viernes, 19 de octubre de 2012

La SIP y las amenazas

Por Pablo Bilsky - http://www.redaccionrosario.com/nuevo/2012/10/19/la-sip-y-las-amenazas/ 

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) es un agrupamiento patronal fundado en 1950 por dos agentes de la CIA y un agente del Departamento de Estado de EE.UU.

Brindó siempre un apoyo irrestricto a las dictaduras genocidas del continente. Por eso considera la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual como una “amenaza”.

Efectivamente, la norma “amenaza” el poder acumulado por los oligopolios y los grupos concentrados que privan a la ciudadanía del derecho a la información veraz.

“Cuando se habla de ‘opiniones independientes’ de los ‘grandes diarios’ con insistencia sospechosa en numerosos órganos de distintos países, puede individualizarse perfectamente la organización del monopolio que abarca el ‘trust’ de publicidad dirigido por las grandes centrales de los países. Los congresos internacionales de editores no son otra cosa que reuniones ‘sui generis’ de directorio o de empleados que van a esas centrales a recibir instrucciones. El Pueblo les ha llamado con propiedad ‘la voz del amo’ o ‘los diarios encadenados’”. El párrafo pertenece a Juan Domingo Perón. En su libro Los vendepatrias. Pruebas de una traición, que escribió poco después del golpe de estado de septiembre de 1955, Perón retrató el papel jugado por la SIP en el golpe.

La SIP ha sido siempre coherente en su colaboración con las oligarquías del continente. Ayudó a la desestabilización de gobiernos democráticos de América latina y estuvo siempre al servicio de los intereses de los EE.UU. y el capitalismo mundial. Y lo sigue haciendo. Lo mismo ocurrió en los recientes golpes de Estado en Honduras y Paraguay. La SIP, que agrupa a los propietarios de los diarios que colaboraron en la desestabilización, hizo oídos sordos a las denuncias de los periodistas amenazados, asesinados y desaparecidos en Honduras, como así también a los atropellos, despidos y listas negras que son moneda corriente en Paraguay.

La SIP se fundó en 1950, en Nueva York. Jules Dubois y Joshua Powers, ambos agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) junto a Tom Wallace, agente del Departamento de Estado, son los fundadores de la SIP, que nace con una clara impronta macartista, antipopular, y antigremial, servil a los intereses imperiales.

Por este motivo, que la SIP abomine de la ley de medios argentina significa la más clara reafirmación de las bondades de esa norma a la hora de limitar el poder acumulado por las grandes empresas periodísticas oligopólicas.

Contrastando con esta mirada empresarial, patronal, de la SIP sobre la ley de medios argentina, muy distinta es la opinión de Naciones Unidas. El relator especial de Naciones Unidas para la Libertad de Opinión y de Expresión, Frank La Rue, afirmó esta semana durante su visita al país que la Argentina “es un modelo para el continente y otras regiones del mundo” en la materia, además de remarcar que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual “es una de las más avanzadas del continente”.

Y no es la única voz que llega desde el exterior apoyando la ley. En todo el mundo la norma argentina es considerada la más avanzada. En Brasil, Ecuador y Uruguay también se intentó democratizar el sistema de medios y ponerles límites a los oligopolios, tomando como modelo la ley argentina, pero no se logró todavía.

El 7 de diciembre, una misión de la SIP vendrá a la Argentina, en ayuda del Grupo Clarín, que se niega a cumplir la ley. El grupo empresarial de rescate será encabezado por el flamante presidente de la SIP, el empresario de medios ecuatoriano Jaime Mantilla Anderson, que además es presidente del diario ecuatoriano Hoy, uno de los medios que acosa la gestión del presidente de Ecuador, Rafael Correa.

Mantilla Anderson sucederá al frente de la SIP a Milton Coleman, del periódico estadounidense The Washington Post. En tanto, Bartolomé Mitre, del matutino de Buenos Aires La Nación, será secretario de la nueva junta directiva de SIP.

El diario Hoy, que dirige el nuevo presidente de la SIP pertenece al Grupo Egas, cuyo dueño es el empresario Fidel Egas Grijalva. El holding también maneja la cadena de televisión Teleamazonas, Radio Bolívar y las revistas Cosas, Caras, Soho, Diners, Fucsia y Gestión. Asimismo, posee la Imprenta Mariscal, la productora Public Promueve y la agencia de publicidad Delta, entre otros emprendimientos en el continente.

Con gran coherencia la SIP, que apoyó a todas las dictaduras genocidas, hoy es el sostén de los medios de comunicación oligopólicos que intentan desestabilizar los gobiernos democráticos de Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Venezuela, por sólo tomar algunos ejemplos notables. Con flagrantes mentiras, simulacros y operaciones de prensa, estos medios intentan desgastar y deslegitimar los procesos de cambio en marcha en América latina.

No en vano, en países de América latina se suelen denominar medios “sipianos” a aquellos medios de derecha que defienden los intereses de las oligarquías y los poderes fácticos y atacan con violencia, racismo y odio de clase a los gobiernos nacionales y populares.

Fiel al ideario oligárquico, antidemocrático, elitista e imperialista que le dio origen, la SIP llegará a la Argentina para intentar deslegitimar la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Pero esta norma es una paciente construcción social, una construcción colectiva de cientos de organizaciones militantes. Los rechazos, las maldiciones, las mentiras y los bufidos del aparato mediático al servicio del statu quo es proporcional a la importancia del cambio que produce la ley. El rechazo de la SIP es una suerte de premio. Y reafirma la necesidad de profundizar la militancia en favor de la democracia informativa.

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