miércoles, 23 de mayo de 2018

La gran derrota de Trump en Venezuela



Lo más importante que ocurrió el domingo 20 de mayo es que venciendo amenazas de todo tipo, el pueblo venezolano otra vez salió a votar e impuso democráticamente y a la vista de cientos de observadores electorales la esperada reelección de Nicolás Maduro. Ese detalle precisamente, el de la renovada práctica de defender la soberanía popular con una urna como arma es la que desde aquel no muy lejano diciembre de 1998 viene poniendo a los sucesivos gobiernos estadounidenses al borde de la histeria.
Recorriendo los centros electorales y conversando desde temprano con quienes al sonar de la recordada diana chavista se encolumnaban para depositar su sufragio es que pudimos escuchar, en Caracas y sus alrededores, razones que luego explicarían el triunfo. La paz era una de ellas, pero formulada no como un recurso formal sino como una muestra de hartazgo: “que nos dejen en paz, que no nos condicionen el futuro con amenazas”, nos dijo un joven en un colegio de Catia.
Horas después, en otro centro del Estado Vargas, la expresión se repetía en un “yo me resteo (me juego) con Maduro porque esta Revolución es nuestra esperanza”. Cerca de allí, una concentración de vecinas y vecinos bailaban, comían unos dulces y le contaban a quien quisiera escucharles que “ese barrio que usted ve ahí lo hizo el comandante Chávez y aquel de más allá nos lo entregó el presidente obrero”. Hablaban de edificios impecables con todas las instalaciones funcionando, y que son parte de las 2 millones de viviendas que construyera la Revolución para los más necesitados. Al darse cuenta que algunos de los visitantes procedíamos de Argentina, una mujer ya entrada en años, nos abrazó y gritó para que quedara claro de qué iba la cosa: “Si necesitan ayuda para echarlo a ese Macri nos avisan, que aquí somos todos rodilla en tierra”. Había gusto a pueblo en aquel sitio donde la temperatura era agobiante pero nadie se movía porque estaban esperando que llegara el anuncio del Consejo Nacional Electoral proclamando el ansiado triunfo.
Más tarde, en otro barrio de Caracas, las respuestas seguían acumulando razones: “Yo voto contra Trump y contra esos del Grupo de Lima”, aclaró un estudiante de medicina, que enseguida remató con un: “lo bueno y lo que no nos guste de este gobierno lo vamos a decidir nosotros y no un yanqui millonario o esos europeos que no tienen nada que hacer aquí”. Testimonios de bronca contra tanta injerencia, voces dignas dispuestas a defender lo conquistado, expresiones de agradecimiento para quienes habíamos llegado para confirmar que en Venezuela Bolivariana el legado de Hugo Chávez está intacto en la fidelidad de su pueblo.
Luego vinieron los resultados y en medio de los cohetes lanzados al aire o la ovación cariñosa hasta las lágrimas para saludar al nuevo presidente frente al Palacio Miraflores, la oposición y sus “protectores” internacionales ponían en marcha un plan que estaba cantado desde hacía bastante tiempo.
Los llamados “demócratas” arremetían con más sanciones económicas, con gritos destemplados que cantaban fraude (incluso antes de saberse los resultados, como hizo el candidato Henry Falcón) o con artículos ponzoñosos en la mayoría de la prensa mundial hegemónica. El más soez de toda una serie de agravios pudo leerse en prensa argentina señalando: “Una organización criminal venció en las elecciones venezolanas” y así otros múltiples epítetos.
Lo cierto es que el imperio y sus secuaces de los gobiernos derechistas del continente no pudieron soportar esta victoria heroica, surgida de las entrañas de un pueblo que padece necesidades pero no se quiebra ante ellas y sacando fuerzas de su propia memoria de lucha convierte en luminosos hasta los más oscuros escenarios.
Ahora vendrán los aprietes, las expulsiones de embajadores, las conspiraciones para aislar aún más a un país cuyo único pecado ha sido querer la felicidad de su gente y cometer la osadía de mostrarse como ejemplo al resto o recordar a propios y extraños que las grandes hazañas cuestan sacrificio. Querer llegar a vivir en una sociedad socialista en pleno avance político, económico y militar del neoliberalismo es el mayor desafío que se puede hacer a quienes en Washington, Miami o Madrid creen todavía que la vida de un hombre o una mujer se compra y se vende como en un mercado.
Ahora sonarán todas las sirenas de alarma en tierras latinoamericanas y será necesario redoblar la solidaridad internacionalista, de la misma manera que se hizo cuando a Cuba la expulsaron de la OEA y quisieron aislarla de sus hermanos de la región. Al igual que en aquella ocasión los pueblos deberán gestar un cúmulo de acciones fraternales para abrazar a la Patria de Bolívar, demostrándole a Trump que sus amenazas pueden encender la pradera y que al igual que ocurriera en otras épocas, la paciencia tiene un límite.
Es cierto que hay colaboracionistas y alcahuetes que amparan esas políticas agresoras, o que al calor de tanta injerencia llegan a meterle el miedo en el cuerpo a algunos políticos que se dicen “progres” y en sus campañas electorales (como ocurre en Colombia y México) se adhieren al Grupo de Lima y desconocen el triunfo de Maduro o no quieren mencionar el nombre del país agredido porque sus asesores o ellos mismos consideran que “resta votos”. Son pobres de alma esos personajes, a los que el imperio desprecia y no se salvarán de sus ataques. Pero también hay en cada unos de nuestros países, obreros, estudiantes, campesinos que admiran todo lo hecho por Chávez y que hoy representa Maduro.
Gente de a pie, que saben que desear lo imposible cuesta demasiado y no se arrepienten de ser como son. Ellos y ellas, precisamente, son los que no entran en disquisiciones sobre porcentajes de participación electoral o si Maduro “no es como Chávez”, como suelen hacerlo algunos sabelotodo de la política de “izquierda”. Para esas personas de corazón sensible y decisión casi militante (o sin el “casi”) lo más impresionante que ocurriera por estas horas es que “ganó Maduro” y “los yanquis que revienten”. Están en lo cierto. Como en el deporte, ganar se gana ganando. Lo demás se irá discutiendo al fragor de las mil batallas que habrá que librar a partir de ahora.

miércoles, 9 de mayo de 2018

CARTA ABIERTA A LOS VOTANTES MACRISTAS ¿ Que más hace falta para reconocer que te equivocaste y pidas disculpas?





La vuelta del FMI y sus condicionamientos; el regreso de Domingo Cavallo; la inflación y la recesión juntas; el ajuste permanente; los despidos constantes como resultado de los cierres de pequeñas y medianas empresas; palabras como “blindaje” que hacía años no escuchábamos; el dólar que sube y tu sueldo que baja; el changuito del super que cada vez te cuesta más llenar; el achique en salud y educación para pagar los intereses de la enorme deuda externa que este gobierno contrae, etc. etc ¿qué más?, que otro dato necesitas para saber que te mintieron y que vos te la creíste y, por tanto, te equivocaste?. Te suena “pobreza 0; la inflación no es un problema; en Argentina los dólares sobran; habrá lluvias de inversiones; en mi gobierno los trabajadores no pagarán impuesto a las ganancias; hay que esperar el segundo semestre…(2016)”. Que tan mal estabas cuando pedías un cambio? No me vas a decir que de nuevo vas a hacer uso de esa paparruchada que sale de la misma usina “que se vayan todos” como forma de exculparte y exculpar a los delincuentes que usan, ellos sí, la política para enriquecerse. Pedile disculpas a tus conciudadanos, es lo mejor que podes hacer para enmendar tu enorme error. Se humilde por una vez para no seguir haciéndote daño a vos y a todos. Concluí en que fuiste un ignorante o que padeces de mala memoria, no se, algo de lo que te tengas que hacer cargo para terminar ya con esa historia de echarle siempre la culpa a otros de tus errores. Es fuerte lo que digo ya lo se, pero mucho peor era cuando vos nos acusabas a todos los que te alertábamos de esto, de ser chorros.

Comprendes el alcance de tu “responsabilidad ciudadana”?
No te da cosa pensar que a pesar de todo lo que te dijeron acerca de lo que iba a pasar si esta gente llegaba al gobierno, vos los votaste igual, desoíste a tus cercanos a los que tienen una historia de luchas, de no callarse, de pelear contra viento y marea a favor de los que menos tienen y preferiste la opinión de gente que te mintió siempre, los mismos que ya le habían robado a este país y a vos o de los arribistas que están siempre donde calienta el sol del poder, obvio.
No te da cosa saber que tu voto hizo posible que estemos volviendo a TEMER corralito, estallido, desgracia social, a solo 2 años y medio ¿vas a seguir dándole chances? O vas a aceptar con humildad tu error? Que crees que le correspondería a un buen ciudadano.
¿Preferís que te diga que fuiste embaucado, que te creíste el cuento pero vos no tenes nada que ver? O que te digamos la verdad sobre lo que piensan de vos todos aquellos a los que con tu voto ayudaste a que hoy la estén pasando mal, muy mal, o acaso no te angustia ver gente comiendo de los tachos de basura?.

NO ES UN MENSAJE PARA LOS RICOS
Lo que digo aquí no está dirigido a los ricos, a los que idearon este nuevo asalto a los bienes del Estado, a los que históricamente se han apropiado de la riqueza del país ni tampoco lo dirijo a aquellos que sin pergeñar nada, ni ser responsables de ninguna política pública, defienden y con todo derecho sus intereses de clase.
No les hablo a ellos, los sectores más favorecidos de la sociedad hacen la suya y no discuto eso, no les puedo pedir que hagan algo contra sus intereses, me dirijo a vos laburante, a vos que tenes un comercio y ganaste dinero a lo pavote en los 12 años de gobierno kirchnerista .
A vos que te creíste que ganabas plata así porque eras un capo de los negocios. NO, sabelo, no la hacías por ser un capo, sino porque había un gobierno que ponía plata en manos de los pobres que nunca la habían tenido e iban a comprarte a vos, porque los pobres igual que vos, no la llevan a paraísos fiscales, la dejan aquí, en su pueblo, en su país.
Te hablo a vos pequeño industrial, productor de nuestros frutos, a vos que no tenes 10 mil hectáreas, ni perteneces a familia de abolengo (si se puede decir), a vos que la hiciste de abajo, con esfuerzo ¿Qué te pasó que de pronto te pusiste del lado de los que siempre te jodieron?
O acaso no te acordás de Cavallo, de Martinez de Hoz, de Sturzeneger, de los repugnantes negociados de la familia Macri en tiempos de la dictadura y el menemismo.
No aprendiste acaso que los dictadores mataron,  secuestraron y encarcelaron para que los dueños del país nos dejaran con una deuda externa impagable para que toda esa guita pase a sus manos. No te acordás que después de eso vino la hiperinflación porque a Alfonsín le dejaron un país en llamas.
No te acordás acaso de los 10 terroríficos años de Menem y esa troup de ladrones que saquearon este país y dejaron una bomba que el pusilánime de De la Rua no solo no supo desactivar sino que agudizó la desgracia por profundizar en esa línea o acaso no te acordás que Cavallo fue el súper ministro de ambos y que ahora está volviendo.
Tanta, tanta, tanta, puede ser la estupidez humana? O acaso se te pasó por alto que justo luego de que llegaran los Kirchner el país empezó a cambiar y a mejorar tu situación y la de todos…
Por todo esto es que afirmo que ya no se arregla con decir que te engañaron, ya no, porque además vos fuiste uno de los miles que salieron a repetir que se robaron todo, sin saberlo, porque no tenías ninguna prueba para afirmarlo, pero militantemente fuiste cómplice y lo seguirás siendo en la medida en que no salgas a pedir disculpas.
Fuiste cómplice de una difamación fenomenal que solo tenía como objetivo echar a los que habían recuperado este país de las garras del FMI, del Banco Mundial y de los buitres, para que los que están ahora nos metieran de lleno en el tren fantasma.

QUE ME CONTAS AHORA DE LA YEGUA QUE SE LA ROBO TODA??
Te acordás cuando repetías la difamación de Lanata sobre que la yegua  tenía los dólares en las islas Seychelles  ¿ vas a pedir disculpas?; no te arrepentís de haber asegurado (como si te constara) que la plata los Kirchner la tenían en las bóvedas del sur?; que me contás de las retroexcavadoras que removieron toda Santa Cruz para encontrar los dólares escondidos, tenés algo para decirnos de eso, o seguís esperanzado en encontrarlos, la esperanza con la que seguís apostando al segundo semestre porque hay que darle más tiempo.
Te preguntaste acaso porque la mayoría de los presidentes y políticos neo-liberales de Argentina y América Latina están cayendo como moscas por coimeros (Odebrecht) y de Cristina no hay nada?
No encontraron nada allá, ni aquí ¿Dónde está entonces la montaña de dólares producto del robo a las arcas públicas de la supuesta jefa de la asociación ilícita?  
No te ha nacido aún la “mala espina”, tenés mala espina para todo menos para esto? No se te cruza la idea de que no solo te mintieron, sino que te mintieron para esquilmarte.
Y de la plata que tenían los Kirchner, Máximo y la flia. en los paraísos fiscales? Me podes pasar algún dato sobre el particular, o tampoco lo tenés. Y si no los tenés, no te da vergüenza haber lapidado a una presidente que fue elegida dos veces y la última por un porcentaje que pocas veces alcanzó un presidente y a toda su familia? No te parece infame y repugnante que el jefe de esa familia se haya muerto en el medio de sus funciones como líder político y que una personaje que quizá vos miras por TV haya tenido el tupé de afirmar que no estaba en el cajón.
No te parece asqueroso humanamente haber participado de esa inmundicia para lograr esto?
Te preguntaste porque ese ODIO que te producían todos esos supuestos hechos de corrupción cuando se trataba de ella, no logró la misma potencia cuando te enterabas que el presidente que vos votaste para deshacerte de la yegua, había fugado dinero, tenía cuentas offshore y plata negra de él y su familia y que pasó por encima de la ley para blanquear sus chanchuyos y que se quiso condonar una deuda con el Estado de 70 mil millones de pesos.
No quiero que pienses que me alegra agredirte, te equivocaras nuevamente si lo pensás así, me duele tener que escribir todo esto, preferiría no hacerlo porque además en estas líneas hablo de gente muy cercana, gente a la que quiero y no comprendo, gente que en los pasados años se hizo rica y a pesar de eso vomitaba odio contra quien lo había habilitado.
No lo hago para agredir, lo hago para zamarrear conciencias, para producir un clic, para obligar a pensar, y para que los que piensan como yo y hasta ahora no se animaban a decírtelo por pudor, se animen porque esta situación ya no da para más y antes que el daño se profundice y sea peor, que por lo menos cada uno de los que se sienten tocados por esta reflexión nos ayuden esta vez a impedir otro 2001.

martes, 1 de mayo de 2018

26 de abril de 1879: los pueblos indígenas no olvidamos




Hace 139 años Julio Roca y las tropas del Ejército iniciaban la autodenominada “conquista del desierto”, consumación de un genocidio aún no reconocido por el Estado argentino
Los miles de Soldados del Ejército Expedicionario al Río Negro que esa mañana del 26 de abril de 1879 estaban acantonados en el Campamento General en Carhué dispuestos a iniciar tres días después la marcha hacia los territorios de las comunidades indígenas libres con el objetivo de tomarlos, escucharon la Orden del Día del general Roca.
“Cuando la ola humana invada estos desolados campos que ayer eran el escenario de correrías destructoras y sanguinarias para convertirlos en emporios de riqueza y en pueblos florecientes (...) extinguiendo estos nidos de piratas terrestres y tomando posesión real de la vasta región que los abriga (....) trazando con vuestras bayonetas...”.
La arenga procuraba estimular a los soldados contra los “salvajes·:
“En esta campaña no se arma vuestro brazo para herir compatriotas y hermanos extraviados por las pasiones políticas o para esclavizar y arruinar pueblos o conquistar territorios de las naciones vecinas. Se arma para algo más grande y noble; para combatir por la seguridad y engrandecimiento de la Patria, por la vida y fortuna de millares de argentinos y aún por la redención de esos mismos salvajes que, por tantos años librados a sus propios instintos, han pesado como un flagelo en la riqueza y bienestar de la República”.
En el mensaje Roca insiste con las ideas de salvajismo y barbarie, y la necesidad de eliminar esa forma de vida:
“Dentro de tres meses quedará todo concluido. Pero la República no termina en el río Negro: más allá acampan numerosos enjambres de salvajes que son una amenaza para el porvenir y que es necesario someter a las leyes y usos de la nación refundiéndolos en las poblaciones cristianas que se han de levantar...”.
“Consideraré siempre como el timbre más glorioso de mi vida haber sido vuestro general en jefe en esta gran cruzada inspirada por el más puro patriotismo, contra la barbarie”.
No importaron las decenas de tratados firmados, ni la voluntad expresa de los caciques de convivir con la nueva sociedad en formación, ni siquiera las voces disidentes que se levantaron desde la misma Buenos Aires ante la expedición aniquiladora que se preparaba. Considerados como “salvajes”, “bárbaros”, “piratas terrestres” y demás insultos con que se acostumbraba a discriminar y segregar desde los centros de poder por aquellos años a los hermanos indígenas, el clima exterminador que se fue creando contó con referentes ideológicos como Estanislao Zeballos que hicieron época con sus afirmaciones:
“Felizmente, el día de hacer pesar sobre ellos la mano de hierro del poder de la Nación se acerca [...] los salvajes dominados en la pampa deben ser tratados con implacable rigor, porque esos bandidos incorregibles mueren en su ley y solamente se doblan al hierro”
Todo contribuyó para que la maquinaria “redentora” por la sangre y su consecuencia inmediata, el despojo de los territorios, se pusiera en marcha de manera irremediable.
“Sellaremos con sangre y fundiremos con el sable, de una vez y para siempre, esta nacionalidad argentina, que tiene que formarse, como las pirámides de Egipto y el poder de los imperios, a costa de la sangre y el sudor de muchas generaciones” (General Roca, 1880)
Por qué fue un genocidio
Las políticas estatales llevadas a cabo por el Estado Nacional desde 1820 en adelante y con el clímax de las autodenominadas “conquistas del desierto” (1879-1885) y “del Chaco” (1870-1899) constituyen claramente un genocidio, dado que existió la voluntad política y militar de exterminar a los pueblos indígenas más allá de que esos objetivos no pudieron ser totalmente cumplidos.
Sin embargo la cantidad de matanzas llevadas a cabo y las cuantiosas pérdidas de vidas humanas provocaron el aniquilamiento y dispersión de decenas de comunidades, provocando una destrucción cultural sin precedentes en la historia argentina, solo comparable con el exterminio de culturas durante la conquista española.
El Estado argentino no ha reconocido aún esta figura legal perpetrada contra los pueblos indígenas durante el siglo XIX, así como lo ha hecho sin embargo con sucesos mucho más recientes como los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar 1976-1983 en los marcos del Terrorismo de Estado.
Desconocemos los motivos por los cuales esta deuda para con los pueblos indígenas aún no ha sido saldada -imaginamos algunos- pero en todo caso ella engrosa la nómina de crónicas postergaciones como la restitución de tierras y territorios, entre muchas otras.
Desde algunos sectores se niega el genocidio de los pueblos indígenas y se niega que el general Roca lo haya llevado a cabo. Entendiendo por genocidio a “cualquiera de los actos implementados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”, debemos decir que infinidad de alocuciones, escritos, declaraciones y finalmente los propios hechos consumados, confirman esa voluntad que el Estado argentino tuvo hacia los pueblos indígenas de Pampa. Patagonia y Chaco, con un claro punto de partida en 1820 con el gobernador Martín Rodríguez.
A partir de ahí y más allá de interregnos de negociaciones y status quo, el Estado argentino llevó a cabo campañas militares en una escalada que se extendió durante casi sesenta años y que fue diezmando a las comunidades hasta que el general Roca, violando los tratados suscriptos con los principales caciques y desconociendo la voluntad de estos por la coexistencia con la nueva sociedad, decide –con la anuencia del Congreso- la toma por la fuerza de los territorios indígenas.
Esa campaña (1879-1885) que ni los presidentes Mitre y Sarmiento se habían decidido a realizar, señala a Roca como el que encarnó y consumó un genocidio que aún hoy está vivo en la memoria de los descendientes.
Todas las justificaciones políticas, económicas, militares, religiosas y demás que esgrimen los partidarios de la autodenominada “conquista del desierto” y los eufemismos utilizados como “conflictos de culturas” son encubrimientos que intentan ocultar lo inocultable: el despojo de los territorios a los pueblos originarios y la destrucción de sus formas de vida.
Ni siquiera alcanza el argumento respecto a la no pertinencia de aplicar en forma retroactiva el concepto de “genocidio”, teniendo en cuenta que la misma Organización de las Naciones Unidas ya ha expresado la propiedad de su aplicación en casos como el holocausto perpetrado por los nazis entre 1938 y 1945 o el exterminio llevado adelante por los turcos en Armenia entre 1915 y 1917.
Algún día el Estado argentino saldará también esta deuda, lo que nos posibilitará seguir madurando y creciendo como individuos y como sociedad, en una comunidad que viva basada en la justicia, el respeto por el otro y orgullosa de su diversidad cultural. Por eso un día como hoy no olvidamos.