sábado, 23 de marzo de 2013

Martínez de Hoz, el cerebro económico de la dictadura

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“En la política económica del gobierno militar debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes, sino una atrocidad mayor, que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Rodolfo Walsh, Carta Abierta a la Junta Militar, 24 de marzo de 1977.

mhLa Carta Abierta, es un texto preciso, sobrio y riguroso; sin artificios ni adjetivaciones innecesarias. Allí Walsh, periodista, escritor y militante logra expresar con asombrosa capacidad de síntesis el móvil real del arribo de la corporación militar al poder: la imposición de un modelo económico que impulsaba una criminal desindustrialización, la extranjerización del sector financiero, la fuga de capitales al exterior y una importación indiscriminada de productos que sólo generó desocupación y atraso. Semejante orden social sólo podía imponerse con el asesinato y desaparición de miles de trabajadores, militantes políticos y gremiales, que rechazaban esta Doctrina de Seguridad Nacional que se impulsaba desde Estados Unidos hacia todo el continente.

Una familia con historia
Un particular nombre y apellido aparece en las crónicas de la semana de Mayo. José Martínez de Hoz, un “vecino importante” que había arribado de su Castilla natal a principios del siglo XIX, durante el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, defendió las posiciones del Virrey Cisneros y la corona de España. Los Martínez de Hoz oficiaban como intermediarios de los monopolistas de Cádiz, y además, se beneficiaban con el contrabando de mercaderías inglesas.

El bisabuelo de “Joe”, fue el estanciero José Toribio Martínez de Hoz. A él se le acredita la fundación del Club del Progreso. Senador y presidente del Banco Provincia, en su casa, se fundó la Sociedad Rural un 10 de julio de 1866. Fue su primer presidente. El abuelo del malogrado “Chicago Boy” y mentor de nuestra alevosa deuda externa fue Miguel Alfredo del Corazón de Jesús Martínez de Hoz, ganadero, socio-director de la Sociedad Rural, presidente del Jockey Club y director del Banco Nación. Del árbol familiar surge luego su padre, que como el abogado y economista tenían los mismos nombres de pila: José Alfredo. Crió caballos, vacas y como no, llegó a ser presidente de la Sociedad Rural. Toda esta historia, siempre teñida de negociados, muerte y usurpaciones de tierras y bienes está maravillosamente relatada en el film Awka Liwen, donde la intervención de Osvaldo Bayer desnuda la Campaña del Desierto de Roca y los favores recibidos generacionalmente por los fundadores y valuartes de la Sociedad Rural Argentina, por supuesto, el linaje completo de los Martínez de Hoz.

El rostro económico de la dictadura
José Alfredo Martínez de Hoz, había nacido un 13 de agosto de 1925. Pese a recibirse de abogado en la UBA con medalla de oro, siempre tuvo al Estado y a quienes lo entendían como lugar inclusivo y de promoción social como el objetivo a destruir, siempre detrás de la bayoneta. Su primer cargo público vino de la mano de la Revolución “Libertadora” de Rojas y Aramburu, en 1956, al ser designado ministro de Economía, Finanzas y Obras Públicas en la provincia de Salta. Dos años más tarde fue nombrado presidente de la Junta Nacional de Granos. Y fue ministro de Economía durante el interregno del escribano José María Guido, como presidente de facto impuesto por los militares, entre 1962-63.

Martínez de Hoz, volvería al mismo cargo de la mano de Jorge Rafael Videla. Durante la última dictadura, pivoteó sobre dos premisas: la innecesariedad del rol regulador del Estado y una apertura económica total. Dispuso la prescindibilidad de los empleados públicos, la suspensión del Estatuto del Docente, aumentó las tarifas ferroviarias y derogó toda norma sobre precios máximos. También desdobló el aguinaldo, bajó los aranceles aduaneros, generalizó el IVA, y redujo el impuesto a las ganancias, precisamente el que se cobra a los ricos. Con la reforma financiera que introdujo, el dinero ya no sirvió para producir trabajo sino directamente para especular. Fue la época de la “bicicleta financiera” y “la plata dulce”. Nada generaba más ganancia que poner el dinero a plazo fijo e interés. Se malvendieron empresas con más de medio siglo de antigüedad para incorporar su capital a las mesas de dinero. La deuda externa que tomó, sirvió para condicionar a varias generaciones de argentinos y enriquecer a concentrados grupos económicos nacionales y extranjeros. Su aporte, fue funcional a la destrucción del entramado social, cultural y económico más consolidado del continente.

Triste, solitario y final
Martínez de Hoz enfrentaba varios juicios por ser partícipe de delitos de lesa humanidad. Había sido encarcelado temporariamente durante la gestión de Alfonsín, por su complicidad con la dictadura, pero Carlos Menem a quien consideraba “un heredero” lo benefició con un indulto en 1990. La justicia federal en 2006, declaró la nulidad del indulto. En 2010, la Corte Suprema ratificó la anulación de la medida que le había garantizado su impunidad durante 16 años. Estaba procesado y detenido bajo arresto domiciliario por el secuestro extorsivo de Federico Gutheim y su hijo Miguel, dueños de la compañía Sadeco. Según la investigación judicial, Gutheim había ganado una licitación para exportar fibra de algodón a Hong Kong por 12 millones de dólares y fue presionado para “compartir la licitación” con una firma multinacional “en la existía una participación activa del entonces ministro de Economía Martínez de Hoz” consignó el fiscal Federico Delgado. Otro represor que muere sin cumplir su condena en una cárcel común, otra hiena que eludió la acción de la justicia.

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