miércoles, 8 de noviembre de 2017

Diez días que estremecieron al mundo: Centenario de la Revolución de Octubre

Relación con la Primera Guerra Mundial
Cuando se aproximan las conmemoraciones de la Primera Guerra Mundial, ahora es el momento de un nuevo centenario: el de la Revolución de Octubre, que tuvo lugar en 1917 en el Imperio ruso y llevó a la creación de la Unión Soviética. No es casual que ambos aniversarios se solapen ya que están estrechamente ligados.
La Primera Guerra Mundial estalló como un conflicto entre las grandes potencias europeas de entonces que esperaban reforzar y expandir su posición de fuerza. Pero al cabo de cuatro años de una lucha militar cada vez más extendida y sin salida, y con un importante deterioro de las condiciones de vida en las naciones beligerantes, la Primera Guerra Mundial provocó la caída de no menos que cuatro imperios. La Rusia zarista ni siquiera conoció el final de la guerra. La abdicación de zar Nicolás II en marzo de 1917 ponía fin a 300 años de dominación dinástica de los Romanov. El final de la Primera Guerra Mundial en noviembre de 1918 provocó después la caída del Imperio alemán, la de la doble monarquía austro-húngara de los Habsburgo y del Imperio otomano.

Antecedentes
La Primera Guerra Mundial, que había estado precedida de un largo periodo de problemas y conflictos, supuso en cierto modo el golpe de gracia del Imperio zarista. Tras la supresión del vasallaje en 1861 y la entrada en la revolución industrial no había dejado de aumentar el descontento provocado por el autoritarismo del régimen zarista. En 1881 el zar Alejandro II fue asesinado por un grupúsculo de conspiradores. El hermano mayor de Lenin se vio implicado en un intento de asesinato del nuevo zar, Alejandro III. Fue detenido y condenado a muerte en 1887. Lenin y compañía sacaron sus conclusiones de ello y se unieron al Partido Obrero Social Demócrata de Rusia (POSDR) fundado en marzo de 1898, precursor del futuro Partido Comunista.
El campo seguía padeciendo unas condiciones de vida feudales. Los grandes propietarios tenían todo el poder. Representaban solo el 0,3 % de la población, pero poseían más de la mitad de todas las tierras. Las condiciones de existencia de los campesinos rusos eran similares a las del campesinado francés y belga del siglo XIV. Todos los levantamientos sucesivos de campesinos fueron aplastados sin piedad.
También en las ciudades reinaba el descontento. Hacia finales del siglo XIX la población estaba cada vez más insatisfecha y después de la derrota de Rusia en la guerra ruso-japonesa (1904-1905) se multiplicaron los motines de soldados y las manifestaciones. El Domingo Rojo del 9 de enero de 1905 la guardia imperial abrió fuego y causó cientos de víctimas entre los manifestantes. Las manifestaciones y huelgas no hicieron más que aumentar, el zar se vio obligado a hacer concesiones con unas reformas económicas e instauró una primera Duma (parlamento). Pero como las reformas propuestas apenas supusieron mejoras, la agitación persistió.
Mientras tanto, el POSDR se había dividido en dos facciones: los menchevikes, mas bien moderados, y los bolcheviques, radicales. A principios de la Primera Guerra Mundial el zar había vuelto a fortalecer su poder y la agitación dio paso a un patriotismo entusiasta. Pero era una ilusión. A medida que avanzaba la guerra el ejército zarista sufría cada vez más derrotas y la economía se desarticulaba. Hacia finales de 1916 Rusia estaba al borde de un desmoronamiento militar y económico total. El coste en vidas humanas fue particularmente elevado. Perecieron dos millones y medio de rusos. El descontento que desde 1905 estaba a punto de estallar se convirtió en un inmenso rumor que culminó en 1917 y se realizó definitivamente con la Revolución de Octubre.

De la revolución de febrero …
A finales de febrero de 1917 estallaron en Petrogrado unos disturbios de gran magnitud. En pocos días las huelgas en la fábrica de municiones desembocaron en una huelga general. Las mujeres salían cada vez más a la calle para reclamar pan. “¡Pan, trabajo!” se convirtió en la consigna más coreada y a ella se añadía a continuación “¡Abajo la guerra!”, la causa de todo. Cuando las tropas del zar ya no se mostraron dispuestas a disparar contra los insurgentes el Imperio ruso de desmoronó en unos días. Se había producido la Revolución de Febrero.
El 2 de marzo de 1917 abdicaba el zar Nicolás II. Se formó un gobierno provisional dirigido por el príncipe Lvov con el apoyo de casi todas las fuerzas de oposición al zar, salvo los bolcheviques. Y es que en el intervalo se habían instaurado consejos de obreros y de soldados en todas partes, en Petrogrado y en otras grandes ciudades. Empezó así el periodo del “doble poder”.
La cuestión de la guerra constituía un punto de divergencia crucial. Los bolcheviques eran los únicos que deseaban que terminara la guerra. Era indispensable para poder concentrarse en los problemas sociales y económicos. El gobierno provisional, por su parte, deseaba seguir con la guerra.
Los dirigentes bolcheviques en el exilio seguían muy de cerca estos acontecimientos en sus países de acogida. El emperador alemán esperaba que prevalecieran los sóviets y su reivindicación de detener la guerra por lo que llegó a un acuerdo para que Lenin pudiera abandonar Suiza y atravesar Alemania hasta Rusia en un vagón de tren sellado.
Lenin llega a Petrogrado en abril y preconiza en sus “Tesis de abril” que todo el poder debe ir a los sóviets, los cuales deberán actuar radicalmente para detener la guerra, lograr la distribución de tierras y la equidad alimentaria. Las tensiones entre el gobierno provisional y los sóviets se exacerban a medida que aumenta la influencia de los bolcheviques en los sóviets. Como el gobierno provisional estaba cada vez más dominado por los antiguos generales zaristas, los dirigentes bolcheviques tuvieron que pasar a la clandestinidad o, como Lenin, huir otra vez al extranjero.

… a la Revolución de Octubre
A principios de octubre la mayoría de los dirigentes bolcheviques decidió que era necesario un levantamiento armado y que los sóviets tenían que hacerse con la dirección del Estado. Así, el 25 de octubre (2) miembros de los sóviets y soldados simpatizantes toman por asalto el Palacio de Invierno del zar en Petrogrado y hacen prisioneros a los miembros del gobierno provisional. Esa misma tarde se reúne el II Congreso Panruso de los Sóviets con 649 delegados, 390 de los cuales eran bolcheviques, provenientes de más de 400 comités locales de todas las regiones de Rusia.
El congreso de los sóviets anunció un armisticio con Alemania, concedió tierras a quienes las explotaran, introdujo la jornada de ocho horas, nacionalizó los bancos y las grandes empresas al tiempo que acababa con las discriminaciones basadas en la nacionalidad. Poco después siguieron decretos sobre el control de los trabajadores en las empresas y la separación de la Iglesia y el Estado.
La reacción no se hizo esperar. Los partidarios del gobierno provisional, los blancos, no cedieron. Las oligarquías de las grandes potencias no veían con buenos ojos una revolución en el patio trasero de Europa y prepararon una invasión.
Las grandes grandes potencias tenían otra razón para querer acabar con esta revolución en ciernes: el riesgo de contagio. Poco después de que los bolcheviques hubieran proclamado un armisticio con Alemania se extendió por Europa central una oleada de huelgas políticas y de manifestaciones en contra de la guerra. Muchos países estaban tan hartos de la guerra como sensibilizados por la revolución. Después de la guerra estallaron levantamientos en Hungría, Austria, Checoslovaquia, Bulgaria, Italia y Alemania. La mayoría de las insurrecciones estaban mal preparadas y mal organizadas. Fracasaron una tras otra, no sin hacer que les zumbaran los oídos a las clases dirigentes.
A principios de 1918 empezó una guerra civil entre los “rojos”, los bolcheviques recién llegados al poder, y los “blancos”, que estaba apoyados por los antiguos generales zaristas y por muchas intervenciones aliadas (Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón). La guerra civil duró hasta 1921 y causó millones de muertos, sobre todo debido a la inmensa hambre que le acompañó.
A finales 1922 se creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o Unión Soviética. Aquel año la salud de Lenin conoció una primera alerta, sin duda consecuencia tardía de un atentado perpetrado contra él en agosto de 1918. Tras diversos empeoramientos murió el 21 de enero de 1924. La lucha interna por su sucesión inició una nueva fase en la historia de la Unión Soviética.

Balance de la revolución

Económico
Al empezar la revolución Rusia era un país subdesarrollado. Los países industrializados producían por cabeza de 10 a 15 veces más carbón y de 10 a 20 veces más energía. Los ingresos por habitante en Rusia eran inferiores a los de América Latina (3).
Además de un retraso importante respecto a los países ricos, las circunstancias en las que debía desarrollarse el país eran particularmente desfavorables. Aparte de la destrucción causada por la Primera Guerra Mundial el país había sido devastado entre 1918 y 1921 por una violenta guerra civil y por invasiones extranjeras. Veinte años después el país iba a sufrir la gigantesca destrucción provocada por la invasión alemana (4).
La joven revolución sufría también un embargo económico. Y al contrario que la mayoría de las naciones occidentales el país no podía contar con unas colonias que le suministraran gratis o casi gratis materias primas y fuerza de trabajo.
A pesar de estas condiciones, la Unión Soviética tuvo un crecimiento espectacular. Entre 1920 y 1938 la producción industrial aumentó más de un 6.000 %, mientras que la media en el resto del mundo era de un 96 % (5).
En 30 años pasó de ser un país relativamente atrasado a ser una superpotencia capaz de competir con Estados Unidos en el plano tecnológico. Tenía que serlo por razones de seguridad. En la década de 1930 el país tuvo que construir rápidamente un aparato militar capaz de resistir a la amenaza de una guerra de aniquilación por parte de la Alemania nazi. Y desde la década de 1950 hizo frente a una carrera de armamentos nucleares (6). No obstante, la carrera por la modernización resultante de ello se hizo de manera forzada y tuvo un alto coste humano (7).
A mediados de la década de 1950 el crecimiento empezó a ralentizarse. El crecimiento económico seguía siendo correcto aunque se tradujo mucho menos en una mejora y un aumento de los bienes de consumo. En este aspecto el retraso respecto a Estados Unidos aumentó y se mantuvo, lo que provocó más frustración y menos apoyo a la dirección política (8). Pero incluso con este retraso de crecimiento y a pesar de todas las miserias de la guerra económica, entre 1917 y 1989 creció una vez y media más rápido que el resto del mundo (9).

Social
La Revolución de Octubre fue un grito contra la miseria y el subdesarrollo, un grito que no se dio en vano. La nueva República de los Sóviets dio muestras de un progreso nunca visto en esa época. Se erradicó el analfabetismo en poco tiempo. El nivel de instrucción llegó rápidamente a un nivel comparable al de los países industrializados. Se eliminó el paro y se instauró la jornada de ocho horas. La semana laboral en la Unión Soviética se convirtió en una de las más cortas del mundo. Se creó un sistema de seguridad social, con una pensión de jubilación completa. Se anuló la discriminación de la mujer y se legalizó el aborto.
Aumentó la esperanza de vida. Al inicio de la revolución los ciudadanos soviéticos morían 16 años antes que los ciudadanos estadounidenses. En 1973 la diferencia ya era solo de dos años y medio (10). Un factor de desarrollo social todavía más importante, la mortandad infantil por debajo de 5 años: en 1960 era de cuatro a ocho veces más baja en la Unión Soviética que en los países vecinos que cuarenta años antes todavía tenían un nivel igual de desarrollo (11).

Influencia internacional
Sería difícil sobrestimar la importancia de la Revolución de Octubre para la historia reciente del mundo. La Unión Soviética se ha convertido en el símbolo visible de la alternativa socialista al liberalismo hasta entonces dominante y a la sociedad capitalista. Todo el siglo XX, incluida una guerra fría de casi medio siglo de duración, iba a estar dominado por el antagonismo del capitalismo frente a socialismo. En el lado socialista la Unión Soviética como nación marcó la pauta hasta el final de su existencia a principios de la década de 1990. En ese sentido, la Revolución de Octubre fue determinante para el carácter del siglo XX.
Gracias a esta revolución el socialismo dejó de ser un ideal lejano o una utopía que no estaba al alcance para convertirse en una posibilidad realizable. Y fue una realidad con efectos contagiosos. La Revolución de Octubre contribuyó a muchas otras revoluciones y fue la fuente de inspiración de decenas de movimientos de liberación en todo el mundo. En muchos otros países la Unión Soviética representaba un apoyo sólido para la creación y desarrollo de partidos comunistas. Cuarenta años después del asalto a Palacio de Invierno un tercio de la humanidad vivía en un país socialista (12).
A su vez, la existencia y el éxito de los partidos comunistas en el mundo ejercieron una presión sobre las relaciones de fuerza en la política. Así, por temor al éxito de los partidos comunistas tanto empleadores como partidos políticos tradicionales se mostraron proclives a hacer grandes concesiones en el plano social.
Basta con mencionar nuestro país, Bélgica, tras cada una de las dos guerras mundiales. Victorias importantes de la clase obrera de las democracias occidentales, como el sufragio universal, el reconocimiento de los sindicatos, el establecimiento de la concertación social y de la seguridad social, se obtuvieron sobre todo gracias a la existencia de los partidos comunistas y al miedo que suscitaban a los empleadores y partidos tradicionales.
Por último, la Unión Soviética tuvo una importancia capital en dos acontecimientos centrales del siglo XX: la victoria sobre el fascismo y el desmoronamiento del sistema colonial. En casi todos los países ocupados durante la Segunda Guerra Mundial los partidos comunistas desempeñaron un papel fundamental en la resistencia al fascismo.
Tres cuartas partes de las pérdidas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial se debieron al Ejército Rojo. Sin estas pérdidas Europa habría sufrido sin duda el yugo fascista durante mucho tiempo (13). La Unión Soviética también desempeñó un papel importante en la descolonización. Muchos países postcoloniales deseosos de seguir un camino soberano respecto al mundo occidental pudieron contar con el apoyo económico, tecnológico y militar de Moscú, apoyo que a menudo fue indispensable para su supervivencia.

Evaluación

El peso de la historia
Toda gran revolución va muy por delante de su tiempo. Las grandes revoluciones hacen avanzar unos principios que significan un progreso respecto a las fases históricas precedentes. Por eso logran despertar mucho entusiasmo y apasionar a grandes grupos de personas incluso mucho tiempo después. Pero en general la realización de los objetivos de estas revoluciones no es cosa fácil. El peso de la historia es más pesado que el plomo.
Así, la Revolución francesa convirtió en un logro definitivo los derechos políticos y el principio de igualdad. Sin embargo, la propia Revolución llevó al Terror y a la introducción de la guillotina, a la prohibición de toda posibilidad de sindicatos o de huelga, así como a las guerras imperialistas de conquista llevadas a cabo por Napoleón y que costaron tres millones y medio de vidas (14). Eso no quita que la Revolución francesa siga siendo a justo título un hito importante de la historia mundial. A esa luz es a la que hay que ver y juzgar la Revolución de Octubre.
Lenin, el artífice de la Revolución de Octubre, era perfectamente consciente del hecho de que la realización de los ideales revolucionarios no sería fácil, pero al mismo tiempo, de que la Revolución constituía un paso importante en la historia: “Esta primera victoria no es aún la victoria definitiva y nuestra Revolución de Octubre la ha conseguido con dolores y dificultades sin precedentes, con inauditos sufrimientos, con una serie de graves desaciertos y errores nuestros. […] Nosotros hemos empezado la obra. Poco importa saber cuándo, en qué plazo y en qué nación culminarán los proletarios esta obra. Lo esencial es que se ha roto el hielo, que se ha abierto el camino, que se ha indicado la dirección” (15).

Fracaso o pequeño milagro
Según una opinión corriente, la Revolución de Octubre demuestra que el comunismo no funciona, que es un fracaso. Es la visión de los vencedores, que no tienen en absoluto en cuenta las circunstancias en las que se tuvo que desarrollar la Revolución. Según los artífices del marxismo una sociedad socialista prosperaría mejor en las zonas más industrializadas del mundo. Además, su viabilidad exigía que una revolución socialista tuviera lugar simultáneamente en diferentes países. Ninguna de esas dos condiciones se había cumplido en la Unión Soviética: el país estaba solo y debía construir el socialismo sobre la base de una economía principalmente agraria.
Por otra parte, las potencias imperialistas hicieron todo lo posible para debilitar la Revolución y destruirla. Invadieron el país en varias ocasiones y le impusieron un embargo económico y tecnológico. A finales de la década de 1930 empujaron a la Alemania nazi a volverse contra la Unión Soviética con la esperanza de que ambos países se agotaran y aniquilaran mutuamente (16). Las guerras y guerras civiles que atormentaron al país los 30 primeros años no solo provocaron una sangría económica, sino que también privaron a la dirección política de cuadros competentes y experimentados. A partir de la década de 1950, con una economía totalmente destruida, el país se enfrentó además a una carrera de armamentos nucleares extraordinariamente cara.
En estas circunstancias peligrosas es un pequeño milagro que la Revolución de Octubre se haya producido y aún más que la unión Soviética se haya mantenido durante 70 años. En este contexto más bien se debe describir el conjunto del proceso como una proeza en vez de calificarlo de fracaso.
En todo caso, una mayoría pequeña de los habitantes de la antigua Unión Soviética no considera la Revolución de Octubre un fracaso. Veinte años después de la caída del Muro de Berlín un 54 % consideraba positivo el comunismo. Entre los alemanes del Este un 57 % afirma que la RDA tenía más lados buenos que malos y solo un 23 % de checos considera que actualmente tienen una vida mejor. Hoy un 55 % de los rusos añora la Unión Soviética (17).

Errores fundamentales
El hecho de que fuera una proeza no significa que no se cometiera ningún error fundamental. El sistema soviético no cayó tras una acción o una intervención exterior. Implosionó desde el interior, a causa de una acumulación de problemas, de penurias y de decisiones equivocadas.

1. El déficit democrático
La opción de la industria pesada se justificaba por razones de seguridad, pero fue a costa del consumo individual. Este tipo de opción requiere una base amplia, lo que significa que una gran mayoría concienciada la debe seguir y que la población se implique en la toma de decisión. Sin duda este no fue siempre el caso. A menudo las medidas se tomaron de forma autoritaria y represiva.
A veces la represión degeneró totalmente, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década de 1930, lo que puso extraordinariamente a prueba la confianza de la población en sus dirigentes. El sistema ofrecía al ciudadano soviético una seguridad social fuerte pero, por otra parte, un consumo mediocre, sobre todo comparado con el del Oeste.
Todo ello provocaba un sentimiento general de indiferencia y de alienación. Los obreros no se sentían en absoluto “propietarios” de sus medios de producción y estaban poco dispuestos a trabajar más duro o de forma más productiva. Fue sobre todo a partir de la década de 1970 cuando el fenómeno adquirió proporciones importantes.

2. La burocratización
El establecimiento del socialismo requiere un elevado grado de conciencia política y de participación de la población. Son dos misiones importantes para el Partido Comunista. Pero el déficit democrático metamorfoseó al partido en una élite burocratizada que cada vez estaba menos en contacto con la población ordinaria.
Las organizaciones de masas se fueron convirtiendo poco a poco en correas de transmisión del partido, lo que les hizo perder su alma y su fuerza de atracción entre la población. El partido perdió ahí gran parte de su crédito. Cada vez era menos capaz de suscitar la creatividad y la participación de amplios estratos de población para seguir desarrollando el socialismo. La democracia interna del partido se vació de su sustancia. Se desarrollaron la autosatisfacción y el laxismo. Entre los cuadros aumentó el arribismo y disminuyó la cualidad.

3. El modelo económico
El modelo económico fue particularmente eficaz para sacar rápidamente al país del subdesarrollo. Para la fase siguiente había que ajustar este modelo y actualizarlo, y eso es lo que no se logró. Los progresos tecnológicos y científicos fueron impresionantes, pero no se tradujeron en un salto económico hacia adelante. En el plano del consumo y de la agricultura el crecimiento permaneció por debajo del nivel requerido. El modelo era excelente para un desarrollo extensivo (crecimiento cuantitativo, más de las mismas cosas) pero no para un desarrollo intensivo (crecimiento cualitativo basado en una mejor productividad).
Por una parte, sin duda se importó demasiado y demasiado fácilmente elementos del mercado. Por otra, toda la economía estaba estatalizada hasta la menor prestación de servicios. El grado de centralización fue muy alto, lo que era útil en tiempos de guerra aunque inútil en tiempos de paz. También se suprimieron demasiado rápido los estímulos materiales (18).

4 . Debilidades teóricas
La Revolución de Octubre fue el primer intento a gran escala de elaborar una sociedad socialista. No existía un esquema director que indicara hacia dónde ir, ni un plan detallado sobre cómo llegar ahí. La teoría revolucionaria no es un libro de recetas elaborado, acabado, sino la síntesis de la práctica y de las experiencias revolucionarias. Por consiguiente es un “work in progress”.
Ahí es donde reside el error: la teoría producida en la fase de inicio pronto se canonizó y se cerró. Tras el periodo inicial ya no se consideró, o no se volvió a considerar, desarrollar creativamente la teoría revolucionaria ni enriquecerla.
Por otra parte, varias concepciones eran erróneas; citaremos unas cuantas. Por un lado se sobrevaloraron las posibilidades propias y se subestimó el carácter largo y complejo de la fase de transición entre el capitalismo y el comunismo. Por otro lado, hubo desconocimiento de la capacidad de resiliencia del capitalismo. Se dio demasiada poca importancia al combate de las ideas, a la cultura, a la religión, etc.

5 . La escisión del movimiento comunista internacional
Después de la Segunda Guerra Mundial un tercio de la humanidad vivía en un país socialista, en muchos países del tercer mundo ya estaban presentes muchos gérmenes socialistas y el comunismo gozaba de un prestigio sin parangón. La unidad de los países comunistas era un elemento de fuerza en el escena internacional, además de que ofrecía a los partidos comunistas de todo el mundo un excelente foro para intercambiar y enriquecer visiones y concepciones.
Pero a finales de la década de 1950 la acentuación de las diferencias político-ideológicas provocó una ruptura e incluso una animosidad entre China y la Unión Soviética. Fue un duro golpe para el movimiento comunista mundial y para todas las fuerzas progresistas internacionales. También fue un regalo del cielo para Estados Unidos que, bajo el presidente Nixon, supo mostrarse mucho más pragmático (19).
Cada una de estas lagunas fue un fallo o un paso en falso importante. Unidas a unas circunstancias difíciles, contribuyeron a la implosión del sistema soviético a finales de la década de 1980. Sin embargo, no se trataba de problemas irresolubles. En los peores momentos la población soviética había sabido demostrar resiliencia y motivación para resolver los problemas como, por ejemplo, durante la guerra contra la Alemania nazi y durante la reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial. En la década de 1980 Gorbatchov emprendió unas reformas draconianas que se descontrolaron y provocaron el fin de la Unión Soviética. Puede que fuera demasiado tarde para poder poner orden.

Las lecciones de la historia
Según Marx y Engels, el socialismo es el resultado del empeoramiento de las contradicciones en el seno del capitalismo. La experiencia soviética nos enseña al menos tres cosas al respecto. En primer lugar, que una sociedad socialista lleva en sí misma un potencial muy fuerte para superar las calamidades del capitalismo, tanto en el plano social y económico, como respecto a las relaciones fraternales entre los países.
La segunda lección es que este potencial no se realiza automáticamente una vez que la sociedad ha elegido la vía socialista. Unas circunstancias difíciles y malas decisiones pueden echarlo todo a perder. El camino del socialismo es complejo, largo y duro, y no es irreversible.
Si se piensa que el socialismo se podría implantar rápidamente basta, sin embargo, con ver la historia del capitalismo. Su implantación costó siglos, con altos y bajos (20). Para muchos autores, el desmoronamiento de la Unión Soviética fue la prueba del fracaso del proyecto de sociedad socialista/comunista. El politólogo estadounidense Fukuyama habló incluso del “final de la historia” porque estaba demostrado definitivamente que el capitalismo neoliberal era la mejor forma de sociedad.
Pero desde la crisis económica de 2008 cada vez más personas están convencidas de que el capitalismo neoliberal es todo excepto la mejor forma de sociedad. Por ello, el pensamiento social crítico de la izquierda vuelve con fuerza tanto en su forma moderada (ecología social) como más radical (socialista/comunista).
¿Necesitamos una nueva “Revolución de Octubre” para convertir estas ideas en realizaciones concretas?

Notas:
(1) El título de este artículo remite a uno de los primeros libros sobre la Revolución de Octubre, Diez días que estremecieron al mundo, del periodista estadounidense John Reed, publicado en 1919. Todavía hoy este libro se considera uno de los documentos periodísticos más importantes del siglo XX. John Reed, ‘‘Dix jours qui ébranlèrent le monde’, Edition République des lettres, París, 2017. [Hay muchas traducciones al castellano, una de las más recientes es la de Angel Pozo Sandoval, Diez días que estremecieron al mundo, Tres Cantos, Akal, 2004].
(2) ¿La Revolución de Octubre en noviembre? En 1582 la mayoría de los países europeos se pasaron al calendario gregoriano, excepto Rusia y el gigantesco imperio de los zares, que conservará el calendario juliano hasta el 1 de febrero de 1918. Aquel día Rusia pasó al 14 de febrero. En el siglo XX la diferencia entre ambos calendarios era de 13 días. Por consiguiente, la Revolución de Octubre, fechada el 25 de octubre, tuvo lugar el 7 de noviembre para la mayoría de los demás países.
(3) Frantzen D., “Van Revolutie tot Perestrojka”, Bruselas, 1994, p. 29; Maddison A., Contours of the World Economy, 1-2030 AD, New York 2007, p. 382.
(4) En 1920, después de la guerra y la posterior invasión militar y guerra civil, la producción industria había descendido a un 20 % del nivel que tenía en 1913 y la producción alimentaria a un 60 %. Tras la Segunda Guerra Mundial la población había pasado de 194 millones de habitantes a 170 millones. 30.000 fábricas estaban destruidas. La producción agrícola había disminuido a la mitad y 1.710 ciudades y 30.000 pueblos estaban muy o totalmente destruidos. En términos de desarrollo económico esta guerra representa un retroceso de nueve años. Frantzen D., “Van Revolutie tot Perestrojka”, p. 59; Vanden Berghe Y., “Het grote misverstand. Een geschiedenis van de Koude Oorlog (1917-1990)”, Louvain, 1987, p. 66; Rodríguez García J., “El derrumbe del socialismo en Europa”, La Habana, 2016, p. 17.
(5) Kennedy P., “De wisselkoers van de macht. De economische en militaire opkomst en neergang van de grote mogendheden tussen 1500 en 2000”, p. 336.
(6) Los gastos militares en porcentaje del PNB pasaron del 3,4 % en 1933 al 33 % en 1940. En la década de 1950 ascendieron de nuevo al 24 %. Nove A., “An economic history of the U.S.S.R., 1917-1991”, Londres, 1992, p. 230 y 328.
(7) Se trata de la llamada la colectivización. Para poder financiar las inversiones en la industria pesada se contaba con los excedentes agrícolas. Y para poder obtener estos excedentes se colectivizó la agricultura, lo que provocó el descontento de, sobre todo, los campesinos medios, los kulaks, que boicotearon el proceso. Según las fuentes (no siempre fiables debido a la Guerra Fría) esto costó la vida a decenas de miles, incluso a millones, de personas.
(8) Los alemanes del Oeste tenían casi cuatro veces más bienes de consumo que los ciudadanos soviéticos y 2,3 veces más que los alemanes del Este. Los Wessies [los primeros] tenían proporcionalmente seis veces más coches que los Ossies [los segundos]. Frantzen D., “Van Revolutie tot Perestrojka”, p. 193.
(9) En esta época el resto del mundo conoció un crecimiento económico del 240 %, la Unión Soviética del 375 %. En 1917 América Latina tenía un PNB similar por habitante al de la Unión Soviética. La región registró un crecimiento del 251 % durante este periodo. Maddison A., The World Economy. A Millennial Perspective, OCDE 2001, http://aprendeenlinea.udea.edu.co/lms/moodle/file.php/554/NUEVO_CURSO_DE_HE_V7/clases/MADISON-A-_The_world_economy_a_millennial_perspective.pdf , p. 264 et 330.
(11) Vincente Navarro, “Has socialism failed? An analysis of health indicators under socialism”, International Journal of Health. Services, Volumen 22, número 4, p. 583-601, 1992; http://journals.sagepub.com/doi/abs/10.2190/B2TP-3R5M-Q7UP-DUA2
(12) Hobsbawm E., L’Âge des extrêmes, histoire du court XXe siècle 1914-1991. [En castellano: http://www.fmmeducacion.com.ar/Bibliotecadigital/Hobsbawm_HistoriadelSiglo_XX.pdf]
(13) Tharoor I., “How the Soviet Union helped save the world from Hitler during World War II”, The Independent, 9 de mayo de 2016, http://www.independent.co.uk/news/world/the-soviet-union-helped-save-the-world-from-hitler-a7020926.htmlhttps://en.wikipedia.org/wiki/World_War_II_casualties
(14) Durante el periodo comprendido entre 1792 y 1794, llamado “el Terror”, los dirigentes revolucionarios emprendieron una lucha implacable contra todas las fuerzas que amenazaban la revolución. Decenas de miles de personas fueron asesinadas. En La Marseillaise se refleja el ambiente sangriento de este periodo. Su estribillo dice: “¡A las armas, ciudadanos! ¡Formad los batallones! Marchemos, marchemos, que una sangre impura anegue nuestros surcos”. https://fr.wikipedia.org/wiki/Terreur https://fr.wikipedia.org/wiki/Loi_Le_Chapelierhttps://fr.wikipedia.org/wiki/Guerres_napol%C3%A9onienneshttps://fr.wikipedia.org/wiki/La_Marseillaise [En castellano: https://es.wikipedia.org/wiki/La_Marsellesa]
(15) Lenin, ‘Fourth Anniversary of the October Revolution’, https://www.marxists.org/archive/lenin/works/1921/oct/14.htm [En castellano: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1921/octubre/14.htm de donde hemos tomado la traducción de esta cita].
(16) Fue la línea que se siguió tanto en Gran Bretaña como en Francia. La relación entre la Alemania nazi y los capitales internacionales no se cortó y hacia finales de la década de 1930 las inversiones extranjeras en Alemania incluso aumentaron. Soete L., “Het Sovjet-Duitse niet-aanvalspact van 23 août 1939”, Berchem, 1989, pp. 98-110.
(17) 54 % en el caso de los habitantes del Bloque del Este. Es una media. En algunos países las cifras son más altas: un poco más del 60 % de los búlgaros considera el régimen comunista mejor que el actual y también un 63 % de rumanos, un 72 % de húngaros, un 78 % de bielorrusos, un 81 % de serbios y un 90 % de ucranianos. Bonstein J., “Majority of Eastern Germans Feel Life Better under Communism”, Der Spiegel, 3 de julio de 2009; http://www.spiegel.de/international/germany/homesick-for-a-dictatorship-majority-of-eastern-germans-feel-life-better-under-communism-a-634122.html; Pew Research Center, “Russia: Public Backs Putin, Crimea’s Secession”, 8 de mayo de 2014, http://www.pewglobal.org/2014/05/08/chapter-3-russia-public-backs-putin-crimeas-secession/; Pew Research Center, “Hungary: Better Off Under Communism?”, 28 de abril de 2010, http://www.pewresearch.org/fact-tank/2010/04/28/hungary-better-off-under-communism/; Mudeva A., “SPECIAL REPORT: In eastern Europe, people pine for socialism”, Reuters, 8 de noviembre de 2009, http://www.reuters.com/article/us-communism-nostalgia/special-report-in-eastern-europe-people-pine-for-socialism-idUSTRE5A701320091108; Biray K, “Communist nostalgia in Eastern Europe: longing for the past”, OpenDemocracy, 10 de noviembre de 2015, https://www.opendemocracy.net/can-europe-make-it/kurt-biray/communist-nostalgia-in-eastern-europe-longing-for-past; “Poll: Many Czechs say they had better life under Communism”, Prague Monitor, 21 de noviembre de 2011, http://archive.is/bFYoy#selection-155.0-15
(18) Marx había previsto una fase intermedia en el desarrollo hacia el comunismo: el socialismo. En la fase socialista los estímulos materiales todavía desempeñan un papel importante, en el comunismo se abandona. O, como los formulaba Marx, en el comunismo cada uno recibe “según sus necesidades”, en el socialismo todavía había lugar para la desigualdad y, por consiguiente, para un salario según trabajo. Marx K., Critique du programme de Gotha, https://www.marxists.org/francais/marx/works/1875/05/18750500.htm [En castellano: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gotha/gothai.htm].
(19) En 1969 se intensificaron las tensiones entre China y la Unión Soviética. El presidente Nixon jugó hábilmente con ello y trató de acercarse a China. Logró así dividir aún más el campo socialista y se encontró reforzado respecto a Moscú, lo que podía ser útil en la guerra contra Vietnam.
(20) Los primeros intentos datan de hace unos 500 años en las ciudades-Estado italianas, pero fracasaron. Arrighi G., ‘The Long Twentieth Century. Money, Power and the Origins of Our Times’, Londres, 1994, p. 109-126

Bibliografía sucinta:

Aust M., ‘Die Russische Revolution. Vom Zarenreich zum Sowjetimperium’, Munich, 2017
Frantzen D., ‘Van Revolutie tot Perestrojka’, Bruxelles, 1994 Hartmann C., ‘Unternehmen Barbarossa. Der deutsche Krieg im Osten 1941–1945’, Munich, 2011 Haumann H. (ed.), ‘Die Russische Revolution 1917’, Cologne, 2016
Hobsbawm E., ‘L’Âge des extrêmes, histoire du court XXe siècle 1914-1991’, Le Monde Diplomatique -Editions Complexe, 1999. [Se puede leer aquí en castellano: http://www.fmmeducacion.com.ar/Bibliotecadigital/Hobsbawm_HistoriadelSiglo_XX.pdf]
Reed J., Dix jours qui ébranlèrent le monde , Points, 2017. [Véase nota 1] Rodríguez García J., ‘El derrumbe del socialismo en Europa’, La Habana, 2016
Soete L., ‘Het Sovjet-Duitse niet-aanvalspact van 23 augustus 1939’, Berchem, 1989
Vanden Berghe Y., ‘Het grote misverstand. Een geschiedenis van de Koude Oorlog (1917-1990)’, Louvain, 1987


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