viernes, 30 de diciembre de 2016

Sobre el mayor endeudamiento de nuestra historia y la entrega de renta nacional


Hace unos días salió disparado Prat Gay del Ministerio de Hacienda. ¿Su pecado? Ser demasiado suave en sus medidas de ajuste y endeudamiento. Ahora su lugar será ocupado por dos tipos más duros, provenientes también del sistema financiero. Caputo y Dujovne (negociados de dólar futuro aparte) han sabido ser jefes, en las sedes regionales, de 3 de los mayores bancos del mundo: JP Morgan, Deutsche Bank y Citi.  El plan de ajuste y endeudamiento no terminará, sino que será más profundo. El sistema financiero está sacando los titulares para llevar a cabo uno de los mayores saqueos de la historia argentina. Y recién llevamos un año con Macri.
“Al cotejar la entrada neta de dólares, que alcanza los u$s 23.140 millones, con la salida de u$s 21.373 millones -se observa que el ingreso de deuda neta es equivalente a la fuga de capitales y el pago de los intereses combinados-. Esto significa que -los dólares que entraron por endeudamiento apenas superaron la fuga de capitales y el pago de intereses-, explicó la consultora-(Economía y Regiones)” (Télam 18/12/2016)
Pero si se suman todos los títulos del Tesoro, en el último año el país se emitió más de 50.000 millones de dólares de deuda pública, un 10% del PBI. Vale decir que de todo lo producido por nuestro país a lo largo de un año, la deuda tomada por Macri equivale a lo producido en un mes y siete días. En la actualidad entre deuda interna y externa, ya superamos la mitad del PBI.
Ahora bien una cifra surge de convertir la deuda tomada por Macri en pesos y dividirla por la cantidad de habitantes estimada en nuestro país, luego dividirla en 12 meses.¿Los argentinos hemos visto nuestro nivel de vida este año mejorar, en unos 16.600 pesos el último año? ¿Ganó unos 1.383 pesos mensuales más, específicamente en su poder adquisitivo real,descontando inflación y sumandoparitarias? ¿Creció en la obra pública, bajó la carga impositiva de la mayoría de la población, mejoraron los servicios? ¿Aumentó el desarrollo en ciencia y técnica? ¿Mejoramos en justicia social? ¿Alguna gran inversión que no estuviese presupuestada anteriormente?¿Se nacionalizaron empresas estratégicas en función al desarrollo endógeno?… Lo último ya sería mucho pedir evidentemente.
Hay una única conquista que han tenido miles de argentinos en los últimos 12 meses, es recuperar “la libertad de morirse de hambre”. La miseria y el desempleo han crecido a sus anchas de la mano de la CEOcracia. A su vez, las grandes empresas que pusieron los ministros, han visto enormes ganancias en plena crisis.
En este momento entra la deuda, eliminando retenciones e impuestos a los sectores de mayores ingresos (minería y soja por ejemplo), por lo que el estado deja de recaudar enormes sumas. De allí justifican como necesario ajustar a los trabajadores argentinos, despidos y pérdida de salario mediante. Es más, la toma de deuda garantiza la transferencia de renta al exterior por un lado y financia las ganancias de las grandes empresas en nuestro país.
La deuda es un gran negocio a nivel internacional. Para entenderlo, hay que establecer primero que el enorme poder adquisitivo de los países centrales y el poder de sus grandes corporaciones, nace de la renta nacional de los países semicoloniales. La cual es extraída por medio del sistema financiero hacia las casas matrices. Esa renta nace de los mercados internos y fundamentalmente el trabajo nacional, único generador de valor.
Si las riquezas se van en la compra de manufacturas (que poseen mayor valor agregado que las exportaciones tradicionales) y los recursos genuinos del estado no alcanzan para cubrir sus funciones, el déficit termina siendo pagado con deuda.
Ahora bien estos dólares son generados por la Reserva Federal de los EEUU, la principal moneda fiduciaria del mundo, su valor depende de lo que decida el estado norteamericano, en su posición de dominación económica. La Reserva Federal entrega dólares a una tasa de interés del 0,75% anual a los grandes bancos, ésta es la Tasa de Interés de la Reserva Federal. Por otro lado la gran banca presta entre sí y a otras entidades financieras más pequeñas a una tasa que ronda en promedio del 1,5% al 1,75% anual, ésta tasa se la asocia comúnmente a la Tasa Libor que determinada por la banca británica. Luego el sistema financiero ofrece a otros países, como la Argentina, una tasa que ronda entre el 7% y el 8% anual.
Cuando los economistas formados por la universidad servil a intereses foráneos y publicitados por los grandes medios, dicen que el dólar está barato, toman estas tasas como primera referencia. Comprar dólares baratos, endeudarse para pagar bienes y servicios extranjeros, impidiendo a su vez el desarrollo económico endógeno por la inundación del mercado interno de los mismos. Sin embargo a la hora de financiar y refinanciar esa deuda (y otras más como el arreglo con los buitres) el estado argentino depende de la voluntad del sistema financiero y las condiciones que deseen imponer para asegurarse el pago de la deuda. So pena de cortar los recursos y paralizar con ello el estado.
A su vez el gobierno macrista no sólo ha adaptado este mecanismo, sino otros como los bonos Lebanc que garantizan el pago de un interés del 38% anual. Vale decir que si un banco consigue fondos en EEUU y luego se los presta a la Argentina en poco más de 6 años consigue aumentar su capital en un 50%. Sin contar con intereses punitorios en caso de falta de pago, algo con lo que siempre especulan. Pero en el caso de otros bonos internos (como el Lebanc) en cinco años pueden como mínimo  triplicar su capital, convertirlo en dólares y transferirlo al exterior.
El pago de la deuda y sus intereses (y las condiciones que acompañan los préstamos) están garantizados por el gobierno y el erario argentino. El estado macrista lo pagará sacrificando el bolsillo, y si es necesario, el hambre y el futuro del pueblo argentino. Mientras se destruye el mercado interno, se tensa el nudo gordiano de la deuda y se convida de los negociados de la especulación financiera y el mercado cambiario. Los esbirros que encabezarán la tarea, los reemplazantes de Prat Gay, fueron de los primeros invitados al banquete con el caso del dólar futuro.
Si en un año sufrimos tanto y se tomó más deuda que toda la dictadura cívico militar del 76´, no hay muchas esperanzas, el sistema financiero ha enviado a sus mejores representantes a la cabeza del estado. El ajuste y la entrega recién comienzan.

Fuentes

lunes, 19 de diciembre de 2016

Muerto el TPP, ¡viva la liberalización!

Luciana Ghiotto, Evelin Heidel *  http://www.alainet.org/es/articulo/182379
Uno de los ejes fundamentales de la campaña de Donald Trump fue la crítica acérrima a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que firmó EEUU en los últimos veinte años, incluido el que firmó con México y Canadá en 1994 (NAFTA por su sigla en inglés). Trump y su equipo identificaron en los TLC al mismísimo diablo, por haber sido los causantes de la pérdida de empleos en el país. De acuerdo con datos oficiales de Washington, entre 1997 y 2013, EEUU perdió 5,4 millones de empleos manufactureros, a la vez que cerraron cerca de 82.000 fábricas. Efectivamente, los TLC avalaron jurídicamente los derechos de las empresas norteamericanas en el exterior. En su forma de Inversión Extranjera Directa, esas empresas fueron protagonistas de la relocalización productiva hacia el sudeste asiático y hacia China, huyendo del caro trabajo norteamericano. Para qué quedarse en casa, si afuera es tan atractivo para la ganancia.
El énfasis puesto por la campaña de Trump en contra de los TLC apunta directamente contra una de las consecuencias más violentas del modo de acumulación capitalista basada en la libre circulación de los capitales: esa gran porción de la población que sobra, aquellos que no se adaptan o insertan en esta lógica. El desempleo creciente en EEUU, no resuelto por las políticas librecambistas de los gobiernos demócratas, fue uno de los factores explicativos de la victoria de Trump.
En ese sentido, uno de los principales puntos de la discordia con el gobierno de Obama es el Tratado Transpacífico (TPP). Obama tomó este tratado como uno de los caballos de batalla de su gobierno, un legado que él quería dejar a EEUU en su puja comercial global con China. Sin embargo, tanto desde el seno del Partido Demócrata con la candidatura de Bernie Sanders, como desde el Republicano se apuntó ferozmente en contra de este tratado. Hoy, pocos días después de las elecciones, todo indica que Obama no podrá forzar la ratificación del TPP en el período de transición hasta enero, y que el proyecto será abandonado por la administración Trump 
Entonces, ganó Trump, ¿murió el TPP? Desde las organizaciones sociales del continente no podemos darnos el lujo de repetir los slogans periodísticos que dan por finiquitado este proyecto por el sólo hecho de haber ganado Trump las elecciones. Incluso, nos atrevemos aquí a decir que el TPP no ha muerto, aún si el mismo Trump así lo anuncia. Parece que estamos desafiando la realidad, y sin embargo, la realidad apoya nuestra hipótesis. Veamos por qué.
Un primer argumento se basa en la experiencia acumulada de los últimos diez años. Cuando fracasó el ALCA, se frenó un proyecto de liberalización comercial que incluía a 34 países del continente. Nada más, ni nada menos. El fin de ese proyecto no implicó el fin del libre comercio. Por el contrario, rápidamente proliferaron diversos “alquitas” bilaterales de EEUU con países americanos como Chile, Perú, Colombia, y varios países centroamericanos y caribeños (acuerdo conocido como DR-CAFTA). Esta experiencia reciente nos señala que el fracaso de un acuerdo no implica su deceso como proyecto para garantizar la acumulación capitalista. Mientras tanto, proyectos de liberalización similares al ALCA proliferaron con otros jugadores globales como la Unión Europea, China, Corea del Sur, Japón, Singapur, entre otros. Que el ALCA fracasara no implicó el fin del proyecto librecambista global.
En segundo lugar, cabe aclarar, ¿qué implica el TPP? Con respecto al ALCA, el TPP significaba un avance sustancial de los derechos de las corporaciones, que se ven plasmados en los diversos capítulos, especialmente en el de Propiedad Intelectual, Servicios, Servicios Financieros, Inversiones, Telecomunicaciones y Compras Gubernamentales. El texto del TPP muestra estar directamente influenciado por el lobby de las grandes empresas norteamericanas que tuvieron un rol privilegiado en la negociación del acuerdo. De hecho, el TPP otorga mayores derechos de propiedad a las grandes farmacéuticas, a los estudios cinematográficos de Hollywood, a las empresas de servicios informáticos y el Silicon Valley, a las de correo postal, a las aeronáuticas, a las financieras, etc. Las grandes empresas de estos sectores son un eje fundamental de la “burguesía” norteamericana, mismo si muchas de ellas fabrican sus productos en el exterior. Sin embargo, facturan impuestos en EEUU. Es poco probable que estas grandes empresas se olviden rápidamente de los derechos adquiridos en el TPP, esos que Obama firmó junto con otros 11 presidentes. Si no lo logran vía TPP, será mediante otra vía 
Efectivamente, el TPP se ha consolidado como el “nuevo modelo” de tratado comercial, sentando el piso desde el cual se negocia. Así como la OMC hace veinte años sentaba los pisos mínimos de negociación, y establecía el principio de no-retroceso (una vez liberalizado, no hay vuelta atrás), el TPP se consolida como un nuevo piso. Este tipo de tratados establece la base desde la cual se empieza a conversar, pero nunca fija el techo. Y en ese sentido, la base de negociación que propone el TPP es muy alta.
Un tercer elemento que apoya nuestra hipótesis es que, frente al anuncio de Trump de que se abandonaría el TPP, China acaba de anunciar que redoblará los esfuerzos por cerrar su propio acuerdo mega-regional, también en el Pacífico: la Asociación Económica Regional Integral (RCEP, por su sigla en inglés). Este acuerdo, que competía directamente con el TPP, pasará a ser el acuerdo negociado más grande en términos de cantidad de países y tamaño de mercados incluidos. Comprende el eje China-India (los países más poderosos del bloque BRICS), además de los miembros de la Asociación Económica Asia-Pacífico (APEC) Corea del Sur, Japón y Oceanía. Esencialmente, se trata de los países que han sido los grandes receptores de Inversión Extranjera Directa en los últimos treinta años, es decir, hacia donde han relocalizado gran parte de su producción las empresas norteamericanas y europeas. El RCEP implica cláusulas contractuales similares al TPP, incluyendo un capítulo de inversiones con mecanismo de solución de controversias inversor-Estado, derechos de propiedad intelectual del tipo TRIPS-Plus (impulsadas fuertemente por Japón), alta liberalización en el sector servicios, etc. Esto significa que, aun si se abandona el TPP, la liberalización comercial en la zona Pacífico continúa avanzando a pasos agigantados.
Por último, el abandono del proyecto TPP no implica que EEUU no avance con otros tratados que se encuentran actualmente en negociación, como el TISA (Trade in Services Agreement). Este acuerdo es un GATS-Plus (en referencia al acuerdo de servicios de la Organización Mundial de Comercio) ya que avanza en la liberalización de nuevos sectores que no habían tenido consenso en el ámbito multilateral, y viene siendo negociado tras bambalinas por más de 50 países. El conglomerado de las empresas de servicios norteamericanas tiene un especial interés en este tratado, ya que garantiza su acceso a nuevos países, a la vez que, al igual que el TPP, establecería un nuevo piso de negociaciones en servicios. ¿Qué diferencia al TISA del TPP tras la elección de Trump? Como dijimos, Trump puso el dedo sobre la pérdida de empleos manufactureros en el territorio norteamericano; pero si las empresas de servicios de la misma bandera acaparan mercados en el exterior, en su competencia con las europeas, eso beneficia a EEUU en términos de acceso a mercados e incluso de recaudación impositiva. Desde la óptica de Trump, el problema es el TPP, no el TISA. Entonces, aunque el TPP quede estancado, el TISA seguramente continuará en negociación.
En definitiva, lo fundamental del tratado seguirá intacto y activo, por más de que el texto mismo del TPP quede sepultado. La presión corporativa para convertir al mundo en una enorme factoría global y garantizarse ganancias superlativas en cualquier circunstancia es la esencia que sustancia y mueve las letras del TPP. Ese proyecto está lejos de estar muerto y Trump está lejos de ser uno de sus principales combatientes. La batalla contra el TPP no terminó, sólo cambió de forma.
*  Miembros de ATTAC Argentina y de la Asamblea Argentina mejor sin TLC.