sábado, 12 de junio de 2010

El lugar de la izquierda

Óscar González* - http://questiondigital.com/?p=4869

Como los procesos de construcción de memoria y de formación de conciencia política e histórica son más lentos y de mayor espesor que la evolución de cada coyuntura, es todavía una incógnita el efecto y la magnitud que tendrán en el mediano plazo la enorme adhesión y amplio protagonismo popular que acompañó la celebración del bicentenario de la Revolución de Mayo.

Sin embargo, no hace falta ser demasiado perspicaz para detectar en ese episodio un cambio notorio del humor social vigente hasta esos festejos en que la multitud se apropió del espacio público para expresarse libremente.

¿Será que la evocación de hechos sucedidos hace dos siglos, un relato más ligado a lo emotivo que al registro intelectual de aquel entresijo histórico, pueda tener la virtualidad de actuar como disparador para el inicio de una recomposición positiva de las convicciones colectivas? ¿Este episodio es un parteaguas en detrimento del hasta ahora resistente individualismo, que afecta sobre todo a los sectores medios de la sociedad todavía anclados en la matriz neoliberal de las últimas décadas?

Si así fuera, estaríamos ante una reconfiguración sociocultural que se asimilaría a los procesos que se viven en varios países de la región, donde nuevas fuerzas pujan por un mejoramiento sustancial de las condiciones de vida y de trabajo de los pueblos, vía medidas de redistribución del ingreso, nuevos derechos sociales y desapego de recetas inducidas desde afuera para abordar los propios problemas.

Cuando desde estas latitudes se observa el curso europeo de la crisis mundial y cómo el capitalismo global le impone a Grecia, España, Portugal e Irlanda las mismas medidas que los argentinos ya experimentamos en carne propia, esa analogía nos lleva a constatar cómo los viejos paradigmas de la izquierda europea se deslegitiman al aplicar el manual fondomonetarista, más preocupado en salvar bancos que en preservar las condiciones de vida de los pueblos.

Lastima constatar que el primer ministro griego, George Papandreu, como su par de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ambos socialistas, se vean conminados a acatar las durísimas medidas de ajuste que les impone la Unión Europea, que afectan gravemente salarios, jubilaciones, consumo y empleo.

Así, la izquierda europea realmente existente muestra su fragilidad y virtual renuncia a ser alternativa frente al agresivo modelo financiero, que tras llevar al mundo a una de las peores crisis de su historia, ahora pretende resolverla a costa de los trabajadores, los pequeños ahorristas y los productores.

Esa realidad contrasta con la de varios países de nuestro subcontinente, lo que nos permite reexaminar las viejas categorías políticas que se pretenden aplicar al sur del Río Bravo. Mientras la socialdemocracia europea, pese a una tradición abonada por memorables jornadas de lucha, desiste de toda pretensión de ponerle límites a la voracidad del capital financiero, aquí se vive un proceso de creciente independencia y de recuperación de autonomía nacional donde la izquierda encuentra su lugar y su destino.

Los académicos de los países centrales, a falta de nuevas denominaciones, le atribuyen a estos procesos un signo populista o nacionalista, categorías ambas insuficientes, tanto como la identificación europea de la socialdemocracia con la única izquierda posible. Al margen de las particularidades de cada gestión progresista latinoamericana, no cabe duda que del conjunto surge un rasgo común –que algunos llaman socialismo del siglo XXI y otros proceso de segunda emancipación– que, con sus fortalezas y debilidades, parte básicamente de no aceptar pasivamente las condiciones que el capital financiero impone al mundo frente a la crisis de su propio modelo.

Son cambios que alumbran una nueva conciencia social y política en la zona y que se fortalece en la reconstrucción de la memoria colectiva. Por eso, la teatralización de dramáticos episodios que se mostró en la celebración del Bicentenario tuvo el mérito de fundir la historia con el presente, en una gesta que arranca con los pueblos originarios y continúa hasta nuestros días. Si nuestro pasado es la larga lucha por la emancipación nacional y social, el presente no es otra cosa que la misma pugna librada en las condiciones de este momento histórico y político.

Entonces, las condiciones para una reconfiguración de la izquierda, aquí y en el resto de América Latina no pueden ser ajenas al desarrollo y profundización de estos procesos y a la cotidiana batalla de pueblos y gobiernos por una más justa distribución de la riqueza, la inclusión social, la soberanía nacional y la autonomía regional.
* Secretario de Relaciones Parlamentarias del gobierno de Argentina.

miércoles, 9 de junio de 2010

Si se enferma, cuidado: la investigación científica tiene fines de lucro

Asa Cristina Laurell.* - http://www.surysur.net/?q=noe/13825

La incontenible privatización de todas las actividades que pueden generar ganancias hace surgir nuevos dilemas éticos y riesgos para los ciudadanos. La investigación científica se está incorporando velozmente al capital y con ello surge una contradicción básica. Se supone que la comunidad científica busca nuevos conocimientos y comparte sus descubrimientos y que la ciencia y sus resultados serían así un bien público a disposición de la humanidad para resolver problemas de la colectividad.

El propósito de la empresa privada, en contraste, es generar la máxima ganancia. Si invierte en investigación científica es para lucrar con sus resultados y para ello se protege patentando los descubrimientos. La defensa de la privatización de la investigación es que no hay dinero público que alcance y es justo que las empresas puedan recuperar su inversión en investigación y desarrollo de productos por medio de la propiedad intelectual.

El problema está en que el fin de lucro altera la investigación científica y subvierte su esencia. Cuando está implicada la ganancia surgen el financiamiento interesado y los conflictos de interés que afectan el bienestar y seguridad de la población.

La industria farmacéutica transnacional —la gran farma— es icono de esta problemática. Varias revisiones sistemáticas demuestran que los estudios que financia tienen, con más frecuecia, sesgos en su diseño, resultados favorables al fármaco investigado y ocultamiento de efectos adversos graves. La gran farma invierte dos veces más en comercialización y administración, 33 por ciento de sus costos, que en investigación y desarrollo, 17 por ciento.

Los frutos de sus investigaciones son decrecientes; sólo nueve de las 22 moléculas y biológicos nuevos, registrados en 2006, habían sido desarrollados por estas compañías. Incluso 90 por ciento de sus ganancias provienen de fármacos que han estado en el mercado durante más de cinco años, según PriceWaterHouse.

Las patentes de muchos productos están por expirar y tendrán que competir con los fármacos genéricos con la habitual caída de precios o erosión por genéricos. Y tiene razón en preocuparse.

Cuando Brasil e India ignoraron la patente del antirretroviral combinado para tratar el VIH/sida, el precio del tratamiento anual cayó de 11 mil a 295 dólares. Esto ilustra cómo la "big pharma" condena a muerte a los que no pueden pagar y daña los sistemas de salud con sus precios monopólicos. Su estrategia de cabildeo con los gobiernos y los legisladores se enfoca actualmente a modificar la legislación sobre patentes para prolongarlas y a impedir que se adopten protocolos de atención con el uso racional de fármacos o que se facilite la venta de éstos sin receta.

Otra actuación con daños a las personas está relacionada con la manipulación de los resultados de los ensayos clínicos de sus medicamentos, sea por ocultamiento de efectos secundarios o por proponer usos del medicamento no investigados.

En la actualidad se debaten varios casos muy célebres. Uno es Avandia de GSK, antidiabético que tiene ventas por 2.2 mil millones de dólares. En 2007 se descubrió que este medicamento estaba asociado al incremento en cerca de 50 por ciento de ataques cardiacos. La empresa lo sabía, pero no lo había advertido en la caja. Este hecho llevó al Senado de Estados Unidos a formar un comité de investigación cuyos resultados, presentados en febrero de 2010, confirman este hecho y en julio se determinará si se retira del mercado. Circula en México donde sólo alerta contra su uso en personas con insuficiencia cardiaca, pero no sobre el aumento del riesgo de infarto.

Otro caso es el medicamento Seroquel, de Astra Zeneca, cuyo uso aprobado es en el tratamiento de esquizofrenia. Posteriormente, la empresa lo promovió como tratar el trastorno bipolar, sin haber hecho nuevos ensayos clínicos. O sea, no está probado su efecto y la falta de tratamiento eficaz puede llevar el paciente al suicidio. Con esta ampliación sus ventas llegaron a 4.9 mil millones de dólares en 2009. Recientemente la empresa fue multada con 520 millones de dólares por este fraude contra el sistema de salud. Las autoridades mexicanas no han tomado ninguna medida.

La revisión de las investigaciones sobre Tamiflu que publicó el British Medical Journal en 2009 demostró el mismo comportamiento engañoso de Roche con información parcial, estudios de efectos adversos ocultados, etcétera, que llegó a concluir que no se puede garantizar que tenga utilidad ni que sea inocuo. Y, sin embargo, la Ssa hizo una compra de este medicamento por 325 millones en febrero, 2010. ¿Dónde está la autoridad sanitaria que debe proteger nuestra salud y el dinero destinado a ello?

* Médica-cirujana, maestra en Salud Pública, doctora en Sociología, asesora de la Organización Panamericana de la Salud.

martes, 8 de junio de 2010

El fantasma europeo

Salvador González Briceño - http://alainet.org/active/38752
“Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo”: Sófocles (495-406 aC).

No es el fantasma del comunismo el que hoy recorre Europa sino el de su antítesis: la crisis financiera global. En el entorno europeo, la debacle amenaza con desestabilizar no sólo a los mercados (banqueros y jugadores de ruleta) y a la moneda única, sino a las economías reales. Y Alemania ha tomado la delantera, como punta de lanza de la zona, aplicando también medidas de ajuste.

El anuncio hecho ayer por la presidenta Ángela Merkel seguramente sorprendió a más de uno, comenzando por el presidente francés Nicolas Sarkozy, a quien le canceló una reunión programada para ayer mismo en los últimos minutos. No así a su homólogo británico David Cameron, quien la acompaño en la presentación. Y se ha tomado la determinación, dijo Merkel, porque “el caso griego y el de otros del euro, nos han enseñado la importancia de tener unas finanzas sólidas”.

La verdad es que, si no se toman las medidas pertinentes (en el contexto de la profundidad y el tipo de la crisis actual) no se estará en condiciones de salir bien librados de dicha crisis financiera. Pero no sólo eso. El sólo anuncio de aplicar restricciones para contrarrestarla, ya nos habla de su profundidad y nos explica la urgencia de tomar precauciones. Cierto. Y Alemania está poniendo el ejemplo. Seguirán los demás. Gran Bretaña en la lista.

Por eso se dice que el programa de ajuste anunciado ayer por Merkel, es el de mayor impacto desde la época de la posguerra. Con dicho plan, Berlín prevé un ahorro de 80,000 millones de euros desde ahora al 2014, de los cuales ahorrará ya en 2011 un total de 11,000 millones. Una importante reducción de gasto público del Estado. Para lograrlo, Alemania adoptará medidas como: reducir en 15,000 personas el grueso de funcionarios del Estado en cuatro años. Que equivale al 2.1 por ciento del total de trabajadores públicos de la administración central; así como el recorte de 40,000 soldados efectivos del Ejército.

Además de recortes al gasto social. Merkel anunció bajar las “ayudas por hijo”, y “endurecer” las condiciones para que los desempleados con más de año y medio accedan a las prestaciones. Sin opción, se verán presionados a buscar un empleo. No subirá el IVA, pero se aplicará una tasa aplicable a los bancos en 2012, con el fin de recuperar fondos gastados en el sector a raíz de la crisis financiera. Medida que permitirá recuperar 1,200 millones de euros anuales. Además de una ecotasa a carburantes de aviones que recaerá en los pasajeros que utilicen aeropuertos alemanes. Entre otras medidas.

La canciller alemana admite que reforzar la “consolidación fiscal” es un “ejemplo” para los socios del euro, como también reconocer que fue un “reclamo” del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, cuando visitó Europa la semana pasada. Y eso que Alemania cerró el 2009 con el más bajo déficit, colocado en 3.3 por ciento (la regla de la UE es del 3 por ciento), pero por las políticas de estímulo en este 2010 llegaría al 5 por ciento anualizado. Con las medidas, Merkel espera volver al 3 por ciento en el 2013. Hasta aquí sobre el verticalismo alemán, que se justifica y no.

El caso es que, con tales medidas “unilaterales” anunciadas por la canciller Ángela Merkel, Alemania está viendo por lo suyo únicamente, sin importarle el resto de Europa. ¿Qué no se supone que debió esperar a que cualquier anuncio importante de recorte se hiciera en el marco de la próxima reunión del G-20? Si Alemania supone que se verá beneficiada poniendo el “ejemplo” a los países de la zona euro, hoy está más claro que nunca entre los economistas que las medidas de ajuste llevan consigo inhibiciones para la economía. Más ahora cuando de lo que se trata es de salir de la debacle alentando el crecimiento y no tomar medidas contraccionistas.

Pero si acaso Alemania, como la principal economía de la eurozona, tiene algunas ventajas con el “desprendimiento” del resto, será porque el deslizamiento del euro frente al dólar favorece coyunturalmente a sus exportaciones al abaratarlas. Esa es una variable de corto plazo. Así, está claro que Alemania está operando por su cuenta. Hoy no se ve, pero lo verán después los países de la eurozona. En lugar de actuar en “comunidad” colocando restricciones al sistema financiero responsable del hundimiento actual. ¡No!, salvar el pellejo es lo primero.

Y como a los demás países de la franja débil de Europa —además de Grecia, España, Portugal, Irlanda—: que la población pague las consecuencias de una crisis que no inició ni propició, ni obtuvo algún beneficio. Todo lo contrario. La sociedad es quien paga los platos rotos de los demás; de los que juegan a la ruleta rusa con los recursos millonarios creados como riqueza desde abajo hasta la cúspide de una pirámide rapaz.

Ahí siguen en la fila de la aplicación de las medidas anticrisis y de choque, como las que aplicó el Fondo Monetario Internacional en América Latina en los años 80, España y Portugal. Para no ser desdeñados y poder recibir los fondos necesarios para los rescates; no de sus economías sino de su sistema financiero.

España y Portugal han anunciado sendas medidas para ganarse una estrella en la frente de los países ricos de la zona. Tanto José Luis Rodríguez Zapatero como Aníbal Cavaco Silva, han prometido reformas de fondo a sus economías. Es verdad que ellos no están en las condiciones griegas, como alude el presidente portugués, con tremendos hoyos entre la economía y las estadísticas —comenzando por la deuda pública que alcanza ¡el 120 por ciento!—, pero están en la tablita.

El plan español, por ejemplo, presentado por Zapatero el 18 de mayo tiene el apoyo de la eurozona, sólo falta el voto de su Congreso y el aval de las organizaciones de trabajadores que hoy mismo se movilizan en toda España para rechazarlo. Comprende la reducción del gasto en 15,000 millones de euros entre 2010 y 2011, equivalente al 0.5 por ciento del PIB. Bajar el déficit público del 11.2 del PIB en 2009, al 6 en 2011, para colocarlo en el 3 por ciento en 2013. Medidas de carácter fiscal y de corte estructural. Portugal anda por las mismas. Es previsible que otros países hagan lo propio. Mientras Alemania le apostó a profundizar la crisis europea.http://alainet.org/active/38752

lunes, 7 de junio de 2010

Los gobiernos de izquierda latinoamericanos y los medios de información

Por Vicenc Navarro - http://www.vnavarro.org/?p=3814

Resultado de la enorme crisis, causada por el desarrollo de políticas neoliberales en América Latina (responsables de una ralentización de su crecimiento económico, de un notable crecimiento de la pobreza y de un aumento muy acentuado de las desigualdades sociales -en un continente que ya tenía las mayores desigualdades existentes en el mundo-) hemos visto el surgimiento de gobiernos de izquierda y centro-izquierda, democráticamente elegidos, que están desarrollando políticas distintas y, en muchas ocasiones, opuestas a las seguidas por los gobiernos conservadores y liberales. Tales políticas están afectando a los privilegios de las clases dominantes en aquellos países, así como de los monopolios corporativos afines a ellos. Entre ellos los monopolios e intereses mediáticos. En la mayoría de países donde las izquierdas y centro izquierda gobiernan existen tensiones muy acentuadas entre tales gobiernos y los mayores medios de información y persuasión del país (televisión, radio y prensa escrita).

La gran mayoría de estos medios son de derechas y expresan su postura liberal y/o conservadora con gran agresividad, hostilidad y estridencia. Un personaje como Losantos encaja perfectamente en la mayoría de tales medios. Naturalmente que hay medios de información equilibrados, pero son una excepción. No es pues de extrañar que existan grandes tensiones entre la mayoría de tales medios (que dominan el espacio mediático de aquel continente) y los nuevos gobiernos de centro izquierda e izquierda. Y tampoco es de extrañar que tales gobiernos estén tomando medidas encauzadas a romper los monopolios mediáticos que tales medios tienen en sus países. Hemos visto como en Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia y Venezuela, entre otros, sus gobiernos han propuesto medidas que intentan romper con tal monopolio. Así en Argentina, el gobierno desea introducir mayor diversidad en los medios, rompiendo el monopolio mediático de Clarín Group, el cual controla el 60% de los medios de información de aquel país. En Brasil, el gobierno ha establecido una televisión pública federal, que ha generado grandes resistencias entre los mayores medios del país, todos ellos de orientación conservadora y liberal. En Bolivia el gobierno ha expandido también la televisión pública con resistencia semejante. En Venezuela también se ha expandido la televisión pública a costa de reducir la televisión privada y en Ecuador hay una fuerte tensión entre el grupo empresarial “Teleamazonas” y el gobierno, el cual cerró durante tres días el canal televisivo por haber violado la Ley que prohíbe, en aquel país, dar información falsa orientada a crear disturbios sociales. Tal canal había indicado que, como resultado de las exploraciones en búsqueda de gas en la isla de Puná, la población de aquella isla, que vive del mar y de la pescadería, no podrían pescar y trabajar en el mar durante el periodo de exploración que duraría seis meses. Tal noticia creó gran número de revueltas, que, como subraya Mark Weisbrot, en el rotativo The Guardian de Gran Bretaña (08/01/10) (del cual extraigo gran parte de la información presentada en este artículo), estaban basadas por una información falsa y maliciosa, promovida por aquel canal.

Como es predecible la mayoría de medios (tanto en América Latina como en Europa y EE.UU.) presentan tales intervenciones públicas como un ataque a la “libertad de expresión”, libertad que en realidad ha estado muy mermada durante los años en que tales monopolios mediáticos han controlado la información y la creación de opinión. En realidad, no hay manera de diversificar las fuentes de información sin afectar a los intereses de tales monopolios mediáticos. Como ha indicado el miembro de la Comisión Federal de Comunicaciones del Gobierno Federal de EE.UU., el Sr. Michael Copps, “la utilización de las ondas electromagnéticas, donde se trasmiten los medios, son públicas y es un privilegio que el estado otorga a los medios –de la que consiguen amplios beneficios económicos-. Sin embargo, no es un derecho, que tengan tales compañías”. De ahí que el Sr. Coops proponga que el estado “deba usar su autoridad legal para poner su vocación de servicio al interés público, asegurando una diversidad de sensibilidades y opiniones en el abanico de tales medios que refleje la variedad existente en el país”.

No podía haberse dicho mejor. Lo que están haciendo los gobiernos de centro izquierda e izquierda es precisamente intentar garantizar esta pluralidad. No estaría de más que las autoridades públicas hicieran lo mismo en España, donde el sesgo conservador y liberal es muy marcado en los medios. Es más fácil encontrar artículos críticos de los gobiernos Chávez y de Morales en Venezuela y Bolivia respectivamente que favorables a ellos en España. Con notables excepciones, hay muy pocos medios que sean sensibles a voces de izquierda en nuestro país. Un mero análisis cuantitativo de colaboradores de izquierda en los cinco rotativos de mayor difusión muestra que es un número muy reducido, lo cual sorprende en un país en que la mayoría de la ciudadanía se define de centro izquierda o izquierda. Existe una distancia notable entre el mundo del establishment mediático y la percepción de la realidad por parte de la mayoría de las clases populares, contribuyendo a una preocupante falta de credibilidad de los medios. Una sociedad democrática debe incluir medios de todas las sensibilidades políticas, sin que haya un sesgo tan marcado hacia las posturas conservadoras y liberales, como existe en España. Precisamente esa falta de diversidad en la cultura mediática, es a mi manera de ver, uno de los problemas mayores que tiene la democracia española. La mayoría de los medios de mayor difusión españoles debieran ser más cautos en su crítica a otros países, acusándoles de falta de diversidad ideológica, ignorando la propia realidad en nuestro suelo.



 

domingo, 6 de junio de 2010

La ONU, una herramienta de dominación imperialista

Por: Paco Azanza Telletxiki  - http://www.telesurtv.net/noticias/opinion/1997/la-onu-una-herramienta-de-dominacion-imperialista/

Una vez más y de la manera más hipócrita y estéril posible, la ONU ha condenado la agresión de Israel, y anuncia que abrirá una investigación para esclarecer los hechos, pero no ha aprobado ninguna sanción contra los agresores.

Hace unos días -el pasado 31 de mayo-, lo que hubiera sido relativo motivo de alegría se convirtió en catástrofe humana. El Gobierno israelí decidió que nadie "burlara" su genocida e ilegal bloqueo contra el pueblo palestino, que nadie "metiera las narices" para aliviar el dolor de los habitantes del campo de concentración que gracias a ellos hoy es la Franja de Gaza, y se lanzó, en aguas internacionales, al ataque de una flotilla cargada de ayuda humanitaria. El resultado fue de cerca de veinte activistas desarmados muertos y numerosos heridos. También hubo gran cantidad de detenidos -ya liberados, excepto cuatro- y, por supuesto, los israelíes usurparon la mercancía para que no llegara a manos palestinas.

Tremenda "hazaña" la del criminal Gobierno de Netanyau . Mientras tanto, la llamada "comunidad internacional", siempre tan insensible al dolor de los desposeídos –condena, pero no mueve un solo dedo para que ésta sea efectiva-, ha vuelto a dar sobradas muestras de que su "internacionalidad" se limita a un puñado de privilegiados y saqueadores países.

Una vez más y de la manera más hipócrita y estéril posible, la ONU ha condenado la agresión de Israel, y anuncia que abrirá una investigación para esclarecer los hechos, pero no ha aprobado ninguna sanción contra los agresores. Ya se sabe, Estados Unidos es uno de los cinco países del Consejo de Seguridad que tiene el antidemocrático derecho a veto, y, obviamente, nunca va a permitir que su protegido aliado reciba castigo alguno. De hecho, el Gobierno yanqui ya ha vetado más de treinta resoluciones contra Israel. Y es que los genocidas sionistas gozan de una impunidad tan increíble como insultante, dentro de una organización que está a años luz en cuanto a democratización de su funcionamiento se refiere, así como a la consecución de sus objetivos por los que, al parecer, comenzó su andadura.

La ONU, que reemplazó a la Sociedad de Naciones, fue fundada por 51 países el 24 de octubre de 1945 en San Francisco, California. Supuestamente, nació para facilitar la cooperación en asuntos del Derecho internacional, la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos, pero, como he señalado unas líneas más arriba, su diaria labor dista mucho de acercarle a los mencionados objetivos. Además, a pesar del tiempo trascurrido -64 años desde su fundación- y del cambio tan urgente como profundo que demanda la actual situación mundial, -hoy la Organización está conformada por 192 países- la ONU sigue prácticamente con la misma estructura y el mismo antidemocrático funcionamiento.

¿Por qué tanta negación por parte de los de siempre a un cambio tan necesario? ¿Para qué sirve actualmente la ONU? ¿Quién realmente la dirige? Sabemos que Estados Unidos se vale descaradamente de la organización internacional. Y lo hace para llevar a cabo sus objetivos de política exterior, utilizándola como instrumento de intervención e injerencia en todo el mundo. En pro de sus intereses, los imperialistas involucran a la ONU en conflictos internos de algunos Estados "disidentes", mediante las pseudodoctrinas llamadas "diplomacia preventiva" e "intervención humanitaria". De ese modo, los "amistosos" Cascos azules inspeccionan y controlan elecciones, organizan, establecen y reemplazan gobiernos y crean o entrenan cuerpos de policías y ejércitos locales.

La ONU, en especial su Consejo de Seguridad, se ha convertido en instrumento habitual del hegemonismo de Estados Unidos, quien ha ejercido su antidemocrático derecho a veto, insisto, en infinidad de ocasiones.

Por otra parte, el hecho de que la sede de la Organización esté ubicada en Nueva York ha supuesto que Estados Unidos haya ingresado miles de millones de dólares de los gastos que se ven obligados a realizar la Secretaría de la ONU y el conjunto de sus agencias y organismos, así como el de los diplomáticos de todo el mundo. Estados Unidos, además, cuenta con el privilegio de ser el único país para el que se estableció un límite máximo a la cuota que debe pagar al presupuesto de la Organización. Por si esto fuera poco, el gobierno imperialista incurrió en una prolongada mora en el pago de su reducido aporte financiero.

Lejos de perder sus derechos en el seno de la Organización por este impago, que es lo que demanda la Carta de San Francisco en estos casos, la ONU negoció con su mayor deudor: Estados Unidos pagó una parte de lo que debía, y la ONU rebajó el importe de su ya reducida cuota, comprometiéndose además a realizar cambios en su gestión administrativa que favorezcan, más todavía, al chantajista gobierno norteamericano. Ricardo Alarcón definió este hecho como "un arreglo que más bien ilustra la vergonzosa rendición del mundo ante la arrogancia del imperio".

No son pocos los países que han pedido repetidas veces cambios profundos en Naciones Unidas, para que ésta sea realmente una organización que, en verdad, represente por igual a todos los países miembros. Pero las voces críticas siempre son acalladas o desoídas; basta un solo voto en contra, de los que tienen derecho a veto, para que cualquier intento de reforma sea humillantemente anulado.

No es aceptable que la tiranía con la que se desenvuelve la ONU condicione la vida de la inmensa mayoría de población mundial. Es totalmente inadmisible que cinco países -entre ellos Estados Unidos, que es quien más utiliza la fascista herramienta de recurrir al veto- puedan ningunear las decisiones tomadas por los otros 187 países.

Desde todo punto de vista, el bloqueo que Israel impone por la fuerza a la Franja de Gaza es completamente condenable. Pero es que, además, según los tratados de 1948 y 1949, suscritos también por el Gobierno de los Estados Unidos, el bloqueo de alimentos y medicinas, aún en tiempos de guerra, es delito y debe ser sancionado. Lo mismo sucede con el criminal bloqueo yanqui a Cuba que dura ya tantos años. La última votación en Naciones Unidas arrojó el contundente resultado de 187 países en contra del bloqueo; tres a favor; y dos abstenciones. Vetada la voluntad de la inmensa mayoría de los países miembros por el propio bloqueador, el castigo a Cuba sigue vigente, y quien incumple las propias normas de la Organización nunca ha recibido sanción alguna.

No cabe la menor duda, mientras la ONU no sea radicalmente transformada, o arrojada directamente al cubo de la basura para crear una Organización nueva en la que todos los países tengan voz y voto, y las resoluciones adoptadas no puedan ser vetadas por los poderosos, Palestina seguirá sufriendo la codicia de Israel, y el resto del mundo -sobre todo los países "disidentes" como Cuba- las peligrosas embestidas de un imperio herido y decadente: Estados Unidos.

Blog del autor: http://baragua.wordpress.com

sábado, 5 de junio de 2010

Caricaturas y proyectos acerca del Bicentenario

Por Rodolfo Colángelo - http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/5617

Los festejos del Bicentenario argentino mostraron a grandes rasgos dos proyectos de país si tomamos como una imagen congelada lo que ocurrió puntualmente el 24 de mayo, cuando se reinauguró el teatro Colón con la farándula televisiva y lo más granado de la oposición de derecha, mientras en el Obelisco la multitud vibraba con el folclorista Chaqueño Palavecino.

Ese instante, más allá de los análisis profundos que se puedan hacer, revela la confrontación que vive el país entre las caricaturas de proyectos que encierran regresiones y decadencias, y el controvertido, tal vez caótico, proceso de multitudes que pugnan por buscar un espacio hacia un cambio histórico por el que atraviesa -con retrocesos, desigualdades y crispaciones (bienvenida la crispación)- gran parte de Latinoamérica.

El Colón fue de manera contundente la confirmación de aquella frase de Hegel, retomada por Marx: la historia se repite dos veces, una como tragedia y otra como comedia.

El Centenario de 1910 fue, en un sentido metafórico, la tragedia. El proyecto de país oligárquico y agroexportador alcanzó toda su magnitud con los brillos de ese momento, impulsado por una clase dominante que tenía claro su rol en el mercado mundial y en la división internacional del trabajo.
Las mayorías empobrecidas, los trabajadores, quedaban afuera de ese proyecto y eran perseguidas y encarceladas; pero el proyecto existía y lo encabezaban dirigentes con visión histórica del modelo que querían para la Argentina.

El Colón mostró la decadencia de una burguesía sin proyecto, que acude a sus "cuadros" mediáticos para captar cierto apoyo popular. El millonario Ricardo Fort devenido en estrella televisiva, Susana Giménez, Mirtha Legrand, el modelo Iván de Pineda comentando lo "divinas" que estaban las estrellas de la televisión, montaron esta vez la comedia.

Los "cuadros de la oligarquía, los Leopoldo Lugones, los Miguel Cané, los Joaquín V. González, los Julián Martel, fueron suplantados por la farándula tinelliana de los Jorge Rial que muy bien no sabían que estaban haciendo en ese lugar.

En cambio, la potencia de la multitud en las calles mostró la "fractura" (no hay que tenerle miedo a la palabra) de un país que no puede reconstruirse en base a consensos que en definitiva pretenden mantener una única ecuación: que el 10 por ciento de la población siga acumulando el 80 por ciento de la riqueza.

Por supuesto que lo que ocurrió en el Bicentenario fue un hecho político con mayúscula. Caricaturas y proyectos confrontan, fracturan entre el "consenso" que busca la paz de los cementerios y la "crispación" que navega en un río torrentoso tratando de encontrar su destino.

viernes, 4 de junio de 2010

Los cabos sueltos del ataque israelí

http://www.semana.com/noticias-mundo/cabos-sueltos-del-ataque-israeli/139786.aspx  (*)

Tras la liberación de los detenidos de la llamada "Flota de la Libertad", que intentaba llevar ayuda a la Franja de Gaza, se ha empezado a escuchar otra versión del operativo israelí en aguas internacionales, que dejó un saldo de nueve muertos. El debate mediático sobre el operativo se ha centrado en si los militares israelíes atacaron primero o fueron víctimas de una suerte de emboscada y si su respuesta fue desmedida. Se parte de una premisa discutible: Israel tenía derecho a abordar la flotilla.

Si se quita este supuesto del medio, habría que hablar de un ataque militar contra una flotilla civil en aguas internacionales para mantener un bloqueo que ha sido condenado por Naciones Unidas. En este caso, la acción de Israel es ilegal y los tripulantes tenían derecho de defenderse, similar al que tiene una persona cuando intrusos asaltan su casa.

¿Se pudo evitar la violencia antes del operativo?

Imágenes oficiales israelíes muestran a las autoridades ofreciendo escoltar a los barcos al puerto más cercano para que las 10.000 toneladas de ayuda que llevaban a bordo fueran entregadas por el paso establecido para la entrega de asistencia humanitaria. Según Israel, los organizadores de la flotilla rechazaron esta oferta. ¿Por qué?

Según los testimonios de la tripulación, habían izado una bandera blanca de paz justo antes de que Israel lanzara el operativo, para evitar un enfrentamiento. ¿Existió esta bandera? ¿No la vio Israel?

¿Quién comenzó el enfrentamiento?

Los videos de Israel muestran a soldados siendo atacados por tripulantes con palos y, probablemente, barras de metal.

Pero no se ve lo que pasa antes: es una versión fuertemente editada de los hechos. Los tripulantes liberados contaron que los soldados dispararon antes del abordaje. Algunos dijeron que primero hubo fuertes explosiones y luego —o simultáneamente— disparos.

¿Violencia indiscriminada y excesiva de Israel?

El operativo escandalizó a la opinión pública internacional por el altísimo costo humano: nueve muertos y decenas de heridos.

Israel dijo que llevó adelante el asalto con máximo "autocontrol". Según la misma versión, los comandos sólo tenían armas de fogueo o pistolas y actuaron en defensa propia cuando fueron atacados con palos y barras de metal.

En palabras del portavoz del gobierno israelí, Mark Regev, el operativo era de tipo policial y no militar: "control de multitud" y no combate.

Sin embargo, las mismas imágenes oficiales muestran a uno de los soldados portando lo que parece ser una ametralladora Uzi.

¿Qué tipo de armas utilizaron los israelíes? ¿Cuándo?

El trato de los arrestados es otro cabo suelto. Israel dice que respetó los derechos humanos. Los liberados hablaron de maltratos, golpes y hasta el uso de choques eléctricos contra los detenidos.

¿Fueron atacados los militares israelíes con armas de fuego?

Israel ha cambiado su versión al respecto. El lunes comenzó hablando de un ataque con palos y objetos punzantes. Luego dijo que les habían quitado pistolas a soldados israelies y más tarde que había armas en el barco mismo.

La última versión es que se trató de dos pistolas que les habían sido birladas a los soldados. Los tripulantes negaron haber usado armas de fuego u objetos punzante.

Un video de la televisión turca muestra a un grupo de tripulantes detrás de una puerta con lo que parecen ser barras de metal aparentemente esperando a que los soldados israelíes aborden el Mavi Marmara, la principal embarcación de la flotilla.

Material incompleto y censura informativa

En gran medida, el problema ha sido la fuerte censura sobre el material informativo. Las imágenes que dio a conocer el ejército israelí dejan en claro que sus soldados fueron atacados, pero son un tramo ínfimo de todo lo que se filmó.

No bien comenzó el operativo, los barcos quedaron absolutamente incomunicados y buena parte de su material informativo fue confiscado o destruido.

(*) Revista colombiana, edición del 3 de junio de 2010.

miércoles, 2 de junio de 2010

Una ola gigantesca de repudio contra Israel recorre el mundo

Emilio Marín - http://alainet.org/active/3837

Israel ya estaba súper desprestigiado por sus crímenes en Gaza, Cisjordania y El Líbano. Ahora lo está en mayor grado aún, luego de asesinar y herir personas desarmadas en un barco, en aguas internacionales.

Una flotilla de seis barcos con 750 solidarios con el pueblo bloqueado en Gaza, portaba 10.000 toneladas de medicinas, alimentos y otros productos. Tres eran de bandera turca y habían zarpado de Chipre, en su última parada antes de llegar al puerto de Gaza, su destino. La caravana había sido fletada por la organización humanitaria turca Insani Yardim Vakfi, la Campaña Europea para Acabar el Asedio de Gaza (ECESG), su seccional de Grecia, la campaña sueca 'Barco a Gaza' y el Movimiento “Free Gaza”.

Allí viajaban personas desarmadas. “La única arma que llevaba mi hijo era su cámara de video”, declaró la mamá de español David Segarra, representante de Telesur.

Pero el fin humanitario y la condición pacífica de los navegantes no fueron impedimento para que el 31 de mayo fueran asaltados por unidades de elite israelitas. Estas se descolgaron de helicópteros, con la nocturnidad habitual de las masacres, y llegaron a la cubierta del barco Mavi Marmara disparando ráfagas de sus fusiles.

El saldo provisional, porque el gobierno de Israel no ha querido dar mayores detalles, es que 16 personas fueron asesinadas y entre 35 y 50 más fueron heridas. El ministro de Defensa, Ehud Barak, alabó a los atacantes: “conozco a las unidades implicadas y a sus comandantes. Son lo mejor de nuestra gente”.

El navío atacado estaba en aguas internacionales, a 65 kilómetros de la costa, por lo que el crimen de guerra tiene más condimentos aún de ilegalidad y hasta de genocidio.

Así lo han entendido la casi totalidad de los gobiernos del mundo, que han hecho oír su repudio y el reclamo de investigación y castigo a las autoridades israelitas. Naciones Unidas, el Vaticano, la Liga Árabe, la Unión Europea y muchos otros gobiernos han criticado en fuertes términos.

Los pronunciamientos más enérgicos provinieron del jefe de gobierno de Gaza, Ismail Haniyeh; del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas; de la citada Liga Árabe y del premier ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. Este último, que había declinado visitar Buenos Aires como protesta contra el gobierno de Mauricio Macri, estaba en Santiago de Chile cuando el ataque sionista y regresó a Ankara.

La cancillería argentina adoptó una justa posición. El comunicado afirmó que “Argentina lamenta profundamente la pérdida de vidas humanas producida en este episodio y efectúa un llamado a que se lleve a cabo una completa y exhaustiva investigación de los hechos ocurridos". Además, expresó su "enérgico llamado al cese inmediato de actos de violencia que agravan la situación en Medio Oriente, y al levantamiento del bloqueo a la población de Gaza, permitiendo la libre circulación de las personas y el ingreso de ayuda humanitaria a la región”.

Un bloqueo ilegal

Ese último párrafo del Palacio San Martín da justo en el clavo. Es que Gaza está bloqueada en forma criminal por Israel ahora gobernado por Benjamin Netanyahu, pero las cosas estaban igual con los gabinetes anteriores, de Ehud Olmert, Ariel Sharon, Barak y el mismo Netanyahu.

En Gaza vive 1.5 millón de palestinos, absolutamente cercados por tierra, pues de un lado hay pasos cerrados por Israel y otros clausurados por Egipto. Y por mar, porque el Mediterráneo está patrullado por la armada israelita, que no les permite ni pescar en paz.

El bloqueo total de esa pequeña lonja se acentuó luego que en enero de 2006 el movimiento de resistencia islámica Hamas ganara limpiamente los comicios. En junio de 2007 y hasta hoy cayó un telón de acero sobre los puestos limítrofes terrestres. La impiedad para con los palestinos puede deducirse del hecho de que recientemente no se dejó pasar ni siquiera al lingüista estadounidense Noam Chomsky; no llevaba ningún libro-bomba sino alguno de sus premiados volúmenes.

Por mar, hasta ahora había sido imposible que se arrimara un barco con alimentos, pero al menos no se lo había abordado militarmente y disparado a matar. El intento abortado el lunes 31 fue la octava intentona de esos movimientos de solidaridad. Y a pesar de haber sido frenado a fuego y sangre, no está escrito que vaya a ser el último por aquello que han dicho los poetas, de que cuando más negra es la noche, allá nomás está el alba. El dolor de las familias de los 16 muertos y decenas de heridos, la indignación por la cobardía de los sionistas, la sensibilidad ante los padecimientos de los pobladores de la Franja, etc, pueden motivar nuevas “Flotillas de la Paz”. Alguna vez podrán atracar en el puerto de Gaza y entregar su carga solidaria.

La población cercada por tierra y agua tampoco puede confiarse del aire. De allí les llegaron más de una vez misiles, bombas y cañonazos israelitas de las campañas “Primeras Lluvias”, “Lluvias de Verano”, “Nubes de Otoño” (2006), “Plomo Fundido” (2009). En la última tuvieron que lamentar 1.400 muertos.

Ese bloqueo fue comparado por el jurista sudafricano John Dugard con “Crear una prisión y tirar la llave al mar”, según citó el profesor Ilan Pappé. Este, de origen israelita, tuvo que exiliarse en Inglaterra por las amenazas de muerte de la derecha de su país.

Poco imaginativos para mentir

¿Cuál fue la explicación de la administración Netanyahu? Primero demonizar a los voluntarios de la flotilla, a los que presentó como traficantes de armas al servicio de Hamas. Segundo, y ligado a lo anterior, mentir con que esos navegantes recibieron a los pacíficos militares israelitas con disparos de armas de fuego y cuchillos. Debido a eso, claro, los agredidos no tuvieron más remedio que disparar y provocar esas muertes que, por supuesto, lamentan muchísimo. También hicieron un descargo: los navegantes habían arrebatado armas a los militares y las habían vuelto en contra de éstos.

Esta sarta de mentiras traen a la memoria los comunicados en la época de la dictadura militar en Argentina sobre supuestos enfrentamientos con la guerrilla, que eran excusa para matar presos políticos en “ley de fuga”. También se parecen a la historia oficial de la masacre de Trelew según la cual Mariano Pujadas había arrebatado el arma a un marino y éstos se habían visto precisados a disparar y matar 16 guerrilleros.

Pero esta vez a Israel se le fue la mano. Es que entre los “extremistas islámicos” que viajaban en el Mavi Marmara había personas honorables de Turquía, Grecia, España, Argelia, Kuwait, EEUU, Reino Unido, Australia, Grecia, Canadá, Malasia, Serbia, Bélgica, Irlanda, Noruega, Suecia, Alemania y otros países. Incluso en Israel hubo gente en el puerto de Ashdod con carteles de “Free Gaza Movement”.

Entre los “contrabandistas de armas” venían la irlandesa Maired Maguirre, premio Nobel de la Paz; las alemanas Annete Groth, diputada de la agrupación La Izquierda e Inge D. M. Coger, legisladora del mismo partido, y Norman Paech, también diputado germano; Marck Daly, senador de Irlanda; Henning Mankell, conocido escritor sueco, y muchas otras personalidades.

También había periodistas, como el valenciano Segarra, de Telesur, y el enviado especial del qatarí canal Al Yazira, James Elshayyal. Por eso hubo videos documentando el violento asalto; los genocidas están tomados con las manos en la masa, o sea con sus fusiles humeantes.

¿Qué explica la brutal acción de Israel?

En primer término, su necesidad de mantener el cerrojo por la vía marítima. Si la flotilla llegaba a puerto, la cuerda que estrangula a los palestinos se iba a cortar. El premier dio orden de disparar para que la muerte de los solidarios de afuera confirme la muerte por hambre de los sitiados palestinos.

En segundo lugar, semejante violación de la ley internacional puede hacerla un loco o un íntimo aliado de Estados Unidos. Netanyahu es lo segundo y es responsable de asesinar palestinos, erigir el Muro del Apartheid en Cisjordania, ampliar colonias ilegales en Jerusalén Este y Cisjordania, bombardear Gaza, retener las Alturas del Golán de Siria, etc. Procede así porque cuenta con el apoyo del imperio, en particular del lobby sionista en el Departamento de Estado, Pentágono, Wall Street y los medios hegemónicos. No es de extrañar que de esos sitios no saliera ninguna condena al ataque del lunes 31 sino una hipócrita declaración de pesar y un amable pedido de investigación.

En cada país hay miles de problemas. Pero habría que tomarse un momento para que en todos se proteste por los crímenes en el Mavi Marmara y se boicotee el comercio con Tel Aviv. De lo contrario los asesinos seriales lo volverán a hacer impunemente.

martes, 1 de junio de 2010

Los desaparecidos de EEUU

Tomado del Diario La Prensa, de Nueva York - http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/5600

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) tiene un sistema de detención de 350 instalaciones operadas mayormente por empresas privadas y cárceles locales. Informes sobre el destino de los detenidos han puesto de manifiesto el abuso sistemático y el abandono de los inmigrantes a la custodia del gobierno federal. Hay mujeres víctimas de violación a quienes se les negaron los servicios de aborto durante su detención.

Las embarazadas han permanecido encadenadas mientras dan a luz, y los bebés que todavía están siendo amamantados les son arrebatados a sus madres.

En un lapso de cinco años, más de 100 inmigrantes detenidos han muerto bajo la custodia de ICE. Estas muertes salieron a la luz a partir de unas investigaciones periodísticas y de la organización American Civil Liberties Union. Un ecuatoriano víctima de negligencia murió después de ser transferido de una cárcel de Rikers Island en Nueva York a las autoridades de inmigración.

Con demasiada frecuencia, los detenidos desaparecen en algunas de las divisiones subrepticias de ICE que no aparecen en los registros públicos y que no están identificadas claramente, según reveló un estudio de La Nación. "La capacidad de acceder al mundo exterior es una salvaguardia esencial en contra de la detención arbitraria", afirma Amnistía Internacional.

Los inmigrantes detenidos no tienen derecho a representación legal. Tienen que defender su caso a través de una maraña de obstáculos, como depender de organizaciones sin fines de lucro que no pueden aceptar llamadas con cargos, malas traducciones o interpretaciones, y desconocimientos sobre sus derechos.

El sistema socava sus escasas posibilidades a un juicio imparcial. El Instituto Warren describe los defectos del proceso federal de detención de inmigrantes, como por ejemplo jueces sobrecargados de trabajo y juicios en masa.

Las condiciones vergonzosas de detención van en contra de los derechos humanos, incluido el derecho de los detenidos a acceder a servicios médicos y abogados, y el derecho a no ser detenido por más tiempo del que el gobierno pueda justificar.

Bajo la administración de Obama, el gobierno federal pasó la moción de revisar las políticas en torno a la atención médica y la supervisión. El año pasado, ICE anunció cambios para mejorar las condiciones de detención y seguidamente se hizo una muy necesitada revisión interna de las prácticas de detención.

Pero lo que permanece igual es que estas políticas sobre los servicios de salud y la supervisión, no son legalmente vinculantes y por lo tanto, no son imputables.

Pero, ¿quiénes son los responsables de esta conducta criminal y negligente? Una empresa privada contratada para hacerse cargo de los inmigrantes detenidos y en cuyas instalaciones ha habido muertes por causa de negligencia, sigue operando centros de detención.

El que nadie se haga responsable es inaceptable. El estándar debe incluir políticas humanitarias de detención, representación legal adecuada y castigos fuertes para aquellos que no respetan los derechos de los inmigrantes.

Sin embargo, la nación debe ir más allá. No podemos permitir que ICE convierta la detención en un negocio.

lunes, 31 de mayo de 2010

La verdad completa

Por Marta Vedio - http://www.elargentino.com/nota-92373-La-verdad-completa.html

Quizás sea necesario volver a enunciar los hechos del pasado reciente para ayudar a aprehender su tremenda dimensión, al menos en parte: la dictadura que gobernó nuestro país entre 1976 y 1983 utilizó la poderosa estructura del Estado para asegurar el aniquilamiento de miles de personas a través de una metodología clandestina que sistematizó el secuestro, la tortura, el homicidio y la desaparición como actividades estatales.


Lo hizo con el pretexto de combatir a una "subversión" que, según el discurso de los generales, amenazaba las bases occidentales y cristianas de nuestro país.

El campo de batalla de eso que hoy pretenden llamar "guerra" fueron campos de concentración y el enemigo estaba constituido por jóvenes cuerpos encapuchados, maniatados, torturados, es decir, reducidos a la indefensión más absoluta.

Es necesario también decir claramente que, a fines de 1975, la guerrilla había perdido casi por completo su capacidad operativa, con lo cual queda al descubierto la estrepitosa mentira que los discursos militares nos vendieron y que como sociedad compramos complacientes.

Sintetizando: fue una masacre.

Resulta entonces alarmante el resurgimiento de voces que vuelven a la palestra pública para tratar de volver a imponer la mirada que propuso la dictadura y "denunciar" una mirada tuerta de la historia.

Se dice que la memoria debe ser integral y la verdad completa. Nadie puede dejar de estar de acuerdo, pero la consigna no deja de ser una frase vacía cuando se omite deliberadamente reivindicar la obstinada apuesta de nuestro movimiento de derechos humanos por la verdad y la justicia y por los carriles de la institucionalidad.

Se miente a sabiendas cuando se omite en el análisis que los delitos que hoy se juzgan agravian a la humanidad en su conjunto y que ello los vuelve jurídicamente imprescriptibles. Que fueron cometidos utilizando la estructura del Estado y que fueron producto de una planificación que les dio sistema y masividad.

Si la memoria debe ser integral y la verdad completa, estas cosas deben decirse con claridad. Porque de lo contrario se podría suponer que el conjunto de frases altisonantes, en lugar de procurar esclarecimiento, esconde la búsqueda de una amnistía.

Abogada querellante por delitos de lesa humanidad

domingo, 30 de mayo de 2010

Paco De Lucia, John Mclaughlin y Al Di Meola - Mediterranean

El pueblo del Bicentenario

Por Ricardo Forster * - http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-146644-2010-05-30.html

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Los días argentinos no dejan de sorprendernos. Lo esperado y el azar se entrelazaron para devolvernos la imagen de una historia abierta, compleja, laberíntica, tumultuosa y aluvional. De a centenares de miles, viniendo de todas partes, cruzando las fronteras que separan la ciudad de los suburbios, subiéndose a colectivos y trenes, a subtes y autos o simplemente caminando para apurar las cuadras que los separaban de un centro que, por cuatro días de una intensidad increíble, se reencontró con su pasado mítico, con sus leyendas de arrabales tangueros y de marchas obreras, la multitud invisible se transformó en el pueblo del Bicentenario. Vinieron de esas geografías tematizadas como zonas del peligro, sortearon las prevenciones y los prejuicios de todos aquellos que asimilan masas andantes con disturbios y criminalidad, con violencia y agresión. Multitud abigarrada y festiva, colectivo social multiplicado en millones de personas que manifestaron con alegría y serenidad, que gozaron y cantaron, que bailaron y conversaron, que miraron y preguntaron, que se emocionaron y se sorprendieron. Todos, cada uno de nosotros, fuimos sintiendo la potencia de la transfiguración; pudimos percibir que algo inusual y extraordinario estaba sacudiendo las entrañas de un país siempre anómalo y extraño pero siempre intenso y desafiante.

La ciudad se abrió y los cuerpos se movieron con libertad desprendiéndose de los miedos impuestos, de esos trazos de ficción mediática que apabullaron desde pantallas y rotativas la cotidianidad de los argentinos hasta construir la imagen de una sociedad en estado de guerra y de intemperie, asolada por la inseguridad y prisionera de una violencia autodestructiva que, siempre, asumía el rostro del oscuro habitante de esos arrabales transformados, gracias a las retóricas del amarillismo y el racismo, en las zonas del mal. Desde allí vinieron de a miles y miles desmintiendo, como lo han hecho en otras ocasiones memorables de nuestra historia, a quienes, desde el desdén y la más cruda violencia del lenguaje discriminador, no se cansaron de repetir que los mueve el clientelismo y el choripán, la promesa de alguna dádiva o la obligación de no quedar mal con el puntero del barrio. Los velos se cayeron, se derrumbó el discurso hegemónico y monocorde de la corporación mediática. Estalló en mil pedazos la palabra “crispación”. Y las calles del centro mutaron en calles de fiesta y regocijo, de asombro y participación. Así de simple y de complejo... la multitud, los negros de la historia, los incontables, los que pujan desde el fondo de los tiempos por el reconocimiento y la igualdad hicieron acto de presencia y lo hicieron transformando durante cuatro días a Buenos Aires en una magnífica alquimia de ágora y carnaval, de imágenes monumentales desplegadas sin medir riesgos estéticos por la fuerza bruta de la invención artística y la inquieta interrogación por aquello del pasado que sigue insistiendo en el presente. Fue alegría compartida y conmoción ante los dolores y los horrores de nuestra historia, que también estuvieron allí, sin ocultamientos ni narraciones edulcoradas. Y estuvieron junto a las clases medias de los barrios porteños y del Gran Buenos Aires desmintiendo la lógica de los abroquelamientos y los muros invisibles que se fueron levantando utilizando los recursos culturales de medios de comunicación atravesados de lado a lado por la retórica de la ciudad neoliberal, privatizada y fragmentada, de esa que vivió de rapiñar el espacio público poniéndolo a su servicio. Los cuerpos se mezclaron, lo individual y lo colectivo se entrelazaron al riesgo de romper prejuicios y paradigmas dominantes, como recordando otras ciudades en la ciudad del Bicentenario (ciudades de los conventillos y de las esperanzas, de caminatas míticas narradas por la literatura de Borges y Marechal, de Martínez Estrada y Cortázar, de Sabato y Oesterheld, de alquimias de poetas y de vagos, de movilizaciones populares y de tozudas resistencias, de tardes futboleras y de antiguas devociones barriales... ciudades escritas con la diversidad de mil escrituras por sus habitantes que, como si hubieran venido de todos lados y de todas las épocas, se reunieron para recobrarse y mirarse a los ojos en estos días de mayo).

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Allí, en la ciudad libre y lúdica, tumultuosa y festiva, no estuvo la “gente”, ese nombre forjado para excluir e invisibilizar al otro, para restarle su humanidad transformándolo en una amenaza o en la plebe oscura y sin nombre. La “gente” quedó atragantada en la garganta de aquellos periodistas formateados para diferenciar a los lindos de los feos, a los limpios de los sucios, a los ciudadanos que se manifiestan espontáneamente de los oscuros objetos del clientelismo o del piqueterismo. Allí hubo pueblo, diverso y múltiple, portador de lenguas y tradiciones, amalgama de lo distinto y de lo semejante, tumulto de colores y de grafías. Pueblo que recuperaba sueños olvidados, que se dejaba agasajar después de tantas frustraciones y que rompía en mil pedazos el discurso que nos enseñó a establecer una brutal equivalencia entre multitud y homogeneidad, entre pueblo y monotonía autoritaria, entre la masa oscura y las personas pensantes y autónomas. No estuvo un pueblo bucólico, ni un pueblo virginal. No hubo ni hay pueblo puro. Hay luces y sombras danzando a contraluz de la historia argentina como esa que pudimos ver desfilar entre vanguardismos estéticos, giros brechtianos y arquitecturas monumentales que cruzaban, de un modo desafiante, lo artístico y lo político. Allí estuvo el pueblo de la independencia y el de las dictaduras, el de los anarquistas soñadores y el de la locura especulativa, el de la Constitución quemada y el de la fiesta democrática, el del dolor inconmensurable de las Madres, el del infinito reclamo de justicia y memoria y el de los silencios resignados. Pueblo manchado y vital. Como si en los claroscuros de la historia, en el interior de sus pasadizos secretos, la palabra pueblo pudiera narrar lo mítico y lo soñado, lo esperado y lo perdido, la fuerza del acontecimiento que parte aguas y la monotonía de los tiempos de la resignación y el olvido. El pueblo es, también, lo que bordea el peligro, lo que a veces se aventura detrás de lo inesperado que brota haciendo saltar los goznes de una realidad enturbiada y estancada. Otras veces ese nombre fue pronunciado, y algo de eso se contó en los muros del Cabildo y en las avenidas capturadas por el desfile de las carrozas y la contemplación entre deslumbrada y fervorosa de la multitud, para legitimar las páginas más ignominiosas. El pueblo es movimiento, mutación, herencia y memoria, es cuerpo sobre el que las escrituras de la historia van dejando sus huellas indelebles aunque se las intente borrar.

Pero el pueblo es también el giro de los tiempos que interpela siempre de un nuevo modo aquello que lo constituyó. Cada generación reinterpreta el pasado de acuerdo a sus necesidades, a sus prejuicios y a sus ensueños de aquello siempre esperado como reparación y oportunidad convirtiéndolo en fuerza vital y en actualidad, dándole sentidos tal vez impensados en otras encrucijadas de nuestra historia. Como si algo de lo excepcional se hubiera derramado sobre este presente para iluminar de otro modo nuestra travesía como nación. Como si eso inimaginado se hubiera encontrado con ese sujeto olvidado y ninguneado produciendo un acontecimiento sobre el que todavía no alcanzamos a descifrar su proyección. Intuimos que lo desplegado en estos últimos años, aquello que fue invirtiendo la marcha decadente y brutal de una Argentina que había sido capturada por la cultura del egoísmo y la especulación del capitalismo neoliberal, tuvo mucho que ver en las jornadas multitudinarias del Bicentenario. Como si lo inaugurado otro 25 de mayo, pero de 2003, con sus intensidades y sus dificultades, con sus apuestas riesgosas, sus aciertos y sus errores, hubiera encontrado el difícil camino que nos fue llevando, tal vez sin preverlo ni imaginarlo de este modo y con tal magnitud, a la reaparición del pueblo.

Una reaparición que se vincula directa y decisivamente con el también arduo ejercicio de rescatar a la política de su envilecimiento, de volver a ponerla en el centro de lo democrático como un instrumento sin el cual las sociedades quedan prisioneras de los arbitrios de las “gestiones empresariales” y de los tecnócratas del establishment. La política como lugar del litigio por la igualdad y como lengua que se instala para desmentir las falsas e ilusorias retóricas de la unidad y del consenso que suelen ocultar la perpetuación de las injusticias y las desigualdades. Porque este 25 de mayo no es apenas un acontecimiento festivo, un baile de máscaras sin rostros por detrás. Es, ha sido, la emergencia de una posibilidad que parecía saldada o extraviada, la posibilidad de situar lo político en el corazón de la democracia sin renunciar a dar la batalla por la distribución de la riqueza, la refundación del Estado, la recuperación imaginativa del espacio público, la reparación de las injusticias del pasado en los tribunales del presente y de inscribir este tiempo argentino en nuestro muchas veces olvidado destino sudamericano.

Hemos sido testigos y partícipes de días luminosos. Días irrepetibles, únicos, que dejarán su impronta en lo por venir. Días que nos de-safían y nos ofrecen el raro privilegio de ser actores de la historia, de esa misma cargada de fantasmas que fueron convocados por el arte y la política, que estuvieron en esa maravillosa galería de los patriotas latinoamericanos, que pasearon entre nosotros bajo los rostros de José Martí, del Che, de Emiliano Zapata, de Túpac Amaru, de Artigas, de Evita, de Allende, de Sandino, de Bolívar, de San Martín y de tantos otros que hacen a la memoria y a la trama subterránea de un continente caliente, desmesurado y libertario. Días del pueblo que dibuja los trazos de una Argentina que quiere ir en busca de la igualdad, la libertad, la justicia y la fraternidad. Algo de eso pudimos sentir en la piel, en el corazón y en la reflexión mientras, como escribió Elías Canetti en la encrucijada de otra historia, nos dejamos llevar por el vértigo y la fiesta de lo colectivo.

* Filósofo, profesor e investigador de la UBA.

viernes, 28 de mayo de 2010

“Hubo un derrame de pueblo”

Sebastián Premici -http://www.revistadebate.com.ar//2010/05/28/2923.php
El filósofo Ricardo Forster analiza el entramado cultural y político que puso al desnudo la conmemoración del Bicentenario


¿Cómo interpreta el hecho de que más de seis millones de personas hayan estado en las calles de la Ciudad festejando el Bicentenario? 

Una de las primeras impresiones que tuve fue que algo profundo había ocupado nuevamente lo público, la ciudad, las plazas, con una mezcla de festejos, alegría, serenidad, desmintiendo casi rotundamente el discurso monocorde de algunos medios de comunicación, que hablan todo el tiempo de un país violento, crispado. Lo que vimos fue una ciudad capturada por una pueblada.  Venían de todos lados, en trenes, subtes, colectivos. Había muchos jóvenes, familias enteras, participando activa y plenamente. Se podía caminar entre la multitud sin riesgos, sin policías vigilando. Mientras participaba de los festejos pensaba en el concepto de patria que nos vienen enseñando desde la década de 1960, un concepto brutalizado de la patria. Pero en realidad, gracias a estos fes

desolación, el regocijo, la burla del carnaval, las ideas libertarias. Cuando creíamos que la batalla la había ganado el neoliberalismo, nos dimos cuenta de que se pueden plantear nuevos horizontes. Quizás estemos ante un momento de inflexión. No podemos comprar el discurso de que “la gente” salió a decir basta de discusiones, queremos consenso. Ése es el discurso de los que le tienen miedo al pueblo. Lo bueno de estos festejos es que quedó claro que la historia no terminó.



¿Cuál sería ese punto de inflexión?

La movilización de tantas personas hubiera sido inimaginable sin la recuperación del tejido social. Creo que ahí jugó mucho la Asignación Universal por Hijo, la recuperación del trabajo, la confianza de que el país tiene una oportunidad. Esta imagen se contrapone con la catástrofe de los 90, con el país liquidado y el exilio masivo de jóvenes. En los últimos años hubo un camino de reparación social, no de filantropía, sino de reparación de derechos, reconstrucción de identidades, lenguajes que unen sus raíces en temas colectivos. En la década del 80 también hubo mucho fervor, mucha utopía alrededor de la democracia pero luego terminó en la desilusión de Semana Santa. Mal que le pese a muchos, el Gobierno salió fortalecido con estos festejos. Durante la caminata del martes entre la Casa Rosada y el Cabildo, hubo un fuerte fervor hacia Lula, Hugo Chávez, Evo Morales y la propia Presidenta. Esto le hace bien a la política, que con sus limitaciones y desafíos, todavía está ahí, no claudicó.

Antes de los festejos se decía que el kirchnerismo se había apropiado del Bicentenario. ¿Cree que es así?

La pregunta es otra. ¿Qué habría pasado si la fundación de la patria hubiese sido en 1794? En ese caso, el Bicentenario hubiera caído en pleno menemismo, con festejos al estilo Tinelli, con la utopía del “deme dos”, los viajes a Miami y la pizza con champagne. Jamás se hubiera podido imaginar un desfile donde quedaran representados los luchadores sociales, las Madres de Plaza de Mayo, hubiese sido la Argentina de los que vendieron el patrimonio del país. Hubiesen sido los festejos del puro kitsch y el cholulismo de cuarta. Lo que hubo fue una lectura de la patria, en un momento peculiar para América Latina, que marca una profunda diferencia con el primer centenario, donde la invitada central había sido la Infanta Isabel. En cambio, ahora los festejos fueron junto a los presidentes de América Latina, y donde se inauguró en la Casa de Gobierno un salón con las imágenes de Perón, Evita, el Che, José Martí, Túpac Amaru, entre otros patriotas latinoamericanos. Cada presente produce su propia relación con el pasado y eso fue lo que se puso de manifiesto en estos festejos.



Hizo mención al cholulismo. Es un poco lo que pudo verse en la transmisión que hizo Canal Trece en la reinauguración del Teatro Colón.

No por nada Mauricio Macri le vendió los derechos de transmisión al Grupo Clarín, que se dedicó a mostrar figuras relevantes como el personaje de los chocolates (ndr: Ricardo Fort), y a Macri diciendo que debíamos recuperar la Argentina del Centenario. Es decir, lo peor de la oligarquía nacional, ni si quiera la Generación del 80 con sus ideas de libertad, sino el país agroexportador de la Sociedad Rural. Éste es un tiempo histórico donde se están dirimiendo diferentes Argentinas. Y en el Colón, más allá de su importancia histórica, se reunió esa Argentina que se define como “gente”. Sin embargo, hubo algunos vasos comunicantes entre quienes vieron la reapertura desde afuera, los que estuvieron en la puerta del Colón y también participaron de los festejos en la 9 de Julio.



¿La privatización de la transmisión de la reapertura del Colón da cuenta de una política del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?

Es una herencia directa del neoliberalismo, la privatización del espacio público. El propio Colón, cuestionado por su gestionamiento, tiene que ver con la forma en que se piensa la Ciudad. Puerto Madero, por ejemplo, es la insignia de la destrucción de la vida urbana, que se contrapone a  los cuatro días de recuperación popular de la ciudad. Los festejos del Bicentenario fueron la contraposición al barrio privado, a la plaza cercada. Hay proyectos de sociedad diferentes, y eso pudo leerse alrededor del acto dentro del Colón. Afuera del teatro, fue otra historia.



¿Qué pasó con ese miedo que se dice que es la principal preocupación de la población?

El miedo pega fuerte en sociedades frágiles, desiguales. Sería absurdo decir que en la Argentina, como en muchos lugares del mundo,  no existen situaciones peligrosas. Sin embargo, cuando se naturaliza el discurso sobre el miedo, el poder apunta a romper espacios compartidos entre los distintos sectores de una misma sociedad. Se criminaliza al pobre, para que las clases medias sólo vean en las clases bajas lo oscuro, sin poder ver la generosidad. En la Argentina se puso en evidencia que existe una construcción política mediática del miedo. Como decía el viejo Spinoza, “el miedo es una pasión que favorece a unos pocos”. En cambio, cuando se abren espacios compartidos, aparece la fiesta. Durante estos días también pensé en los intentos del intendente de San Isidro, Gustavo Posse, para separar a los vecinos de su municipio con los de San Fernando. Los festejos del Bicentenario fueron los derrumbes de los muros invisibles. Y era algo que ya se venía venir, hubo señales previas de cambio, como pudo ser la última marcha del 24 de Marzo o la movilización a favor de la nueva ley de medios. Hay que darse cuenta que dentro de un proyecto de transformación económica, la cultura tiene mucho que ver. La democracia se reinventa cuando se recupera el espacio público. Ahora, hay que seguir avanzando en la deconstrucción del miedo y de una sociedad para unos pocos.



¿Cuáles son los desafíos de este Gobierno o la próxima administración para continuar con la construcción de una sociedad más justa?

Creo que tanto Cristina como Néstor Kirchner estarán preguntándose qué generaron para ser parte de este giro e incipiente recuperación de la Argentina rapiñada en las últimas décadas. Esto conlleva una enorme responsabilidad para darse cuenta de que son los pueblos los que construyen la historia. En este sentido, habría que profundizar lo más generoso de estos años, el nuevo lazo con Latinoamérica, la política de derechos humanos, el cambio de la justicia. Y faltan cosas, la desigualdad sigue siendo muy profunda y el Estado sigue debilitado. Esto es parte de la responsabilidad y el desafío. Si algo demostraron Néstor y Cristina fue que frente a las paradas difíciles, pudieron ponerle el cuerpo. Abrir la ciudad para los festejos del Bicentenario fue un gran riesgo, porque nadie sabía cómo iba a ser la reacción popular. También me parece que los sectores de la derecha quedaron desconcertados, están inquietos y preocupados. Ya no se trata de defenderse de los ataques destituyentes de algunos sectores. La pelota está del otro lado. Es probable que se haya abierto una nueva dimensión de participación, con la posibilidad de discutirlo todo. Ahora el desafío es ser inventivos y generar las condiciones para que la participación popular sirva para construir una sociedad más justa.

jueves, 27 de mayo de 2010

Klimax - La permuta

El primer centenario y la búsqueda del paraíso perdido

Por Arturo Trinelli - http://alainet.org/active/38432



El Bicentenario ha motivado en el último tiempo la publicación en diferentes medios de notas de todo tipo: algunas referidas a los personajes directamente ligados a la propia Revolución de Mayo, cuyo pensamiento político y participación en aquellas jornadas históricas siempre vale la pena recordar; otras han emprendido la tarea de elegir las figuras más destacadas de estos 200 años, donde desde San Martín hasta Maradona la pelea por el primer lugar en el ranking de preferencias incluye a los más variados personajes. Finalmente, aparecen también opiniones que no resisten la tentación de comparar ambos centenarios con el objetivo de emitir “balances”.

Uno de estos casos es el de Roberto Cachanosky, quien en una nota reciente titulada “¿El mejor gobierno de la historia Argentina?” (La Nación, 14 de mayo) compara la situación actual del país con diferentes etapas anteriores, entre ellas el primer centenario, para criticar las declaraciones de Kirchner cuando días atrás sostuvo que el gobierno de su esposa era el mejor de la historia argentina. A fin de resaltar el mayor progreso de las primeras décadas del siglo XX sobre la actual, destaca la gran cantidad de inmigrantes que llegaron al país entre 1901 y 1910: “francamente, no se percibe que hoy, bajo el gobierno del matrimonio (sic), tengamos una inmigración de esa envergadura. Más bien nuestros hijos se plantean en qué país, que no sea éste, pueden tener un futuro mejor”, afirma con cierta nostalgia. “Por más que quiera descalificarse a la generación del ’80- continúa- lo cierto es que transformó a la Argentina de un desierto en uno de los países más prósperos del mundo en muchos años”. Y concluye que “no se observa hoy en día el aluvión de inversiones que atraía nuestra patria a fines del siglo XIX y principios del XX”.

Resultaría imposible reconocer en estos argumentos la aplicación de una adecuada metodología histórica, de respeto a los diferentes contextos y procura por análisis pluricausales y situados, pese a los intentos del autor por respaldar sus conclusiones con datos numéricos. Aún así, ensayemos algunas réplicas.

En primer lugar, los inmigrantes que llegaban a la Argentina y que Cachanosky toma como parámetro de progreso, en general representaban mano de obra poco calificada que la “próspera” Argentina del primer centenario condenaba a vivir en condiciones de hacinamiento extremas. Se trataba, en mayor medida, de obreros de países pobres de Europa, que principalmente se establecían en Buenos Aires por ser una ciudad que demandaba mano de obra barata para la economía exportadora, algunos servicios y transportes. Al mismo tiempo, eran sometidos a pautas de trabajo realmente penosas, con jornadas laborales interminables, muy mal pagas y sin ningún tipo de higiene que evitara la propagación de enfermedades.

Tal vez para Cachanosky sea un dato menor, pero lo cierto es que durante el primer centenario tampoco existían libertades políticas, y mucho menos derechos a manifestar reclamos por mejoras en las condiciones de trabajo. El fraude electoral sistemático y la imposibilidad de participación política tenían un correlato legal en la sanción de la Ley de Residencia (1902) y la Ley de Defensa Social (1910) donde básicamente el Estado se atribuía el derecho de encarcelar o expulsar del país a todo aquel que pensara distinto o a lo sumo reivindicara un aumento en su salario. En consecuencia, la falta de libertad de expresión, persecución y, en muchos casos, confinamiento al lejano presidio de Ushuaia eran la única vinculación posible frente a un Estado intolerante y autoritario, donde los asesinatos de trabajadores por las represiones en las huelgas o manifestaciones obreras casi formaban parte de la crónica diaria.

Los gobiernos de la época, conservadores en lo político y liberales en lo económico, tenían como única preocupación obtener la mayor cantidad de ganancias de las importaciones y las exportaciones. Desde la lana a la carne, el foco estaba puesto en garantizar los beneficios de la elite que manejaba esos negocios y a los que la dirigencia política representaba. Los conflictos laborales que se suscitaban como consecuencia de su total desapego por la cuestión social eran vistos en su mayor parte como episodios fomentados por extranjeros con ideologías importadas que atentaban contra el país, el mismo argumento que luego retomará la última dictadura como justificación del terrorismo de Estado.

Por otro lado, la idea de que la generación del ’80 transformó la Argentina de un desierto a un país pujante resulta, cuanto menos, irrespetuosa respecto de los pueblos originarios que ocupaban estas tierras y que fueron exterminados durante décadas. En las versiones de la historiografía liberal, el tema de la frontera indígena fue tratado como un problema exclusivamente bélico, donde la frontera aparecía como un espacio vacío sometido a la conquista militar y a la ocupación para su explotación económica. Así fue que se consolidó durante años la idea de un desierto ocupado por tribus dedicadas a la caza, el pastoreo y, básicamente, el pillaje. Afortunadamente en las últimas décadas esta tendencia se revirtió, situación que cobra especial fuerza en la actualidad donde asistimos a un intento de reparación histórica con los pueblos originarios acompañando sus reclamos. Nunca en 200 años los pueblos indígenas habían llegado con tanta pasividad hasta el centro del poder político de Argentina. Desconocerlos supone reproducir la idea de la “Argentina blanca” que aún hoy sigue vigente para muchos, pese a que en el 2005 una investigación del Conicet realizada en hospitales públicos determinó que el 56% de los argentinos tiene un pasado aborigen, presentando así una realidad muy distinta a la de los manuales de historia.


Una idea fija

Ahora bien, ¿por qué detenerse entonces en analizar una nota de argumentos tan pobres? Porque desde nuestro punto de vista, representa de manera contundente el pensamiento neoliberal muy extendido en parte de la intelectualidad argentina, donde en forma permanente se busca un pasado “glorioso” y “pujante” del país para contrastar con este presente de “decadencia, atraso y aislamiento”. Esto, como ya dijimos, se torna más evidente por estas fechas donde los balances que se hacen buscan rastros de gloria perdida y se pretende encontrar “el” origen de la decadencia argentina, que casi siempre encuentra en el peronismo un denominador común. No por casualidad se lo presenta como el comienzo de todos los males: la orientación mercado-internista y el impulso a la sustitución de importaciones que caracterizaron al primer peronismo en lo económico, y el apoyo a la clase obrera como actor político de peso, fueron irreconciliables con una tendencia anterior que subsiste y ni aún hoy parece haber quedado atrás.

En efecto, esta idea neoliberal del pasado glorioso preperonista es la que hoy subyace cuando se criminaliza la protesta social, se agitan los fantasmas de la censura y se asocia el clientelismo a una práctica exclusiva de un gobierno peronista dirigida a sectores populares. Para los románticos del primer centenario la historia quedó congelada en la generación del ’80.

Las preguntas que debemos hacernos entonces son varias: ¿existió alguna vez ese pasado tan próspero? ¿Se podía acompañar el crecimiento industrial de los países desarrollados y competir en el mercado mundial en condiciones de igualdad siendo el granero del mundo? Considerando lo expuesto hasta aquí, y entendiendo a la economía como complementaria de la cuestión social ¿hasta cuándo se va a insistir con esta idea de que fuimos una potencia? Evidentemente, la Argentina del Centenario era un país para pocos. Si de comparar se trata, la realidad que nos toca vivir hoy es muy distinta, y llevamos años de democracia donde entre otras cosas hay libertad de expresión con posibilidad de manifestar reclamos ante un Estado que, pese a los intentos de vaciamiento de los últimos años, ha ido recuperando su necesaria participación como garante de los derechos de todos.

Todas las etapas de nuestra historia han tenido sus dificultades, limitaciones y promesas incumplidas. En este Bicentenario, aprender de los errores y superar nuestras limitaciones quizás sea más útil que intentar recuperar un pasado glorioso que nunca existió.

- Arturo Trinelli es Licenciado en Ciencia Política (UBA)