sábado, 14 de septiembre de 2013

PERONISMO: ese hecho maldito y persistente de la historia argentina

* Por Sebastián Taiariol - http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene#!peronismo-ese-hecho-maldito-y/c12aa

Alejandro Dolina: “…conseguir que personas que jamás han tenido vacaciones, las tengan, que jamás hayan tenido zapatillas, las tengan, que jamás tuvieron dignidad y la tengan, es una revolución. No se puede negar que Perón desató una revolución inédita en el país…”.

El mediopelo argentino (a decir de don Arturo Jauretche), es decir la burguesía nacional, no asume que es valuarte de la decadencia y por el contrario, cree que es un prócer progresista a la altura de Alberdi. Lo más irritante de este personaje es su doble moral. Vive criticando los problemas cotidianos de la sociedad, cuando es él, en su individualidad, el que los provoca.

Así se queja, por ejemplo, de la falta de seguridad que padece a pesar de que paga sus impuestos, cuando en realidad, esas cargas las tributa luego de tamizar su patrimonio y ganancias por un sinfín de vericuetos contables, tales como la subfacturación por ventas, en muchos casos con la impudicia de tratarse de bienes suntuarios destinados a su placer y muy lejos de la producción. Se queja de la falta de palabra en los negocios, luego de despacharse cínicamente con incumplimientos indecorosos a sus compromisos, plantando operaciones concertadas sin siquiera avergonzarse.

Durante el siglo XIX, “nuestra” burguesía se ha formado en la ganancia fácil gracias a un suelo extremadamente rico en recursos naturales que fue generando una conciencia parasitaria en la clase poseedora. Mientras esas ventajas comparativas y la rápida y constante ampliación de la frontera agrícola ganada a los habitantes originarios, a fuerza de balas, pudieron equilibrar la más rápida creación de valores del proceso industrial, la Argentina figuraba entre los países más ricos de la tierra. Granero y carnicería del mundo. Ello se lograba casi sin inversiones. La fecundidad de la llanura pampeana hizo el resto. Es así que la ganancia fácil condujo rápidamente al consumo suntuario. Los argentinos conocemos algunas, de las muchas, mansiones del siglo XIX réplica de los palacios de los reyes de Francia y otras cortes europeas que la burguesía criolla construyó en Buenos Aires y en medio de la soledad de las Pampas.

Históricamente el 20% de la población detentó el 80% de las riquezas. En tanto que, para el primer centenario de mayo, hordas de trabajadores hambreados y explotados eran reprimidas por las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas, a fin de sostener y no alterar los privilegios de aquella burguesía nacional y su statu quo institucional. Ello fue una constante del siglo XX. Y las corporaciones que operan en el país (agropecuaria, la financiera, la judicial, el partido militar, y últimamente la corporación mediática) no vacilaron en utilizar todos los métodos a su alcance – aún los no democráticos - para sostener sus privilegios y seguir detentando el poder real, en detrimento de la clase trabajadora.

La reformulación de ese statu quo y de esos privilegios fue y es el objetivo central del peronismo, cuya meta es redistribuir la riqueza y el ingreso de una manera más justa a fin de concretar uno de los pilares de la doctrina peronista, es decir gobernar bajo los cánones de la justicia social para lograr el ansiado progreso sostenido. La puja redistributiva sostenida desde las filas del proyecto nacional y popular y su política de liberación de toda dependencia económica y política, evidentemente regenera el odio y las operaciones destituyentes de las corporaciones económicas que encuentran en el kirchnerismo una peligrosa resistencia frente al intento de restauración del neoliberalismo. Ahí está la columna editorial del diario La Nación del 02/09/2013 reivindicando el golpe de Estado contra Perón en 1955 que repuso en el poder político a los dueños del poder económico que el peronismo había desplazado. Ahí está el CEO del Grupo Clarín imputado por delitos de lesa humanidad y por fraudes bursátiles varios, imponiendo su voluntad sobre algunos jueces a fin de tornar inaplicable para su holding la ley de medios de la democracia, infundiendo en su camino toda clase de chicanas jurídicas y calumnias contra los representantes del gobierno nacional y estigmatizando a toda la militancia del campo nacional y popular. Ahí está creando conciencias desde sus más de 315 licencias audiovisuales, provocando horror y terror en el público que consume su producto desinformativo. Balas de tinta que siguen el guión del manual para operaciones conspirativas escrito por la revolución fusiladora en 1956: “El libro negro de la segunda tiranía”.

Ahí está operando el círculo rojo que mencionó Macri, conformado por las corporaciones económicas, mediáticas, judiciales, financieras, la derecha sindical, la oligarquía agropecuaria y sus aspirantes a títeres en el congreso. Es rojo porque todavía no le pudieron quitar las manchas de sangre del ’55, de los dieciocho años de proscripción y represión, de la última dictadura cívico militar, de diciembre del 2001 y de junio del 2002. Ahí están las corporaciones ejerciendo su infinito poder real en perjuicio del gobierno popular. Ahí están operando a favor de los fondos buitres. Ahí están las corporaciones intentando tapar una sola realidad: la reducción a 4 puntos porcentuales del índice de indigencia. Ahí están queriendo ocultar que los niños ya no van a la escuela para comer, sino para aprender. Ahí están, tratando de secuestrar el futuro y las ilusiones de los trabajadores. Ahí están conspirando para robarse la patria, otra vez.

Tal vez sería un gesto positivo por parte de las autoridades del Estado luego de octubre, revisar los patrimonios de los quejosos, autoproclamados laboriosos y desenmascarar de una vez por todas tanta hipocresía. Cuanta casa enrejada mal habida hay en La Argentina. Cuantos autos lujosos de dudoso origen. Cuantos yates.

La desarticulación de las corporaciones que tanto daño le provoca al andar democrático y al sostenimiento del progreso económico y cultural del pueblo argentino, se impone como necesidad de primer orden, para que luego de vencida esta instancia, y a partir de la unión del pueblo suramericano, tenga lugar la contienda internacional contra el imperialismo.

Tuve un compañero de militancia que habitualmente solía justificar todas las ideas que expresaba con una muletilla que consistía en que todos los logros sociales del primer y segundo gobierno peronista se concretaron gracias a “la humildad de Evita y la inteligencia de Perón”. Pasó el tiempo y me convenzo en la certeza de aquella muletilla. Si alguna enseñanza nos deja estos 68 años de peronismo, es que debemos seguir los preceptos de Néstor y de Cristina manejándonos con humildad y agudizando la inteligencia como herramientas para vencer los poderes fácticos de las corporaciones. Recogiendo y analizando los aciertos y los errores del pasado. Argumentando, siempre, con la verdad y la razón. Sabiendo aprovechar los intersticios que deja la no política de los votantes opositores para introducirnos creando conciencia y contagiando alegría, pues, como dijo don Arturo, conquistar derechos provoca alegría. Debatiendo y organizándonos con la misma pasión de Discepolín. Militando y movilizándonos, ganando la calle y las plazas que son el hábitat natural del peronismo. La palabra nos organiza pero solo la acción subvierte. Solo así venceremos culturalmente al poder fáctico y concretaremos esa revolución peronista con la que soñaba Homero Manzi. Con extremada inteligencia y frialdad para anticipar las próximas jugadas de las corporaciones, pues la política sigue siendo el arte de lo posible.

* Abogado y trabajador despedido del Banco Hipotecario por razones políticas.

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