahora el Poder Ejecutivo, quien decide qué juzgar o qué no. La “lógica del poder dependiente” hace que haya jueces no sepan que hubo dictadura.La necesidad de verdad choca contra el pacto de silencio militar y contra el silencio de Estado que lo ampara. La “lógica del olvido” es la receta que se plantea ante quienes denuncian ante el Poder Judicial.

Ya pasaron 30 años, no hay pruebas, no sobreviven testigos y yo no me acuerdo si estaba, alegan. Pero la verdad, rebelde, vuelve a aparecen de a ratos para exigir justicia.Con la “lógica de la justicia posible” se propuso que el grupo de criminales más comprometidos en las violaciones a los derechos humanos fueran los únicos que, por un tiempo, estarían presos. Lo demás ya es pasado reciente, dicen sin comprender o admitir que son crímenes de lesa humanidad imprescriptibles, inamnistiables y perseguibles sea cuando sea que se cometieron.

Para evitar que la justicia pueda continuar actuando más allá de los dictadores y de los conocidos represores, se aplica la “lógica de la no retroactividad”, por la cual las leyes que tipifican los crímenes de lesa humanidad no valen para el pasado. Insólitamente los poderes del Estado están planteando que sólo se podrán juzgar como tales cuando se vuelvan a practicar…

Y cuando todo lo demás no da resultado, cuando los fiscales investigan y los jueces sentencian, luego de soportar decenas de dilatorias de los abogados defensores, se intenta aplicar otra chicana: la “lógica de la prescripción”, por la que el 1° de noviembre de 2011 todos los delitos habrán prescripto. Sin embargo, no puede prescribir lo que no se pudo juzgar por la ley de caducidad.Ante la amenaza de que lo que en realidad ocurrió aflore, se plantea el chantaje de la “lógica de la verdad por la justicia”. No habrá justicia si no se llega a la verdad y nadie que la sepa va a decir la verdad porque corre el riesgo de ir preso, dicen. Sin embargo, ya han comenzado a ser presos quienes saben la verdad y la ocultan. La verdad no es negociable. Y ella exige justicia.

Un país sin impunidad
Para llegar a un país sin impunidad, hay que cambiar estos sinlogismos de la impunidad por una “lógica de los derechos humanos”, donde la verdad, la justicia, la ética y la memoria establezcan una sociedad de iguales, como se proclamó en marzo en Buenos Aires. La declaración universal de los derechos del hombre de 1948 sigue vigente. Hay que reglamentarla y hacerla cumplir.Para llegar a un país sin impunidad, debemos comprometernos con una “lógica de la verdad” para que se abran los archivos secretos, para que los criminales de lesa humanidad sean juzgados y sus cómplices excluidos, en particular de la docencia, para que se establezca una doctrina democrática en las fuerzas de seguridad y sus alianzas internacionales.

Para llegar a un país sin impunidad, debemos comprometernos con una “lógica de la justicia”, con su respeto y fortalecimiento presupuestal y técnico, para que quienes juzgan puedan aplicar la jurisprudencia internacional como base doctrinal, sin ser sometidos a presiones de ningún tipo y se garantice a las víctimas y sus familiares el amparo de la ley y una respuesta al dónde están.Para llegar a un país sin impunidad, debemos comprometernos con “una lógica de la ética”, para que el derecho sea humano y quienes legislan incorporen los convenios internacionales como leyes supranacionales y eliminen toda norma de impunidad resabio de la doctrina de la seguridad nacional, tipifiquen los crímenes de lesa humanidad, reparen a las víctimas y se asegure el nunca más.

Para llegar a un país sin impunidad, debemos comprometernos con una “lógica de la memoria”, para que la cultura de los derechos humanos se incorpore a la enseñanza de todos y todas los integrantes de una sociedad que debe ejercer sus derechos civiles y culturales, en equidad, sin olvidar jamás lo que ocurrió, porque esa será la certeza de que no vuelva a pasar.Para llegar a un país sin impunidad, también nosotros debemos indignarnos y reclaman a quienes tienen la responsabilidad del poder de gobernar, de legislar y de juzgar que cumplan su tarea. Y desde esa “lógica de la indignación pacífica” exigir que se renueve un contrato social que permita convivir hacia dentro y fuera de fronteras, sin miedo a la opresión de ningún poder en el mundo.

*Periodista uruguayo, especializado en temas de derechos humanos. (Intervención realizada en la Mesa Redonda y Debate sobre "Cultura de la Impunidad". Galería Machango "Espacio de Arte". San Carlos, Maldonado - 11/06/2011)