domingo, 30 de julio de 2017

La Pos-verdad y sus mentiras

La “Pos-verdad” no es la maduración, el desarrollo y, en algún punto, el perfeccionamiento de la mentira sino un motor acelerador del embrutecimiento hacia un plano inédito del engaño que pone fuera de lugar hasta la más simple de las dudas.
Eso que hoy se llama “Pos-verdad”, su lugar en la Historia, especialmente, en nuestra época y vida personal, es amontonadero de una calamidad social de clase que aquí llamamos “Plus-mentira” insuficientemente denunciada y sancionada. Al preguntarse ¿qué es la “Plus-mentira”?, sus semejanzas con otras formas del desfalco contra la realidad, enfrentamos un capítulo espinoso e ineludible. Su significación es de naturaleza histórica y paradójica, porque si bien la mentira destruye al mismo tiempo constituye un producto social, expresión de una época determinada, que es condición de la existencia de la clase dominante. La “Pos-verdad” consagra a la coyuntura, la convierte en transcurrir histórico de lo falaz y en estereotipo de espejismos dentro de las batallas de las ideas.
Queda en extrema tensión la conciencia, las inteligencias chocan transparentes lavadas de realidad, caídas del cielo. La razón de la mentira forcejea y envenena con blasfemias que hacen temblar la historia misma de la Razón humana. Nada coincide con los hechos. Ese es el drama eterno, oscuro y profundo en que quieren hundirnos. A la realidad se la ataca con “Plus-mentiras” impregnadas de abundancia verbal decorativa. Las mentiras brotan como chorros y no les basta ignorar una suma de conocimientos, va más lejos hasta quela realidad se reduce a “una búsqueda interior”. Búsqueda que en nada se parece al análisis; más que búsqueda, actividad psíquica carente de base concreta diseñada para provocar la pasividad propicia a la aparición de la resignación… de la derrota.
La “Plus-mentira” que se ejerce sobre nosotros se presenta como una tensión trágica que quiere convencernos de que nuestro destino incluye someterse a al engaño mansamente. Ausente la verdad la conciencia se vuelve una experiencia peligrosa y sacrílega, una afirmación del rebaño en el dominio propio para después dominar a los demás. La mentira se vuelve una visión del mundo. Todo lo que llamamos cultura hunde sus raíces en la “Plus-mentira” como si fuese la fuente de todas nuestras creaciones.
Así la “Pos-verdad” reclama su justificación al tratar de no recibir respuesta crítica, de no dejar aguijones de realidad punzando en las conciencias. Cultivo de grandes mentiras que oscuramente el modo de producción capitalista necesita para perpetuarse en su dominación sobre los seres humanos. La “Plus-mentira” pulula en la “Pos-verdad” quitado el sueño a muchos -para bien y para mal- como asentimiento general de la falacia, como metafísica de todo lo objetivo, lo concreto, lo real. La “Pos-verdad” no es la maduración, el desarrollo y, en algún punto, el perfeccionamiento de la mentira sino un motor acelerador del embrutecimiento hacia un plano inédito del engaño que pone fuera de lugar hasta la más simple de las dudas. Hace de la experiencia de mentir la demolición de toda realidad y dispersa el motín de las dudas para convertir sus girones en paraíso de lo oscuro, negación dinámica y cómoda de lo transparente y estética de lo opaco, de lo fácil y de lo que no exige compromiso ni esfuerzo, de lo banal y del escapismo. El engaño como un placer democratizado a fuerza de naturalizarlo con noticieros. Por ejemplo.
La “Plus-mentira” se conduce como ente caprichoso y autónomo. “Como dice una cosa dice la otra” y, al mismo tiempo, sepulta al pensamiento crítico bajo los escombros de la realidad demolida con descargas de odio e ilusionismo mediático. Es uno de sus grandes logros. Es decir, la “Pos-verdad” y la “Plus-mentira” son baluartes de la “cultura de masas” y del coloniaje de la estulticia cínica que convirtió en enemiga a la verdad porque le representa un estorbo mayúsculo. La convirtió en algo del “más allá”. El pensamiento se desploma sometido al embrujo del espectáculo que no puede ser interrumpido por rachas de realidad incomprensible, dolorosa y comprometedora. La “Pos-verdad” pretende reducirlo todo a sus propias leyes, y una y otra vez, rompe los diques de la verdad y de la semántica para que todo signifique nada y todo sea sinónimo de quietismo. Léxicos y gramáticas de la falsedad producidas para no terminarse nunca. La idea es que la mentira está siempre en movimiento para dejar la verdad en el centro del remolino incesante de ilusiones y engaños donde la certeza parece estática en una totalidad de “Plus-mentiras” indivisibles para constituir una unidad significativa. La “Plus-mentira” suelta no es, propiamente, la “Pos-verdad” tampoco lo es una sucesión mentiras, para que la “Pos-verdad” se produzca es menester que los signos se asocien de tal manera que impliquen y transmitan como verdad el sentido profundo de lo falaz, su ser y su esencia rentables.
Basta observar cómo engañan los que han aprobado los exámenes de la dominación (los gerentes de la burguesía que ocupan cargos que ellos llaman “políticos”) en ellos, para comprobar la verdad de sus falacias, se ocupan de aislar los hechos. Balcanizarlos. El aprendizaje social de las “Plus-mentiras” se inicia enseñando a dividir las realidades en anécdotas subjetivas y éstas en pareceres individualistas. Nada tiene autoridad de consenso. Se sustituye con “Pos-verdades” la conciencia de los hechos que son remplazados con afirmaciones hiper-emocionalizadas capaces de sustituir, a su vez, el pensar, el habla y toda duda.
Aquellos que muerden el anzuelo de la “Pos-verdad” saben que deben renunciar al dictado del pensamiento crítico. Lo ven como enemigo, como molestia y como inapropiado. Cada vez que nos distraemos aparece la “Plus-mentira” con su halo mediático en estado natural, suplantando la experiencia. Forman por sí mismas unidades significativas como parte constituyente de un contexto superior que simultáneamente es un contexto de otras “Plus-mentiras” que alcanzan efectiva significación como unidades semánticas de lo inexistente. Es un verdadero desastre para la humanidad.
Tal desconcertante propiedad de la “Plus-mentira” es arma de fabricación minuciosa en laboratorios de Guerra Psicológica. El objetivo es que nadie pueda sustraerse a la “Plus-mentira” con su poder mágico, ni siquiera aquellos que desconfían de ellas una vez que se produce la fractura entre el pensamiento, el conocimiento de la realidad y sus enunciados. Se trata de agotar toda reserva de actitud intelectual crítica. Sólo en ciertos momentos medimos y pesamos la realidad y en ese instante, le devolvemos su crédito. La confianza ante la verdad rompe su relación y salta hacia el campo de las creencias flujo y reflujo, unión y separación, unas mentiras atraen a otras se acoplan… se corresponden. La Pos-verdad en su esplendor maligno sometiendo a millones de seres humanos bajo extrañas y deslumbrantes disociaciones como en el sueño, en el delirio, la hipnosis y otros estados de confusión inducida.
La “Plus –mentira” no parece tener fin: una nos lleva a otra. Nos arrastra a un estado de unidad, de final reunión con la alienación eterna, para hacernos incapaces de oponer diques de conciencia crítica ante la realidad del capitalismo que nos marea y donde la conciencia vacila. Y de pronto la ideología de la clase dominante nos tiende su emboscada de “Pos-verdades” como un destino inamovible y terminal. Un muro donde estamos encerrados con resignación y agradecimiento. Como si fuese una gran verdad.
Es una ofensiva dura en la Guerra Mediática, es un ataque en la Batalla de las Ideas, el futuro que se reduce al presente. Ahí radica el peligro ideológico llámese como se llame (“caso Zapata” en Bolivia, “amenaza inusual” en Venezuela, “Armas de destrucción masiva” en Irak…) Cercenado el derecho a pensar libremente, a militar la vida con la razón y la coherencia, han secuestrado la producción de “sentido” para un mundo en el que lo importante es que el “relato” dominante parezca cierto siempre y aunque no lo sea. Un mundo en el que reine el individualismo y el relativismo subjetivo-consumista contra la contundencia de los hechos históricos y la contundencia abrumadora de la realidad capitalista que devora todo: el planeta, las personas, los valores, las emociones, las creencias y la voluntad política del pueblo trabajador. El fundamentalismo del engaño rentable. Por todos los medios. 
*    Instituto de Cultura y Comunicación UNLa.

jueves, 6 de julio de 2017

La memoria que arde

Por Analía Ávila para Agencia Paco Urondo - https://latinta.com.ar/2017/07/la-memoria-que-arde/

El 26 de junio pasado se cumplieron 37 años de la quema de libros del Centro Editor de América Latina por orden de la última dictadura militar. En el Museo del Libro y de la Lengua se exhibe la muestra “Una fábrica de cultura” en homenaje a la editorial y a José Boris Spivacow, su mítico fundador.
Como en la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury donde su protagonista, el bombero Guy Montag, quemaba libros por orden del gobierno, el 26 de junio de 1980 la última dictadura militar perpetró lo que se recuerda como el mayor atentado contra los libros. En un baldío de Sarandí, Avellaneda, se quemaron un millón y medio de ejemplares del Centro Editor de América Latina (CEAL) por orden del juez de La Plata, Gustavo de la Serna.
La escritora Graciela Cabal que trabajó en la editorial evoca: “Los libros no se acababan de quemar porque había cosas húmedas. Ahí estaba nuestra enciclopedia, ¡tan hermosa! Recuerdo que había un príncipe en una de las tapas, y no se quería quemar, pobrecito…Me quedó esa imagen. Pasaban chicos por el baldío y gritaban: ¡Queman libros, queman libros!”.
El libro Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, de Delia Maunás, publicado por editorial Colihue, transcribe entrevistas realizadas entre 1993 y 1994 al fundador de la editorial, a su familia, amigos y colaboradores. Esta obra es fundamental a la hora de rescatar la historia y las ideas del mítico editor que inauguró el CEAL el 21 de septiembre de 1966 junto a un grupo de importantes intelectuales. En 1969 sufrieron el primer acto de censura cuando el dictador Juan Carlos Onganía prohibió los fascículos de Siglomundo. En 1978 se inició un juicio contra la editorial “por publicar y distribuir libros subversivos”.
Boris recuerda: “Fueron llevando gente. Llevaron primero presos a los ocho muchachos que estaban en el depósito. El abogado me dijo que no me presentara, que esperara un poco, pero seguían llevando gente. Entonces le dije: Si en el Centro hay una ideología o lo que fuere, el responsable soy yo, no son los empleados”.
Algunos de los trabajadores fueron liberados, a Boris también lo dejaron ir y fue absuelto en la causa, pero cerraron los depósitos de la editorial. Ante las acciones legales del editor y su abogado, el juez accedió a que siguieran trabajando, pero separaron en otro depósito los libros objetados que representaban el 30 por ciento del material y que luego fueron condenados a la destrucción. Entre ellos había libros de Marx, Evita, Perón, el Che Guevara y colecciones como la de Historia del movimiento obrero. También fueron censurados cuentos infantiles como Los zapatos voladores de la colección del Chiribitil donde el protagonista es un cartero al que no le alcanza la plata para comprarse zapatos, la gente del pueblo decide entonces reunirse y organizar una colecta; la delegación del Tercer Cuerpo del Ejército de Mendoza consideró que ese era un llamado a la subversión.
En la muestra del Museo del Libro y de la Lengua se exhiben fotos tomadas por Ricardo Figueira que estuvo presente el día de la quema, como testigo de la editorial. Allí se ven secuencias de los camiones descargando los libros que fueron luego rociados con nafta e incinerados. También hay una placa recordatoria y fotos en homenaje a los trabajadores desaparecidos. Daniel Luaces, cuyo cuerpo apareció acribillado; Claudio Adur, Martha Brea, Atilio Cattaneo, Conrado Ceretti, Diana Guerrero, Ignacio Ikonicoff, Graciela Mellibovsky, Carlos Pérez que fueron detenidos y desaparecidos; Matilde Milesi y Graciela Taddey que sobrevivieron y se exiliaron.

El proyecto de la muestra se inició en 2006 bajo la gestión del entonces director Horacio González. La Biblioteca Nacional bautizó a una de las dos plazas cercanas a su edificio con el nombre de José Boris Spivacow. A partir de ese gesto se inició la recuperación de documentación, bibliografía y testimonios de las experiencias de Eudeba y del Centro Editor, las dos editoriales fundadas por Boris. La periodista e investigadora Judith Gociol, curadora de la muestra, informa que el CEAL fue el mayor emprendimiento editorial y de promoción de la lectura que tuvo la Argentina. Hasta su cierre en 1995 publicó unos 5 mil títulos reunidos en 79 colecciones que apuntaban a ese gran lector, curioso y amplio, en el que creía su fundador. En las paredes de la sala se exhiben los principales títulos: Los hombres, Atlas total, Pintores argentinos del siglo XX, El país de los argentinos, La vida de nuestro pueblo, Capítulo, entre otros. Fueron colecciones con una tirada inicial de 20 mil ejemplares.
La editorial contaba con un equipo integrado por personalidades como Oscar Díaz, Beatriz Sarlo, Aníbal Ford, Horacio Achával, Graciela Montes, Susana Zanetti y Jorge Lafforgue. Además fue un espacio donde escribieron David Viñas, Noé Jitrik y Josefina Ludmer, entre otros.
Con el eslogan “Más libros para más” la filosofía de Boris era considerar a los libros como una necesidad alimentaria básica, y le pedía a los intelectuales que escribieran en un lenguaje sencillo para acercarse a todos los lectores. “Un libro al precio de un kilo de pan”, pregonaba con criterio revolucionario, así fue pionero en vender fascículos culturales a precios accesibles en los quioscos de diarios y revistas.
Spivacow era un lector apasionado, en sus famosas libretitas, que también se exponen en la muestra, hacía cuentas y anotaba todas sus ideas. Entrevistado por Maunás, el editor relata sus obsesiones con humor: “Escribía y leía caminando. Esa costumbre la conservé toda la vida. Así me encajé golpes feroces. Ahora ya no lo hago porque tengo miedo de romperme un hueso importante, y mis hijos ya tienen bastante con aguantarme así como estoy.”