martes, 7 de mayo de 2013

La historia “inocente” de USAID

por: Hugo Moldiz Mercado - http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=2495 

La reciente expulsión de la USAID de Bolivia —a menos de un mes que el nuevo secretario de Estado, John Kerry, dijera que América Latina es el “patio trasero” de los Estados Unidos— ha vuelto a colocar en escena la historia de las diversas formas de injerencia estadounidense en el mundo, a través de la articulación de programas combinados —asistencia económica-social y militar— y subordinados a la defensa de la seguridad interna del imperialismo más poderoso que hasta ahora ha conocido la humanidad.

La historia de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) es muy larga. El carácter de su “filosofía” y el alcance de sus acciones hay que ubicarlos en el mapa político global en general y de América Latina en particular.

Sus orígenes se encuentran en el Plan Marshall y la Alianza para el Progreso que Estados Unidos impulsó en 1948 y en 1961, respectivamente, para enfrentar el nuevo mapa político resultante de la II Guerra Mundial y del triunfo de la revolución cubana.

El Plan Marshall fue lanzado en 1947 por el Secretario de Estado de los Estados Unidos, George Marshall, teóricamente para la reconstrucción de Europa después de una II Guerra Mundial que había enfrentado a las fuerzas aliadas contra el bloque Alemán-Italiano-Japonés. Sin embargo, es evidente que el Plan, que canalizó cerca de 15 mil millones de dólares en esa dirección, representaba una expresión de la disputa por la hegemonía con el bloque socialista de la Europa del Este y un instrumento de contención ante el peligro de expansión de las ideas comunistas en el resto de Europa occidental.

En cambio, la Alianza para el Progreso —formalmente creada el 13 de marzo de 1961 luego de un poco más de un año de preparación a cargo de muchos funcionarios estadounidenses que participaron de la concepción del Plan Marshall—, fue pensada por el Departamento de Estado y el presidente John Kennedy para promover una “Alianza de las dos Américas” que desarrolle las fuerzas de la democracia made in usa e impida que el triunfo de la revolución cubana, el 1 de enero de 1959, se extendiera a otros países del continente.

La Alianza para el Progreso fracasó muy rápidamente por dos razones: por un lado, porque los 20.000 millones de dólares comprometidos por los Estados Unidos dependían de condiciones que la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños no tenían posibilidades de cumplir y, por otro lado, porque la llamada “Revolución pacífica y democrática” que se iba a consolidar en el continente fracasó tempranamente por la derrota de la invasión mercenaria en Playa Girón, Cuba, en abril de 1961 —la primera derrota militar imperialista en América Latina— y por la invasión estadounidense a República Dominicana en 1965.

Pero antes de que la Alianza para el Progreso fuera cancelada, en noviembre de 1961 se fundó una de sus agencias a través de la cual, si bien tenía como radio de acción otros países del mundo, iba a desempeñar un papel protagónico en América Latina. Estamos hablando de USAID.

Desde un principio, la Política de Asistencia al Exterior de los Estados Unidos para el mundo fue desarrollada a través de dos pilares fundamentales: la asistencia técnica y económica por un lado y los programas de Asistencia Político-Militar por otro lado. América Latina no era la excepción, lo cual se tradujo en la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”, cuya base conceptual expresaba la Doctrina Monroe que en 1823 partía de la firme convicción de “América para los Americanos”.

En el caso de América Latina es evidente que la política exterior de los Estados Unidos tomaría cuerpo en la conformación del Sistema Interamericano: el Tratado de Asistencia Recíproca (TIAR) y la Organización de Estados Americanos (1948) que, como demostraría la historia hasta el siglo XXI, solo ha servido para legitimar las intervenciones militares estadounidenses (directas e indirectas), sus democracias restringidas y sus propósitos de anexión e intercambio comercial unilateral como el ALCA.
Pero volvamos a USAID. Las líneas de separación entre los programas de “asistencia para el desarrollo” y de “asistencia militar” se han ido volviendo cada vez más difusas. El hecho de que ambas hayan tenido desde el principio el objetivo de evitar la expansión de las ideas revolucionarias —llámese “contención” (doctrina Johnson) o “Reversión (Reagan)—, las ha ido complementando y articulando alrededor de la concepción de la subversión.

El concepto de subversión desde la perspectiva de los teóricos estadounidenses implica la puesta en marcha de medidas y mecanismos “no militares” para la consecución de “objetivos militares”, tales como abrir letrinas, construir puentes, prestar servicios odontológicos y de salud en general y desarrollar otros programas sociales. ¿Qué de subversivo pueden tener esas acciones? En la realidad aparente nada, pero como señalara bien el General Summers se trata de “conquistar el corazón y la mente de las gentes” para dejar sin base social a las fuerzas anti-sistémicas. Más claro agua.

Entonces, entre los programas sociales y las asistencias militares está el espacio, generalmente invisible, para el posicionamiento discursivo de ideas anti-revolucionarias y para la puesta en marcha de mecanismos de recolección primaria de información con fines de inteligencia. Ambas se llevan adelante por USAID desde su fundación.

¿Más elementos para probar la relación entre los programas de asistencia económico-social y los programas militares? Veamos dos ejemplos contundentes:

El primero se remonta al gobierno de George Bush (hijo). La entonces secretaria de Estado, Condoleezza Rice, impulsó la convergencia estratégica de todos los programas desarrollados por los Estados Unidos en el mundo a través de la creación de una Oficina de Recursos de Ayuda Exterior (Foreing Assistance Office) y —esto es lo más importante— del impulso del concepto la Diplomacia Transformacional.

La Transformacional Diplomacy es el desarrollo de “programas combinados” entre el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, con el objetivo de reducir costos, pero sobre todo de defender la “seguridad interna” del país del norte. “El desarrollo es ahora tan esencial para la seguridad nacional como lo son la diplomacia y la defensa”, aseveró en 2002 la entonces asesora en temas de seguridad nacional Condoleezza Rice, quien los llevaría hasta el máximo nivel en su condición de Secretaria de Estado (2005-2009).

Segundo, el ingreso de los demócratas a la administración de la Casa Blanca no ha cambiado la creciente “militarización” de los programas de asistencia económico-social impulsados por USAID. Todo lo contrario, la orientación a desarrollar “programas combinados” se ha consolidado en los dos periodos de la administración del presidente Barack Obama.

En 2010, el presidente estadounidense alentó la transformación del organismo que lleva adelante la “Ayuda Oficial al Desarrollo” por la vía de la incorporación del general Jeam Smith —un estratega militar que estuvo muchos años en la dirección de la OTAN— en el Consejo de Seguridad para atender los programas de asistencia social que lleva adelante USAID.

Los antecedentes de esa reestructuración donde se afianza lo militar está en la influyente revista “Foreign Affairs” (Asuntos exteriores), de su edición de noviembre-diciembre de 2008, donde se publica un artículo de ex directores de la agencia de desarrollo estadounidense.

En el artículo titulado “Arrested Development”, los ex directores J. Brian Atwood, M. Meter McPeherson y Andrew Natsios, recomendaban: la creación de un puesto de asistencia en el Consejo de Seguridad Nacional y la constitución de un departamento independiente para la asistencia de “ayuda al exterior” que no se subordine ni al departamento de Estado ni a ninguna institución.

El 1 de abril de 2010, en el subcomité del Senado para las Relaciones Exteriores, Asistencia Exterior, Relaciones Económicas y Protección Ambiental Internacional, presidido por el senador y especialista en subversión contra Cuba, Robert Menéndez, se expusieron algunas propuestas de cuál debe ser el rol y perspectiva de la USAID.

Las más importantes intervenciones de personajes como Stevent Rodelet del “Center for Global Development, Andrew Natsios de “The Walsh School of Foreign Service” y Carol Lancaster de “George Town University” coincidieron con las recomendaciones de los ex directores de USAID.

La constitución de un nuevo departamento para reunir y consolidar en su estructura todos los programas de “ayuda al exterior” que manejan otras agencias y departamentos estadounidenses, así como la creación de un puesto para esa instancia dentro del Consejo Nacional de Seguridad se presenta como una señal, objetiva y contundente, del predominio del concepto de seguridad interna de los Estados Unidos en la reingeniería de lo que se quiere impulsar. Esto implica, en buenas cuentas, que es poco probable que USAID haya abandonado lo que al parecer es uno de los fundamentos de su existencia: las prácticas de espionaje en apoyo a la CIA, y la colaboración a los partidos, periodistas y analistas claramente opuestos a los procesos de transformación social en América Latina.

Pero la subordinación de la USAID a un estratega de la OTAN es apenas un aspecto de la creciente “militarización” de la logística para la distribución de la asistencia. Pero no es el único detalle de los últimos años. Hay otro, la designación como Director Adjunto de Marx Feierstein, un experto en temas de desinformación y estrategias políticas anti-izquierdistas.

Feierstein está vinculado a Greenberg Quinlan Rosner, una firma estadounidense que asesoró a Gonzalo Sánchez de Lozada para las elecciones de 2002 y que ha estado bastante presente en las elecciones de Venezuela y Nicaragua con su asistencia a las fuerzas políticas y los candidatos de derecha que se ponen a las revoluciones bolivariana y sandinista. Es más, en la década de los 80, operó con la NED para desestabilizar al gobierno nicaragüense de Daniel Ortega.

En 2002, el estratega estadounidense, con la directa intervención del presidente Bush, le recomendó al político neoliberal boliviano —hoy protegido por EEUU tras su huida en 2003— de “convencer al público que Bolivia se iba a sumergir en el caos si no se lo elegía presidente”.

Bajo el asesoramiento del estratega de imagen y asesoramiento en técnicas de desinformación —que presuntamente está o estuvo involucrado con un viejo aspirante a la presidencia en Bolivia— desde principios del siglo XXI se ha creado la Oficina para las Iniciativas hacia una Transición (OTI) en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia con cerca de 10 millones de dólares por cada uno de esos países. El objetivo, desarrollar acciones de subversión contra los gobiernos de Chávez (ahora Maduro), Correa, Ortega y Evo Morales.

Ahora bien, la agencia estadounidense para el desarrollo, según ha denunciado varias veces con elementos probatorios la destacada investigadora Eva Golinger, opera directamente o a través de la National Endowment for Democracy (NED), el IRI y el NDI, entre otras instituciones.

Tanto los programas bilaterales como los unilaterales (que son los más) también se llevan adelante “condicionadamente” mediante las llamadas “contratistas” como la Development Alternatives Inc (DAI), una corporación estadounidense que brinda asistencia técnica a muchos instancias de los Estados latinoamericanos en temas de gestión. La DAI, como ha quedado demostrado con la detención de Alan Gross en Cuba en 2009, es una de las fachadas que utiliza la CIA para llevar adelante sus operaciones secretas.

Otra de las “contratistas” de la USAID es Chemonics, una ONG estadounidense especializada en asistencia técnica y social a los estados del mundo. En Bolivia ha sido la encargada de organizar el componente Democracia a través del FIDEM (Fortalecimiento de instituciones democráticas) dirigido por un ex alto funcionario del gobierno de Jorge Quiroga.

Ahora, si bien la idea de este artículo es demostrar que en la vida de USAID hay una historia de injerencia y subversión de los Estados Unidos, dos hechos demuestran con contundencia el accionar desestabilizador y el carácter combinado de los programas que se llevan adelante esa agencia de desarrollo estadounidense en Bolivia.

Primero, la materialización en 2007 de un convenio entre el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, y la USAID para llevar adelante “programas sociales” en Bolpedra, Cobija y El Porvenir. El apoyo logístico estuvo a cargo del Comando Sur y la cobertura institucional de la Iniciativa de Conservación de la Cuenca Amazónica (ABCI por sus siglas en inglés).

Segundo, la activa participación de la agencia estadounidense vía Wildlife Conservation Society (Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre) en la disputa violenta entre los pobladores de Caranavi y Palos Blancos por el lugar de instalación de una planta procesadora de frutas en enero de 2010, a pocos días de que Evo Morales asumiera su primer mandato dentro del Estado Plurinacional.

En síntesis, no parece exagerado coincidir con quienes han denominado a USAID como la agencia estadounidense para la subversión.

    lunes, 6 de mayo de 2013

    Argentina: Amor y Odio en la política social (III)

     

    Amor solidario hacia el otro

    No hay topadoras que detengan la voluntad del militante. Los murales que desde el año pasado se hicieron en el taller son el símbolo de ello. A pesar de la barbarie, este fin de semana uno de ellos ya está en pie nuevamente.

     

    Odio reaccionario hacia el otro

    EL VIOLENTO ATAQUE A AXEL KICILLOF SU MUJER Y SUS HIJOS 04-02-13

    miércoles, 1 de mayo de 2013

    Argentina: El día del trabajador

    http://www.elintransigente.com/notas/2013/5/1/peron-origen-del-dia-del-trabajador-182387.asp 

    En Argentina, el día del trabajador se conmemora desde fines del siglo XIX. El primer acto se realizó en 1890, en el Prado Español de Buenos Aires, y contó con la participación de numerosos movimientos obreros, integrados en su mayoría por inmigrantes -alemanes, italianos, españoles y portugueses-. Con este acto se inicia en el país la tradición de recordar, cada 1º de Mayo, el “Día del trabajador”.

    A partir de la primera presidencia de Perón (1946-1952), la conmemoración del día del trabajador alcanzaría una notable importancia, organizándose celebraciones multitudinarias en todo el país.

    A raíz de las numerosas reivindicaciones obreras logradas por el peronismo, el 1º de Mayo se convirtió en un día emblemático; entre las diversas manifestaciones de la época se destaca la convocatoria de los obreros en la Plaza de Mayo, quienes llegaban en multitud desde temprano para escuchar el discurso del presidente Perón

    Hasta la Revolución de 1943, el conservadorismo liberal y comprometido con los intereses extranjeros había sometido a las masas trabajadores a condiciones de labor casi en el límite de lo humano. Luego de la caída de Hipólito Yrigoyen que había logrado avanzar en algunas reformas sociales a favor de los trabajadores, todo se perdió y durante la llamada “Década Infame” cualquier reclamo social era motivo de persecución, cárcel o incluso la muerte. Los sindicatos si no estaban intervenidos, por lo menos estaban vigilados.

    Con la Revolución del 4 de Junio, un oscuro Coronel, Juan Domingo Perón ocupó un cargo no menos insignificante, la Secretaría de Trabajo y Previsión. Utilizando la radio, Perón comenzó a hablarle a los trabajadores, a adoctrinarlos en sus derechos.

    Así, el 18 de noviembre de 1944 se promulga el Estatuto del Peón Rural, que fue vehemente rechazado por la Sociedad Rural, las Confederaciones Rurales de Buenos Aires y el Centro de Propietarios de Córdoba. Este Documento revolucionaba las relaciones entre peones y patrones, poniendo al Estado como árbitro de las situaciones laborales. Se terminaba una época.

    Luego vendría la mediación de Perón en el paro de los matarifes que afectaba a los frigoríficos, sería su primer galardón en la lucha por los derechos del trabajador. Era la primera vez en el país que un funcionario hablaba de mejora en las condiciones laborales, la primera vez que los sindicalistas eran recibidos por un funcionario nacional, escuchados ¡y sus problemas resueltos!

    Luego del 17 de Octubre de 1945, aquella única revolución espontáneo, popular, nacional y democrática, Perón alcanzó la Presidencia de la Nación el 24 de Febrero de 1946. La Argentina era una fiesta, en las calles se escribía, por ejemplo: “Sube la papa, sube el carbón, el 24 sube Perón”. Y así fue.

    Un año más tarde, el 24 de Febrero de 1947, el General Juan Domingo Perón, en un acto organizado por la C.G.T. en el Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires, proclamaba los derechos del trabajador. Simbólicamente, Perón entregó el original de ese documento a la custodia del Secretario General de la Confederación General del Trabajo (C.G.T).

    Los Diez Derechos del Trabajador:

    - derecho al trabajo.

    - derecho a la justa distribución.

    - derecho a la capacitación.

    - derecho a condiciones dignas de trabajo y de vida.

    - derecho al salud.

    - derecho al bienestar.

    - derecho a la seguridad social.

    - derecho a la protección de la familia.

    - derecho al mejoramiento económico.

    - derecho a la defensa de los intereses profesionales.

    Estos derechos fueron posteriormente formalizados a través de un Decreto del Poder Ejecutivo Nacional, el día 7 de marzo de 1947, bajo el número 4865, y luego fueron incorporados en el artículo 37 de la Constitución de la Nación Argentina, sancionada por la Convención Constituyente el 11 de marzo de 1949.

    Luego de la caída de Perón y eliminada la Constitución peronista de 1949, esos derechos fueron mantenidos en el Artículo 14 bis de la actual Constitución Nacional.

    domingo, 28 de abril de 2013

    Argentina: Amor y Odio en la política social (III)

     

    Amor solidario hacia el otro

    “La juventud en la política es el gran legado de Néstor, esa era su gran alegría. Recuperar a los jóvenes a la política y mostrar que era otra cosa, la política era con mayúscula para transformar la realidad. Antes había sido vaciada por los operadores y los políticos del marketing”

     

    Odio reaccionario hacia el otro

    Desde las 6 de la mañana, hora en que la policía Metropolitana forzó una puerta trasera para dejar ingresar las topadoras para demoler el pabellón del taller protegido 19, hasta ahora, las imágenes más fuertes de la represión de la fuerza de la Ciudad. El saldo hasta ahora, 30 heridos, entre médicos, periodistas y legisladores, y siete detenidos.

    viernes, 26 de abril de 2013

    Argentina: Amor y Odio en la política social (II)

     

    Amor solidario hacia el otro

    La presidenta recorrió un centro de ayuda donde se distribuyen las donaciones para los damnificados por la tormenta. La mandataria celebró la presencia de los militantes, las organizaciones sociales y del Ejército en eventos de esta naturaleza. Emitido por Visión 7, noticiero de la TV Pública argentina, el miércoles 24 de abril de 2013.

     

    Odio reaccionario hacia el otro

    Publicado el 26/04/2013 Médicos y trabajadores del Hospital "José T. Borda", además periodistas que cubrían una acción de protesta al que asistían también legisladores porteños, fueron salvajemente reprimidos este viernes por la Policía Metropolitana, con un saldo de por lo menos 30 heridos por golpes y balas de goma, además de 6 detenidos y la contaminación por la nube de gas pimienta diseminada en el neuropsiquiátrico. El operativo de más de 200 efectivos comenzó a las 6, para custodiar el desalojo y demolición del Taller 19 destinado a rehabilitación de pacientes, ubicado en el predio donde el gobierno de la Ciudad quiere construir un Centro Cívico, proyecto que desde hace un año vienen rechazando los empleados de la institución nucleados en ATE.

    Analfabeto político

    Por Hugo Yasky * - http://infoalternativa.com.ar/hoy/index.php?option=com_content&view=article&id=3203:analfabeto-politico-&catid=42:opinion&Itemid=60 

    El analfabeto político argentino piensa que es mejor que lo gobiernen los ricos porque ellos poseen dos ventajas, saben mandar y como tienen plata no necesitan robar. El analfabeto político argentino piensa que la plata que el Estado gasta en sostener políticas de asistencia social es un despilfarro que como fin tiene favorecer el parasitismo social para ganarse el voto de los pobres.

    El analfabeto político argentino está convencido de que lo que él llama villeros deben su situación a la falta de esfuerzo y a cierta condición de inferioridad debido a la escasa ingesta de proteínas.

    El analfabeto político argentino piensa que para terminar con lo que él cataloga como gobiernos populistas el voto debería graduarse según el nivel de instrucción de los electores. También según el poder adquisitivo, pero esto lo admite sólo en círculos muy selectos.

    El analfabeto político argentino cree que las desigualdades son naturales y que es pretender ir contra las leyes de la naturaleza tratar de revertirlas. Dice así como hay negros y blancos, existen pobres y ricos.

    El analfabeto político argentino entiende que es natural que cuanto más se tiene más se intente evadir el pago de tributos, ya que ese dinero alimenta la voracidad de los corruptos que gobiernan.

    El analfabeto político argentino besa la bandera en la final de la Copa Davis porque se siente argentino hasta la muerte pero le parecen excelentes los fallos ejemplificadores a favor de los fondos buitre.

    El analfabeto político argentino cree que la prensa es independiente sólo si está en contra del gobierno.

    El analfabeto político argentino está convencido de que con mano dura se resolverían los problemas de la inseguridad y la corrupción y pone como ejemplo los gobiernos militares, en los que no les consta que haya habido inseguridad o corrupción.

    El analfabeto político argentino piensa que la Justicia así como está es un desastre pero intentar cambiarla es violentar su independencia.

    El analfabeto político argentino está convencido de que la televisión no influye en absoluto en la formación de su posición pero cree que Lanata sería un excelente candidato a la presidencia.

    El analfabeto político argentino odia el influjo movilizador de los choripanes y está convencido de que cuando sale con cacerolas a él no lo convocó nadie porque llegó caminando o en taxi.

    El analfabeto político argentino goza de la cumbia pero en los lugares y en el momento que corresponda.

    El analfabeto político argentino, comparado con la media, tiene altos niveles de instrucción, generalmente secundaria completa y estudios terciarios.

    * Secretario general de la CTA.

    viernes, 19 de abril de 2013

    REFLEXIONES SOBRE LA CONVOCATORIA DEL 18 DE ABRIL


    (Daniel Mojica) - http://www.redaccionpopular.com/articulo/reflexiones-sobre-la-convocatoria-del-18-de-abril

    BIENVENIDOS A LA DEMOCRACIA




    Toda manifestación pública, como forma de expresar apoyo o descontento con las medidas del gobierno debe ser vistas como un síntoma, que refleja una respuesta a esas medidas.
    Desde esta óptica merecen la consideración de quienes piensan diferente. Hay que respetarlas y analizarlas en el contexto que corresponde.
    El contexto de la marcha que intento analizar está conformado por las leyes para democratizar y transparentar el Poder Judicial enviadas al parlamento por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
    Como un aporte a ese análisis que propongo, vuelco mi subjetividad en las siguientes líneas.
    Las reglas de la democracia ubican en el gobierno a quienes triunfan en las elecciones y en la oposición al resto de la dirigencia.
    Desde el 25 de Mayo de 2003, el proyecto triunfante en las urnas, expone sus ideas, planes y programas, que transforma en medidas. Además defiende esas medidas con argumentos que se basan en los resultados en los hechos de las medidas adoptadas.
    Las movilizaciones y actos realizados por las organizaciones afines al gobierno, se referencian y se sienten representados, por la Presidenta o por los dirigentes que conducen dichas organizaciones. Esto se pone de manifiesto en la cantidad de banderas y pancartas que los identifican y muestran con orgullo esa pertenencia.
    Manifestando en paz y reivindicando el rol transformador de la política.
    También asisten muchas personas que no perteneces a ninguna de las organizaciones, pero se sienten parte del proyecto nacional en marcha.
    Tanto los dirigentes como la militancia oficial, ponen en palabras sus convicciones y sus deseos de profundizar el proyecto. Definen como objetivo, una democracia soberana, con inclusión social, y dejan en claro que seguirán avanzando hasta que no quede un solo pobre en la Patria.
    Las manifestaciones contrarias al gobierno, hasta la de ayer, se han caracterizado por la violencia verbal y física sobre los que piensan diferente y contra los periodistas que realizan su trabajo cubriendo las marchas. A tal punto que la dirigencia que motoriza desde las redes sociales las convocatorias no se han hecho presente físicamente en las calles.
    Salvo en la nutrida convocatoria del Jueves 18, en la que muchos dirigentes opositores han salido a la calle. Aunque los manifestantes entrevistados, salvo excepciones, expresan no sentirse representados por ningún dirigente.
    Esto también salta a la vista por la ausencia de banderas y pancartas partidarias, lo que parece una demostración de que restaría adherentes a la marcha. Por eso en la convocatoria se aclara no llevar esas identificaciones. Como si la ausencia de las mismas le quitara entidad “política” a la manifestación.
    Creo que esta circunstancia, pone sobre la mesa de análisis la poca representatividad que tiene entre la ciudadanía, esa dirigencia.
    Cosa que las urnas han reflejado en las últimas elecciones nacionales.
    Por otro lado, las expresiones de quienes se han prestado a la requisitoria periodística, en su mayoría, expresan su malestar con palabras y conceptos surgidos de los medios periodísticos opositores, pero sin ofrecer propuestas, o expresando generalidades.
    Esto pone de manifiesto el profundo divorcio entre quienes convocan y quienes concurren a las marchas.
    Tal vez, atravesados por un profundo afán antipolítico, difundido por los mencionados medios, quienes no encuentran un dirigente que pueda tomar las dispersas consignas opositoras para transformarlas en un plan de gobierno, o proyecto nacional alternativo.
    Quizás sea por la máxima que inmortalizara aquel dirigente que expresó: “si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.
    Puede ser que por esta razón se rasgan las vestiduras en contra de los proyectos que apuntan a democratizar y transparentar el Poder Judicial, aduciendo que se trata de cooptar a los jueces.
    Cuando en realidad se trata de que aquellos que han sido y siguen siendo rehenes del sistema de poder, puedan liberarse de esa dependencia, y aquellos que defienden intereses ajenos al bienestar de la mayoría queden en evidencia ante el conjunto del pueblo.
    Esta democracia que estamos construyendo necesita claridad de propuestas, y que las mismas superen las llevadas adelante por el actual gobierno.
    Porque no hay retroceso en el camino iniciado el 25 de Mayo del 2003.

    jueves, 18 de abril de 2013

    A contramano de la procesión

    Por Silvia Guiard (1) - http://www.revistaelemilio.com.ar/2013/04/a-contramano-de-la-procesion/ 

    Hatuey (y la mano del papa)

    En 1512, el cacique taíno Hatuey fue quemado vivo en Cuba. En La Española, su isla natal, había visto de cerca el rostro de los conquistadores: crueles, hipócritas, codiciosos, violadores de mujeres. Derrotado su pueblo, pasó a Cuba, para alentar allí a la resistencia y luchar, junto a los pocos que se le unieron, con tácticas de la guerra de guerrillas. Pero fue capturado y condenado. Un instante antes de que encendieran el fuego, se adelantó un sacerdote para ofrecerle el bautismo. De ese modo, le dijo, y solo de ese modo, podría, una vez muerto, llegar al cielo. “¿Hay hombres como ustedes en el cielo?”, preguntó Hatuey. “Desde luego que sí”, le respondieron. “Entonces no quiero ir”, dijo Hatuey, “nada quiero saber con un dios que permite semejantes crueldades”.

    Y Hatuey ardió. Y en esa misma hoguera ardieron, de allí en más, millones de seres humanos; ardieron pueblos, dioses, lenguas, cantos, poemas, pensamientos, mundos. Aun hoy siguen ardiendo, empujados al fuego por el despojo, el hambre, la discriminación o el desprecio.

    Tras la mano que encendió aquella hoguera, hubo una mano de Papa. Fue en efecto Alejandro VI (antes Rodrigo Borgia) quien en 1493, emitió las cuatro bulas que otorgaban a los reyes de Castilla y de León, “con la autoridad de Dios omnipotente que detentamos en la tierra y que fue concedida al bienaventurado Pedro y como Vicario de Jesucristo”, el dominio perpetuo de “todas y cada una de las islas y tierras predichas y desconocidas que hasta el momento han sido halladas por vuestros enviados y las que se encontrasen en el futuro”, mandándoles además “instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes”.

    Resulta imprescindible en estos días recordar esa siniestra intervención papal en la conquista de América. Pero más imprescindible todavía es evocar la inquebrantable dignidad de Hatuey, su valiente y conmovedora lucidez, y confrontarla con la gelatinosa inconsistencia de quienes hoy se entusiasman, desde un supuesto “progresismo”, con el nuevo Papa “latinoamericano”… ¿Es necesario recordarles que también fueron latinoamericanos Pinochet, Stroessner, Videla, Massera, Banzer, Batista , tantos otros…? Sí. Es necesario recordarles que, sin importar su lugar de origen, un dictador es un dictador, un cretino es un cretino y un Papa siempre será… un Papa.

    Dicho esto, reconozcamos que Jorge Bergoglio merece ser Papa.

    Méritos

    Lo merece como miembro de esa Iglesia argentina que, continuando la labor evangelizadora de la Conquista, inspiró, alentó, acompañó y reivindicó el genocidio conocido como “Campaña del Desierto”, perpetrado en la Pampa y la Patagonia a fines del XIX, así como a comienzos del XX, la conquista del Chaco. En ambas campañas estuvo el Ejército Argentino acompañado o precedido por sacerdotes, dispuestos a bautizar prestamente a los indios una vez derrotados, sometidos y hambreados.

    Lo merece como miembro de esa Iglesia argentina cuya jerarquía fue, por acción u omisión, salvo honrosas excepciones, cómplice de todas las dictaduras, en particular de la última; tan cómplice como lo fue el entonces nuncio papal, Pío Laghi, que disfrutaba su estadía en Buenos Aires jugando al tenis con Massera, y como el Papa Pío XII lo había sido frente a los crímenes del nazismo.

    Lo merece como miembro de esa Iglesia argentina cuya jerarquía permitió, inspiró o alentó la represión y la tortura en nombre de la defensa del mundo occidental y cristiano, prestando incluso algunos de sus miembros (capellanes militares) para tales tareas. Porque la Iglesia local seguía en esto los caminos de la Iglesia de Roma, creadora no solo de la Inquisición -con su caza de brujas, herejes y disidentes y sus refinadísimas torturas para el cuerpo y el alma- , sino también del Infierno, destinado a mantener la conciencia humana sometida a la amenaza de torturas eternas.

    Lo merece como miembro de esta Iglesia argentina que supo ser fiel al oscurantismo de Roma, oponiéndose siempre a la libertad de pensamiento, a la imaginación y la libre creación, al amor, la sexualidad y el placer, intentando siempre, con variable suerte, mantener las costumbres y las leyes del país y la expresión de sus habitantes sometidas a su dirección y censura.

    No hay duda, pues, de que la Iglesia argentina estaba a la altura del Papado. Pero a estos méritos corporativos, suma Bergoglio merecimientos propios. Cierto es que algunos se empeñan hoy en negarlos. A cada rato brotan debajo de las baldosas “progresistas” más-papistas-que-el-papa que no cesan de vomitar papa-rruchadas. Dicen, por ejemplo, que no puede hablarse de la complicidad de Bergoglio con la dictadura porque no ha sido probada por la justicia. Ninguno de ellos negaría con el mismo argumento hipócrita la complicidad de los directivos de Ford, Mercedes Benz y otras empresas, o de la Sociedad Rural, los dueños de diarios, periodistas, banqueros o jueces que tampoco han sido condenados por la justicia.

    Por otra parte, ¿qué hay que probar? Parecen de repente haber olvidado todos al mismo tiempo que Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires desde 1998, fue nada menos que presidente de la Conferencia Episcopal Argentina entre 2005 y 2011. Jefe máximo de una Iglesia que en todos esos años no realizó ninguna autocrítica ni revisión de su pasado. Una Iglesia que cuando, en 2007, fue condenado a prisión perpetua el sacerdote Von Wernich por 34 secuestros, 37 casos de tortura y siete homicidios calificados en el marco de un genocidio, se limitó a emitir un escueto comunicado expresando su dolor por el hecho. Pero que hasta el día de hoy no sancionó al genocida que continúa, en la prisión, en pleno ejercicio de su sacerdocio. Una Iglesia que no hizo nada para esclarecer la intervención del Movimiento Familiar Cristiano, de las monjas de Cristo Rey, de sacerdotes y obispos en la apropiación y distribución de niños, ni para rastrear el paradero de los mismos. Si esto no se llama encubrimiento, complacencia, complicidad, ¿cómo se llama?

    En cuanto a su actuación personal durante la dictadura, ahí están todos esos ex paladines de la justicia, tránsfugas, luchadores arrepentidos, contorsionistas de la conciencia, chupamedias o cobardes que vienen hoy a afirmar con tono sentencioso que todas las sospechas o acusaciones… no son ciertas. ¿Y qué saben ellos? ¿Saben más que Estela de la Cuadra que, en el juicio por el plan sistemático de apropiación de bebés, contó ante el Tribunal Oral Federal nº6 que en 1977 su familia obtuvo por intermedio del propio Bergoglio y del obispo Picchi respuestas sobre su desaparecida hermana Elena (“lo suyo es irreversible”, les dijo Picchi) y sobre la beba nacida en cautiverio y aun desaparecida (“No busquen más. La tiene una familia de bien”)? ¿Saben más que los hermanos de Orlando Yorio? ¿Saben más que el propio Orlando Yorio? En el juicio a las Juntas de julio del 85, Yorio declaró: “Bergoglio nunca nos avisó del peligro que corríamos. Estoy seguro de que él mismo les suministró el listado con nuestros nombres a los marinos”.

    Habemus capucham

    Ningún premio Nobel trabajó en la “villa miseria” del Bajo Flores, ni estuvo allí el día en que los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron secuestrados. Yo, sí. Fui una de los siete adolescentes secuestrados con ellos. “Siete elementos”, dijo en la radio el tipo que pedía las capuchas. Suvbersivos, se entiende. Como tales nos tuvieron, encadenados y encapuchados hasta soltarnos en una oscura autopista hacia la madrugada, no sin dejarnos su dulce despedida: “No vuelvan a pisar esa villa si no quieren ser boleta y aparecer en un zanjón”.

    Hacía un año que trabajaba con los chicos de la villa, que pasaba todos los sábados a la mañana por la casa de los curas, en el barrio Rivadavia, pegado a ella. Nunca hubiera imaginado ese desenlace, sin embargo conocía por boca de ellos mismos (Yorio, Jalics y el entonces también jesuita Luis Dourron), desde algún momento del 75, la difícil situación que los tres atravesaban en la compañía, el permanente hostigamiento por parte del Provincial de la misma, Jorge Bergoglio, y de sus sectores más conservadores, las críticas a su manera de vivir y ejercer el sacerdocio, los rumores, las maledicencias, el arbitrario desplazamiento de Yorio de su cátedra en el Colegio Máximo. Por boca de ellos me enteré, y nos enteramos todos los que los rodeábamos, cuando finalmente Bergoglio los forzó a salir de la compañía, cuando empezaron a buscar un obispo que los recibiera, cuando el arzobispo de Buenos Aires, Aramburu, les quitó las licencias para oficiar en su diócesis. Apenas unos días después, el 23 de mayo del 76, primer domingo en el que Orlando Yorio no podía dar la misa en la humilde capilla de chapas, tuvo lugar el gigantesco operativo a cargo de la Marina. Recién cuando los curas fueron liberados, unos seis meses después, supimos con certeza que a los jóvenes nos habían llevado al mismo lugar donde ellos estuvieron los primeros días: la ESMA; y que de allí, ellos habían sido trasladados a una casa operativa donde permanecieron todo el tiempo encapuchados y encadenados.

    Ni nosotros ni los curas ni los amigos que los rodeaban tuvimos entonces la menor duda sobre la íntima conexión entre estos hechos: Bergoglio los deja afuera-Aramburu les quita las licencias-la Marina los (nos) secuestra. Conexión, coherencia, consecuencia. Co-incidencia, recordando que “incidir” significa influir, intervenir, actuar. El resultado obtenido – que saliéramos todos de la villa- era un objetivo sin duda compartido por los militares, Aramburu y Bergoglio. Pero además: ¿Quién era la persona experta en teología que, según contaron Yorio y Jálics, participó de los interrogatorios que les hicieron en la ESMA? ¿Por qué se cuestionaba a Orlando sobre su interpretación teológica de la palabra “pobres” o sobre su forma de dar misa? ¿Lo acusaban de subversión? ¿O de herejía? ¿Los militares o los inquisidores? ¿Quién les llevó la comunión a la ESMA? ¿Quién fue la persona “importante” cuya visita les anunciaron sus guardianes en la casa operativa, poco antes de liberarlos? Ellos no pudieron verlo, porque estaban, como siempre, encapuchados. Orlando contó más tarde: “Jálics sintió que era Bergoglio”. En una reciente entrevista, su hermano Rodolfo sostuvo otra hipótesis: quizás era el nuncio papal. Era, en todo caso, un “importante” personaje de la Iglesia. ¿Quién? Turbias cuestiones, turbios hechos, turbias relaciones. ¿Quién las explicará? ¿El Espíritu Santo? ¿Dios? ¿Su Emisario en la tierra? Demasiado tiempo hace que este calla, oculta o deforma lo que sabe. Así quedó claro en 2010 cuando, en el transcurso de la causa ESMA, las querellas pidieron su declaración testimonial. Pretendió usar todos sus privilegios de Cardenal para evitarla y cuando finalmente, fue interrogado (para lo cual el tribunal debió trasladarse a la Curia), sus respuestas fueron elusivas, imprecisas y vagas. No supo decir cómo ni a través de quiénes había sabido enseguida que Yorio y Jalics estaban en la ESMA, ni quiénes ni por qué hablaban mal de ellos entre los jesuitas. Mintió, sin duda, cuando dijo que recién se había enterado del robo de bebés hace unos… diez años. Sin embargo, debió reconocer, que, cuando los dos curas fueron liberados, supo por ellos que en la ESMA había muchos otros detenidos ilegales sometidos a tortura. ¿Y qué hizo entonces? Solo comunicarlo a sus superiores en la Compañía de Jesús y en la Iglesia… ¿Ninguna denuncia pública? No, ninguna. Ni denuncia ni declaración alguna hasta esa declaración… en 2010. A regañadientes y treinta y cuatro años después… “Ocultar algo o no manifestarlo. Impedir que llegue a saberse algo.” Tal es la muy sencilla definición que da la Real Academia Española para el verbo: “encubrir”.

    ¿Paz?

    Dicen que Franciso Jalics, desde el monasterio de Alemania en el que vive, declaró estar en paz con aquellos hechos, quizás hasta con Bergoglio. Mejor para él. Bien merece sentirse en paz a los 85 años quien, en la juventud, padeció en Hungría los horrores de la guerra mundial y en la madurez, los de la dictadura argentina. Pero su evolución espiritual o moral no dice nada de los hechos en sí, no desmiente a quienes los vivimos ni a quienes los investigaron. Bien distinta fue la situación de Orlando Yorio. Prestó declaración ante la justicia y presentó querella. Bregó incansable (e inútilmente) ante la Compañía de Jesús, de la que había sido formalmente expulsado por Bergoglio tres días antes de su secuestro (sin que él mismo lo supiera en ese momento) para obtener las explicaciones y la rehabilitación que él y sus compañeros merecían. Tan lejos estaba de sentirse en paz con Bergoglio que emigró al Uruguay cuando este fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires en el 92. Allí murió, de un infarto, en el 2000. Para entonces ya Bergoglio era arzobispo, cardenal y candidato a Papa.

    En noviembre de 1977, durante su exilio en Roma, Orlando envió una carta de 27 páginas al secretario General de la Compañía de Jesús, P. Moura. En ella relataba detalladamente las presiones y maniobras en su contra, las intrigas, la manipulación, la duplicidad de Bergoglio, las “gravísimas” acusaciones secretas que este decía tener contra ellos, sin explicar nunca de qué se trataba o quién los acusaba, los rumores “provenientes de la compañía” que los vinculaban con la guerrilla. Sobre esto último, escribía: “Como estaban las cosas en Argentina, una afirmación así salida de bocas importantes (como ser la boca de un jesuita) podía significar lisa y llanamente nuestra muerte”. Y más adelante: “En ese mes de diciembre (1975) dado la continuación de los rumores sobre mi participación en la guerrilla, el P. Jalics volvió a hablar seriamente con el P.Bergoglio. El P.Bergoglio reconoció la gravedad del hecho y se comprometió a frenar los rumores dentro de la compañía y a adelantarse a hablar con gente de las fuerzas armadas para testimoniar sobre nuestra inocencia.” Pero, todavía más adelante, cuando el relato se acerca al desenlace, dice Orlando: “El Provincial no hacía nada por defendernos y ya nosotros empezábamos a sospechar de su honestidad. Estábamos cansados de la provincia y totalmente inseguros” [i] Esta carta, que terminaba con una larga, y casi desesperada, serie de preguntas, nunca recibió respuesta. De este lado del océano, en ese mismo mes de noviembre de 1977, la Universidad del Salvador, perteneciente a los jesuitas y una de cuyas máximas autoridades era entonces Jorge Bergoglio, otorgaba al Almirante Massera un doctorado honoris causa… Vaya casualidad.

    Aun estando lejos en el tiempo –y lejos, por mi parte, de las creencias de mis dieciocho años- la muy especial irradiación personal, humana, de Orlando Yorio, sigue siendo un recuerdo entrañable, presente en mí junto a las imborrables vivencias de aquellos días en el Bajo Flores: los chicos, su ansiedad y sus risas, sus abrazos y su desamparo; sus madres compartiendo entre mates relatos de amor, soledad y lucha cotidiana; nuestra propia mirada adolescente, inquisidora -en el buen sentido- de las cosas, los lugares, las personas, buscadora de sentidos, de explicaciones, de caminos que, entre los pasillos estrechos de la villa, se abrieran paso hacia un mundo nuevo, menos cruel y más justo. ¿Y una vez más vienen las topadoras a pasarnos por encima, a reducirlo todo a barro, a pisotear los recuerdos, a sepultar o ningunear las huellas, los testimonios, las palabras? ¿Una vez más pretenden aplastar las conciencias como antes aplastaron las casillas, proclamando que estas cosas no pasaron, que no fueron así? Una vez más, sí, (¡y ya van cuántas!), los grandes tergiversadores de la historia pretender darnos vuelta de un golpe (de gracia) el sentido del mundo; trastocan, invierten el signo de las cosas, convierten los lobos en corderos.

    Las ovejas, como suele ocurrir, se dejan engañar. Los lobos, no. Por eso ya hemos visto a las bestias carniceras, con Luciano Benjamín a la cabeza, lucir con beatífico júbilo los colores papales… Se exhiben ellos, sale la gran gilada nacional mezclando papas, balones de oro y máximas reinas holandesas en un pestilente guiso de “argentinidad al palo”, sale la legión de reaccionarios a empapelar las calles de amarillo y blanco, salen los fieles a cantar hosannas, afilando misales, listos para lanzarse a combatir infieles y a imbuirnos nuevamente de sus “buenas costumbres”, salen los “buscas” a vender camisetas e imprimir estampitas, salen los creyentes, los crédulos o los oportunistas a copar los micrófonos y los altoparlantes con su largo rosario de elogios, alabanzas y promesas de felicidad… Difícil es oír, entre los balidos piadosos y el anacrónico repicar de las campanas, las voces disidentes. Y sin embargo, no somos pocos los que no entramos en la procesión. Nos da en el hígado, nos sube por las tripas una profunda convulsión interna, mezcla de vergüenza, indignación, impotencia, bronca, tristeza e infinita náusea. Una vez más, o quizás, como siempre, nos toca sentir, pensar y hablar a contrapelo.

    (1)Silvia Guiard (Docente. Poeta. Testigo en la causa ESMA)

    viernes, 12 de abril de 2013

    Piel de cordero: los disfraces de la CIA

    Por Héctor Bernardo - http://www.politicaymedios.com/internacional/Piel_de_cordero__los_disfraces_de_la_CIA_20130411201457.php

    A lo largo de la historia los países de América Latina y el Caribe han sufrido la constante presión y el intervencionismo de los distintos gobiernos norteamericanos. Republicanos y demócratas por igual han considerado que la injerencia en la política interna del resto de América era, no sólo un derecho, sino un deber.

    En ese camino han buscado y aplicado todas las políticas posibles para controlar e intervenir en cada uno de los procesos que se llevaron adelante desde el sur del Río Bravo hasta el extremo más austral del continente. “La política del buen vecino” y “la política del garrote”, fueron algunos de los nombres eufemísticos que encontraron para consumar invasiones, fomentar golpes de Estado, realizar bloqueos económicos, presionar a través de organismos multinacionales de crédito, apoyar desestabilizaciones, financiar grupos contrarrevolucionarios y difamar a los movimientos populares y a sus líderes.

    Para ello, el Departamento de Estado, que es considerado la herramienta diplomática de Estados Unidos, y al Pentágono, que es el aparato militar, se le ha sumado un tercer instrumento cuya función es intervenir en la sociedad civil; la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, conocida mundialmente como USAID (por sus siglas en inglés, United States Agency for International Development) creada en noviembre de 1961 por el entonces presidente John Fitzgerald Kennedy (demócrata).

    Estas tres herramientas forman lo que, según denuncia la investigadora de origen norteamericano, Eva Golinger, en los propios documentos desclasificados de los servicios de inteligencia norteamericanos se denomina como: “el eje de la contrainsurgencia”.

    Tiempo después, en 1983, a la USAID se le sumó la Fundación Nacional para la Democracia, (National Endowment for Democracy) conocida internacionalmente como la NED. Creada durante el gobierno de Ronald Reagan (republicano).

    Por intermedio de estas entidades el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (Central Intelligence Agency- CIA) inyectan millones de dólares a grupos que muchas veces con las mascaradas de fundaciones u Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) intentan desestabilizar a los gobiernos que no se alinean con las políticas de Washington.

    La participación de la USAID y la NED en los golpes de Estado contra el presidente de Paraguay Fernando Lugo (2012), de Honduras, Manuel Zelaya (2009) y en los fallidos golpes llevados adelante contra Hugo Chávez (Venezuela, 2002) y Rafael Correa (Ecuador, 2010), ha sido denunciada por varios investigadores y periodistas. Un ejemplo clave de ello es el excelente libro de la periodista Stella Calloni, titulado Evo en la mira. En él se narra que “en Bolivia se conoce documentadamente que las demandas por autonomías departamentales fueron promovidas y financiadas por la elite económica de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, que es el sector elegido para los financiamientos de NED y USAID, así como otras ONG’s”.

    En la propia página de la NED se señala que “Cada año, con financiamiento del Congreso de los EE.UU., la NED colabora con más de 1.000 proyectos de los grupos no gubernamentales que trabajan en el extranjero para las metas democráticas en más de 90 países”.

    En charla con Revista2016 la doctora en Filosofía, docente e investigadora especialista en Política Exterior, Adriana Rossi, explicó que “una de las formas en que trabaja la USAID es financiando proyectos de desarrollos en algunas comunidades. Pero para que esos proyectos sean aprobados primero hay que presentar un diagnóstico de las comunidades. Mediante ese diagnóstico o informe, recaban una enorme cantidad de datos sobre esas comunidades. Eso les sirve muchísimo para poder tomar decisiones sobre posibles escenarios de conflictos, implantarse y poder actuar sobre esas comunidades. A través de estos proyectos la USAID hace inteligencia para el Departamento de Estado”.

    “La NED en Ecuador – ejemplificó la especialista - ha financiado y apoyado a grupos indígenas penetrándolos de tal manera que, hoy por hoy, son uno de los sectores que más conflicto le han generado al presidente Rafael Correa. La NED apoyó la formación de una corporación empresarial indígena que es la que más ha combatido el modelo de sociedad que está llevando adelante el presidente Correa”.
     
    Enemigo íntimo

    Argentina no ha quedado al margen de esta política injerencista norteamericana. Un claro ejemplo de ello es el rol que juegan fundaciones como el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), la fundación Nueva Generación, Crecer y Crecer y  tantas otras.

    En ese contexto se enmarca el encuentro que realizó la Fundación Libertad en Rosario y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires entre los días 9 y 12 de abril.

    Los encuentros de la Fundación Libertad han logrado convocar a figuras de la derecha internacional de la talla del escritor peruano y excandidato a presidente Mario Vargas Llosa, el filosofo español Fernando Savater y el expresidente de España José María Aznar.

    El periodista y escritor, Víctor Ego Ducrot, explicó para Revista2016 qué significan este tipo de encuentros: “Hay una larga tradición en los aparatos de inteligencia de Estados Unidos, paralelos o encubiertos como la NED, de ser vertebradores logísticos y financieros de lo que ellos consideran como figuras de fuerte relevancia mediática o simbólica desde el espectro de la derecha más reaccionaria y recalcitrante en términos globales. Son elementos de naturaleza propagandística al servicio de los ámbitos más concentrados del poder corporativo-capitalista-imperial. Esta derecha concentrada pone el acento en América Latina porque es aquí donde se ha registrado el surgimiento y la práctica colectiva de actores políticos, sociales y culturales que mayor capacidad de cuestionamiento han tenido respecto de la última gran experiencia de dominio global, neocolonial, imperial, que fue el modelo neoliberal”.

    “Estos encuentros en los que se dan cita personajes patéticos como Vargas Llosa y el español José María Aznar, que es una verdadera caricatura de lo que es un dirigente político, son una expresión obsoleta del mundo que siempre ha estado en contra de la soberanía popular. Todos ellos son representantes de un mundo obsoleto convertidos en patéticos instrumentos de maniobras conspiradoras, destituyentes”, aseguró Ego Ducrot.

    Como señaló la abogada e investigadora venezolana- estadounidense, Eva Golinger, durante la conferencia brindada en Ecuador (que se puede ver a través de Youtube con el título de Eva Golinger- Telaraña imperial ONG y USAID) en el año 1984 se crearon cuatro instituciones claves vinculadas estrechamente a la NED: “el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Demócrata Nacional (NDI), dos brazos de los partidos de Estados Unidos, el Centro para la Empresa Privada (CIPE), para trabajar con los empresarios, y el Centro de Solidaridad con los Sindicatos. Para así llegar a partidos políticos de ‘izquierda’, derecha, empresarios y trabajadores sindicalistas. Cubriendo una parte importante de la sociedad, del pueblo”.

    En la misma línea de análisis se podría decir que no es nada casual que este año el encuentro organizado por esta Fundación Libertad haya decidido salir de su reducto en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe) y dedicar dos días (11 y 12 de abril) a realizar el encuentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada por el PRO de Mauricio Macri.

    Es por ello que no sorprende cuando, según señaló el periodista Santiago O’Donell en su libro Argenleaks, en el año 2007 el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, mantuvo una reunión con miembros de la Embajada de Estados Unidos en Argentina. En aquel encuentro además de señalar: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de 80 años de historia argentina que está listo para asumir el poder”, Macri -según se detalla en el cable enviado por el cónsul político estadounidense Mike Matera – aseguró que su fundación, Crecer y Crecer, estaba trabajando “con el Instituto Republicano de Estados Unidos (y también con la fundación Konrad Adenauer de Alemania) en la formación de nuevos liderazgos”.

    Cabe recordar que la fundación Crecer y Crecer fue creada por Mauricio Macri en 2001, que allí se sentarían la bases para fundar el partido Compromiso para el Cambio, que en el año 2005 se fusionaría con el partido Recrear Argentina, liderado por Ricardo López Murphy (estrechamente ligado a la Fundación Libertad), fusión con la que se daría creación al partido Propuesta Republicana (PRO).

    Otro dato no menor es que la actual “Usina de ideas de PRO”,  como se autodenomina la Fundación Pensar, cuyo presidente honorario es Mauricio Macri, tuvo entre sus referentes a Julio Cirino, quien participó del terrorismo de Estado desatado durante la última dictadura militar (1976-1983). Cirino fue procesado recientemente por la Sala II de la Cámara Federal acusado de haber sido integrante del Batallón 601, bajo el alias de Jorge Contreras y en esa función haber estado involucrado en la desaparición de militantes del grupo Montoneros.

    Según asegura un artículo publicado el viernes 22 de febrero de 2013 en el matutino Página/12, titulado Del think tank del PRO a la prisión, “La Secretaría de Derechos Humanos informó en la causa que Jorge Contreras era en realidad el Gordo Cirino, quien dirigió durante la dictadura el Grupo de Tareas 7 de la Central de Reunión de Información (CRI) del 601. Página/12 informó en 2008 que Cirino había sido uno de los referentes de la Fundación Pensar, ligada al macrismo. Según los anuarios de Pensar, Cirino recibió en su nombre al embajador de Colombia y participó de un seminario sobre ‘delincuencia, minoridad y violencia’ en Mar del Plata y de un panel sobre ‘seguridad’ junto al ex jefe de la Policía Metropolitana Eugenio Burzaco y el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg”.

    En el artículo de Página/12 también se señala que, según un cable desclasificado del Departamento de Estado de Estados Unidos, Cirino tenía estrechos vínculos con la Embajada norteamericana y fue designado secretario en la Embajada argentina en Washington.

    Fundaciones y ONGs con nombres muy altruistas como libertad, democracia o desarrollo que han servido - y sirven-  para encubrir a represores, miembros de la derecha internacional y representantes de los poderes económicos más concentrados que – como si se tratase de una marca de nacimiento – en algún punto de su ser tienen el sello de la CIA. 

     

    martes, 9 de abril de 2013

    Sobre el silencio y las palabras: Vaticano y dictadura

    Por Alejandro Kaufman* (para La Tecl@ Eñe) - http://conradoyasenza.wix.com/la-tecla-ene#!kaufman/c1kla

    La responsabilidad plena y directa de la jerarquía eclesiástica argentina en la perpetración del exterminio argentino de 1976 no es evidente por sí misma en su totalidad ni está suficientemente dilucidada. Diversos aspectos generales de tales responsabilidades institucionales han sido discutidos y expuestos, lo mismo que numerosas trayectorias individuales de integrantes de la Iglesia implicados de diferentes maneras, victimarios, víctimas, cómplices y un reducido y ejemplar número de héroes y santos. Enseguida de conocida la noticia de la designación de Jorge Mario Bergoglio tuvieron repercusión –por haberse puesto de relieve- las intervenciones de Horacio González y de Horacio Verbitsky, destacadas entre varias otras, todas ellas constitutivas de un conjunto minoritario al que concurre lo aquí expuesto. González y Verbitsky fueron mencionados como referencias de la minoría disidente, así como señalados por su disenso hacia el desmesurado entusiasmo unanimista que siguió a la designación del nuevo Papa. La divergencia ante la aparente confluencia masiva alrededor de las esperanzas atribuibles a la designación fue presentada por muchas intervenciones como actitud equivocada o inoportuna, cuando se limitaba a la coherencia con lo que hasta el instante anterior a la designación se había mantenido durante años. Es de esperarse que las cosas vuelvan a un cauce más razonable, aunque el proferimiento difamatorio fue lanzado, hasta percibirse incluso la necesidad de reunir firmas para una solicitada en defensa de González y Verbitsky. En lugar de anunciarse una línea de demanda, resistencia y expectativa más amplia, como habría sido deseable, se produjo un frente de conformismo y silencio de indudable precariedad y vacilación ética y política. Solo se arribó a un acuerdo general sobre los asuntos entre estados soberanos, determinantes hacia sus titulares de actitudes políticas no traducibles de manera simplista a los debates públicos. Poner en cuestión lo que sea frente a las nuevas perspectivas abiertas no se pretende vinculante para la presidenta, en tanto jefa de estado y en su relación con quien se erige asimismo en jefe de estado. Estas y muchas otras consideraciones políticas también han sido ventiladas en forma abundante.

    El tema más específico e intrincado que concierne a la designación del nuevo Papa es el de la relación entre la Iglesia y el terrorismo de estado en la Argentina. Si bien no nos encontramos ante una hoja en blanco sino con un conjunto de antecedentes de diversa índole, la designación introduce una transformación imposible de menospreciar por su magnitud y novedad. Tampoco es necesario volver aquí sobre el punto porque ha sido harto reiterado.

    (No obstante, una y otra vez hay que repetirlo: el crimen de la desaparición excede al asesinato al privar deliberadamente del destino de los cuerpos a los deudos y configurar el contexto en el que se produjo la apropiación de bebés. Desde el punto de vista del acontecimiento colectivo, ambos actos criminales –la desaparición y la apropiación de bebés- mantienen sus efectos de manera indefinida, atenuados en apariencia cuando se encuentran restos mortales o se recuperan hijas e hijos. Quienes han participado de cualquier manera que los haga depositarios de información sobre aquellos destinos, mantienen en el tiempo su participación en la perpetración de los crímenes, dado que el silencio sobre aquello que se sabe y no se dice es una forma de perpetuar el dolor de los deudos y mantener el duelo en suspenso. El silencio implica crueldad e indiferencia ante el dolor de los deudos a sabiendas de lo que ocurre al respecto y cuando se tienen disponibles los medios para paliar ese dolor. Tal silencio no es discreción ni accidente sino que fue designio cruel de los perpetradores. El papel de las jerarquías eclesiásticas es inequívoco en este sentido. Si hay un secreto de confesión que pueda defenderse frente al conocimiento de crímenes de esta naturaleza, entonces la propia confesión perdería todo valor espiritual y moral ante las comunidades, ante la historia y ante Dios mismo, hay que decirlo. Dios no puede querer que permanezca en silencio un secreto de confesión semejante. Dios no puede querer que los deudos en ronda durante décadas estén condenados al dolor sin fin, cuando claman por él ante quienes saben que saben y no hablan. No hay Iglesia que pueda tolerar indefinidamente una situación así. Y son muchos de los integrantes de la Iglesia, religiosos y laicos, quienes mantienen vivo este reclamo.)

    Lo primero que se aprecia –y que también se ha repetido- en cuanto a las relaciones entre Iglesia y dictadura es que el interlocutor, por el solo acto de la designación, cambia por completo el escenario del problema al elevarlo a un plano, digamos, universal. Ha prevalecido la idea de que al entronizarse como Papa a Bergoglio también se estaban entronizando sus actitudes y posiciones frente a la dictadura, y ello determinó un debate centrado sobre su persona, en la consideración de que el papado, al atribuirle una condición tan elevada, otorgaba sus cualidades tanto a su persona como a sus antecedentes. Una suerte de purificación o absolución dada por la jerarquía. Al confrontar sus antecedentes personales con esa condición, Horacio Verbitsky parecía erigirse en un fiscal que estaría impugnando u oscureciendo la designación, más allá de sus propósitos alegados de consecuencia con lo que él mismo y otros habían sostenido durante años.Esta transferencia ad hominem del problema, sin embargo, invirtió uno de los términos de la cuestión , porque el problema no es en absoluto de Verbitsky, sino que son Bergoglio y la Iglesia que lo designó quienes tendrán que habérselas con sus antecedentes, tanto individuales como colectivos, y no hay silencio oportunista ni declinación coyuntural que puedan modificar esta circunstancia. Aun cuando tuvieran razón quienes asumen la defensa de Bergoglio respecto de las indicaciones precisas que ha hecho Verbitsky, no cambia nada sustancial sobre su pertenencia a la jerarquía eclesiástica, antes, recientemente, y sobre todo ahora, en el Vaticano. Cierto que si en lugar de Bergoglio el nombrado fuera un sacerdote del Tercer Mundo estaríamos hablando de todo esto de manera diferente. No obstante, con toda la pertinencia que tiene esta discusión, es otro el tema que convoca a estas líneas.

    La pregunta que querríamos formular aquí es sobre cómo enfocar de forma abarcadora y específica la responsabilidad de la Iglesia, de la jerarquía eclesiástica argentina en relación con la dictadura de 1976. ¿Forma parte como una actora más del abanico de partícipes y cómplices civiles del golpe de 1976, del terrorismo de estado y los crímenes contra la humanidad? En general prevalece esta idea, con los consiguientes análisis sobre las correspondencias administradas en favor de la dictadura.

    Hay varias diferencias y especificidades que atañen a la Iglesia. La Iglesia es una institución irreductiblemente teológico política. Analizarla solo desde el punto de vista sociopolítico hace visible aquello que la óptica secular moderna deja ver en la superficie. De pronto la Iglesia se convierte en una entidad que “pierde prestigio y fieles” debido a su “imagen”, o porque se denuncian actos de corrupción sexual o económica. Desde luego que nadie puede estar exento de semejantes avatares en las sociedades contemporáneas, es decir, de tales enunciaciones en términos políticos y comunicacionales convencionales. Pero la Iglesia no es susceptible tan solo de tales descripciones porque no se trata de una ONG, ni de una entidad civil o llanamente política, sino de una maquinaria de administración de la subjetividad, arraigada en una tradición espiritual bimilenaria, que ha atravesado ese lapso inmenso de la historia cultural. Una institución semejante no se mide en términos temporales equivalentes a ninguna otra con la que podamos comparar, ni es pasible de limitar el registro de su influencia a recursos estadísticos o categorías creadas hace unos pocos años.

    La Iglesia es una maquinaria de producción de subjetividad como no lo es ninguna otra que conozcamos porque su desenvolvimiento como tal es teológico político, es gestionario de la configuración de prácticas multitudinarias, no necesaria ni enteramente conscientes, ni susceptibles de representaciones. La fe no se mide por enunciados ni declaraciones, ni siquiera por la adhesión a la liturgia. Siglos de elaboraciones sobre las transacciones entre conducciones pastorales y multitudes, siglos de administraciones a la vez violentas y persuasivas de la pertenencia y la exclusión, la culpabilización y el perdón necesitan ser visitados para siquiera sospechar la magnitud de la cuestión.

    La Iglesia es maquinaria de producción de subjetividad multitudinaria porque contiene a sus integrantes de un modo polimorfo, rígido hasta el doctrinarismo totalitario en algunos nodos singulares, flexible hasta la disipación en la figuración de una periferia enunciativa y práctica que deja sus límites más allá de una visibilización ingenua.

    Por eso nos sorprendió el unanimismo entusiasta que acompañó súbitamente a la designación. Porque operó como síntoma, como irrupción de algo que estaba latente, implícito, y que en las  condiciones apropiadas salió a la superficie. Es una dialéctica de implicación y superficie aquello que podemos leer en innumerables circunstancias. Horacio Verbitsky dice que se interesó por la Iglesia a partir de un comentario lateral que surgió en su entrevista a Scilingo. Emilio Pérsico relató (¿confesó?) luego de la designación que había celebrado con anterioridad una misa en secreto con Bergoglio en favor de Chávez. Hubo algo que lo habilitó a decirlo, algo que había cambiado para que antes lo hubiese mantenido en secreto. Eso que lo habilitó fue el estatuto del ánimo multitudinario, que había cambiado de latente a visible. Se hizo explícita la pertenencia colectiva a la maquinaria de producción de subjetividad, pertenencia que puede ser secreta, porque su cifra no reside en el conocimiento público sino en la configuración de un vínculo intersubjetivo que sigue reglas definidas por la institución, emanadas desde el fondo de su historia, no subordinadas a las pautas sociopolíticas seculares.

    Hablar de lo teológico político en sociedades seculares no supone una mera privatización de lo “religioso” como si fuera una actividad que se desenvuelve en el ocio, o fuera de la plaza pública y de la economía. Ese es un error cándido que solo concurre a confirmar el inconsciente católico, o catolicismo inconsciente que hemos visto cómo ha procedido en la historia moderna, cómo lo ha hecho en los países socialistas realmente existentes que habían contado con la extinción supuesta de las religiones. Ya es un lugar común, por pocos puesto en discusión, que las religiones han vuelto a reclamar su lugar en la experiencia colectiva. Reconocerlo como fenómeno general todavía no nos aporta las destrezas necesarias para nuestros desenvolvimientos sociopolíticos. La designación de un Papa argentino fue finalmente un catalizador de las formas en que la cuestión religiosa se dirime en nuestro país.

    Se trata entonces de definir a la Iglesia –recordar esa definición- como maquinaria de producción multitudinaria de subjetividad, como administradora de prácticas sociopolíticas más allá de lo que se enuncia como creencia explícita. Se ha trabajado largamente sobre la elucidación de la subjetividad multitudinaria relativa a la hegemonía eclesiástica. Menos evidente resulta en la bibliografía más usual la intervención sobre algunas distinciones locales, regionales, precisamente cuando destacamos tal cualidad concerniente a la nueva designación. Y aún menos concurrido es el siguiente y decisivo problema.

    La responsabilidad plena y directa de la jerarquía eclesiástica argentina en la perpetración del exterminio argentino de 1976 no es evidente por sí misma en su totalidad ni está suficientemente dilucidada.  Conocida la noticia de la designación de Jorge Mario Bergoglio tuvieron repercusión –por haberse puesto de relieve- las intervenciones de Horacio González y de Horacio Verbitsky, destacadas entre varias otras, todas ellas constitutivas de un conjunto minoritario al que concurre lo aquí expuesto. González y Verbitsky fueron mencionados como referencias de la minoría disidente, así como señalados por su disenso hacia el desmesurado entusiasmo unanimista que siguió a la designación del nuevo Papa. La divergencia ante la aparente confluencia masiva alrededor de las esperanzas atribuibles a la designación fue presentada por muchas intervenciones como actitud equivocada o inoportuna, cuando se limitaba a la coherencia con lo que hasta el instante anterior a la designación se había mantenido durante años

    Puesta al servicio del exterminio perpetrado por la dictadura argentina de 1976, la Iglesia fue mucho más que cómplice o partícipe civil de crímenes de lesa humanidad. La Iglesia, a la que pertenecían y pertenecen en su mayoría o totalidad los perpetradores, y en cuya supuesta defensa cometieron el exterminio, les proporcionó la sustentabilidad subjetiva que requiere un colectivo exterminador.

    Como se ha dicho, no es fácil matar. Se requiere un dispositivo sin el cual la eficacia homicida de cualquier índole es inviable, no importa si es “legal” o “ilegal”, “bélica”  o  “exterminadora”.   Dicho dispositivo –exterminador- no es en modo alguno un mero aparato torturador o asesino en sus términos materiales, del modo en que un museo de la tortura y la desaparición podría exhibir sus objetos, sus herramientas, sus huellas, su materialidad. Un dispositivo exterminador requiere un régimen de pertenencia subjetiva, relevamiento psíquico, contención normativa, narrativa ideológica y fundamento moral. Ninguna guerra puede librarse tampoco sin un dispositivo específico de contención de la masa homicida. Sin narrativas, símbolos, nacionalismos, pensiones a las viudas, hospitales de veteranos, nada de ello se puede hacer. Es tan crucial un film como “Rescatando al soldado Ryan” (que nosotros vemos como entretenimiento o narrativa culturalmente importada), en el que se cita un caso similar de la Guerra Civil del siglo XIX, como la disponibilidad de las armas, tácticas y estratégicas. En este aspecto el colectivo homicida bélico “legal” exige tramas de sustentabilidad afiliadas a la historia cultural tal como procede desde Homero y mucho antes, por dar una referencia literaria precisa, para de inmediato recordar una y otra vez que el acontecimiento exterminador del siglo XX no tiene antecedentes en aquella historia bélica, y entonces el ocultamiento, la clandestinidad, el terrorismo difuso e implícito, la incredulidad con que se lo recibe cuando se lo conoce son sus rasgos distintivos.

    Así también de distintivo será en consecuencia su respectivo régimen de sustentabilidad, con sus narrativas clandestinas, sus secretos, sus ideologías, sus justificaciones, sus implicaciones inconscientes y latentes en la población que consiente con las atrocidades, sin “saber” que acontecen, y “olvidándolo” luego, para finalmente concurrir al Nunca más, que se profiere frente a lo irreductible, lo inaceptable, lo imperdonable, lo que no debería haber sucedido y no debe volver a suceder. Es una diferencia inconmensurable con la guerra, respecto de la cual no surgen enunciados semejantes, dado que todo Estado reside su entidad en la preparación para la guerra. Súmase que la juridicidad emergente interestatal posterior a la Segunda Guerra Mundial, el actual fundamento de la vigencia universal de los derechos humanos, sostiene la ilicitud del exterminio a la vez que la plausibilidad de la guerra. Al respecto la siempre ambigua y prescindente posición de la Iglesia Católica Apostólica Romana con respecto a estos temas demostró su fina capacidad de adaptación cuando cedió a la dogmática del perdón y la absolución y admitió frente al holocausto nazi el enunciado de la irreductibilidad del exterminio y la plausibilidad del “nunca más”. Lo hizo con una demora de medio siglo. Hasta entonces había sido una deuda que la Iglesia mantenía con la Humanidad. La designación de Bergoglio no hará más que ratificar la deuda homóloga en relación con el exterminio argentino. Probablemente él sea el indicado para emprender semejante tarea, como lo fue presumiblemente el Papa polaco, oriundo del territorio más comprometido con el holocausto nazi, y quien introdujo una respuesta novedosa en el discurso del Vaticano.

    Resulta notable que algunas mentes ilustradas y sapientes sobre lo histórico social desciendan al sentido común más pedestre cuando analizan estos acontecimientos. Los reducen a moralismos de escuela primaria parroquial, de conmovedora ingenuidad, clausurados para distinguir entre las atrocidades perpetradas por la dictadura de 1976 y la devastación que propinaron a las víctimas. Se atreven a pedir explicaciones o arrepentimientos a los sobrevivientes sin reparar en que lo que fue destruido, aparte de los cuerpos y en ellos, fue el dispositivo de contención de la subjetividad colectiva de la lucha armada, meta explícita del exterminio, en lo que el exterminio tuvo éxito, dejando en el infierno de la desaparición y la apropiación de niños todos aquellos discursos. Después, cuando reemergen en el contexto de la lucha por los derechos humanos como residuos narrativos, ecos lejanos de prácticas sociales sometidas en los cuerpos a los vejámenes más atroces, todavía se les piden cuentas, cuando no responsabilidades penales a quienes han sido castigados de las maneras más inimaginables. Sería el doble castigo, entonces, la doble retribución, la reiteración del vejamen, la indiferencia hacia el sufrimiento de años y años sin consuelo.

    La Iglesia en su faz conservadora, reaccionaria e inquisitorial puso a disposición de los perpetradores -que iban a reivindicarla en esos términos y purificarla de sus propios desvíos-, de los recursos de administración de la subjetividad sin los cuales el exterminio tal como tuvo lugar no hubiera podido suceder. Puso a disposición de los perpetradores los sacramentos de la confesión y la eucaristía, sacramentos que permiten vivir en paz, o ir a la guerra, o aun exterminar, según hemos comprobado en la Argentina. La interpelación a la jerarquía eclesiástica es sobre si va a permitir que también hayan servido al exterminio.

    No es tan evidente la magnitud y calidad de semejante acontecimiento. El nazismo, que venía a sustituir a las religiones y no a defenderlas en sus versiones conservadoras (no obstante algunas vacilaciones iniciales) tuvo que crear su propia maquinaria de producción de subjetividad. Cuando los nazis fueron vencidos en la guerra, dado que el dispositivo que habían creado era idéntico con su corporeidad estatal-político militar, se extinguieron, no tuvieron ninguna forma de legar su régimen de subjetividad, salvo en formas vestigiales –en general- que persistieron desde entonces como márgenes ilegales en los estados democráticos.

    Las Fuerzas Armadas argentinas fueron moralmente vencidas por la sociedad civil porque la demanda de verdad y justicia adoptó la magnitud de un régimen contrahegemónico de construcción de subjetividad que confrontó con una institución abandonada en el trance de la derrota moral por los componentes civiles que fueron parte del dispositivo perpetrador. Los componentes civiles se replegaron e intentaron permanecer ajenos a la prosecución judicial. Intentaron con variado éxito permanecer en la vida sociopolítica como actores en los mismos términos con que se habían desempeñado históricamente.

    
    Es el momento de recordar que el peronismo perdió las elecciones en 1983 porque interpretó que la balanza del poder se inclinaba en favor de aquellos poderes fácticos permanentes. En cambio el alfonsinismo ganó las elecciones con una plataforma que reconocía y defendía una versión mínima de los juicios a los principales responsables del exterminio.  Es curioso  como la designación de  Bergoglio como  Papa nos presentó   una jornada    que   recuerda   a aquella   negligencia con respecto a los derechos humanos, aun por parte de quienes hasta la víspera los defendían, y seguramente lo seguirán haciendo. Hay una obturación en sus miradas respecto del papel de la jerarquía eclesiástica, que los lleva a naturalizar su poder espiritual y político, y a declinar actitudes opositoras a esos poderes, al precio del olvido. ¿No es notable que en aquellos años los mismos actores integraran la minoría que no aceptaba de plano el planteo del peronismo por amnésico (hasta el extremo de la renuncia al propio peronismo –sin perjuicio de que los tiempos en que tuvieron lugar los acontecimientos no fueron simultáneos-), ni la transacción alfonsinista por insuficiente? Fue cuando el CELS, que ahora protagoniza una respuesta, llevaba a su vicepresidente como único diputado que iba a defender consecuente y específicamente la causa de los derechos humanos en el Congreso y obtenía el número justo de votos en la Capital Federal para ocupar la banca, unos 70000. El propio Horacio González fue uno de los renunciantes a aquel peronismo moralmente paralizado. Puesto en esa perspectiva parece que el tiempo no hubiese transcurrido.

    Habrá ocasión de proseguir esta discusión. Alcanzará aquí con señalar que la jerarquía eclesiástica argentina hubo de dotar a los perpetradores argentinos del exterminio de un dispositivo de sustentabilidad subjetiva que otros hubieran soñado con poseer. Lo que se defendía era su propia versión de la vida político cultural tal como la entendían esas jerarquías, al precio del exterminio de quienes desde su propia grey se habían “pasado al otro lado”.

    En términos realistas, y más allá del inconsciente católico colectivo y sus sorpresas, el problema, si es que hay un problema, y lo hay, y es mayúsculo, lo tiene el Vaticano, lo tiene el Papa argentino, y si bien su magnitud es local y menos conocida a nivel universal, en el orden ético que compromete a la Iglesia podría ser más difícil de enfrentar que el de la relación entre Pio XII y el nazismo, ante el cual la Iglesia lidiaba crecientemente con un enemigo. Los perpetradores argentinos vinieron a defender a esta Iglesia según su jerarquía, a defenderla incluso de sus adversarios o herejes interiores, a permitirle perdurar en sus privilegios de asociación con el estado por varias décadas más, tal como sucedió.

    Vinieron a perpetrar un exterminio en su nombre. No será fácil para el Papa argentino dar cuenta de la deuda que tiene con los perpetradores que van siendo juzgados y encarcelados, aquellos a quienes acompaña desde las sombras en sus reclusiones, manteniéndolos en la adversidad dentro del mismo dispositivo de producción y contención, aquel que les permite hablar sin decir nada, mientras él, Bergoglio, calla, o calló hasta el presente. Su silencio, el de Jorge Mario, es el elocuente, mientras las palabras de Jorge Rafael no hacen más que perpetuar el gélido silencio de la crueldad y la mentira.

    * Ensayista. Investigador del Instituto Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA) Profesor de la Universidad Nacional de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Quilmes.

    lunes, 8 de abril de 2013

    Argentina: El dólar y las profecías liberales

    Juan Castillo y Cia - http://www.matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=25976%3Aargentina-el-dolar-y-las-profecias-liberales&catid=56%3Aeconomia-politica-alternativa&Itemid=79 

    Una de las “secuelas culturales” más perniciosas que nos ha legado el neoliberalismo, con la complicidad de los medios hegemónicos de comunicación, ha sido la concepción bimonetaria en cuestiones económicas. A diferencia de otras poblaciones del mundo, una buena parte de los argentinos, sostiene la mira, no precisamente en la moneda local u oficial de nuestro país, sino en la divisa estadounidense. Lo tragicómico es que no solo se la utiliza en cuestiones comerciales de poca monta, sino inclusive al momento de efectuar interpretaciones o análisis de orden interno que se encuentran fuera del ámbito comercial.

    Lo cierto es que este enfoque bimonetario tuvo su origen a partir del golpe del 76 con el entonces ministro de economía, José A. Martínez de Hoz y su inefable “tablita cambiaria” que dio lugar al surgimiento de la denominada “patria financiera” y, posteriormente, su consolidación en la década del 90 con la intervención de uno de sus discípulos más renombrados: Domingo F. Cavallo.

    Claro que la tarea de que los argentinos observen diariamente “las fluctuaciones del tipo de cambio” no fue obra exclusiva de los ministros mencionados; si bien éstos, con las medidas adoptadas estimulaban el instinto de supervivencia de la población que veía en la divisa norteamericana la única posibilidad de preservar sus ahorros. También es precioso reconocer que, un conjunto de “hombres notables”, efectuaron su aporte, a lo largo de los años, para desvalorizar la moneda local. No solo con el propósito de referenciar la divisa internacional posibilitando, de ese modo, la realización de sus negocios; sino porque además, la existencia de una doble referencia monetaria es una forma de restarle poder al gobierno de turno al momento de ejecutar un programa distinto al que el neoliberalismo propone.

    Así vimos en el curso de esos años -y lo continuamos viendo hoy en día- como los programas políticos, tanto de la televisión como radiales, se encargaron de reproducir hasta el cansancio las opiniones de economistas como Cavallo, Redrado, Prat Gay, Melconian, Sturzenegger, O. Ferreres y tantos otros que, al amparo de su concepción ideológica, acentuaban el enfoque bimonetarista. Actualmente, esos mismos exponentes siguen fracasando en sus pronósticos y proponiendo las mismas recetas que condujeron (y que promovieron desde la función pública) a la Argentina del 2001.

    Todos ellos abogan por la devaluación, la reducción del gasto público, el endeudamiento para financiar aquellos gastos del Estado que no se puedan achicar y reducir los índices de precios (inflación). Sin lugar a dudas, una devaluación implica una transferencia de recursos en beneficio del sector exportador y en detrimento del sector de ingresos fijos (asalariados) que verían reducido sustancialmente su poder de compra. Si a ello le añadimos una reducción del gasto público, nos encontraríamos con una fuerte contracción de la demanda interna que provocaría una merma en el índice de precios.

    No hace falta señalar que adoptar medidas de este tenor, sería promover el suicidio de nuestro crecimiento económico. La pregunta que surge indefectiblemente es: ¿Pues, entonces, por qué lo promueven? Y la respuesta, que ellos ocultan, es: por el simple hecho de querer apropiarse de la tasa de ganancia. Aquí lo que se plantea, en forma subrepticia, es “distribuir el ingreso nacional” en beneficio de un sector minoritario de la población.

    Lo problemático es que la lógica instalada en la Argentina, en definitiva, es la lógica que logró imponer el neoliberalismo y debemos reconocer, mal que nos pese, que una importante franja de la población analiza la realidad desde esa óptica. Sin percatarse, siquiera, que dicha lógica está puesta al servicio de intereses que no son los suyos.

    Se podrá argüir que es difícil enfrentar “prejuicios arraigados” en la población; y nadie desconoce que no es tarea fácil. Pero, no obstante, es menester que alguna medida se adopte al respecto. Pues, el gobierno actual debe realizar (si bien es cierto que la Presidenta se encarga de hacerlo en oportunidad de sus discursos) una suerte de docencia para romper con ese “ruinoso legado cultural” que tanto daño despliega sobre nuestra economía. Pues debería contrastar las medidas que estos señores proponen con los resultados obtenidos a lo largo de la historia; para que de una vez por todas queden al desnudo estos profetas de la decadencia.

    Es paradójico escucharlos, por un lado, plantean la necesidad de combatir a la inflación y, por el otro, sugieren –entre líneas algunos, otros directamente- que el dólar está retrasado; por ende, habría que devaluar. El remanido discurso “antiinflacionario” les dio resultado luego de la traumática experiencia nacional de los años 80 y abonó el terreno para la consagración del libre mercado en los 90. Lo que no explicaron nunca estos señores, ni van a explicar, es quienes fueron los responsables directos de la hiperinflación padecida por la sociedad argentina en aquel entonces.

    Pero volviendo al presente, es dable señalar que la inflación no es mala per se. En un contexto de crisis internacional, tener una “inflación controlada” y que se sostiene sobre la base de la demanda es una manera de atenuar los efectos externos garantizando, paralelamente, la estabilidad del consumo en el orden interno. Sin embargo, los profetas continúan su prédica sin reparar en los antecedentes históricos; tal vez porque si echamos una mirada sobre la historia descubriríamos cuánto daño han causado sus predicciones.

    Las políticas que estos señores sugieren (sin dejar de reconocer el retraso en la adopción de medidas al efecto por parte de la actual administración) posibilitaron que en el exterior existan 190 mil millones de dólares en cuentas bancarias de unos pocos argentinos. Cifra que apalanca la recuperación económica de otros países, en vez de favorecer el desarrollo de nuestra economía.

    Los números son elocuentes, solo cuando Argentina se despoje de la concepción bimonetaria, y muy pocos sigan las profecías manipuladoras, podremos estar seguros que el neoliberalismo perderá la batalla.

    domingo, 7 de abril de 2013

    Con 51 muertos e inundados, las aguas de la política bajan turbias

    EMILIO MARÍN - http://www.laarena.com.ar/opinion-con_51_muertos_e_inundados__las_aguas_de_la_politica_bajan_turbias-91669-111.html 

    LaINUNDACION semana estuvo impactada por la inundación. Mucho dolor por 6 muertes en Capital y 51 en La Plata. Y mucha discusión por las responsabilidades de los políticos lugareños, provinciales y nacionales.
    La disuelta banda "Los Piojos" tiene un gran tema rockero, "Civilización", donde dice que Dios perdona al hombre a veces y la Naturaleza nunca. Lejos de echarle la culpa a esta última, Ciro apunta a la labor destructiva del hombre: "Un nuevo desierto, un nuevo granizo, saben quien lo hizo, anda por acá".

    Que sirva como introito al análisis de las inundaciones en la Capital Federal y La Plata, que mataron respectivamente a 6 y 51 argentinos. Eso, con ser lo más doloroso, no agota los sufrimientos de miles de evacuados y gente que temió por sus vidas, perdió muebles y artefactos del hogar, y vio afectadas sus viviendas.

    Las tragedias, antes que buscar los responsables, deben servir para medir cómo está de madura o podrida una sociedad. Y la Argentina está mucho mejor que diez años atrás. Eso se notó en la actitud comprensiva de gran parte de la sociedad, que sintió lo sucedido casi como si le hubiera pasado a ella, aunque esos solidarios no habrían leído la carta de despedida del Che Guevara a sus hijos donde les encomiaba que fueran capaces de sentir "en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo". La inundación no era una injusticia sino una desgracia de otros, pero el consejo guevarista parece aplicable a lo de estos días. Es que en estas catástrofes sufren más los que menos tienen, y en este aspecto también se trata de una injusticia.

    El grueso de los argentinos se sintió conmovido y trató de colaborar, informarse, donar cosas y reclamar que las autoridades se pusieran a tono con los inundados, etcétera.

    Casi no se registraron casos de pillaje. Hay que congratularse de vivir una época socialmente mucho mejor. Es destacable porque en general, en momentos de catástrofes y viviendo bajo el paradigma del capitalismo, lo usual es el "sálvese quien pueda". Esta vez no fue así.

    Mejor Cristina.
    "La única verdad es la realidad" supo definir el general Perón. Aún con los riesgos del esquematismo -la realidad tiene varios aspectos y a veces predominan unos u otros-, ese criterio puede ser empleado para sopesar la emergencia.

    La que sacó la mejor nota es la presidenta de la Nación. Se puso las botas de lluvia y se fue en helicóptero a recorrer La Plata, en su viejo barrio de Tolosa; luego estuvo en Barrio Mitre, de la capitalina Saavedra. Y no se quedó mirando desde el cielo sino que puso sus pies en el barro, como lo había hecho en 2009 durante el alud de Tartagal, y habló cara a cara con los vecinos. En algunas imágenes se podía vislumbrar que el diálogo no era dulce como la miel, por la legítima crispación de los inundados, pero lo importante es que Cristina Fernández estuvo allí. Para una jefa de Estado eso es un cable a tierra, aún cuando en estas coyunturas el cable pueda estar pelado y haya riesgo de alguna descarga eléctrica, políticamente hablando.

    Mauricio Macri, en cambio, estaba vacacionando en Brasil y su segundo, Horacio Rodríguez Larreta en Europa. Faltaron en el crucial momento inicial, igual que el kirchnerista Pablo Bruera, intendente platense, también en Brasil.

    Tuvieron que regresar con el apuro de los bomberos, pero ya era tarde. Se habían quemado en política. Y mucho más grave aún, los daños en vidas y bienes, no tuvieron en ese primer tramo ni el consuelo de esas autoridades.

    Lo de Daniel Scioli se ubicó en una postura intermedia entre la buena performance de CFK y la pésima de Macri: mediocre, parejito y trabajador, tratando de quedar bien con mojados y secos, ricos y pobres, TN y Televisión Pública.

    Actuar sobre las consecuencias.
    Frente a tanto dolor, lo primero era paliar al menos las situaciones más dramáticas, de los más afectados y pobres.

    En esto picó en punta otra vez CFK, que por cadena nacional anunció un pago triple a los jubilados afectados y mejoras similares para quienes cobran las asignaciones familiares, la AUH y el subsidio de desocupado. También habrá créditos de hasta 50.000 pesos a bajo interés para la refacción de viviendas inundadas y otros créditos por hasta 15.000 pesos para arreglos en casas de jubilados.

    El impacto total para la caja nacional fue estimado en 2.000 millones de pesos, a lo que habrá que sumar lo dispuesto para la Capital por Macri, y confiar que en su caso no haya "subejecuciones" tan habituales cuando se trata de partidas de interés social.

    Cuando suceden dramas no se puede empezar por el debate sobre las causas y eventuales responsables. Lo urgente es solucionar en parte las aristas más dolorosas. El gobierno nacional y en parte el de la provincia de Buenos Aires tuvo reflejos más rápidos para reaccionar positivamente. Eso es propio de la política, no una cuestión fisiológica. Lo de Macri fue lamentable. Lo de vago y mal entretenido parece estar en su ADN, cuando se disculpaba ante su amigo Jorge Rial con que es un hombre político que necesita descansar. Para mucha gente descansa mucho y debería trabajar un poco más...

    Remover las causas.
    "Es una tragedia climática", definió el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con lo que -lejos de cualquier inclinación ecologista- estaba lavándose las manos como un Pilatos moderno. Es una de sus imitaciones más logradas, mucho mejor que la del gran Freddie Mercury.

    Por supuesto que el cambio climático y las recurrentes lluvias, con sequías alternativas, es un problema real. No hay que remitirse a Macri, que no tiene escrita ni una línea, sino a alguien que el referente de la derecha detesta tanto. Fidel Castro, ya en la cumbre Eco-Río '92, advirtió hacia dónde marchaba el planeta con el derroche, consumismo y atentado al medio ambiente propios del capitalismo salvaje...

    La catástrofe porteña y bonaerense invita a revisar el estado de cosas de las cumbres climáticas mundiales que no han podido aprobar resoluciones de real cumplimiento para las grandes potencias culpables de esas alteraciones climáticas.

    Y no es sólo cuestión de levantar el dedo acusatorio contra otros países. La contaminación del Riachuelo y otras cuencas, el modelo sojero con sus desmontes e impacto en lluvias más arrasadoras, la especulación inmobiliaria y construcción a como dé lugar, las extracciones de las mineras, etcétera, todo eso también es "hecho en Argentina".

    Limitaciones del modelo.
    En este punto las responsabilidades políticas no son sólo de Macri sino que tienen una envergadura nacional e involucran al gobierno de Cristina Fernández, como al de Néstor Kirchner y por supuesto a los anteriores, que ni siquiera tuvieron la sensibilidad de éstos.

    Como les espetó a los oficialistas el arquitecto Rodolfo Livingston en el programa 678, ante la atenta mirada del ministro Julio de Vido, el modelo desarrollista que aquí se aplica, con producción de miles de autos por día, no es una forma de cuidar el medio ambiente. El cronista completa ese razonamiento: se fabrica casi un millón de autos al año, sin desarrollo del tren para todos, con diez terminales automotrices extranjeras y que dejan un déficit de la balanza comercial de 5.200 millones de dólares, porque importan el 60 por ciento de las piezas de esos autos.

    Y hay que agregar otros elementos. ¿Cincuenta millones de toneladas de soja en 2012-2013, serán un aporte al ciclo normal de cultivos y a que el régimen de lluvias sea bien absorbido? Está claro que no, aunque la Mesa de Enlace y Clarín traten de disimularlo mucho y, en cambio, acusen a La Cámpora porque quienes repartían colchones y bidones de agua tenían remeras de la agrupación.

    Hasta en eso hacen agua. El cronista revisó una foto de Télam: sobre 23 personas fotografiadas en el acarreo de esas donaciones, una tenía la pechera camporista y otra una camiseta de JP de Buenos Aires. ¿Tanto escándalo por eso? Las causas del drama están en otro lado, no en los jóvenes activistas, con remeras o descamisados, que daban una buena mano a los inundados.

    Querían los marines.
    Clarín defendió cuanto pudo a su benefactor Macri y sus colegas de "La Nación" querían ver directamente a los marines patrullando en lanchas en La Plata.

    No es una exageración ni ficción de este cronista. Carlos Pagni cuestionó ayer en aquella "tribuna de doctrina" pro-estadounidense que en la X Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, celebrada en octubre de 2012 en Punta del Este, la delegación argentina hubiera rechazado la oferta pentagonista. Las Fuerzas Armadas de EE.UU. propusieron intervenir con sus similares del continente en caso de "desastres naturales", aún sin autorización de las autoridades nacionales.

    Pagni se lamentó por el voto adverso de Argentina: "de no ser por aquellas prevenciones, los inundados de La Plata serían rescatados por helicópteros brasileños o estadounidenses, y gomones chilenos o -si no hay otro remedio- uruguayos. Pero no es posible. Deben arreglarse con lo que hay. Además de la soberanía cambiaria e hidrocarburífera, deberán aprender a valorar la 'soberanía humanitaria'".

    Habría sido "sobre llovido, mojado". Si además de la catástrofe de las aguas, hubiera habido bienvenida a los marines, entonces el país habría estado fondeado, en política, a 5.000 metros de profundidad del mar.