domingo, 13 de enero de 2013

“La pretensión de la prensa es desmoralizar al pueblo”

Por Salvador Allende - http://sur.infonews.com/notas/la-pretension-de-la-prensa-es-desmoralizar-al-pueblo

El 4 de agosto de 1972, Salvador Allende hablaba ante una multitud reunida en la Plaza Sotomayor, de Valparaíso. Allí, el presidente chileno denunciaba la campaña mediática encabezada por El Mercurio para derribar a su gobierno.
El pueblo tiene que tener conciencia de que vivimos intensamente un proceso revolucionario, un enfrentamiento entre nosotros y los que ayer detentaban el poder o los que siempre tuvieron el poder económico, se produce minuto a minuto, hora a hora, día por día. El pueblo debe entender que Chile no vive una revolución en plenitud, sino un proceso revolucionario, que encuentra serias y profundas dificultades. Nuestra primordial obligación es desarrollarlo racionalmente porque lo que se pretende es desviarnos de la táctica y la estrategia que diseñamos desde antes de la campaña presidencial. He sostenido que un proceso revolucionario se afianza tan sólo cuando hay un pueblo responsable, organizado, consciente de su gran tarea. Un proceso revolucionario adquiere la firmeza que es indispensable para derrotar al imperialismo, a los sectores oligárquicos, y hacer los cambios estructurales, cuando cada hombre y cada mujer se sienten comprometidos con el acontecer histórico; cuando no olvidan que son parte activa y fundamental de él, que la suma de voluntades constituye un torrente dinámico, que sólo un pueblo movilizado es capaz de alcanzar la victoria sobre un pasado que hay que sacudir, para construir con nuestras manos y nuestro sacrificio el futuro y la dignidad que todos necesitamos.
Cada uno debe entender que tenemos serias dificultades nacidas de los obstáculos propios del régimen capitalista que subsiste en nuestro país. Siempre lo he dicho con honradez: el gobierno que presido es un gobierno de transición, destinado a crear las condiciones para construir el socialismo; pero el socialismo no se impone por decreto. Por lo tanto, todos debemos darnos cuenta de que vivimos las horas duras y difíciles de este proceso revolucionario enclavado en el sistema capitalista que estamos lentamente destruyendo para construir el socialismo.
Tenemos todas las dificultades inherentes al capitalismo y no tenemos las ventajas del régimen socialista; por eso, todavía, estos hechos se agravan pero al mismo tiempo constituyen un estímulo, porque pensamos que estamos realizando este proceso de cambio, el proceso revolucionario dentro de la realidad, la tradición y la historia de nuestra patria. Lo estamos haciendo en democracia, pluralismo y libertad, sin costo social; lo estamos realizando a pesar de los obstáculos que todos los días artificialmente se levantan en contra nuestra por los intereses heridos del imperialismo y los grandes grupos poderosos económicos de nuestro país.
Ante esta realidad surgen dos posiciones: aquellos que podríamos llamar catastrofistas –los opositores, hasta ayer separados y hoy día confederados y quizás confabulados–, que quieren desmoralizar a los chilenos y que pretenden dar una imagen distinta de lo que somos, de lo que queremos, de lo que realizamos. Los catastrofistas, que quieren crear un clima artificial, de suspicacias, de dudas, de vacilaciones. Se nos acusa que la democracia en este país no existe, que la libertad está conculcada, que hay caos económico y que la crisis va a azotar implacablemente a Chile y los chilenos. Ellos son los que todos los días, minuto a minuto, desde la prensa y desde la radio lanzan sus anatemas contra ustedes, contra el pueblo, contra los trabajadores, contra el gobierno de ustedes, contra el Gobierno Popular.
Tengo aquí tan sólo un día de publicaciones; voy a leer algunos de los titulares para que comprendan hasta dónde se ha llegado: “En Chuquicamata explotó un horno.” “Dramático peregrinaje en busca de alimentos.” “Dirigente de una JAP asesinó a un vecino.” “Chile marcha al descalabro.” “El PIR pide investigar cuentas de funcionarios, incluso del Presidente de la República.” “Desesperadas colas para comprar carne de caballo.” “Crítica situación agraria provoca el caos en Peumo.” “Ante persecución desatada el Interventor de Mademsa ha constituido un verdadero Tribunal Popular.” “Ante el conflicto de los profesionales de la vivienda nada se hace.” “Enfrentamos la peor crisis de nuestra historia.” “Se ha presionado a los accionistas del Banco de Chile.” “Cámara aceptó envíos de oficios a la OIT, por atropellos sindicales.”
Fíjense ustedes, en el gobierno de los trabajadores, cuando hemos sacado el 70 por ciento de los votos en la Central Única, se atreven a mandar una comunicación a la OIT (Organismo Internacional del Trabajo), diciendo que aquí se atropella en los sindicatos. Jamás fueron mal recibidos los trabajadores y nunca tuvieron la participación que tienen hoy día. Nunca los trabajadores tuvieron la conciencia que tienen hoy con el Gobierno de Chile.
Y siguen los titulares en los diarios de oposición: “Desabastecimiento general en Chiloé.” “Partido Nacional estudia acusación contra Carlos Matus.” Hace dos semanas que es ministro y ya quieren acusarlo. “Planteada la crisis de la UP.” “Será amenazada la salud de los niños.” “Aprovechamiento indigno de la bandera chilena.” “Guerra desatada en Gasco.” “Carniceros lanza S.O.S..” “Claridad en el caso del dólar.”
Éstos son los titulares de la prensa opositora de un solo día, compañeros, y no olviden lo que les he dicho otras veces. Estos titulares y las informaciones que tienen estos diarios se reproducen en el extranjero, y entonces se piensa más allá de nuestras fronteras que efectivamente aquí se atropella la democracia, la libertad; que vivimos en la angustia dramática de un caos económico.
Más que eso, todavía; en el día de hoy, hay una declaración conjunta de los sectores de la oposición; el titular a ocho columnas de un diario de oposición dice lo siguiente: “El Gobierno conduce al país hacia una dictadura totalitaria.” Dicen que no existe una verdadera democracia, que hay una dictadura que se nos viene encima y que hay un ataque permanente a los Poderes del Estado, tanto Judicial como Legislativo.
Yo no he criticado al Congreso, y no tendría el derecho de hacerlo; creo que he sido uno de los pocos, quizás el único Presidente, que no ha atacado como se nos atacara antes, a los parlamentarios de los gobiernos anteriores, ya que fui parlamentario en los gobiernos de Alessandri, de Frei, de Ibáñez y de Gabriel González.
El Gobierno no ha atacado al Poder Judicial; sólo ha señalado a algunos magistrados que intervienen en procesos administrativos y que estimamos no es competencia del Poder Judicial.
Además, el Consejo de Defensa del Estado ha apoyado esta interpretación de la Constitución y de las leyes. De la misma manera se dice aquí que el Presidente de la República se burla del Congreso. Seguramente hacen referencia al hecho de que una vez el Ministro del Interior, José Tohá, fuera suspendido por la Cámara de Diputados, siendo sometido al veredicto del Senado. Después que éste lo condenara, la Justicia estimó que no había cometido delito alguno que mereciera sanción, y por eso lo nombré Ministro de Defensa Nacional.
De la misma manera, en defensa de mis prerrogativas y en el ejercicio muy claro y definido de ellas, sobre la base de una determinación del Tribunal Constitucional –organismo creado en el Gobierno anterior–, sobre la base de que cuatro ministros de este Tribunal, contra un voto opositor que cambiara la sentencia respectiva, ha afianzado mis derechos. Por ello, suspendido el ministro Del Canto como ministro del Interior, he nombrado en esa cartera a Jaime Suárez y he designado como Ministro Secretario General de Gobierno al compañero Hernán del Canto. Cuando señalan que el Presidente de la República no conduce el proceso dentro de los módulos democráticos, puedo sostener: nosotros hemos enviado al organismo respectivo, a la Contraloría, los decretos que son menester para designar a interventores, y de acuerdo con la ley, con las atribuciones de Dirinco, hemos requisado las empresas que no producían lo suficiente; donde había conflicto que perjudicaba a los consumidores, tal como ocurrió en Santiago con Gasco, para defender precisamente la necesidad que tienen los habitantes de Santiago de recibir oportunamente el gas.
Insisten: los partidos de Gobierno tienen una sola meta: establecer una dictadura totalitaria. Agregan: en la actualidad, el oportunismo es el criterio del Partido Comunista, que ha hecho suyo el señor Allende.
En la batalla de Coquimbo, utilizando todos los métodos que siempre emplean dijeron que ésta era una lucha entre totalitarios y demócratas. Tuvieron la insolencia de decir que ésta era una batalla entre Chile y Rusia, insolencia para la Unión Soviética e insolencia inaceptable para Chile. ¿Y cuál fue el veredicto? El 56 por ciento de los votos le dijo sí a los integrantes del Partido Confederado. La victoria era de la Unidad Popular y en Coquimbo hombres y mujeres votaron por Chile y los chilenos; votaron por la auténtica democracia, contra aquellos que nos acusan de totalitarios.
Pero hay más; en el diario La Segunda, subproducto de El Mercurio, la Juventud Nacional... Compañeros, escuchen las cosas, que son serias y graves, porque hay una intención detrás de esto. Piensen ustedes lo que significa la declaración que he leído en las partes relevantes en contra nuestra, firmada por los jefes de los partidos de oposición. Allí están la Democracia Cristiana y los Nacionales, el PIR y los que se dicen Radicales Democráticos. Ahí están, compañeros, lo deben entender. Ahí están los que tienen la mayoría del Congreso y todavía nos acusan de que el Gobierno agrede al Poder Judicial. Pretenden, en esencia, crear un enfrentamiento entre el Gobierno y el Parlamento, el Gobierno y el Poder Judicial. Me he empeñado, y me empeñaré en evitarlo; y eso tienen que entenderlo; no por temor, no por debilidad, lo hago por Chile y por los chilenos, porque quiero evitar el caos económico y que se derrame sangre innecesariamente en nuestro país.
Pues bien, la Juventud Nacional –oigan bien, compañeros–, la Juventud Nacional sostiene algo que a mi juicio entraña un enorme peligro y una osada afirmación. Dice que se llama a desconocer a la policía civil y a hacerse justicia por sus propias manos. Dice que el estado de derecho ha pasado a ser una utopía en nuestro país.
Voy a leer el párrafo pertinente, dada la gravedad que tiene. La Juventud Nacional confía en las diligencias de la justicia ordinaria para sancionar a los culpables. Sin embargo, como no puede, por razones obvias, afirmar lo mismo de la policía civil, advierte a quienes pretenden agredir a sus militantes que en liso del derecho de la legítima defensa responderá decididamente a todo ataque de que sea objeto.
“En un país en que el estado de derecho ha pasado a ser una utopía y que el Gobierno aplica discriminadamente la ley, la opinión pública no se extrañará de que aumente cada día el número de jóvenes libres que sean obligados a tomar justicia por sus propias manos.”
Aquellos que cayeron en Ranquil, y La Coruña, San Porio, El Salvador, Pampa Irigoin, Población José a Caro y calles de Santiago, Quilpué, Puerto Montt y Puente Alto; aquellos que saben perfectamente bien que yo he respetado todos los derechos que la Constitución consagra –no con un gesto de tolerancia o de benevolencia, sino porque es un derecho que nuestro pueblo conquistó–, aquellos que saben que honestamente he impedido hasta ahora e impediré la violencia innecesaria, aquellos que nos critican a nosotros de desatar la violencia –lo que no es cierto–, llaman impúdicamente a utilizarla.
He dicho al pueblo algo muy claro que no debe olvidar: no necesitamos la violencia, no queremos emplearla. El Gobierno ha utilizado todos los resortes que tiene a su disposición. La policía civil y la policía uniformada harán investigar a aquellos que solapada y descaradamente estaban armando a nuestro país. No hemos hecho distingos ni discriminación alguna, y así han caído seudoizquierdistas o izquierdistas afiebrados, como también enconados derechistas y revanchistas. Este Gobierno fue quien descubrió 27 atentados realizados en el gobierno del señor Frei, que no habían sido capaces de descubrir anteriormente; por eso tenemos autoridad moral; no aplicamos la ley de manera distinta ni para uno ni para otro; aplicaré la ley implacablemente para defender la auténtica democracia y la auténtica libertad que sólo el Gobierno Popular y ustedes pueden mantener en nuestro país.
En una actitud de verdadera insanía, hay chilenos antipatriotas que, utilizando inclusive mercenarios extranjeros, editan en Buenos Aires un boletín llamado informativo, que dice: “Nos dan noticias de Chile para América latina”. Aquí están las copias fotostáticas en que se reproduce parte de lo que sale en ese boletín y que son los artículos que se fabrican en Santiago, no sólo para consumo intencionado de los chilenos. En ese boletín se lanza el más enconado e injusto, torpe y abierto ataque contra las Fuerzas Armadas de Chile y contra Carabineros. Con insolencia e impudicia hacen afirmaciones que no sólo rechazo indignadamente sino que señalo como uña actitud cobarde.
A ellos les duele, y tendrá que dolerles, que las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile sigan siendo y sean fuerzas profesionales, respetuosas de la Constitución y de la ley y de las voluntades ciudadanas expresadas, en las urnas. Las Fuerzas Armadas y Carabineros saben que a lo largo de su historia el pueblo ha tenido por ellas respeto y afecto, pero que ahora ese afecto y ese respeto se han reforzado con la actitud y la comprensión que demuestran frente a un proceso social que se desarrolla dentro de los marcos de nuestra historia, nuestra tradición y nuestra idiosincrasia.
Quiero señalar, solamente para que ustedes no lo olviden, tres aspectos de extraordinaria gravedad, sobre los cuales ha incidido una campaña intensa y profunda: el oro del Banco Central; que hay que ir a contar las barras de oro, que hay que ir a pesar las barras de oro, que hemos ido rebajando el peso del oro, que poco menos le pasamos navaja de afeitar a las barras de oro todos los días. Ahí está el oro, en el Banco Central, y seguirá estando; si lo necesitáramos frente a una situación económica difícil –jamás a espaldas del pueblo–, lo utilizaríamos y los primeros que lo sabrían serían ustedes, compañeros; el pueblo de Chile, los trabajadores, la inmensa mayoría de los chilenos.
Nunca hemos hecho y nunca haremos nada a espaldas de ustedes, que ustedes no conozcan y no sepan. Siempre les he dicho cuáles han sido nuestras victorias, pero también nuestros yerros, los errores cometidos, las situaciones difíciles que hemos pasado y las que tendremos que pasar. Si un gobernante que es revolucionario no usa la lealtad para hablarle al pueblo con claridad, ese gobernante no merece llamarse o sentirse revolucionario. Jamás procederé a espaldas de ustedes, queridos camaradas de Valparaíso.
Publicó El Mercurio un borrador que ni siquiera llegó a discutirse en Estados Unidos cuando se estaba renegociando con los bancos la deuda contraída por el Gobierno anterior. En esa renegociación se quisieron poner condiciones que rechazamos, se aceptó –y tenía que aceptarse– que se sometiera a la legislación norteamericana que había en conflicto un incumplimiento de pago por parte nuestra.
No aceptamos que pudiera establecerse responsabilidad en cualquier país del mundo, sino en Estados Unidos o en Chile solamente, porque existía esa cláusula ya pactada en los gobiernos anteriores y que es tradicional. Ellos han querido señalar que decimos una cosa y hacemos otra, pero es muy distinto lo que hemos dicho y lo que hemos hecho; es algo que ellos no hicieron y no podían hacerlo porque no tenían sentido de la dignidad nacional y el verdadero patriotismo que tiene el pueblo cuando es Gobierno. Lo que dijimos nosotros es que aquellos bienes de extranjeros que están en Chile serán sometidos a las leyes chilenas; para ello envié el proyecto de ley modificando la Constitución Política.
Para ello nacionalizamos el cobre, y no hemos pagado indemnizaciones, y es por eso que exigimos que se respete el derecho de Chile a dictar las leyes que estime convenientes y necesarias.
Ahora se ha iniciado una torva campaña para decir que en París nos comprometimos indirectamente a pagar una indemnización sobre el cobre. He aplicado las disposiciones constitucionales de la Reforma que fueron aprobadas por unanimidad en el Congreso y hay un Tribunal qué tendrá que dictar sentencia: el Tribunal especial creado por la propia Constitución, que es el Tribunal del Cobre. Pero hacen esta campaña porque saben perfectamente bien que determinados intereses, los intereses heridos por la nacionalización, han querido, quieren y hasta ahora han logrado, en parte, crear dificultades a Chile con los bancos multinacionales en los cuales nosotros participamos con derecho propio.
Renegociamos las deudas, los créditos con los bancos norteamericanos, pero no hemos obtenido líneas de crédito de esos bancos. En el año 1970, Chile tenía 230 millones en líneas de crédito a corto plazo. En el primer trimestre o cuatrimestre de este año hemos alcanzado a 30 millones.
Éstas son las dificultades que han nacido precisamente porque este gobierno ha dado el paso nacional y patriótico de hacer que Chile sea dueño del cobre, del hierro, del salitre, del carbón y del petróleo; eso está en el fondo de este ataque a mansalva que se nos hace. Pero no podrán negar nuestra decisión y no podrán corroer las bases de la dignidad en que hemos tomado las medidas. Los trabajadores saben, el pueblo sabe que esas medidas han traído como consecuencia dificultades en el abastecimiento, dificultades en la compra de insumos y de repuestos. Pero el pueblo de Chile sabe, y yo tengo la seguridad de que lo va aceptar, que si es necesario que no se lleve a la boca un pedazo de pan, un pedazo de carne que necesita, lo entenderá porque tiene valores distintos. Hemos conquistado nuestra independencia y nuestra dignidad y eso no tiene precio ni está en venta. Eso es el coraje y la valentía revolucionaria de un pueblo como el chileno.
Compañeros, el pueblo no debe dejarse provocar, pero tampoco debemos caer en errores. He dicho que no es posible tomas de predios agrícolas pequeños o medianos, por debajo de la cabida que la reforma agraria establece. No sólo es un error, es una torpeza y una injusticia que obreros se tomen poblaciones que están por terminar o terminadas, y que saben que les corresponde ocupar a otros obreros. No pueden emplear o hacer lo mismo con viviendas que saben que les corresponden a otros empleados. ¿Qué se pretende? Lucha entre obreros y obreros, entre empleados y empleados. Los trabajadores, sobre todo los de la Unidad Popular, tienen que entenderlo. No pueden los partidarios del Gobierno, los que son la base política del Gobierno, prestarse para que algunos sectores afiebrados pretendan solucionar los problemas tomándose las oficinas de CORA o Indap o tomándose una Gobernación o pretendiendo hacerlo con una Intendencia. Antes no lo hicieron jamás; lo hacen ahora, porque saben que impúdicamente pueden proceder así, porque tienen conciencia de que por convicción y por fe revolucionaria yo no puedo usar la represión. Pero apelo a la responsabilidad política, a la conciencia revolucionaria de las masas, y advierto, también, que si se pone en peligro la autoridad del Gobierno, ¡usaré la fuerza, conscientemente, para defender la revolución chilena y su estabilidad, camaradas!
Por ejemplo, un grave error político ha sido convocar a una asamblea popular en Concepción. En sí mismo, el contenido que querían darle no tiene la significación que la prensa opositora le ha dado, pero es un pretexto para atacarnos, es señalar que se quiere crear un poder paralelo, que no tolero; un organismo al margen de la Constitución o de la ley, que quiere superar al Congreso y al Parlamento. Además, no actuaba allí la Unidad Popular, porque no estaban todos los partidos, y tampoco la Central Única de Trabajadores. No podemos crear organismos que no están asentados en la realidad al proceso revolucionario, no podemos proceder afiebradamente. Esta etapa que vive Chile nos pertenece. Les pertenece a ustedes, a todos nosotros. Ustedes vienen aquí, y están horas de pie, no con el cansancio de los 10 o 20 kilómetros que han caminado, ¡ustedes traen cansancio de siglos, sufrimientos de siglos, padecimientos de siglos, por eso la revolución constructora les pertenece a las grandes mayorías nacionales!
El pueblo debe entender, como lo dijera al comienzo de mis palabras, que tenemos que, racionalmente, ir asentando, afianzando, sosteniendo y profundizando el proceso revolucionario.
Sin claudicaciones de ninguna espacie, con la decisión, infinitamente sostenida por ustedes, de avanzar, de definir, de producir. El pueblo debe tener conciencia de los instrumentos que están en sus manos.
Tenemos la unidad política expresada en el Partido Federado; ese Partido Federado debe ser el centro del debate político de las fuerzas populares. Sus resoluciones deben comprometer, cuando son tomadas a nivel nacional, a todos los partidos integrantes. Los organismos medios, los organismos provinciales, comunales o locales de los partidos o movimientos integrantes de la Unidad Popular no pierden su propia personalidad, pero están obligados a acatar lo que las directivas centrales de sus propios partidos o colectividades determinan y lo que ellas han convenido en el proceso discutido de la unidad política expresada en el Partido Federado.
A pesar del error cometido de haber ido en lista aparte, que significó perder el Provincial Santiago de la Central Única de Trabajadores, los cómputos establecen más de un 70 por ciento para los militantes sindicales de la Unidad Popular. Dos fuerzas importantísimas que el pueblo debe tener conciencia que le pertenecen: el Partido Federado y la fuerza organizada de los trabajadores de la Central Única de Trabajadores. Además, cada día es más sólida la presencia nuestra para consolidar el Área Social de la Economía. El Área Social de la Economía debe orientar el proceso del desarrollo económico. Nos interesa a nosotros vitalizar esa área, pero al mismo tiempo debemos darle tranquilidad, seguridad y garantía al pequeño y mediano empresario industrial, comerciante o agricultor. No podemos dejar de entender que en esta etapa de nuestro proceso revolucionario, esos sectores deben encontrar ayuda y estímulo en la presencia combatiente del pueblo expresada en el Área Social de la Economía, que es la que tenemos que hacer presente en el desarrollo económico nacional
Compañeros, ¿cómo el pueblo no va a entender que tiene en sus manos el instrumento fundamental que es precisamente el Gobierno?
¿Quiénes están en el Gobierno?
¿Hay banqueros aquí? ¡Digan ustedes! ¿Hay banqueros en el Gobierno? (El pueblo: ¡¡No!!)
¿Hay terratenientes en el Gobierno? (El pueblo: ¡¡No!!)
¿Hay abogados que defienden intereses imperialistas en el Gobierno? (El pueblo: ¡¡No!!)
¿Entonces, compañeros, qué mayor garantía?
Aquí están las fuerzas populares, los partidos revolucionarios, la Central Única de Trabajadores. En este Gobierno participan los campesinos, los obreros, los técnicos, los profesionales, los pequeños y medianos comerciantes, los que viven de su esfuerzo y su trabajo, y los que nada tuvieron que hacer con el poder económico de la vieja oligarquía, los que nunca estuvieron postrados frente a la nefasta influencia imperialista, camaradas.
Son los propios partidarios del Gobierno los que a veces sin saberlo lo combaten, por no estar presentes todos los días, con la responsabilidad revolucionaria suficiente, o los que se dejan movilizar frente a actitudes seudorrevolucionarias –espontaneístas– que tenemos que combatir.
La historia de la revolución soviética, la historia de la revolución china, la historia de la revolución cubana lo demuestran y lo señalan. Yo podría traer páginas aquí de Lenin, de Mao Tsé-Tung, de Fidel Castro, señalando las luchas que tuvieron que sostener y de nuestra propia experiencia. La experiencia de los revolucionarios y de las revoluciones que ha vivido el mundo tiene que servirnos de algo, pero Chile tiene que vivir su propia experiencia. Siempre lo dije: “La Revolución Chilena se ha hecho y se hará de acuerdo con la realidad chilena”. Lo repetí y lo he gritado y lo sigo gritando: nosotros aprovechamos la experiencia, venga de donde venga, pero no somos colonos mentales de nadie. ¡Los problemas de Chile los solucionamos de acuerdo con la realidad chilena y la fuerza organizada del pueblo!
Por eso, el pueblo debe entender que es más necesaria que nunca la claridad, no tener dudas, saber cuáles son las tácticas y cuál es la estrategia que el propio pueblo, a través de sus partidos, y los trabajadores organizados, se han trazado.

No hay comentarios.: