lunes, 11 de abril de 2016

La historia de Mossack Fonseca, la firma de abogados que originó los ‘Panamá Papers’



Los dos hombres se aliaron en una era de incertidumbre política y económica en Panamá: uno era un reservado inmigrante alemán cuyo padre sirvió en el ala armada del Partido Nazi; el otro, un amable escritor en ciernes cuya familia se había opuesto a la dictadura militar de Panamá.
En 1986, mientras el país aún estaba bajo el yugo del general Manuel Noriega, estos hombres fusionaron sus pequeños despachos de abogados y así crearon lo que se convertiría en el centro de las operaciones bancarias sigilosas para la élite, un paraíso fiscal. A lo largo de las siguientes tres décadas, Jürgen Mossack y Ramón Fonsecaexpandieron su despacho hasta tener 500 empleados, compañías filiales en todo el mundo y una cartera de clientes poderosos, famosos y, a veces, infames.
En enero, un fiscal que investigaba la corrupción generalizada en Brasil dijo que la firma de abogados era “un enorme lavadero de dinero”.
Los socios se habían vuelto muy adinerados, y Fonseca utilizó el éxito de la firma para lograr un papel influyente en los altos rangos de la política. Le dijo a sus asociados que quería limpiar el gobierno y se convirtió en consejero especial del presidente Juan Carlos Varela, hasta que el escándalo de Brasil lo obligó a renunciar este año.
En una entrevista, dijo que entrar a la política fue, en parte, una forma de dar algo a cambio: “Creo en compartir la pizza”, escribió. “Por lo menos darle a los demás un pedazo”.
La firma Mossack Fonseca fue construida sobre las garantías de privacidad a prueba de todo que ofrecía a sus clientes. Pero esta semana, una filtración de millones de documentos de la firma dejó al descubierto sus operaciones y expuso la proliferación de empresas fantasmas y paraísos fiscales para las personas más ricas del mundo. Las revelaciones ya provocaron que el primer ministro de Islandia se apartara de su cargo, y también han desencadenado investigaciones criminales por lo menos en dos continentes.
En febrero, Panamá fue eliminado de una lista de países bajo vigilancia por parte de una agencia internacional que establece estándares para combatir el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, pero a nivel internacional aún es considerado por muchos como un paraíso para los evasores de impuestos.
El presidente de Panamá ha prometido cooperar con cualquier investigación judicial que se abra a partir de la información filtrada, lo cual podría incluir una indagación a su exconsejero, sin duda una situación incómoda.
Mossack Fonseca ha negado haber cometido cualquier delito, y Fonseca ha defendido la inocencia de su firma.
“Al final de esta tormenta el cielo será azul y la gente sabrá que el único crimen es hackear”, dijo Fonseca sobre los documentos de la firma en una entrevista de una hora que ofreció mediante WhatsApp.
Pero algunas personas en Panamá que conocen a Fonseca dicen que los documentos filtrados no concuerdan con la manera en la que él ha tratado de presentarse a sí mismo y su papel en el país.
Entre los documentos filtrados que obtuvo el Consorcio Internacional de Periodistas, aparece una cadena de correos entre los socios principales de la firma en la que se dan cuenta de que habían trabajado durante años con clientes iraníes que estaban incluidos en una lista de sanciones que publicó el gobierno de Estados Unidos y Naciones Unidas.
“¡Esto es peligroso!”, escribió Mossack en un correo de septiembre de 2010 que le envió a Fonseca y a otros miembros de la firma. “Una alerta debió haberse activado de inmediato”.
Mossack culpó a los empleados de la oficina en Londres y escribió, “no están haciendo la auditoría de manera minuciosa, (o quizá no la hacen en lo absoluto)”.
Los documentos filtrados han agitado los sectores bancarios y legales de Panamá, los cimientos de la economía del país, y dejaron fríos a los miembros de la clase empresarial. El colegio de abogados del país ha salido en defensa de la firma, pues dice que la información filtrada es parte de un ataque contra la reputación del país.
El crecimiento de Mossack Fonseca coincidió con el surgimiento de Panamá como un paraíso fiscal. El flujo creciente del capital a través de fronteras durante los setenta y ochenta creó un mercado para abogados y contadores capaces de proteger el dinero, y Panamá se preparó para tomar ventaja.
Desde principios del siglo XX, su papel como centro de intercambio y embarque –el puente que une al continente y donde convergen el Océano Pacífico y el Mar Caribe– lo convirtió en un candidato claro para la contabilidad offshore. Los barcos internacionales ondeaban la bandera panameña para aprovechar su favorable estructura fiscal, que, según algunos expertos, fue copiada casi directamente del estado de Delaware.
“Como siempre ha sido el centro del comercio internacional, encajó perfectamente con la financiación exterior y la planificación fiscal en el extranjero”, dijo Victor Fleischer, un profesor de San Diego State University. “No sé si se justifica o no, pero la gente siempre ha considerado que Panamá es un lugar un poco turbio”.
La última resistencia
Panamá ha sido reacio a seguir una iniciativa de transparencia mundial que la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos lanzó en 2009. Mientras que la mayoría de los otros centros financieros internacionales, como las Islas Vírgenes Británicas, las Islas Caimán y Singapur aceptaron la iniciativa rápidamente, Panamá se contuvo.
“Panamá es la instancia más importante que no colabora y sigue permitiendo que los fondos estén ocultos y las autoridades judiciales o fiscales no puedan rastrearlos”, dijo José Ángel Gurría, el secretario general del grupo en una declaración el lunes.
Pero varios expertos fiscales señalaron que Panamá, con su negativa a cumplir con los estándares internacionales de transparencia, está en buena compañía: Estados Unidos.

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