viernes, 30 de septiembre de 2016

Argentina-Brasil, antes y ahora




Desde que los gobiernos de Argentina y Brasil se han articulado como eje de los procesos de integración latinoamericanos, a partir de coincidencias fundamentales en la lucha en contra del neoliberalismo, sus presidentes, una vez electos, se visitaban mutuamente, como primer viaje internacional. Eran maneras de reafirmar esa alianza, esa amistad, ese cariño que se tenían Lula y Néstor Kirchner, Cristina y Dilma.

Fueron los mejores años de las relaciones entre los dos países y los que más se avanzó en el intercambio entre ellos y en los procesos de integración latinoamericana. En los encuentros se hablaba de las relaciones estrechas entre los dos países, de la situación de América Latina, del lugar del continente en el mundo. Se acuerdan, hermanos, ¡que tiempos aquellos!

Eran encuentros llenos de pueblo, de participación de movimientos populares, de concentraciones en las plazas, de conversaciones con representantes de las fuerzas del campo popular. Eran dos países que se acercaban, que hablaban por intermedio de sus presidentes.

Hoy, sin embargo, ¿qué representa el encuentro de dos presidentes profundamente antipopulares como Mauricio Macri y Michel Temer? ¿En qué escenario se van a encontrar? ¿De que temas van a hablar? ¿Cómo se van a defender de la hostilidad del pueblo argentino a los dos?

Será un encuentro sombrío, de dos presidentes que no representan a sus países sino a los intereses del Imperio. Hablarán del FMI, del retorno del endeudamiento de sus países, compararán el nivel de recesión de sus economías, los niveles records del desempleo, de las manifestaciones populares en contra de ellos, de la hostilidad que nutren hacia países vecinos como Venezuela, Ecuador, Bolivia.

Se defenderán del pueblo con barricadas, con tropas, con esconderse de las calles. Hablarán al final en entrevistas controladas a los medios que los promueven, no anunciarán nada en el camino de avanzar en la integración regional, al contrario. Nada de la construcción de formas de defensa comunes respecto a la crisis internacional del capitalismo.

No habrá nada bueno para anunciar a sus pueblos. A lo mejor ni hablarán de los ajustes fiscales que los identifican, porque saben que solo contienen noticias malas para los pueblos.

Ya no será la relación de acercamiento y fraternidad entre dos países y dos pueblos. Ninguno de los dos piensa en América Latina como un sujeto político, ni a sus países como agentes de la integración.

Ni de elección es de buen tono hablar, dado que Temer llegó a la presidencia mediante un golpe y lo que más teme son las elecciones directas que el movimiento popular revindica en Brasil.

Los dos tienen en común intentos de reimplantar el modelo neoliberal que ha fracasado en los dos países, produciendo las peores crisis en Argentina y en Brasil en mucho tiempo. Tienen en común representar a los sectores que habían sido desplazados del gobierno por el voto democrático del pueblo de los dos países, a lo largo de mucho tiempo. Y hoy representan los intentos de restauración conservadora en América Latina.

No hay como no echar de menos las relaciones fraternales entre Néstor y Lula, entre Cristina y Dilma. Y las relaciones estrechas y solidarias entre Argentina y Brasil, como ejes de impulso de la integración latinoamericana.

- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).


                       


lunes, 19 de septiembre de 2016

Intervenciones de EE.UU. en América Latina, 69 años de lucha



Estados Unidos, bajo el pretexto de la lucha contra el comunismo, constante enemigo de los intereses imperialistas, inició una política intervencionista en América Latina por medio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por su sigla en inglés).
A los 69 años de cruentas batallas y miles de desapariciones forzadas, los latinoamericanos no deberían olvidar que siguen inmersos en una guerra contra el imperialismo y la dominación.  

Intervención de la CIA en Latinoamérica 

Chile 1948
Gabriel González Videla, presidente chileno que fue presionado por la administración del presidente estadounidense Harry Truman, ilegalizó al Partido Comunista y persiguió a sus militantes. 
El resultado fue el confinamiento de dos mil militantes comunistas en el campo de concentración ubicado en el puerto norteño de Pisagua, bajo la custodia del entonces capitán Augusto Pinochet.

Venezuela 1948
Rómulo Gallegos, destacado intelectual cuyo conocimiento de la sociedad venezolana fue plasmado en sus novelas, era presidente de este país en 1948, pero un grupo de militares sublevados acompañados por el Coronel Adams derrocó a Gallegos. 
El Coronel justificó su presencia en el Palacio Presidencial de Miraflores el día del golpe militar con la excusa de haber ido a buscar un regalo que le habían ofrecido.

Guatemala 1954
La Organización de Estados Americanos (OEA) respaldó el señalamiento de la CIA sobre las políticas comunistas llevadas a cabo por el presidente Jacobo Arbenz. 
Sin embargo, la verdadera razón del golpe de Estado se relaciona con la reforma agraria de Arbenz, la cual recuperaba para el Estado más de 600.000 hectáreas que pertenecían a la United Fruit Company (UFCo), las cuales fueron distribuidas entre las familias guatemaltecas. 
John Foster Dulles y su hermano Allen, director de la CIA, estaban interesados en la UFCo. 

República Dominicana 1963
El Gobierno democrático de Juan Bosh fue derrocado con apoyo norteamericano tras ser acusado de desviaciones comunistas. 
El 28 de abril de 1965, fuerzas armadas estadounidenses, apoyadas por la OEA, la Junta Interamericana de Defensa y el Ejército de Brasil, intervienen República Dominicana para impedir el triunfo de las fuerzas nacionalistas que exigían el retorno de Bosh.

Brasil 1964
El Gobierno de João Goulart, presidente constitucional de Brasil, fue depuesto con el apoyo de la CIA por considerar que ponía en peligro la estabilidad regional debido a su "cercanía con el comunismo".

Nicaragua 1979
El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSNL) toma el poder en este país tras la huida del dictador Anastasio Somoza, hecho que no pudo evitar la administración del presidente Jimmy Carter, quien solicitó la intervención de la OEA o el intento de los Estados Unidos de crear un Gobierno de unidad nacional sin el FSLN.
El dictador ocupó la presidencia de Nicaragua con el pleno apoyo de Washington y consolidó un poder mediante la persecución política y la represión. Logró forjar una fortuna que lo consagró a él y a su familia como una élite acomodada en la región.

En contexto
El Movimiento de Países No Alineados (Mnoal) responde, en la actualidad, a un interés que tienen los países en vías de desarrollo por independizarse de las grandes potencias que controlan gran parte de la economía mundial.
Países como Venezuela llevan adelante un proceso de transformación social en aras de construir un nuevo mundo capaz de responder a las necesidades de las mayorías, muchas veces invisibilizadas por los grandes monopolios económicos y comunicacionales.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Brasil después de la democracia



¿Y ahora qué? La pregunta resuena en cada rincón de América Latina. La incógnita por el futuro del país más grande de la región está instalada en casi todas las sedes de gobierno del mundo y miles de organizaciones políticas y sociales intentan anticipar las consecuencias de lo que ha ocurrido. Un proceso de impeachment (jui­cio político) sin base jurídica llegó hasta la última instancia, puso al mando del país a un Presidente no electo y revirtió una deci­sión tomada en las urnas por 54 millones de personas hace menos de dos años.
La clausura de esa instancia política fundamental, pese a la notoria pérdi­da de popularidad de quien fue electa presidente, Dilma Rousseff, plantea un dilema central para el futuro nacional y latinoamericano. Si las democracias bur­guesas se sostienen en base al voto de los ciudadanos casi como única instan­cia de participación popular, ¿por dónde se canalizará el descontento social sin esa posibilidad?
El sistema político brasileño está atra­vesado por la corrupción, como mues­tran los avances judiciales del proceso denominado Lava Jato, y cada vez se aleja más del grueso de la población, que reclama elecciones anticipadas para ele­gir un nuevo presidente. Michel Temer apenas tiene el apoyo de entre el 10 y 14% de los brasileños según encuestado­ras pero, sin haber sido elegido, podría ocupar el cargo máximo del país hasta el 1 de enero de 2019.

Giro político
El débil gobierno al mando del país se propone tareas de gran magnitud e impo­pularidad, que probablemente deterioren aún más su pequeña base de sustentación social. La silbatina masiva que recibió en la inauguración de los Juegos Olímpicos en el estadio Maracaná de Río de Janeiro y lo hizo desistir de participar de la cere­monia de cierre junto al primer ministro japonés Shinzo Abe (Tokio será la próxi­ma sede olímpica) le demostró a Temer que su punto de partida es el repudio ge­neralizado.
Su objetivo no es sin embargo ganar apoyos masivos, aunque necesita garanti­zarse un margen mínimo de gobernabili­dad. La Federación de Industrias de San Pablo (Fiesp) y otras importantes organi­zaciones empresariales, los grandes capi­tales extranjeros (“los mercados”) y fuer­zas políticas de derecha como el Partido de la Social Democracia Brasileña (Psdb) son sus verdaderos apoyos. A cambio, debe llevar adelante los planes de ajuste que le exigen. Por eso el Psdb no afloja la presión y llevará hasta el final su denuncia ante el Tribunal Supremo Electoral contra la candidatura Rousseff-Temer de 2014 por financiamiento ilegal, que en última instancia podría anular el resultado de la elección. No buscan eso, pero reclaman un mayor ajuste fiscal.
Temer tendrá su primera presenta­ción internacional el 4 y 5 de septiembre en China, en la cumbre del G-20. Allí bus­cará celebrar reuniones bilaterales, firmar nuevos acuerdos comerciales con China y captar inversiones extranjeras. Irá con un anzuelo: el amplio plan de privatizaciones que prevé anunciar e implementar para reducir el elevado déficit fiscal, agravado desde la suspensión de Dilma.
Después, en Brasilia, se discutirá el centro del programa que burló las urnas. Tres proyectos fundamentales llegarán al Congreso en cuanto sea posible: las refor­mas laboral y jubilatoria y una enmienda constitucional para impedir el aumento real del gasto público. Los contenidos: aumento en diez años de la edad mínima jubilatoria y en cinco años el tiempo ne­cesario de las contribuciones; reducción de derechos laborales como el aguinaldo, horas extras, vacaciones, duración de la jornada; prohibición constitucional del crecimiento del gasto real en educación, salud y viviendas durante 20 años. “Va a imponer que las reglas del trabajo sean firmadas solo entre las dos partes, obreros y patrones. Y promete aprobar una ley en el Congreso que libere la venta de tierras al capital extranjero”, advirtió el fundador del Movimiento Sin Tierra (MST), João Pedro Stedile.
A esto hay que sumarle medidas con­cretas contra la agricultura familiar; obligatoriedad de pagar planes de salud; cierre de las fronteras a los refugiados si­rios; recortes en programas educativos; eliminación de la exclusividad de Petro­bras para la explotación de los yacimien­tos de petróleo en aguas profundas; re­tiro del paquete de leyes anticorrupción enviado por Dilma al Congreso.
Otro giro de envergadura se desenvuel­ve ya en el campo de la política interna­cional. Durante los gobiernos de Lula y Dilma, Brasil confrontó a Estados Unidos en la región, apoyó la incorporación de Venezuela al Mercosur, trabajó en la edi­ficación de Unasur y fundó el grupo Brics junto a China, Rusia, India y Suráfrica. Con José Serra –del Psdb– en la cancille­ría, Brasilia se desplaza nuevamente hacia la órbita de Washington.

Obstáculos sociales  
En este nuevo escenario la cuestión clave a dilucidar es cuánto margen social tiene Temer para encarar las medidas que se le exigen, más allá de tener el apoyo de ambas cámaras en el Congreso. Has­ta ahora, decenas de fuerzas sindicales, estudiantiles y campesinas –entre otras– vinculadas al Partido de los Trabajadores (PT) y otros sectores de izquierda se han organizado en torno al Frente Brasil Po­pular, para formar una gran alianza “en defensa de la democracia y de otra políti­ca económica”. Si bien su objetivo inme­diato fue enfrentar el golpe parlamentario con fachada institucional, se reunieron en torno a cuatro puntos: defensa de los de­rechos de los trabajadores; ampliación de la democracia y la participación popular; campaña por reformas estructurales (del Estado, política, del poder judicial, de la seguridad pública, de los medios de co­municación, agraria, urbana, de salud, de la educación y tributaria) y defensa de la soberanía nacional.

Otra alianza de organizaciones, pero sin la presencia formal del PT, es el Frente Pueblo Sin Miedo. Ambos ya tienen casi un año de existencia y tienden a la con­fluencia. Sin embargo todavía no ha ha­bido grandes movilizaciones de masas y, pese a la creciente insatisfacción social, los que salen a las calles por ahora son sólo los militantes.

jueves, 1 de septiembre de 2016

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE POPULISMO?

Por Ezequiel Adamovsky - http://www.revistaanfibia.com/ensayo/de-que-hablamos-cuando-hablamos-de-populismo-2/#sthash.IX61qJvn.4a7Fu1GP.dpuf



En discusiones políticas y en los medios, el concepto “populismo” suele mencionarse como una amenaza. Sin embargo no existen en el mundo movimientos que así se autodefinan. El historiador Ezequiel Adamovsky hace un recorrido cronológico sobre el término, arrancando en la Rusia de 1800, pasando por América Latina e incluyendo el sentido positivo que le dio Ernesto Laclau. ¿Sirve una categoría que se le puede aplicar tanto a la coalición de izquierda griega de Syriza como a sus enemigos del movimiento neonazi? Anfibia entra de lleno en el debate académico: cree el autor, "como concepto para entender la realidad, el populismo se ha extinguido".

Por todas partes se habla del “populismo” en los debates políticos y en los medios. No hay día en que no leamos columnas en la prensa norteamericana, europea o de América Latina que nos adviertan sobre alguna amenaza “populista”  en algún lado, de Venezuela a Grecia, de España a Argentina. Incluso dentro de los Estados Unidos se suele acusar a algunos políticos de ser “populistas”. Es como si fuera una especie de plaga desconocida: está por todas partes y nadie puede explicar del todo cómo se ha expandido tanto. ¿Pero qué quiere decir “populismo”? ¿Existe realmente una “amenaza populista” que esté afectando a las democracias de todo el planeta?

“Populismo” y el adjetivo “populista” fueron términos académicos antes de transformarse en expresiones de uso común. A su vez, como muchos otros conceptos académicos, nacieron como parte de vocabularios políticos de algún país en concreto. “Populismo” fue utilizado por primera vez hacia fines del siglo XIX para describir un cierto tipo de movimientos políticos. El término apareció inicialmente en Rusia en 1878 como Narodnichestvo, luego traducido como “populismo” a otras lenguas europeas, para nombrar una fase del desarrollo del movimiento socialista vernáculo. Como explicó el historiador Richard Pipes en un estudio clásico, ese término se utilizó para describir la ola antiintelectualista de la década de 1870 y la creencia según la cual los militantes socialistas tenían que aprender del Pueblo, antes que pretender erigirse en sus guías. Pocos años después los marxistas rusos comenzaron a utilizarlo con un sentido diferente y peyorativo, para referirse a aquellos socialistas locales que pensaban que los campesinos serían los principales sujetos de la revolución y que las comunas y tradiciones rurales podrían utilizarse para construir a partir de ellas la sociedad socialista del futuro. Así, en Rusia y en el movimiento socialista internacional, “populismo” se utilizó para designar un tipo de movimiento progresivo, que podía oponerse a las clases altas, pero –a diferencia del marxismo– se identificaba con el campesinado y era nacionalista.

Aparentemente sin conexión con el precedente ruso, “populismo” surgió también como término político en los Estados Unidos luego de 1891, para referir al efímero People’s Party (Partido del Pueblo) que surgió entonces, apoyado principalmente por los granjeros pobres, de ideas progresistas y antielitistas. Tal como en Rusia, el término también refirió allí a un movimiento rural y a una tendencia antiintelectualista; utilizado por los oponentes del nuevo partido, también adquirió de inmediato una connotación peyorativa. Como mostró Tim Houwen, “populismo” permaneció como un vocablo poco utilizado hasta la década de 1950. Sólo entonces fue adoptado por la academia –entre otros por el sociólogo Edward Shils– aunque con un sentido completamente novedoso. En la formulación de Shils, “populismo” no refería a un tipo de movimiento en particular, sino a una ideología que podía encontrarse tanto en contextos urbanos como rurales y en sociedades de todo tipo. “Populismo” para Shils, designaba “una ideología de resentimiento contra un orden social impuesto por alguna clase dirigente de antigua data, de la que supone que posee el monopolio del poder, la propiedad, el abolengo o la cultura”. Como un fenómeno de múltiples caras, tal “populismo” se manifestaba en una variedad de formas: el bolchevismo en Rusia, el nazismo en Alemania, el Macartismo en Estados Unidos, etc. Movilizar los sentimientos irracionales de las masas para ponerlas en contra de las élites: eso era el populismo. En otras palabras, “populismo” pasó a ser el nombre para un conjunto de fenómenos que se apartaban de la democracia liberal, cada uno a su modo. 

En las décadas de 1960 y 1970 otros académicos retomaron el término, en un sentido algo diferente, aunque conectado con el anterior. Lo utilizaron para nombrar a un conjunto de movimientos reformistas del Tercer Mundo, particularmente los latinoamericanos como el peronismo en Argentina, el Varguismo en Brasil y el Cardenismo en México. A pesar de que algunos de estos académicos valoraban positivamente la expansión de nuevos derechos para las clases bajas que había venido de la mano de estos movimientos, su tipo de liderazgo era el rasgo distintivo: era personal antes que institucional, emotivo antes que racional, unanimista antes que pluralista. En este sentido, se medían con la vara implícita de las democracias “normales” (es decir, liberales) del Primer Mundo. En eso, estos trabajos se conectaban con los de los académicos como Shils: implícitamente compartían una mirada normativa sobre cómo se suponía que debían ser y lucir las verdaderas democracias.

Así, en el mundo académico el concepto de “populismo” mutó de un uso más restringido que refería a los movimientos de campesinos o granjeros, a un uso más amplio para designar un fenómeno ideológico y político más o menos ubicuo. Para la década de 1970 “populismo” podía aludir a tal o cual movimiento histórico en concreto, a un tipo de régimen político, a un estilo de liderazgo o a una “ideología de resentimiento” que amenazaba por todas partes a la democracia. En todos los casos, el término tenía una connotación negativa.

Para complicar incluso más las cosas, el filósofo post-marxista Ernesto Laclau propuso un sentido más para nuestro término, completamente diferente a todos los anteriores. La influyente obra de Laclau planteó la necesidad de reemplazar la noción de “lucha de clases”, entendida como una oposición binaria fundamental que se generaba por la propia naturaleza de la opresión de clases, por la idea de que en la sociedad existe una pluralidad de antagonismos, tanto económicos como de otros órdenes. En tal escenario, no puede darse por sentado que todas las demandas democráticas y populares van a confluir como una opción unificada contra la ideología del bloque dominante. El plano político tiene un papel fundamental a la hora de “articular” esa diversidad de antagonismos. Y los discursos aquí son fundamentales, ya que son ellos los que “articulan” las demandas diversas, produciendo un Pueblo en oposición a la minoría de los privilegiados. Así entendido, el Pueblo es un efecto de la apelación discursiva que lo convoca, antes que un sujeto político pre-existente. En esta visión política, la articulación de un Pueblo en oposición al bloque dominante, es decir, el ordenamiento de una variedad de demandas en una oposición binaria, es fundamental para la “radicalización de la democracia” (una expresión que, para Laclau, tenía un sentido positivo). En uno de sus últimos trabajos, Sobre la Razón Populista (2005), Laclau utilizó el término “populista” para nombrar ese tipo particular de apelaciones políticas que recortaban un Pueblo en oposición a las clases dominantes. “El populismo comienza –escribió– allí donde los elementos popular-democráticos son presentados como una opción antagonista contra la ideología del bloque dominante”. Pero en verdad esa etiqueta no era indispensable. Laclau podría haber llamado al estilo específico de apelación política que le interesaba de otro modo, por ejemplo, “popular-democráticas” o alguna otra variante, en lugar de “populistas”. Pero el hecho es que decidió llamar a eso “populismo”, con lo cual, contrariamente a los académicos del pasado, le otorgó a ese término un sentido positivo. En su filosofía, el “populismo” era el nombre de la necesaria y esperada “radicalización de la democracia”. Como consecuencia de la propuesta teórica de Laclau, por primera vez algunos referentes e intelectuales de ciertos movimientos políticos (por caso el kirchnerismo en Argentina y Podemos en España) comenzaron a llamarse “populistas” a sí mismos, desafiando de ese modo el sentido común según el cual ser “populista” era algo malo. Y a su vez, eso alimentó a los liberales, dándoles más motivos para creer que existe una “amenaza populista” acechando la ciudadela de la democracia.

El término “populismo” tenía entonces una dinámica expansiva ya en sus usos académicos. Pero al volverse de uso común, especialmente en las últimas dos décadas, se descontroló completamente. Casi cualquier cosas puede ser llamada “populismo” en la prensa de hoy. “Populista” se ha vuelto una especie de acusación banal que se lanza simplemente para desacreditar a cualquier cosa o adversario, buscando asociarlo así con algo ilegal, corrupto, autoritario, demagógico, vulgar o peligroso. Algunos gobiernos latinoamericanos que en los últimos tiempos no se alinearon con Estados Unidos o con el FMI son por supuesto los blancos preferidos. Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Brasil son o han sido atacados por la amenaza “populista” que proyectan sobre las democracias de la región. Y uno pensaría que ya entendió a qué se refiere el término, pero entonces comprueba que también Silvio Berlusconi –que no era ningún enemigo de los norteamericanos y mucho menos de los grandes empresarios– era un “populista”. ¿Y por qué? Para la revista The Economist, porque su gobierno se apoyaba en lazos de “patronazgo y corrupción”o, como otro comentarista argumentó, porque Berlusconi hablaba “en el lenguaje del hombre común de la calle”. Según el New York Times, en Europa es “populista” cualquiera que quiera poner límites a la migración interna o sea euroescéptico; con esos dos rasgos ya alcanza para ganarse el mote. El líder italiano Beppe Grillo es por supuesto un “populista” ya que critica al establishment político italiano. No importan las ideas que uno tenga en cualquier otro asunto: si uno habla como la gente común, si critica a Estados Unidos, si tiene problemas con el curso que está tomando la Unión Europea o con su establishment político local, uno es un “populista”. Y no importa si se trata de un izquierdista radicalizado o de alguien de extrema derecha. En Grecia, según nos informan, Syriza es por supuesto “populista”. Pero también lo son sus enemigos del movimiento neo-Nazi Amanecer Dorado. Las ideas de ambos grupos son totalmente opuestas en todas y cada una de las maneras posibles, pero sin embargo ambos se las arreglan para pertenecer a la misma familia política. Ambos son de “los populistas”.

De toda esta proliferación de significados, uno creería al menos entender que, comoquiera que uno lo defina, el “populismo” es un fenómeno político. Pero sin embargo las cosas no son tan sencillas. Porque economistas como Rudiger Dornbusch y otros opinan que existe también un  “populismo macroeconómico”, según el cual son “populistas” aquellos que tienen una mirada económica que “prioriza el crecimiento y la distribución del ingreso y no se preocupa suficientemente por los riesgos de la inflación y del déficit en las finanzas, por las limitantes externas y por las reacciones de los agentes económicos frente a políticas agresivas que afectan el mercado”. Este “populismo macroeconómico” parecería referir entonces a un tipo específico de políticas económicas. Y sin embargo, en los debates recientes cualquier tipo de comentario o idea que no sea total y completamente amigable hacia los empresarios recibe el mote de “populista”. La Cámara de Comercio de los Estados Unidos declaró recientemente que son “populistas” todos los que tratan de “eliminar el sistema de capital libre y abierto.” A Obama se lo acusó de serlo sólo por decir que le gustaría que los millonarios paguen un poquito más de impuestos. El Wall Street Journal llamó “populista” a Hilary Clinton porque dijo que el Congreso debería “enfocarse en la creación de empleo y en los ingresos de las familias de clase media”. Eso era todo lo que el diario necesitaba escuchar. De hecho, para ese períodico, la mera preocupación por el tema de la “desigualdad de ingresos”  es síntoma de la enfermedad del “populismo” (porque los ingresos de cada cual son un asunto privado, claro).

Bien entonces. El “populismo” es un fenómeno político y también económico. ¿Así sería? Lamentablemente la saga continúa. Porque a todo lo anterior hay que agregar la idea que presentó hace tiempo Jim McGuigan, adoptada luego por muchos otros, según la cual existe también un “populismo cultural”, que sería aquél que valoriza la cultura popular por sobre otras formas de cultura “seria”. Está visto: el “populismo” ha penetrado todas las áreas de la vida social.

En todos estos usos variados, “populismo” parece poco más que un latiguillo que busca dar credibilidad conceptual a nociones más antiguas y menos sofisticadas, como “demagogia”, “autoritarismo”, “nacionalismo” o “vulgaridad”. Se utiliza con frecuencia simplemente para desacreditar ciertas ideas o decisiones de política económica heterodoxas, asociando a las personas o gobiernos que las llevan adelante a cosas desagradables, como el nazismo o la xenofobia. Para decirlo en otras palabras, “populismo” es un término que mete en una misma bolsa cosas que no pertenecen a un mismo conjunto y, al mismo tiempo, crea barreras mentales que nos impiden comparar cosas que son perfectamente comparables. ¿Por qué se agruparía bajo una misma etiqueta a los gobiernos sudamericanos que están construyendo la UNASUR y que en general tienen leyes benignas para la inmigración, con los xenófobos y racistas de la derecha euroescéptica? ¿Por qué aplicar impuestos a los ricos es “populismo” si lo hace un gobierno latinoamericano, pero sólo una medida “socialdemócrata” si lo hace Noruega? ¿Por qué las medidas económicas de Perón eran “populistas” pero el New Deal de Roosevelt –en el que Perón se inspiró– era apenas “keynesiano”? ¿Así que la corrupción y el patronazgo son rasgos populistas? ¿Entonces por qué en España lo son los muchachos de Podemos, pero no los corruptísimos del Partido Popular? Suele asociarse a Argentina con Venezuela como dos formas extremas de “populismo”. Pero en realidad, en términos de estilos políticos, arreglos institucionales y políticas concretas, el gobierno kirchnerista se parece más al del Frente Amplio uruguayo que al de Maduro. ¿Por qué entonces rara vez se dice que Uruguay forma parte de la “amenaza populista”? No hay motivo concreto, como no sea el hecho de que Uruguay continúa siendo un país amigable para los norteamericanos.

“Populismo” se ha convertido en un término de combate profundamente ideologizado. Su valor como concepto para entender la realidad, si alguna vez lo tuvo, se ha extinguido. En los usos actuales, puede referir a una familia de ideologías, a una variedad de movimientos políticos, a un tipo de régimen, a un estilo de gobierno, a un modelo económico, a una estética o a un tipo particular de apelación política. Todo eso mezclado y sin ninguna claridad analítica. “Populismo” funciona obviamente como término peyorativo, orientado a desacreditar a quienes se lo aplica. Pero más importante que eso: se supone que las categorías con vocación taxonómica deben agrupar fenómenos sociales similares para hacerlos más comprensibles. No hay nada malo en ello –de hecho es algo fundamental –, pero a condición de que se agrupe a los fenómenos según los rasgos propios que posean. Como categoría taxonómica, “populismo” hace exactamente lo contrario. El único rasgo que comparten todos los fenómenos que son catalogados con esa etiqueta no es algo que son, sino algo que no son. Se los agrupa no por sus rasgos en común, sino simplemente porque ninguno de ellos (cada uno a su modo y por motivos diferentes) se corresponde con el tipo de movimientos, estilos, políticos o políticas que los liberales occidentales tienen a apreciar. En los debates actuales, “populismo” significa no mucho más que ser amistoso  con la clase baja –sea en términos de políticas concretas o simplemente de manera discursiva– o tomar medidas (o tener “estilos”) que desagradan a las élites políticas, económicas o culturales.  Porque, supongamos por un momento que manifestar cercanía hacia la clase baja fuera algo que se aparta de los ideales de las democracias “normales”, esto es, las que supuestamente dejan que el “pluralismo” oriente una negociación cordial de todos los intereses sociales, sin preferencia por ninguno. Y supongamos que tal desviación fuera tan importante que requiriera todo un concepto para nombrarla: no es “democracia” sino “populismo”. Aceptemos todo eso por un momento. ¿Cómo es entonces que no hay un concepto, una taxonomía específica, para nombrar la desviación opuesta, es decir, las ideas, actitudes, estilos o políticas que manifiestan cercanía con las clases altas y producen desagrado a las clases bajas? ¿Cómo es que tal apartamiento del ideal del pluralismo es simplemente una de las variantes aceptables de la democracia y no reclama una etiqueta especial que nos advierta sobre el peligro que implican? En la ausencia de respuesta a esas preguntas, la pretensión normativa del concepto de “populismo” queda perfectamente clara.

Lo que quiero decir, en resumidas cuentas, es que “el populismo” no existe. No hay ninguna “amenaza populista” al acecho de nuestras democracias. De hecho, no hay una sino varias amenazas que pesan sobre la vida democrática. Y también existen varios modelos de democracia posibles. “Populismo” nos hace creer que este escenario complejo de múltiples opciones y diversos peligros en verdad es sencillo. Se trataría de un escenario dividido en dos campos claramente distinguibles: por un lado la democracia liberal (la única que merece ser llamada “democracia”) y por el otro la presencia fantasmal de todo lo que no se corresponde con ese ideal y, por ello, debe rechazarse de plano. En otras palabras, “populismo” nos invita a cerrar filas alrededor de la democracia liberal (es decir, una democracia de alcances limitados tal como gusta a los liberales) para combatir a un solo monstruo compuesto por todo lo demás, en cuyo cuerpo indiscernible conviven neonazis, keynesianos, caudillos latinoamericanos, socialistas, charlatanes, anticapitalistas, corruptos, nacionalistas y cualquier otra cosa sospechosa. Y el problema es que esa forma de razonamiento nos impide ver dos hechos fundamentales. Primero, que dentro de esa masa de elementos “populistas” hay algunos que definitivamente son una amenaza a la democracia, pero también ideas, experimentos políticos y organizaciones que tienen el potencial de ofrecer formas mejores y más sustantivas de democracia para las sociedades modernas. Y segundo, que el propio liberalismo, con sus valores individualistas, su ethos productivista y su compromiso irrestricto con los intereses de los empresarios es, de hecho, una de las mayores amenazas que corroen las democracias actuales.

* Una versión en inglés de este artículo apareció originalmente en Telesur English.

sábado, 27 de agosto de 2016

BLAQUIER Y LA NOCHE DEL APAGON: 40 años de impunidad


Carlos Pedro Blaquier fue uno de los fundadores del Ateneo de la Juventud Democrática Argentina, en 1946. Un gran semillero de funcionarios, de casi todas las dictaduras argentinas del siglo XX.

En 1963 y por obra de su gran amigo y viejo compañero del Ateneo, José Alfredo Martínez de Hoz (por entonces, ministro de Economía de José María Guido, entre el 21 de mayo y el 12 de octubre), su ingenio Ledesma fue declarado de “interés nacional”.


Con esa resolución bajo el brazo, la empresa fue liberada de pagar impuestos, tuvo acceso a créditos blandos en bancos oficiales y sus productos se transformaron en “prioridad”entre las proveedoras del Estado.


En el ’66, en plena dictadura del general Juan Carlos Onganía, Blaquier fue cómplice de los golpistas para llevar a cabo el cierre de siete ingenios tucumanos; medida que dejó a cerca de 5.500 trabajadores en la calle. La única planta que quedó en pie, fue La Merced. Casualmente, propiedad de Ledesma…

EL TRISTEMENTE CELEBRE GRUPO AZCUENAGA
A partir de mediados de 1973, un petit hotel de la calle Azcuénaga 1673 en la ciudad de Buenos Aires, fue escenario de las reuniones de los padres intelectuales del golpe del‘76. En esa casona, Ricardo Zinn, planificó el “Rodrigazo”, como secretario de Coordinación del ministerio de Economía (cargo que ocupó en las dictaduras de los generales Roberto Marcelo Levigston y Alejandro Agustín Lanusse) y después elaboró los lineamientos de la matriz económica argentina, que Martínez de Hoz le presentó al país, el 2 de abril de 1976.

Aquella propiedad en la que se reunían los padres del neoliberalismo argentino, que respondían a Martínez de Hoz (unas 40 personas, entre abogados, militares y periodistas; que participaban de charlas, conferencias y debates), fue entre 1971 y 1977, de Pedro Blaquier.

Los otros ideólogos de la nueva versión de la vieja Argentina agroexportadora, los protagonistas de aquel formato tan parecido al de principios del siglo pasado (país pensado sin fábricas, ni obreros; importador de casi todos los productos elaborados necesarios y que viviría décadas, con el oxígeno del endeudamiento externo), pertenecían al grupo Perriaux.

Don Jaime Perriaux junto a sus apóstoles, Mario Cadenas Madariaga, Horacio García Belsunce (padre), Guillermo Zubarán, Enrique Loncan y Armando Braun, trabajaban en su estudio de Pueyrredón y Vicente López o en su casona de la calleGelly y Obes, en el barrio de Palermo.

Los constructores de la economía de la última dictadura, necesitaban de terrorismo deEstado para sacar del medio como sea, a las comisiones obreras que amenazaban con enfrentar al primer desembarco neoliberal en nuestro país. Y paralelamente en muchos casos, planificaron quedarse con las empresas y los contratos más deseados, en una mesa de tortura si era necesario…


AZUCAR AMARGA 
El ingenio Ledesma nació en 1908 y a lo largo del siglo XX, crecieron al calor de sus hornos, las poblaciones de Calilegua y Libertador General San Martín. Actualmente es el principal productor de azúcar, papel y cítricos del país.

El presente empresarial repleto de privilegios económicos y políticos, es una construcción feudal de casi una centuria. Civiles y militares, le permitieron a la familia más importante de la provincia, lograr una constante modernización de casi todos sus procesos de producción. El patrimonio de la empresa ronda los 1.300 millones de pesos y emplea a más de 7.400 personas. Desde 1970, el ingenio está en manos de Pedro Blaquier, integrante de una familia que construyó su imperio, a través de un régimen de explotación laboral. La persecución a los trabajadores que enfrentaran su pliego de condiciones oligárquicas, fue una de las grandes constantes en su historia. Un pasado siniestro que alcanzó durante 1975 y 1976, su página más terrible; cuando uniformados y paramilitares, se hicieron cargo de la ejecución, a pedido de la empresa.


EL DOCTOR LUIS RAMON AREDEZ 
Llegó al ingenio en 1958, contratado por Ledesma como médico pediatra. Por entonces existía un alto índice de mortalidad infantil, entre los hijos de los trabajadores golondrinas de la zafra. La quema del bagazo hacía estragos con una lluvia de ceniza cancerígena, que después se conoció como bagazosis.

Todas las tardes, el pueblo quedaba envuelto en un olor dulzón inunda. La chimenea del ingenio más grande de Latinoamérica, lanzaba una nube espesa de cenizas para cubrir calles, casas y autos. El ritual era parte del paisaje, sin que nadie advirtiera por entonces, que la quema generaba enfermedades respiratorias que en casi siempre eran una condena a muerte.

Aredez comenzó a trabajar cientos de casos, con la profundidad y responsabilidad médica, que la situación obligaba; un cuadro que los empresarios ocultaron durante décadas.

La respuesta del por entonces responsable de la empresa, el Ing. Herminio Arrieta, fue terminar con los gastos en medicamentos que el “doctorcito demagogo” estaba generando.

A finales del ’58, Aredez fue dejado cesante. El sindicato realizó un paro total de actividades, que obligó a la empresa a reincorporarlo. Pero al año siguiente, el médico fue despedido definitivamente.

Después de trabajar dos años en el Hospital Salvador Mazza de Tilcara, Aredez regresó nuevamente a Libertador General San Martín, para instalar su consultorio. Poco tiempo después, su vida volvió a cruzarse con el ingenio, cuando fue nombrado médico de la obra social del Sindicato de Obreros y Empleados de Ledesma.

La batalla siguiente, se produjo en un terreno impensado a fines de los ’50, para la empresa que contrató al pediatra que se involucró en una discusión prohibida. En 1973, Aredez se convirtió en el intendente de General San Martín y reclamó a Ledesma que pague impuestos a la propiedad de su tierra, por primera vez en su historia.

El Ingenio pagó el primer mes y comenzó a planear el golpe institucional. Aredez fue despojado de su cargo, después de ocho meses al frente de la municipalidad. Los cargos:“Infiltrado marxista”.
Los obreros resistieron, pero un grupo de parapoliciales con ametralladoras, tomaron la Intendencia y la desalojaron.

El 15 de enero de 1976, la Villa de Tilcara, donde la familia Aredez pasaba sus vacaciones, fue allanada por el Ejército, sin orden judicial. A las 03:00 de la mañana, del24 de marzo de 1976, Aredez fue detenido y llevado en una camioneta de Ledesma, manejada por un empleado de la empresa. Permaneció detenido cuatro meses en el Penal de Villa Gorriti en la ciudad de San Salvador de Jujuy y seis meses en el penal de La Plata, en la provincia de Buenos Aires.

Los días 22 y 24 de julio de 1976, se produjeron en las localidades de Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar, apagones desde la 22:00 hasta las 06:00 del día siguiente. Ese fue el escenario donde se produjeron las detenciones obreras, también con vehículos de Ledesma.
Más de 300 personas fueron secuestradas, en Calilegua y San Miguel de Tucumán. 30 permanecen desaparecidas.

El 23 de marzo de 1977, el doctor Luis Aredez fue dejado en libertad, sin documentos. Inmediatamente comenzó a trabajar en el Hospital de Fraile Pintado, a 15 kilómetros de San Martín. El 13 de mayo, salió con su auto en dirección a su domicilio y fue secuestrado en la ruta. El auto apareció abandonado en las cercanías del Jardín Botánico de la Ciudad de Buenos Aires, 6 meses después.

A un mes de su primer secuestro, fuerzas de Gendarmería Nacional con sede enLedesma, se lo llevaron a Aredez por segunda vez. Al frente de ese operativo, estuvo Juan de la Cruz Kairus, empleado del Ingenio.

Olga Aredez, viuda de Luis y símbolo de Madres de Plaza de Mayo línea fundadoraelevó poco antes de morir (bagazosis), un amparo para que cese la contaminación producto de la quema del bagazo.


EL REINO DE LA IMPUNIDAD
El Ingenio logró congelar las investigaciones que amenazaron con jaquear a los responsables del imperio, después de cuatro décadas.

Mientras el Juzgado Federal Nº 2 de Jujuy estuvo a cargo del juez Horacio Aguilar y de sus secretarios, Diego D’Andrea Cornejo y Carlos Olivera Pastor; las causas por los crímenes de la dictadura no avanzaron, pese al reclamo de organizaciones de derechos humanos y del Ministerio Público Fiscal.

Con el paso del tiempo, los hombres que primero los protegieron desde sus despachos del Poder Judicial, luego se transformaron en los abogados defensores de Blaquier y Lemos.

En los primeros 29 años del nuevo período democrático, Blaquier mantuvo muy bien aceitadas sus relaciones con las autoridades de la Justicia Federal de la región, exactamente igual que lo había hecho con los uniformados en el pasado. Su amistad con Renato Rabbi Baldi Cabanillas, presidente de la Cámara Federal de Salta, máxima autoridad federal jujeña en el pasado, resultó clave. Baldi Cabanillas fue denunciado por organizaciones de derechos humanos, por frenar todas las causas por delitos de lesa humanidad. Está acusado de favorecer a un imputado, el mayor Alejandro Osvaldo Marjanov, su cuñado. Por no investigar a Cabanillas, fue suspendido el titular de la fiscalía federal número 1 de Jujuy, Domingo José Batule.

A pesar de estos obstáculos, el juez Poviña y la fiscalía pudieron aportar pruebas contundentes sobre la participación de la empresa. En allanamientos encontraron informes de inteligencia de Ledesma que guiaron los operativos militares; registros de entrada y salida de móviles del ingenio a centros de detención y cuentas de gastos de logística y combustible aportados para la represión. 

Esas pruebas se sumaron a las decenas de testimonios de víctimas y testigos que acreditaron desde hace décadas como el ingenio trabajó codo a codo con las fuerzas represivas.


PROCESADOS…, FALTA DE MERITO
Carlos Pedro Blaquier, presidente de la empresa y Alberto Lemos, administrador del Ingenio, fueron procesados por 20 hechos y por la causa Aredez, en 3 casos. Todos estos procesamientos, después de pasar por las instancias superiores, por lo que la decisión de llamar a juicio oral está de nuevo en manos del juez federal de instrucción Poviña.

También se completaron las recusaciones que la defensa de Blaquier realizó al juez Poviña y al fiscal Pelazzo, que fue apartado por la Cámara de Apelaciones de Salta, que preside Cabanillas.

Pero en marzo de 2015 La Cámara Federal de Casación Penal revocó, por unanimidad, los procesamientos de Carlos Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma y Alberto Lemos, ex directivo de la empresa, que había sido acusados por supuesta complicidad en los secuestros de vecinos y trabajadores de la compañía, ocurridos a tres meses del golpe de Estado de 1976, en Jujuy.

Los jueces de la Sala IV de la Cámara de Casación, Gustavo Hornos, Eduardo Riggiy Juan Carlos Gemignani, entendieron que no existía mérito para procesar a Blaquier y a su ex empleado por delitos de lesa humanidad y dictó la falta de mérito de ambos.

El máximo Tribunal Penal del país llegó a la falta de mérito, al entender que de ninguna manera se acreditó la participación de ambos ejecutivos en los delitos investigados. También confirmó la resolución que decretó la nulidad e ilegalidad de la designación del abogado querellante Pablo Miguel Pelazzo como fiscal adjunto.


Como una postal que sintetiza 40 años de pelea, entre el puedo y el poder económico de Jujuy, Milagro está presa y Blaquier en libertad…

lunes, 1 de agosto de 2016

Mercosur es el camino, pese a las tesis destructivistas



Hoy, por su significación central, la mayor atención está  puesta en la situación de  Brasil y sus efectos enormes para  toda la región. De todas formas, ello no significa desconocer  los  serios problemas  políticos que afrontan  de distinta forma cada uno de los países , incluyendo Venezuela, y, más en general,  las relaciones intra y extrarregionales afectadas por las serias crisis económicas y sociales  coincidentes en todos los países
La próxima gestión del Mercosur  -hoy la presidencia está en manos de Venezuela- deberá tomar en consideración del debate abierto en relación a la “flexibilización” y “refundación” del bloque y el fracaso inmediato de la lìnea central de  “avanzar en la  liberalización para estar con el mundo”, en primer lugar para concretar el acuerdo con la Unión Europea,  a la cual apostó Uruguay  en base también  al   impulso  favorable del nuevo gobierno de Macri en Argentina y el viraje “pro.mercado” de la última parte del gobierno de Dilma en Brasil.
Lo paradójico es que es Europa la que ha parado el TLC por sus  presiones proteccionistas, pero podrían ganar referencia otras alternativas similares (TPP, China , Alianza del Pacífico) o multilaterales ( Organización Mundial del Comercio).
Es preciso partir del reconocimiento que el Mercosur se encuentra cuestionado por sus dificultades, tensiones y  parálisis. La nueva presidencia deberá contemplar que es imperioso asumir la crisis de la integración,  ya que  no hacerlo conllevará el peligro que se impongan tendencias regresivas y/o rupturistas.
Es necesaria la integración para afrontar crisis y  problemas  comunes como la integración productiva  y su significado distinto  que el de las “cadenas del valor” de las empresas multinacionales, las relaciones del Mercosur con el mundo, las alternativas de vinculación y complementación norte-sur y sur-sur, una vez más fracasado el intento de un TLC con la Unión Europea, que no está interesada en ello, como lo viene demostrando.
En la agenda del Mercosur sigue estando el intercambio y financiamiento intraregional con monedas locales y cómo evitar la superposición de devaluaciones competitivas. Y sobre todo soluciones para el tema de las asimetrías con políticas activas y no una mayor liberalización que ahonde diferencias entre países más “grandes” y “pequeños”. También están en agenda, los sociales  comunes (tratamiento de migraciones, emergencias, de problemas y crisis sanitarios, trabajo, trata de personas, educación, ciencia y técnica, cambio climático, entre muchos otros puntos.

Del Mercosur político al intento de vaciamiento
En 2003, los presidentes de los dos “grandes” de la región, Brasil y Argentina, Lula da Silva y Néstor Kirchner,  lanzaron una agenda política para el bloque regional, que se plasmó en en la Cumbre de Ouro Preto II. Una agenda que nunca escondió el hecho que era la política la que guíaba su puesta en práctica, a partir de lo que se dio en llamar “diplomacia presidencial”, o sea la incidencia directa de los presidentes en la resolución de las contradicciones del proceso de integración.
Su enfoque no daba lugar a equivocaciones: “intensificar la cooperación bilateral y regional para garantizar a todos los ciudadanos el pleno goce de sus derechos y libertades fundamentales, incluido el derecho al desarrollo, en un marco de libertad y justicia social…”.
A partir de allí fueron muchas las iniciativas que plasmaron el viraje en el enfoque del “nuevo” Mercosur, desde su inicial concepción neoliberal del Tratado de Asunción de años 90 a un bloque regional de integración, más allá de lo aduanero y comercial, con dimensiones productivas, sociales, de tratamiento a las asimetrías (en Ouro Preto se lanza el Fondo de Convergencia Estructural del Mercosur), de geopolítica regional, como la construcción del Parlamento del Mercosur y la ampliación del bloque a Venezuela y Bolivia.
La verdad es que esa agenda política hoy parece agotada y quiere ser destruida. Hoy se trata de instalar un frente externo acorde a los gobiernos de restauración conservadora de Mauricio Macri y del golpista Michel Temer, con la complicidad de Paraguay, lo que va en la dirección de propiciar el aislamiento de Venezuela, en función de la campaña de hostigamiento y desestabilización del gobierno de Maduro, volver inoperante a la Unasur y volcar al Mercosur hacia la lógica de la Alianza del Pacífico impulsada por Colombia, Chile, Perú y México, países que mantienen sus tratados de libre comercio con Estados Unidos.
La disputa por el traspaso de la presidencia del bloque a Venezuela fue un emergente de ese cambio de orientación. Fue la entrada en escena de un nuevo consenso, que podría ser el primer paso ¬si se concreta el golpe contra Dilma Roussef por la vía del juicio político¬ para un acuerdo de coordinación mayor entre Argentina y Brasil, un consenso de  carácter neoliberal y restaurador, para sepultar el proceso iniciado en 2003.
Pero, a pesar de los livianos análisis de los medios hegemónicos, hay varios factores que pueden incidir en un viraje de estas y uno de ellos es la respuesta de China. La nueva línea que quiere imponerse, la de los Tratados de Libre Comercio y adhesión al Tratado Transpacífico,  es parte de una ofensiva comercial contra el gigante asiático. No se puede olvidar que China es un socio comercial muy importante para varias de las economías de la región como Uruguay, Brasil y Venezuela. Y también para Argentina.
También tendrá mucho que ver el resultado electoral em Estados Unidos y el tipo de política exterior que decida implementar en América latina y el Caribe..

Flexibilizar, invisibilizar
En los últimos meses se han sumado varias iniciativas para desoperativizar el Mercosur, e incluso algunas con el fin de vaciarlo de contenidos. De ninguna manera redefinir el Mercosur puede significar una vuelta al pasado. Desde la conciencia de la crisis actual, se presentan grandes oportunidades –y necesidades- de reafirmar la integración, de actuar y negociar en conjunto ante los grandes bloques de poder, además de profundizar las relaciones Sur-Sur.
En los últimos tres lustros, en la región se gestó un conjunto de mecanismos de integración regional (Unasur, Celac, Alba, Petrocaribe), que se debieran potenciar y profundizar en sus dimensiones políticas, económicas y sociales con la participación activa del Mercosur. Por eso, redefinir el Mercosur no puede significar desintegrarse o desmembrarse, sino que se torna fundamental enfrentar las debilidades, mantener las fortalezas y potenciar las oportunidades que se han acumulado su trayectoria de 25 años.
Para nadie es un secreto que la región enfrenta una coyuntura económica mundial adversa, que requiere una estrategia de cooperación y complementación entre los países para garantizar los recursos necesarios para promover el cambio de la matriz productiva y los intercambios comerciales regionales. Solo manteniéndose unidos, los países de la región podrán crear mecanismos que disminuyan la exportación de recursos financieros que luego son devueltos en costoso endeudamiento.
Quedan varios temas en discusión en la agenda del Mercosur, y también de otros organismos de integración, como el del financiamiento regional, el uso de monedas locales –práctica que ya se realiza en algunos casos-para gambetear la desestabilizadora crisis del dólar, la cooperación científico-tecnológica que apuntale el crecimiento y la calidad de vida en nuestros países.
En estos últimos tres lustros, se ha ganado un buen espacio en la consolidación del imaginario de la integración, de la identidad de la integración. Hoy es menester promover una visión integral de la integración, que incorpore el cambio de  la matriz productiva en las agendas de discusión, el reconocimiento del protagonismo de la dimensión social, la defensa del medio ambiente, los derechos humanos y nuestras culturas, para enfrentar el legado del colonialismo cultural.

Mercosur es la herramienta
La integración regional aparece hoy como una herramienta para el desarrollo independiente y soberano y salir del modelo económico dependiente, extractivista. Es imposible imaginar una forma de salir de este modelo que no sea a través de políticas comunes. Juntos, los miembros del bloque, deberán crear un nuevo modelo  que supere la matriz de ser meros productores y exportadores de materias primas. Juntos es posible –además de necesaria- la promoción de la complementación productiva y la industrialización complementaria de nuestros países, el acceso de todos los ciudadanos a la medicamentos y la salud, la soberanía alimenticia que supere los índices de pobreza y calidad de vida.
Existe una urgencia de afrontar conjuntamente el acceso a los medicamentos, problemática que se ha ahondado ahora por el deterioro económico y social de muchos países. Y este tema, junto con el de la soberanía alimentaria, es necesario tratarlo en bloque y buscar soluciones que, además, signifiquen la consolidación de una cadena de valor para laboratorios nacionales y de pequeñas y medianas empresas nacionales.
Mercosur no es un edificio, ni una burocracia. Es una apuesta para el futuro común de los pueblos de la región, y por ello se hace necesario profundizar al Mercosur Social, la participación social y la integración de los pueblos. Hoy, nuevamente, el fantasma del desempleo recorre la región y las luchas de los sectores laborales se vuelcan no solo a la defensa de las fuentes de trabajo sino también a defender los derechos sociales y laborales conquistados tras décadas de lucha.
Hay quienes quieren imponer la idea de que la integración la hacen presidentes o cancilleres. La historia nos muestra que siempre nos dividieron para dominarnos: ésta no es la primera vez. Hay que poner los temas sobre la mesa, debatirlos con políticos, académicos, movimientos sociales –sindicatos, campesinos-, académicos, no ocultarlos tras campañas desinformantes, que nos hacen recordar aciagos días de dictaduras.
La meta no puede ser cola de león de las grandes potencias. La meta debe ser la unidad para lograr un desarrollo justo e inclusivo,  y mantener la capacidad negociadora como bloque. La meta debe ser mirarnos en nuestros propios espejos, intensificar nuestras relaciones y complementariedades, superar la dependencia de la producción y exportación de nuestras materias primas y recursos naturales, terminar con las asimetrías que han demorado una mayor y mejor integración, garantizando, además, que todo ello lo podamos hacer, como hasta ahora, en una zona de paz, modelo para el mundo.

*Economista argentino. Asesor del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

lunes, 25 de julio de 2016

Panama Papers: dinero secreto

Frei Betto+ - http://www.lr21.com.uy/mundo/1287751-panama-papers-dinero-secreto




Son cuentas de offshore, que significa, en traducción libre, “negocios fuera”. Offshorees una empresa constituida legalmente fuera del país de quien ha invertido su capital. Por tanto, tener cuentas offshore no constituye un delito.

Lo que suscita sospechas es el hecho, en general, de que la offshore se ubica enparaísos fiscales o en países que no cobran impuestos. De ese modo se garantiza el anonimato en cuanto a la nacionalidad de los cuentahabientes, que no necesitan declarar esa cantidad a la entidad correspondiente de sus países.

La divulgación de las cuentas permite que se pueda comparar la fortuna guardada en Panamá con las fuentes de esas cantidades y con el patrimonio de sus dueños, quienes deberán demostrar que esas cuentas no esconden negocios ilícitos o evasión fiscal.

Es evidente que se queda uno con la mosca detrás de la oreja. ¿Por qué una persona coloca su dinero fuera del país y además en lugares que le aseguran anonimato y exención de impuestos?

En la lista de Panamá Papers aparecen 57 brasileños, entre ellos Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados; Edison Lobao, exministro de Minas y Energía; y el cantante Roberto Carlos. De otros países los más conocidos son: Putin, presidente de Rusia (por intermedio de sus socios); Bachar al-Assad, presidente de Siria; Gunnlaugsson, primer ministro de Islandia (que, avergonzado, ya renunció); Mauricio Macri, presidente de Argentina; Abdulaziz, rey de Arabia Saudita; Proshenko, presidente de Ucrania; y Messi, jugador argentino.

Algo que intriga es el que los tres principales diarios de los EE.UU. (New York Times, Wall Street Journal y Washington Post) no han dado importancia a la noticia de esas fortunas secretas.

Todo indica que el gobierno de los EE.UU. está por detrás de la publicación de los Panamá Papers, a fin de desmoralizar a enemigos como Putin y Bachar al-Assad, y así reconfigurar el orden económico internacional. Ese orden que es, de hecho, un desorden. En enero de este año la Oxfam, ONG británica, reveló en Davos que apenas 62 personas en el planeta tienen una entrada equivalente a la de 3,600 millones de personas, o sea la mitad de la población mundial. Esos multimillonarios esconden en paraísos fiscales 7,600 millones de dólares y 26 mil millones de euros.

Lo que preocupa a los magos del capitalismo es que, mientras esa fortuna queda guardada en cuentas secretas, los chinos amplían sus inversiones y ganan cada vez más espacio en los cinco continentes. Las crecientes desigualdades sociales en la mayoría de países, antes tomadas como meros efectos de la “mano invisible” del mercado, ahora son vistas con preocupación pues requieren fuertes gastos en redes de protección social y estimulan todo tipo de violencia, incluyendo el terrorismo.

Sin hacernos la ilusión de que el capitalismo llegue a admitir que necesita ser un poco más humano, el hecho es que semejante acumulación de riqueza en cajas secretas reduce los niveles de inversiones y puede amenazar con el colapso del sistema financiero internacional.De las 200 empresas que participan anualmente en el Foro Económico Mundial en Davos, de cada diez, según Oxfam, nueve guardan fortunas en paraísos fiscales de los EE.UU. o de Europa.

Un proyecto que está planeando el gobierno de los EE.UU. es acabar con el dinero físico, el papel moneda, y utilizar sólo dinero virtual, como tarjetas de crédito y transacciones por internet. Eso haría las transacciones más fácilmente controlables por los bancos y los gobiernos. Como advierte el periodista cubano Luis Manuel Arce, sería parecido a que cada ciudadano llevase un microchip bajo la piel.

* Fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación.

martes, 12 de julio de 2016

Argentina, con los dos pies en la calle



Mientras el gobierno de Mauricio Macri nos deja en la calle, el pueblo argentino -defendiendo sus derechos- recupera las calles como escenario del conflicto social. En esa dialéctica se viene desarrollando la dinámica desde diciembre de 2015. Según la consultora Tendencias Económicas, entre los meses de enero y mayo de este año se produjeron 154.570 despidos, de los cuales la mayor parte correspondió al sector privado, afectando especialmente al gremio de la construcción. La desocupación se agrava por una inflación galopante.
El aumento de precios acumulado entre enero y abril de este año en Buenos Aires es del 19,2% y se calcula en alrededor del 16% la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado, cifra que se incrementa en el caso de los trabajadores y trabajadoras precarizados. (Cuando decimos “se calcula”, hacemos referencia a estimaciones realizadas desde distintas esferas, dado que el gobierno nacional ha provocado un “apagón informativo” en términos estadísticos y de otros rubros fundamentales para evaluar qué está sucediendo en el país).
Sigue el desbaratamiento de las conquistas sociales, de los programas que protegían -aunque fuera de modo asistencial- a los sectores de la población más vulnerables. Continúa la entrega de los bienes comunes a las corporaciones transnacionales, mientras el gobierno negocia el ingreso al TPP (Trans Pacific Partnership), y el relanzamiento de los tratados de libre comercio (TLC). Se ha anunciado un “acuerdo de asociación” con la Unión Europea, un TLC con Estados Unidos, y la adhesión a la Alianza del Pacífico, con el fin de sumarse al TPP.
El gobierno de Macri fortalece la subordinación argentina a los intereses norteamericanos, europeos y de las corporaciones transnacionales en la región, estableciendo acuerdos con EE.UU. para la “lucha contra el narcotráfico”, que incluyen la posible instalación de bases militares en territorio argentino. Además, con el fin de mostrar a un país “confiable” frente a inversores extranjeros, el gobierno anunció que pagará las demandas que empresas extranjeras interpusieron contra Argentina en el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), a través de la emisión de bonos que generarán una nueva ronda de endeudamiento externo.
A la pérdida de derechos sociales, se suman las políticas represivas y de militarización, que actúan como contraparte. Macri -a través del decreto 721- le devolvió a las Fuerzas Armadas la autonomía en la organización y dirección de cada fuerza (que les había sido quitada por el gobierno de Alfonsín), garantizando a los militares poder sobre ascensos, traslados y designaciones.

LUCHAR A LA INTEMPERIE
Mientras Macri deja gente en la calle, sin trabajo, sin posibilidades de estudio, sin acceso a la vivienda, a la salud, a la tierra urbana y rural, a la alimentación sana, y fortalece la dimensión militar del ejercicio de la dominación, el pueblo re-conoce las calles como territorio de disputas históricas, de movilizaciones, encuentros y desencuentros. La calle se vuelve escenario de cotidianas acciones de los desposeídos y de quienes demandan libertades.
Hay una memoria latente en este re-conocimiento. Hemos pasado en Argentina otros inviernos neoliberales, y muy cercanamente el del “menemato”, que al tiempo que extenuó a las fuerzas populares con las políticas de exclusión de amplios sectores de la sociedad, de saqueo y destrucción de la naturaleza, de agresión sistemática a todas las dimensiones de la vida cotidiana, de represión a las organizaciones, creó una “necesidad de defenderse” que permitió aprender y ejercer nuevos modos de resistencia que estallaron en prácticas rebeldes variadas, desde los piquetes hasta los saqueos, y otras formas de acción directa que buscaban visibilizar a quienes eran negados en su existencia. Estas experiencias, ya derrotado electoralmente el menemato por la Alianza (encabezada por Fernando de la Rúa), se multiplicaron especialmente a partir del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando se volvieron revuelta política, conjugada en la consigna “Que se vayan todos”.
Actualmente, aquellos aprendizajes colectivos se ponen en juego una vez más, así como la conciencia de la necesidad de realizar alianzas de urgencia entre sectores que han acumulado fuertes diferencias, pero que necesitan andar juntos a fin de golpear con mayor impacto a los sectores hegemónicos del poder capitalista, colonial y patriarcal.
El 24 de marzo, en las marchas realizadas por los 40 años del golpe de Estado, todo el país vibró con el grito construido en estas décadas de “Nunca más”. Desafiando la presencia ofensiva de Barack Obama en Argentina, y las políticas de la desmemoria, miles y miles de personas llenaron las calles de las ciudades capitales y de los pueblos pequeños. Fue una respuesta contundente a las intenciones de Macri de volver hacia atrás el camino andado, revertir las conquistas y logros de los organismos de derechos humanos y del pueblo argentino en la recuperación de la memoria, la verdad y la justicia. Estas masivas movilizaciones volvieron a dar aliento a los juicios contra los genocidas, que siguen realizándose en todo el país; y pusieron un freno a las intenciones de restaurar la política de los “dos demonios”, que busca equiparar al terrorismo de Estado con las distintas formas de violencia popular. Fue un momento importante de afirmación de la condena a las prácticas criminales del Estado terrorista y la impunidad.
El 1° de mayo la movilización obrera y popular volvió a ser masiva y contundente. Por primera vez en muchos años las centrales obreras marcharon juntas, a pesar de las fuertes diferencias existentes entre las mismas. El resultado, al calor del mal humor reinante con el apriete inflacionario, los aumentos brutales de tarifas, y la ola de despidos, fue el de una manifestación multitudinaria.
El 3 de junio nos encontró nuevamente de manera masiva en más de cien ciudades argentinas, diciendo “Ni una menos”, denunciando la continuidad de los femicidios y de las violencias patriarcales, en manifestaciones conmovedoras por su diversidad, su fuerza y la emoción que contenían. A la consigna del año pasado “Ni una menos”, se agregó “Vivas nos queremos” y “El Estado es responsable”, dando cuenta de la ausencia de respuestas por parte de los gobiernos nacionales y provinciales a este clamor de amplios sectores del movimiento de mujeres y del pueblo.
Estas movilizaciones evidencian la vitalidad de un movimiento opositor, crítico, y la rearticulación de una resistencia que -aun con falta de organización y proyecto estratégico común-, comienza a dar señales de iniciativa política y audacia en la convocatoria.
Sin embargo, el sector mayoritario de ese movimiento, el kirchnerismo, tiene dificultades para presentar un proyecto alternativo, debido a sus contradicciones, a la fragmentación creciente de sus bloques parlamentarios, a los numerosos conflictos internos que lo atraviesan, a la cooptación de franjas del mismo por parte de los sectores peronistas aliados al macrismo, y porque en los lugares en los que sigue siendo gobierno, en provincias y municipalidades, están más inclinados a negociar su lugar bajo el sol y repiten políticas de ajuste, como lo está haciendo Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego, que suma a los despidos una dura represión contra los trabajadores en lucha. O las duras políticas de ajuste implementadas por la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, o el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, que viene criminalizando de manera sistemática al movimiento indígena y popular.

ESCANDALOS DE CORRUPCION
El “destape” de distintos escándalos de corrupción, como el del ex secretario de Obras Públicas José López, que el 14 de junio fue interceptado cuando intentaba ocultar nueve millones de dólares en un convento, en lo que pareció un auténtico thrillermediático, debilita la legitimidad del kirchnerismo, ocupado en evitar quedar salpicado por este naufragio anunciado y fogoneado desde el macrismo.
El papel de los medios de comunicación fortalece el discurso que identifica al gobierno kirchnerista con el robo y la corrupción, ocultando al mismo tiempo la corrupción del macrismo. El escándalo protagonizado por López logró eclipsar el de los Papeles de Panamá, que destaparon la titularidad de Macri de empresas off shore. Aunque es sabido que esas sociedades son para evadir impuestos, fugar capital u ocultar administraciones turbias, el tema va quedando en la invisibilidad. Macri después de relativizar la información y mentir, aceptó su presencia en dos de esas empresas: Fleg Trading y Kagemucha, creyéndose que en total serían siete las empresas off shore del clan.
Recordando el prontuario de la actual familia presidencial, Claudio Katz informa: “En 1982 lucraron con el endeudamiento en divisas y el posterior rescate oficial de varias empresas (Sideco, Pluspetrol, Socma, Iecsa, Dragados y Obras Portuarias). En 1989 cobraron sobreprecios por contratos de recolección de basura (Manliba). En 1995 realizaron un gran contrabando de autopartes en el sector automotor (caso Sevel) que fue descubierto, corroborado y luego perdonado por los jueces menemistas. La secuencia de estafas continuó con el cobro de peajes en rutas sin ninguna contrapartida de inversión y con la fuga masiva de capital durante el colapso de 2001. La familia se benefició también con la pesificación asimétrica (2002) y con la privatización del Correo, mientras esa operación generó ganancias. Durante la era K obtuvieron lucrativos contratos de obra pública. Los Macri se han enriquecido a costa del Estado. Se especializaron en la gestión de coimas y en la obtención de subsidios oficiales para financiar sus quebrantos”.(1)
A pesar de este desbarranque del macrismo y el kirchnerismo en el círculo de la corrupción gigantesca, las fuerzas de Izquierda no logran la identidad y unidad suficientes para proyectarse como alternativa. De modo que la resistencia camina las calles y busca caminos diversos, ensaya unidades, y plantea el desafío de creación política de estrategias renovadas.
En estos días hay múltiples ejercicios de sobrevivencia, desde ollas y comedores populares, carpas de defensa de la salud pública, ocupación de centros de estudio, campañas contra el ajuste. La experiencia realizada por el pueblo en el enfrentamiento cotidiano a las políticas neoliberales se está poniendo en juego, produciéndose en los movimientos sociales un rápido trasvasamiento de aprendizajes, que incluyen desde cómo hacer una comida para muchas personas, hasta cómo enfrentar la represión, que es el otro elemento que viene sintiéndose duro: la criminalización de la protesta y de la pobreza.

LUCHAS MEDIOAMBIENTALES
Pero las movilizaciones populares no se resumen en la lucha económica contra las políticas de ajuste. Continúan las movilizaciones socioambientales que enfrentan a las corporaciones transnacionales en alianza con el Estado. En Córdoba se resiste la instalación de una planta de Monsanto. En San Juan continúa la movilización popular contra las consecuencias de la contaminación de los ríos por Barrick Gold, exigiendo el cierre de la megaminera Veladero. En septiembre de 2015, se conoció el derrame de más de 1.250.000 litros de solución cianurada en el Río Jachal, fuente de agua de ríos de San Juan, La Rioja, Mendoza y Córdoba. Los pobladores de los pueblos más afectados se organizaron y siguen denunciando, a pesar de la represión y los amedrentamientos. En Andalgalá, provincia de Catamarca, la población organizada en asambleas enfrenta la contaminación ambiental y social de la minera Agua Rica. Hay que recordar una vez más, que después del triunfo contra la megaminería en Esquel (donde el 23 de marzo de 2003 el 81% de los votantes rechazó la explotación de una mina de oro y plata de Meridian Gold), otros pueblos lograron echar a las mineras en ciudades tan distantes como Loncopué, Famatina, Chilecito, Tinogasta y Mendoza. También hay luchas contra las megarrepresas en provincias como Misiones y en la Patagonia. Pobladores de varias ciudades lograron la declaración de territorios libres de fracking.
Las luchas socioambientales que enfrentan el modelo extractivista se encuentran con las luchas económicas contra el ajuste, y con las movilizaciones antipatriarcales por el derecho al aborto legal, contra la violencia hacia las mujeres y las disidencias sexuales, generando una nueva trama de discusión de lo político.

RETROCEDER AVANZANDO
Estamos en las calles, a pesar de una fuerte presencia y control represivo. Se crean climas de temor para fragmentar la lucha territorial e intentar recluirnos en lugares aislados que no permitan reconocernos en otras luchas. Por eso el desafío mayor en estos momentos es decir “no” a la militarización de la vida, y al cierre del espacio público como lugar del conflicto. Es también defender cada una de las conquistas, retrocediendo donde sea necesario, pero de un modo que nos permita avanzar. Retroceder avanzando, hacia la olla popular libre de transgénicos, hacia la huerta comunitaria sin agrotóxicos, hacia la acción colectiva de los trabajadores sin patrones, hacia movimientos populares que coloquen en su agenda la creación de nuevos vínculos entre las personas -desde una perspectiva popular antipatriarcal- así como los vínculos de las personas con la naturaleza.
En resumen: nos dejaron en la calle. Nos quedamos en la calle. Nos encontramos en la calle. Nos abrazamos en la calle. Sembramos semillas criollas, y cosechamos rebeldías.
Luchando, movilizando, comunicando, educando, vamos reinventando razones para la esperanza, y anudando las redes necesarias para sostener una resistencia prolongada, para defender lo acumulado como cultura política, y desplegar experiencias de sobrevivencia que nos permitan rehacer, desde abajo y a la Izquierda, espacios de poder popular. En eso andamos. No nos han vencido, porque “la única lucha que se pierde, es la que se abandona”

(1) Claudio Katz. “El presidente off shore”. http://katz.lahaine.org/?p=271