lunes, 22 de septiembre de 2014

Colonización pedagógica: Claudio Loser, historia de un traidor

Alejandro Muñoz - http://rinacional.com.ar/colonizacion-pedagogica-claudio-loser-historia-de-un-traidor.html 


“Quiero poner en evidencia los factores culturales que se oponen a nuestro pleno desarrollo como Nación, a la prosperidad general y al bienestar de nuestro pueblo, y los instrumentos que preparan las condiciones intelectuales de indefensión del país” -  Arturo Jauretche, Los profetas del odio y la yapa. Colonización Pedagógica

Es claro a esta altura que el conflicto con los fondos buitre es una disputa política en que está en juego la independencia económica de nuestro país. La defensa de los intereses nacionales fue encabezada por el gobierno de Cristina Fernández, apoyado por numerosos dirigentes y organizaciones políticas y una inmensa mayoría de los argentinos, como así también innumerables países y organizaciones supraestatales. Los buitres por supuesto, también contaron con un apoyo interesante de distintos bancos, calificadores de riesgo y entidades asociadas al mercado financiero global.

Pero también contaron con aliados locales, de los que un tal Claudio Loser, un buitre norteamericano al que lo que lo único que le ha quedado de argentino es el DNI, fue uno de los más destacados. Esta nota es la historia de ese hombre, que contamos porque nos puede demostrar que traidores como éste, se forman día a día en el país.

Claudio Loser ingresó a la Facultad de Cs. Económicas de la UnCuyo en 1960 para estudiar la Licenciatura en Cs. Económicas. El plan de estudios de la carrera en aquellos años de proscripción del peronismo era de contenido netamente liberal, como así también lo eran la mayor parte de sus profesores y las autoridades de la Facultad.

Cuando Loser cursaba el segundo año de su carrera, Alberto Corti Videla, el recién electo Rector de la Universidad, ex decano de Cs. Económicas y funcionario de la década infame, decide elevar el nivel académico de su Facultad a través de un programa ideado por un tal Albion Patterson, director general de una agencia del gobierno estadounidense que se había fundado hacía apenas dos meses: la USAID (Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo).

No está de más recordar al lector que la USAID, es la agencia que ha promovido en todo el mundo los intereses de EEUU, trabajando como una pantalla de la CIA y el Departamento de Estado, apoyando partidos políticos, intelectuales y medios de comunicación adictos a sus posiciones y financiando golpes de estado según sea su conveniencia.

El plan, luego bautizado “Programa Cuyo” consistía en traer a profesores de la Universidad de Chicago, a dar clases en la UnCuyo y luego enviar a los alumnos más destacados a hacer un intercambio en la misma universidad estadounidense, otorgándoles luego la posibilidad de doctorarse allí. La Universidad de Chicago fue la Meca del pensamiento liberal en el siglo XX, su dogma: las bondades del libre juego de la oferta y la demanda en el mercado nacional e internacional y el terror a la intervención estatal. ¿Su profeta? Milton Friedman.

El programa no sólo fue financiado por la USAID, sino también por la Universidad Católica de Chile y la CONADE (Comisión Nacional para el Desarrollo), una escuela de formación de economistas fundada por Frondizi para planificar la economía argentina.  

El programa fue considerado exitoso en primer lugar por la gran convocatoria obtenida dentro de la propia Facultad y por la influencia que luego tuvo sobre la misma, ya que nada menos que 22 de sus egresados volvieron como docentes, transformándose en un grupo decisivo a la hora de elegir los próximos decanos y de redactar los nuevos planes de estudio, a través de los que pudieron extender su formación a todos los estudiantes de la Facultad. 

Por otra parte los promotores del programa aún hoy se felicitan de la gran trayectoria que muchos de sus estudiantes lograron. Basta mencionar que entre muchos otros, de sus filas salieron: Pedro Pou Presidente del Banco Central durante el menemismo; Aldo Dadona, también presidente del Banco Central con Menem (uno acusado y el otro preso por defraudación contra la administración pública), Ricardo Arriazu, funcionario de jerarquía del Banco Mundial y mano derecha del profesor del Programa Cuyo, Director Ejecutivo del FMI y presidente del Banco Central entre 1976 y 1981 Adolfo Diz, y finalmente la estrella del plantel: Claudio Loser. Fueron la cantera de un equipo que ya contaba con miembros titulares como Martínez de Hoz y Domingo Cavallo, los “Chicago Boys”.

Lo único que lamentan los fundadores del Programa Cuyo es no haber tenido una influencia en la economía argentina tan directa como la que alcanzaron en Chile. El motivo es que el programa de características similares lanzado en el país transandino había sido hecho con una Universidad privada, lo que le había permitido imponer sus contenidos directamente a la carrera de Cs. Económicas, llegando a todos los estudiantes de la Universidad, en lugar de un grupo limitado como sucedió aquí. Esto impidió que más Chicago Boys llegasen a ocupar cargos en el gobierno y repetir el “gran boom de la economía chilena producido por las profundas reformas económicas del gobierno de Augusto Pinochet”.

Claudio Loser se egresó de la UnCuyo sólo para acceder inmediatamente a un doctorado en la Universidad de Chicago, de donde regresó para dar clases de Economía Internacional en su anterior Facultad. El programa de su materia, casi no ha cambiado desde que la dejara en 1971 para ingresar al Fondo Monetario Internacional, y por ello es que cualquiera puede ver que los contenidos que impartió como docente, son los mismos que aprendió como estudiante. 

Su vida entera es una demostración empírica de la importancia que tiene la Universidad como usina de formación ideológica de futuros dirigentes. El imperialismo lo comprende a la perfección y tiene medios muy eficaces para utilizar a la academia como piedra fundante de la colonización pedagógica.

Cuenta con “inocentes” organizaciones financiadas por la USAID, al tiempo que trabaja en conjunto con las universidades privadas(a las que prefiere porque le ofrecen menos resistencia que las públicas) y se asocia con dirigentes políticos que desde el Estado permiten su influencia en nuestro país. Es hora de que los argentinos también le demos a la Universidad y a sus planes de estudio la importancia que tienen.

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