martes, 5 de mayo de 2015

Vietnam, cuarenta años después

Sergio Rodríguez Gelfenstein - http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/por-sergio-rodriguez-gelfenstein-vietnam-cuarenta-anos-despues

El pasado 30 de abril se conmemoró el 40 aniversario de la victoria definitiva del pueblo vietnamita en la guerra de liberación contra la intervención estadounidense. Con ello se produjo el inicio de la ansiada reunificación del país y el comienzo de una etapa distinta para el Vietnam heroico que resistió y derrotó la agresión de tres grandes potencias durante el siglo XX: la Francia colonialista, el Japón expansionista y el Estados Unidos imperialista, las que no obstante manifestar distintas formas de injerencia, expresaron un misma talante al intentar ocupar y devastar el territorio de  este país cuyo pueblo es expresión de un alto sentido patriótico y una gran voluntad de lucha y victoria.

Le Duan, legendario líder vietnamita y sucesor de Ho Chi Minh en la conducción del Partido Comunista de Vietnam (PCV) y en el gobierno, lo explicaba diciendo  que la revolución vietnamita siempre tuvo como característica enfrentar a enemigos imperialistas poderosos y en algunas ocasiones, no sólo a uno, sino varios a la vez, y que para ello habían aplicado de manera creadora la enseñanza leninista de que “Solo es posible derrotar a un enemigo más fuerte, haciendo grandes esfuerzos y con la obligación de saber aprovechar de manera minuciosa, sumamente atenta, cuidadosa e inteligente cualquier ´grieta` entre los enemigos por pequeña que sea…”

En el inicio de la agresión, Estados Unidos apoyó con armas y asesoramiento al gobierno fantoche de Vietnam del Sur, para después, llegar a instalar hasta  580 mil efectivos militares en 1969. Contra el país fueron arrojadas más toneladas de bombas que en toda la segunda guerra mundial, experimentando además con armas químicas y bacteriológicas, entre ellas el tristemente célebre agente naranja. Según relata el Embajador de Vietnam en Cuba, Doung Minh entrevistado por la periodista Arleen Rodríguez, “Todavía hoy, cientos de miles, quizás millones de personas, sufren las secuelas, son muchas las parejas que no pueden tener hijos y también las que tienen hijos con algún tipo de anomalía por esa causa. En la tierra rociada con esos químicos, no creció ni la hierba durante 20 años, porque el agente naranja tenía el propósito de defoliar los bosques, desnudar la tierra de todo tipo de plantas para descubrir dónde se escondían los combatientes”. En 15  años de guerra, Estados Unidos gastó 150 mil millones de dólares, destruyó el 70% de los poblados del norte, inutilizó 10 millones de hectáreas de tierra y todos los puentes existentes en el país.  A pesar de ello, las tropas vietnamitas entraron victoriosas a Saigón hace 40 años, cambiando el nombre de la ciudad que pasó a llamarse Ho Chi Minh, cumpliendo la promesa de denominar con su nombre la última ciudad que se liberara en la guerra.

Sin embargo, la tarea por venir no era fácil, a partir de ese momento enfrentaban el reto de la reunificación nacional de dos porciones de un país que se habían desarrollado a partir de paradigmas políticos contradictorios: el socialismo en el norte y el capitalismo en el sur; la restauración de las heridas físicas y morales que produjo la guerra; el establecimiento de un gobierno unificado en el país; la reincorporación a la sociedad de alrededor de un millón de soldados y medio millón de funcionarios que habían servido en el ejército y el gobierno  vietnamita títere que Estados Unidos había instalado en el sur; la reconstrucción de la infraestructura material: carreteras, escuelas, hospitales, industrias y puentes destruidos por los bombardeos; la superación de los rezagos de la presencia militar estadounidense que se expresaba en los vicios propios de su sistema: altos índices de prostitución, drogadicción, alcoholismo y otras lacras y la elevada carencia de alimentos que se manifestaba en altos índices de hambruna en el sur del país.

En  1986, tras constatar el fracaso de la economía planificada centralizada, durante el sexto Congreso del PCV se aprobó la estrategia de Renovación (Doi Moi), La organización conductora de la sociedad, percibió que la economía no funcionaba eficazmente, se vivían períodos de inflación elevada, la moneda se depreciaba aceleradamente y los salarios perdían su valor. La escasez de productos de la canasta básica se enfrentaba con subsidios que estaban encaminados a solventar los problemas más inmediatos.

Todo ello derivó en la decisión de implementar nuevas prácticas en la producción agrícola, se entregaron tierras a los campesinos que recibían estímulos de acuerdo a la producción a partir de la exitosa experiencia obtenida en la provincia de Vinh Phu que se extendió a otras regiones del país. Otro tanto ocurrió en la industria que comenzó a ser manejada descentralizadamente. En el marco de esta situación sobrevino la desaparición de la Unión Soviética y el fin del campo socialista, principal abastecedor de insumos para la economía y la industria del país.

En este contexto es que se había  determinado la necesidad de llevar adelante la Renovación. Cinco años después,  en 1991, durante el VII Congreso del PCV, se establece un modelo económico basado en la necesidad de producir para responder a la demanda del mercado. Así, la economía se conforma por múltiples componentes sobre la base de un mercado controlado por el Estado. Esto da paso posteriormente, a la economía de mercado de orientación socialista que consiste en la aceptación de todas las formas de producción, tanto estatal como privada, capitalista y mixta.

La economía de mercado de orientación socialista se compone del factor económico en el que se acepta que todos los sectores son iguales ante la ley y, el factor social que es controlado por el Estado a través de los impuestos y los aportes de las empresas a fin de condensar una riqueza  que es distribuida por el gobierno para el beneficio del pueblo.

La aplicación de este modelo económico ha llevado a que Vietnam pase de un 56% de pobreza en 1990 a un 9% en 2003 y 8% en 2014. Los sistemas de salud y educación siguen siendo estatales y gratuitos para toda la población. Sin embargo, para establecer una responsabilidad colectiva para con los mismos se ha comenzado a cobrar el equivalente a 10 dólares mensuales por los estudios universitarios, mientras que en primaria y secundaria tiene un valor simbólico de 5 centavos de dólar al mes. No obstante, esta política no es lineal, en zonas montañosas alejadas, los estudiantes no pagan, al contrario, el Estado les concede becas a fin de fomentar la formación profesional.

Esta política ha llevado a aumentar el sueldo de los profesionales entre 20 y 50 veces y en general, los salarios han crecido de 15 a 16 veces, lo cual  tampoco es lineal, gana más el que aporta más, lo cual ha significado un estímulo sin precedentes a la producción. Así, el promedio de crecimiento anual de la economía ha sido de alrededor de un 7% en la última década, cifra que supone vaivenes de acuerdo a la situación de la crisis internacional que ha ralentizado ese crecimiento.

Estados Unidos normalizó sus relaciones con Vietnam en 1995, año en que comenzó a levantarse el bloqueo impuesto durante 20 años. La política exterior de Vietnam se caracteriza por su independencia, soberanía, diversificación y por la multilateralización de sus relaciones sin distingo de régimen político.

A 40 años de la derrota estadounidense y 28 de la implementación de la Renovación se ha cambiado el modelo económico, eliminando el igualitarismo que no estimulaba la producción, abriendo la economía a fin de elevar las exportaciones y garantizar el mercado interno

Sin embargo, el Embajador Duong Minh advierte cuatro peligros en la aplicación de esta política, toda vez que su implementación entraña riesgos como el  atraso económico si no se puede desarrollar la economía. Así mismo, la presencia de empresas extranjeras, podría introducir prácticas injerencistas en la política interna, corrupción y desvío del camino socialista trazado por el país.

Estos son los nuevos retos a enfrentar. El PCV y el gobierno vietnamita entienden  que la solución de los problemas económicos confronta trances que obligan a la vigilancia y al fortalecimiento del sector estatal a fin de que éste sea el eje del desarrollo económico y sirva de orientador del camino de la economía del país.

El Embajador Duong Minh resume el momento actual de Vietnam diciendo que  “El socialismo es el objetivo de la lucha de los pueblos, es lo que queremos y la Humanidad, seguro, avanza hacia el socialismo, pero en Vietnam decimos que aun no estamos en el socialismo, estamos en transición, por tanto tenemos que aplicar las políticas de acuerdo a eso, es el momento de lucha entre lo nuevo y lo viejo. Lo nuevo no acaba de aparecer completamente y lo viejo todavía está presente. Lo nuevo es el socialismo y lo viejo es el capitalismo o más bien el feudalismo, porque en Vietnam estábamos en el feudalismo” y finaliza aseverando con confianza en el futuro que “Este es un momento de lucha entre lo viejo y lo nuevo. Estamos en transición, en los primeros pasos. Es muy importante para nosotros saber dónde estamos porque las relaciones de producción deben adecuarse al desarrollo de las fuerzas productivas. Hay muchos pasos, apenas estamos en los primeros”.

viernes, 1 de mayo de 2015

España: El Primero de Mayo durante el franquismo

http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/primero-mayo-franquismo/20150427101518115189.html

En plena guerra civil el franquismo abolió la Fiesta del Primero de Mayo en un decreto del 12 de abril de 1937, en el que también se estipulaba que habría una fiesta dedicada al Trabajo Nacional. En marzo de 1938 se publicó el Fuero del Trabajo, en el que se estableció que cada 18 de julio se celebraría la Fiesta de la Exaltación del Trabajo, uniendo esta celebración con la de la fecha fundacional de la dictadura.

Pero las organizaciones obreras, que siguieron funcionando en la clandestinidad, no se resignaron, y organizaron actos de protesta con motivo de la festividad del trabajo del Primero de Mayo. En el mes de mayo de 1947 la protesta en Vizcaya fue muy destacada contra la carestía de la vida y los bajos salarios. En estos tiempos las movilizaciones eran vertebradas por los sindicatos clásicos, la CNT y la UGT.

La Iglesia Católica intervino en relación con la Fiesta del Trabajo. En 1955, el papa Pío XII decidió apropiarse del Primero de Mayo para darle un contenido religioso. A partir de entonces sería la Fiesta de San José Artesano. Franco incorporó el cambio al año siguiente. En 1956 se celebraron misas por todo el país en honor del que pasaba a ser el santo patrón de los trabajadores.

A partir de 1957 la Organización Sindical Educación y Descanso organizaría todos los años un espectáculo denominado “demostración sindical”. Grupos de trabajadores y trabajadoras realizaban ejercicios gimnásticos y folclóricos ante el dictador en el estadio de Chamartín.

A partir de los años sesenta con la revitalización del movimiento obrero a través de Comisiones Obreras, comenzó a generarse una nueva dinámica en relación con la celebración del Primero de Mayo. El día anterior, es decir, el 30 de abril, se establecía como jornada de lucha con paros cortos, boicots al transporte colectivo de las grandes empresas y minutos de silencio en los comedores de las fábricas. El día 1 se remataba con alguna concentración ante el local del sindicato vertical. La reacción solía ser contundente y hasta se hizo preventiva, ya que se solía detener a los activistas fichados durante las 72 horas previas para hacer fracasar estas acciones.

Fuera de España los exiliados siguieron celebrando el Primero de Mayo, que les permitía denunciar al régimen de Franco. En este sentido, podemos aludir al Primero de Mayo de 1954 en el que el PSOE convocó una gran reunión en Marsella para protestar contra el franquismo. Especial emotiva fue la celebración del Primero de Mayo de 1961 en París, el último acto público que celebró Indalecio Prieto. También fue muy común que los exiliados españoles se incorporasen a las manifestaciones en los países donde residían, portando sus pancartas, especialmente en Francia y México.

lunes, 27 de abril de 2015

Derechos Humanos en Argentina

Por Virtudes Della Santa* - http://www.debatemendoza.com.ar/derechos-humanos-en-argentina/

La política de derechos humanos inaugurada en 2003 representa un profundo vuelco respecto de los gobiernos anteriores.


Tras la recuperación de la democracia, en 1983, el gobierno de Alfonsín envía a juicio a las Juntas Militares que habían ocupado el poder desde 1976, lo hace tras haber intentado primero que las juzgaran los propios militares y haber dictado las instrucciones a los fiscales con el objeto de acelerar y limitar las causas por crímenes de lesa humanidad. Luego vendría la ley de Punto Final, con el fin de reducir los casos que se elevarían a juicio, y después de los alzamientos carapintadas, se dictaría finalmente la Ley de Obediencia debida, que restringió la posibilidad de encausar a los ejecutores de las órdenes aberrantes.

Tempranamente aparecieron diferencias respecto a esta política de derechos humanos, tanto con relación a la CONADEP, a la que los organismos de derechos humanos oponían la creación de una Comisión Bicameral con amplios poderes para ingresar en los recintos militares, hasta las leyes de la impunidad, que fueron repudiadas ampliamente, aún en el clima de creciente ahogo que vivía la democracia recién estrenada.

Menem definitivamente decide tomar un camino distinto, pretende la reconciliación, para ello dicta los indultos, para militares y miembros de las organizaciones armadas, plenamente congruente con la teoría de los dos demonios, e implementa una política indemnizatoria, sólo subsisten las investigaciones por las apropiaciones de niños. Es en ese marco de absoluta impunidad que surge la agrupación H.I.J.O.S. y la consigna Si no hay Justicia, hay escrache.

El gobierno de la Alianza, no hizo más que continuar con estas políticas, pese a los reclamos sobre este tema, y decididamente protegió a figuras como Jorge Olivera,  que había sido detenido en Italia y cuya extradición había sido reclamada en un juicio llevado adelante en Francia por la joven Marie Anne Erize.

Pese a que la política oficial desde el gobierno de Menem fue la reconciliación y el olvido, en 1998 se inician los Juicios por la Verdad, llevados adelante en las ciudades de La Plata, Bahía Blanca, Mar del Plata y Mendoza, iniciados por los organismos de derechos humanos, estos procesos no podían arribar a la condena de los responsables pero tenían por objeto establecer el destino de las personas que habían sido secuestradas y torturadas por el Terrorismo de Estado.

Este escueto e imperfecto recordatorio de lo vivido en materia de derechos humanos tras décadas de impunidad, tiene por objeto poner en su justo valor las políticas de Memoria, Verdad y Justicia inauguradas en 2003 con la presidencia de Néstor Carlos Kirchner.

Es, desde luego desafortunado, especialmente, de parte de quienes acompañaron con callada y obstinada obsecuencia los años de silencio y olvido, calificar a las decisiones tomadas por el kirchnerismo como meras especulaciones electorales. Si ese hubiera sido el caso ni Menem ni De la Rúa hubieran sido refractarios a avanzar en el juzgamiento de los genocidas.

Pero es también desacertada la actitud de las organizaciones autoproclamadas de izquierda que pretende denostar a los organismos de derechos humanos que apoyan al kirchnerismo como cooptados.

A esos compañeros, fraternalmente, les recuerdo que la trayectoria en especial de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, enfrentadas con los genocidas en plena dictadura, no deja lugar a dudas del coraje de estas valiosas mujeres, ellas estuvieron allí donde ningún otro osaba estar. Nunca se olviden de eso.

Los avatares sufridos en los años del más crudo neoliberalismo, en los que fueron objeto de persecución y escarnio, y simultáneamente de reducirlo todo a una ecuación reparatoria, pusieron a prueba su integridad ética. Algo que no muchos pueden decir, ni siquiera en sutiles murmullos.

Es llamativo además que la crítica venga sostenida desde la espúrea alianza con sectores que como la Sociedad Rural Argentina, que fue principalísimo actor del Terrorismo de Estado, ubicando en la cúspide misma del manejo de la economía a uno de sus más connotados miembros como José Alfredo Martínez de Hoz.

No hay, pues, conveniencia en sostener una política de Memoria, Verdad y Justicia, salvo aquella que está atada a las propias convicciones y a las lealtades con los compañeros detenidos-desaparecidos. En el mismo sentido, la posición de los organismos obedece ni más ni menos a lo que por décadas se exigió de cada uno de los gobiernos que precedieron a la dictadura genocida que los Derechos Humanos fueran una política de Estado.

A este punto hemos llegado, con represores enjuiciados y condenados, con algunas víctimas identificadas, con más nietos recuperados, todos los 24 de marzo hay en las escuelas jornadas de reflexión, tenemos sitios señalados como lugares del horror para que el NUNCA MÁS sea verdaderamente una realidad, no es poco, nunca será suficiente, porque la proyección de los derechos humanos, se extiende a las cárceles y todos los lugares de encierro, que deben poseer condiciones de higiene y seguridad, de dignidad para la efectiva resocialización, a la preservación compulsiva de las garantías en todos los procesos judiciales, que es la condición de posibilidad para llegar a la verdad, a la estricta prohibición de la tortura y el gatillo fácil y a su efectivo castigo, para tomar los temas más lacerantes, pero que desde luego abarca y se resignifica en las palabras de nuestros pueblos originarios cuando hablan del Buen Vivir.

No hay futuro sin memoria, ni ningún orden justo puede surgir de la injusticia, y continúo creyendo, como mis compañeros y compañeras, que la verdad nos hará libres.

Como dicen las Madres La única lucha que se pierde es la que se abandona.

* La autor es militante del Frente de Apoyo a Madres de Plaza de Mayo desde 1986. Coautora del blog Mate y Sopaipillas. Miembro de la Red de Mujeres, Género y Diversidad. Militante del Partido Solidaridad Más Igualdad.

miércoles, 15 de abril de 2015

América Latina después de Panamá

Juan Manuel Karg - http://www.alainet.org/es/articulo/168918

Primera conclusión: el bloque de 33 países que componen la CELAC -Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños- quedó fortalecido tras la reunión de Panamá. Una imagen puede dar cuenta de esto: tras escuchar a Raúl Castro, y antes de que hablaran Cristina Fernández de Kirchner y Nicolás Maduro, Obama se retiró de la plenaria de Jefes de Estado, en una actitud muy cuestionable. Esta imagen, que algunos analistas conservadores buscaron hacer pasar como una derrota de los países de la Unasur supone más bien lo contrario: EEUU no puede dirigir un espacio que creó con ese fin, allá por 1994, lo que queda graficado con claridad en la salida de Obama del recinto. Así, el país que en décadas previas fue “amo y señor” de este tipo de encuentros, ni siquiera escuchó los discursos de buena parte de los presidentes de la región, en una actitud arrogante pero también defensiva.

Segunda conclusión: si alguien esperaba un discurso “light” de Castro en Panamá, producto del reestablecimiento de relaciones diplomáticas con Washington, se equivocó. El cubano fue contundente en su explicación sobre la política de Washington de cara a la isla, a nivel histórico, más allá de los recortes malintencionados que luego intentaron diversos medios hegemónicos de la región. Recordó que en la guerra de la independencia, los EEUU “entraron como aliados, y se apoderaron del país como ocupantes”. Luego manifestó que las penurias que produjo el bloqueo provocaron un mayor apoyo al modelo político, económico y social vigente en la isla desde 1959. Así, dijo que “el 77% de los cubanos nacieron bajo el bloqueo. Pero el hostigamiento trajo más revolución”. Por último, dio cuenta de la derrota del ALCA, la propuesta de libre comercio cuyo desarrollo se pergeñó precisamente en la Cumbre de las Américas, al afirmar que “el ALCA naufragó en 2005 en Mar del Plata bajo el liderazgo de Chávez, Kirchner y Lula”.

Tercera conclusión: la crítica a la orden ejecutiva proclamada por Obama, considerando a Venezuela una amenaza para Washington, se apoderó de buena parte de las intervenciones. Es decir: trastocó una reunión cuyo punto esencial iba a ser la foto Obama-Castro. Cristina Fernández de Kirchner fue contundente: “Lo primero que hice fue reirme. ¿Una amenaza? Es inverosímil”, dijo primero, para después afirmar que “es una pena que esta Cumbre se vea ensombrecida por esa decisión. Ese decreto debe ser dejado de lado”. Luego fue el propio Nicolás Maduro, quien llevó 11 millones de firmas al encuentro, el que sentenció que “este decreto se mete en la vida interna de Venezuela”. Tras ello, Maduro clarificó que busca una resolución diplomática del tema, al decir “le tiendo la mano, presidente Obama, para que resolvamos el tema sin intervención en asuntos internos”.

Cuarta conclusión: la ausencia de una declaración final marca el descontento de EEUU y Canadá con los ejes centrales reunión, algo similar a lo que sucedió en Cartagena de Indias, Colombia, durante 2012. Si bien Obama logró la foto que quería junto a Raúl Castro, y aprovechó los días previos para reunirse con los países del Caribe nucleados en Caricom -en vías a intentar debilitar la hegemonía venezolana en la zona a través de Petrocaribe-, podemos decir que el hecho de que no exista un documento final marca las divergencias entre el bloque CELAC y los países de América del Norte, quienes se opusieron a posicionarse sobre el decreto ejecutivo contra Venezuela. Dos cumbres consecutivas sin posicionamiento conjunto demuestran los límites de una instancia tan abarcativa, con países muy divergentes en términos de orientación política y económica.

Diversos interrogantes quedan planteados luego del cónclave panameño, rumbo a la reunión de Perú 2018: ¿hasta qué punto la Cumbre de las Américas marcará el pulso de las discusiones regionales, visto y considerando que el bloque CELAC ya arriba a dichas reuniones con consensos previos?; ¿de qué forma cambiará el escenario regional, plagado en la actualidad de un conjunto de gobiernos posneoliberales, de cara a la próxima Cumbre de las Américas?; ¿podrá EEUU lograr una mayor afinidad con los países del Caribe, a través de Caricom?.

Como sea, aún luego de cambiar una política de histórica hostilidad con Cuba, el escenario regional sigue siendo muy complejo para EEUU. Al fin y al cabo, tras la aparición de nuevas herramientas integracionistas -como Unasur, CELAC, y ALBA/Petrocaribe- la Cumbre de las Américas sigue siendo heredera de una etapa previa de la región: aquella del “Consenso de Washington”, derrotado precisamente diez años atrás en Mar del Plata. De modificar (o no) ese formato depende buena parte de la supervivencia de esta instancia, que parece haber quedado atrapada en un cambio de época de América Latina. 

Juan Manuel Karg / @jmkarg - Politólogo UBA / Analista Internacional

sábado, 11 de abril de 2015

Estados Unidos contra América Latina

Raúl Zibechihttp://www.alainet.org/es/articulo/168853

La Cumbre de las Américas debía estar marcada por Barack Obama y Raúl Castro junto como símbolo del fin de más de medio siglo de enfrentamiento. Pero irrumpió “el caso Venezuela” para recordar que el viejo tío, aun debilitado y atacado en su patio trasero por potencias de creciente poderío, como China, no pierde las mañas.

En la política exterior de Washington llegó el momento “destituyente” de los gobiernos progresistas que le resultan más incómodos. Los caminos para ello serán muy variados, aunque parece por el momento descartado que se repitan operaciones tan abiertas como las recientes contra Manuel Zelaya y Fernando Lugo en Honduras y Paraguay, o el más lejano intento de golpe contra Hugo Chávez de 2002 (con designación previa de presidente bendecido en Washington incluida). La enormemente mayoritaria reacción latinoamericana a la declaración del presidente Barack Obama de que Venezuela es una amenaza a la seguridad de su país habría llevado a que la superpotencia se incline, en este caso, por tomar caminos laterales, usando a algunos gobiernos que para la opinión pública suenan como progresistas como punta de lanza contra Caracas. Quizá algo de eso persiga Obama al pedir una reunión bilateral con sus pares de Costa Rica, Chile y Uruguay durante la cumbre.

El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, por lo pronto, acaba de destituir a su embajador en Caracas, Federico Picado, por decir que “en Venezuela hay una amplia libertad de prensa”, lo que el diplomático demostró enseñando los diarios antichavistas que se venden en los quioscos (Tiempo, 26-III-15). “En los puestos de venta me encuentro con periódicos y revistas cuyos contenidos expresan todo el arco iris posible de posiciones políticas e ideológicas”, había dicho Picado cuando le preguntaron su opinión acerca de la “dictadura chavista”.

“En Costa Rica hay una norma que prohíbe al personal emitir opiniones sobre temas de relaciones internacionales o asuntos internos del país receptor que no hayan sido previamente consultadas. Es una norma que afecta a todos los funcionarios del servicio exterior, y con ella se trata de evitar que se ponga al país en situaciones incómodas”, dijo el canciller Manuel González al justificar la destitución del embajador. Al mismo tiempo González acusaba a Rusia de desestabilizar Centroamérica por su venta de armas a Nicaragua (La Nación, 27-III-15). Alineamiento, que le dicen. Algo de este tipo es lo que es probable que Obama busque al reunirse esta semana en Panamá con la chilena Michelle Bachelet y el uruguayo Tabaré Vázquez. Las declaraciones del canciller Rodolfo Nin Novoa indican, al menos, que en tierras orientales el camino está abonado.

Romper el cerco

Pero lo cierto es que la superpotencia está aislada en cuestiones centrales, en gran medida como consecuencia del tironeo interno entre republicanos y demócratas, que neutraliza cualquier proyecto común para adecuarse a la nueva realidad. Una nueva realidad que dice que en su patio trasero Estados Unidos cuenta con una competencia inesperada apenas unos pocos años atrás: la de la República Popular China. Esa parálisis está facilitando el éxito de las iniciativas chinas en esta región. Demócratas y republicanos coinciden en un punto, sin embargo: América Latina es la zona del planeta más importante para la supervivencia de Estados Unidos como superpotencia. Y para ello se hace esencial mantenerla como coto exclusivo, sin injerencias extracontinentales y bloqueando la posibilidad de que varios países del área trabajen en una misma dirección, o sea: impidiendo cualquier manifestación de independencia.

Como recuerda José Luis Fiori, profesor de economía política internacional en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, las sanciones estadounidenses a Venezuela están ligadas a “un movimiento profundo, casi telúrico, cada vez más religioso, fanático y agresivo, en la sociedad, pero con una repercusión cada vez más mesiánica e intervencionista, en el campo de la política exterior de Estados Unidos” (Carta Maior, 7-XI-14).

China, China, China
“El mes pasado puede ser recordado como el momento en que Estados Unidos perdió su papel como garante del sistema económico global”, escribió semanas atrás Lawrence Summers, secretario del Tesoro entre 1999 y 2001 y asesor económico del presidente Barack Obama entre 2009 y 2010 (The Washington Post, 5-III-15). Summers se refería al fracaso de Washington en su intento de convencer a sus aliados más tradicionales de que no se unieran al Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (Aiib, por sus siglas en inglés) promovido por China.

El éxito chino en las relaciones internacionales no deja de sorprender, tanto por la rapidez de sus avances como por su contundencia. La creación del Aiib representa la más potente irrupción del país asiático en el mundo. Los anuncios de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Australia y Brasil de que se unirán a esta institución, que se estima puede llegar a sustituir el papel del FMI y el Banco Mundial, sorprendieron a Washington y son una muestra de la creciente influencia de la potencia emergente.

A través del nuevo banco, China invita al mundo a invertir en los corredores económicos trasnacionales que unirán Asia y Europa a través de una amplia red de conectividad financiera y de negocios. Los miembros fundadores del banco son 45 países asiáticos –China, India, Singapur e Indonesia entre ellos–, pero a diferencia de las instituciones creadas en Bretton Woods, los votos de cada uno de ellos son proporcionales a su PBI. “Está emergiendo una arquitectura financiera global influenciada por China”, sostiene el think tank Consejo Indio de Relaciones Globales (gatewayhouse.in, miércoles 1). “La infraestructura es a China en el siglo XXI lo que el comercio fue a Estados Unidos en el siglo XX”, agrega.

La incorporación de Gran Bretaña al banco asiático levantó fuertes críticas de la Casa Blanca, quizá porque fue el primer país aliado en hacerlo. Pero a esa deserción siguieron otras. Hasta Israel, un aliado incondicional de Washington, decidió incorporarse al AIIB. “Su adhesión permitirá a Tel Aviv la integración de las compañías israelíes en diferentes proyectos de infraestructura financiados por el banco asiático”, dice el comunicado publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel (Russia Today, sábado 4).

En paralelo, el avance de la internacionalización del yuan resulta imparable. El economista Ariel Noyola recuerda que “hace apenas cuatro años, un pequeño grupo de 900 instituciones bancarias realizaban operaciones en yuanes. A finales de 2014, el número aumentó a más de 10 mil entidades” (Russia Today, 31-III-15). La presidenta del FMI, Christine Lagarde, anunció a fines de marzo la inclusión del yuan en los “derechos especiales de giro” (activos de reserva internacional creados en la década del 60 para complementar las reservas de los bancos centrales), de los que esa moneda estaba excluida por el veto que ejerce Estados Unidos.

En consecuencia, China avanza de modo incontenible en todos los frentes, arrastrando aliados, agujereando la arquitectura financiera global, desbaratando planes largamente pergeñados. Pero cuando Pekín ingresa con fuerza en el patio trasero, la cosa se complica. China anunció planes para invertir 250.000 millones de dólares en la próxima década en América Latina. Estados Unidos tiembla.

Zona de exclusión
La penúltima edición de la revista Military Review, que refleja los puntos de vista del Pentágono, contiene un largo artículo titulado “La aparición de China en las Américas” (1). El trabajo, redactado por Evan Ellis, profesor en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, analiza los impactos que la presencia china tiene para los intereses estadounidenses.

En primer lugar, sostiene que el ostensible aumento del comercio y de las inversiones chinas “está transformando la infraestructura física” de la región, obras que tienen “implicaciones estratégicas”, como los corredores bioceánicos, la ampliación y modernización de puertos y la construcción de “un segundo canal a través de Nicaragua y la potencial carretera o ‘canal seco’ y enlaces ferroviarios propuestos por Honduras, Guatemala y Colombia”.

En segundo lugar, las viejas instituciones o instancias políticas regionales, como la OEA o la propia Cumbre de las Américas, han ido perdiendo importancia en beneficio de la Unasur o la CELAC, organismos “que expresamente excluyen a Estados Unidos”. En paralelo, la revista apunta que el éxito económico de China “ha socavado los argumentos de Estados Unidos en cuanto a que la democracia al estilo occidental y los mercados libres son las mejores vías para el desarrollo y la prosperidad”.

En tercer lugar, el análisis de Military Review considera que “la seguridad de Estados Unidos se ve afectada por el financiamiento, inversión y comercio de China con regímenes que buscan la independencia de los sistemas occidentales penales y de responsabilidad contractual, tal como ha ocurrido en diferentes grados con los países del ALBA”. China puede usar las infraestructuras que construye contra Estados Unidos para presionar a los países a fin de que le nieguen a la superpotencia el “acceso a bases, recursos, inteligencia o apoyo político”.

Ahora, razona el Pentágono, la influencia de Estados Unidos en la región está siendo socavada por “la disponibilidad de China como una alternativa al mercado de exportación, fuente de préstamos e inversión” (Military Review, enero-febrero de 2015).

El detalle está en la palabra “alternativa”. A diferencia de lo que sucedía en las décadas de 1960 y 1970, ahora los gobiernos disidentes del imperio pueden recurrir a otros países para resolver sus problemas.

Asegurar el patio trasero
El año pasado los bancos chinos prestaron a los países latinoamericanos más dinero que el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo sumados. Por países, Venezuela fue el mayor receptor de préstamos chinos, y también uno de los mayores destinos de la inversión del gigante asiático en la zona, sobre todo para las explotaciones petroleras y la creación de infraestructuras.

En Argentina la petrolera china Sinopec acaba de firmar un acuerdo de colaboración con YPF, explota el yacimiento de Vaca Muerta y participa en la expansión de redes ferroviarias y del metro de Buenos Aires. En Brasil, Sinopec se hizo con el 30 por ciento de la portuguesa Galp y el 40 por ciento de la española Repsol. Se calcula que China domina ya un tercio del sector minero peruano, con fuerte presencia en la extracción de cobre. “En toda la región las compañías chinas desarrollan proyectos de telecomunicaciones, automoción, agricultura, construcción y sectores energéticos, lo que extiende la influencia de Pekín, y no sólo a nivel económico” (Russia Today, lunes 6).

El brasileño Fiori estima que se está asistiendo a una “revalorización geopolítica y geoeconómica del Caribe y de América del Sur como tableros relevantes de la competencia global entre Estados Unidos y China, y de la competencia regional de estos dos países con Brasil” (Carta Maior, 25-XII-14).

Para avalar esa afirmación esgrime el trabajo del principal geoestratega estadounidense, Nicholas Spykman. Más de la mitad de la obra de Spykman America’s Strategy in World Politics, publicada en 1942, está dedicada al papel que debe jugar la potencia en América Latina y en particular en Suramérica. El teórico divide la región en dos zonas: una “mediterránea”, que incluye a México, Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela, en la que la supremacía de Estados Unidos no puede ser cuestionada, una suerte de “mar cerrado” cuyas llaves pertenecen a Washington.

Por otro lado aparece la zona de influencia de los grandes estados del sur (Argentina, Brasil y Chile). Spykman apunta que si estos países se unieran para contrabalancear la hegemonía estadounidense, “deben ser respondidos mediante la guerra” (Valor, 29-I-14).

En los últimos años los países que impulsaron el Mercosur ampliado y la Unasur, básicamente Brasil, Argentina y Venezuela, entraron en la “línea de tiro de Estados Unidos”, que no puede aceptar que un proyecto convencional de integración económica (como fue el Mercosur en sus inicios) se transforme en un bloque político liderado por Brasil “con el objetivo de impedir toda intervención externa en América del Sur”.

La alianza de Brasil con China, India y Rusia en los Brics, y de Argentina y Venezuela con China y Rusia es otra línea roja para Washington. Que esas alianzas no pasen a mayores es un objetivo central de la política estadounidense. Máxime cuando sobre todo Brasil, pero también Argentina y Venezuela, se involucraron en un conflicto lejano, como el de Oriente Medio, condenando la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza en agosto y setiembre de 2014 y tomando distancia del bloqueo a Irán (Carta Maior). Cortarles las alas, de eso se trata.

Nota
(1) Military Review, publicada por US Army Combined Arms Center (Usacac), Fort Leavenworth, enero-febrero 2015, págs 66-78.


- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada. Integrante del Consejo de ALAI.

lunes, 6 de abril de 2015

CUMBRE DE LAS AMÉRICAS: PANAMERICANISMO Y NEOLIBERALISMO.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica. - http://www.redaccionpopular.com/articulo/cumbre-de-las-americas-panamericanismo-y-neoliberalismo

Con la CELAC en marcha, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América consolidada y la UNASUR como realidad política tangible, ¿para qué sirve la Cumbres de las Américas, sino para prolongar la puesta en escena del imperialismo y dar riendas a quienes quieren volver a los oscuros tiempos del sojuzgamiento de nuestros pueblos bajo el peso de “los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima”?

La política de los Estados Unidos para América Latina ha tenido, desde sus orígenes, objetivos claros y contundentes, que se prolongan en el tiempo y que, por lo menos desde finales del siglo XIX, se encuentran irremediablemente vinculados a los proyectos de expansión territorial, económica, militar y cultural, bajo la forma del imperialismo, que sus elites asumieron como un destino manifiesto.

Tributaria de esa lógica imperial, la política exterior estadounidense hacia los países al sur de su frontera no puede perseguir otro propósito sino la dominación absoluta, para su beneficio, de los recursos naturales, económicos y la posición geoestratégica de la región en la disputa por la supremacía mundial.

Para ello ha recurrido tanto de las intervenciones militares descarnadas -que abundan en la historia de México, Centroamérica y el Caribe-, como a la diplomacia comercial bajo el signo del panamericanismo: es decir, lo que Arturo Ardao definió como un movimiento ideológico que pretende justificar “las perentorias necesidades comerciales de Estados Unidos, cada vez más urgido de mercados exteriores seguros para los excedentes” de su industria capitalista en expansión, así como el empeño de sus fuerzas industriales y financieras por concretar esta aspiración por medio de “cambiantes formas de conquista, anexión o absorción”

El primer antecedente de la diplomacia panamericana, que es al mismo tiempo el imperialismo comercial, lo encontramos en la Conferencia Internacional Americana de 1889, la que José Martí consideró, en una de sus crónicas memorables, como “el convite que los Estados Unidos potentes (…) hacen a las naciones americanas de menos poder”, para imponer “la política secular y confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso, que no los ha querido fomentar jamás [a los pueblos latinoamericanos], ni se ha dirigido a ellos sino para impedir su extensión, como en Panamá, o apoderarse de su territorio, como en México, Nicaragua, Santo Domingo, Haití y Cuba, o para cortar por la intimidación sus tratos con el resto del universo, como en Colombia, o para obligarlos, como ahora, a comprar lo que no puede vender, y confederarse para su dominio”Cumbres de las Américas: un foro continental engendrado como espacio de legitimación del panamericanismo y del sistema interamericano articulado en torno a la OEA –brazo político del imperialismo en nuestra América- y sus dobles discursos sobre la democracia las libertades individuales y los derechos humanos; y al mismo, estas cumbres nacieron como vanguardia del proyecto neoliberal, en medio de la pesadilla privatizadora y entreguista de la década de 1990. No en vano, la primera de estas citas se celebró en Miami, en 1994, y sin la presencia de Cuba; y en la Declaración de Principios que firmaron los presidentes participantes acordaron impulsar la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y una agenda de modernización de los estados y las economías, que incluía “el comercio sin barreras, sin subsidios, sin practicas desleales y con un creciente flujo de inversiones productivas”; “la eliminación de los obstáculos para el acceso al mercado de los bienes y servicios”; “el establecimiento de mercados más abiertos, transparentes e integrados”; o la promoción del “flujo de inversiones productivas”, entre otra serie de falacias económicas y dogmas neoclásicos cuyo fracaso está más que comprobado en nuestros países.

De una nueva versión de este convite panamericanista participarán los gobiernos latinoamericanos en Ciudad de Panamá, del 10 al 11 de abril. Ahora, se ha invitado a Cuba, en lo que pretende ser una maniobra de acercamiento y reparación histórica de los Estados Unidos. Pero el imperio no cede en sus apetitos, y la inaudita calificación de Venezuela como amenaza para la seguridad nacional, casi un anticipo de intervención militar, ha crispado el ambiente y unificó las posiciones antiimperialistas y latinoamericanistas en la actual coyuntura. ¿Qué podrán decir en Panamá el presidente Barack Obama y sus funcionarios de la Casa Blanca, que no suene a trampa retórica o emboscada política?

domingo, 29 de marzo de 2015

ESTADOS UNIDOS, VÍCTIMA DE SÍ MISMO.

Salvador González Briceño - http://www.redaccionpopular.com/articulo/estados-unidos-victima-de-si-mismo

País en guerra, pero a punto del colapso. No por hablar mal del otro. Ni por tirrias ni por fobias. Mucho menos del pueblo estadounidense. Incluso porque los jóvenes son engañados por toda clase de artilugios patrioteros, al enfilarse en el ejército bajo el principio de entrar en guerra contra los malos en defensa de altos valores: la “libertad y la democracia” que, como buenos, militares y civiles, encabezan contra el mundo (simplismo maniqueísta de manipulación, igualmente mediático de la prensa escrita y la televisión gringas). ¡Pero que millonarios, políticos y generales, escuchen a los excombatientes —lisiados, desadaptados y desatendidos— por los traumas de posguerra, desde Vietnam, Irak y Afganistán!
La razón es que, como país cuya bandera es el interés privado —desde su fundación en el capitalismo puro—, Estados Unidos se ha fortalecido como imperio, emulando al romano, por todas las vías posibles como: el hurto, el saqueo, la invasión y las guerras en el mundo —comenzando por los nativos y contra México—; también la “competencia y el libre comercio”, los males para cualquier economía que pregona el “librecambismo”. Con simples clases de historia escolástica los métodos violentos saltan a la vista.
Todavía más. Infalible y eterno, como se consideran en la historia todos los imperios —“no hay mal que dure 100 años”—, a EU el destino ya le toca a las puertas y se trata de su mayor amenaza: la propia. Víctima de sus contradicciones — ¡esa es una característica de capitalismo en todas sus formas!, sobre todo las más desarrolladas, las del capital financiero—, ha llegado al punto en que, o se sigue sosteniendo con más guerras o el crack le estalla entre las manos. Y ese rol, al parecer está cercano, le tocará a uno de los presidentes sin credibilidad y más mediocres de EU, a Barack Obama.
Las voces se corren. Lo dicen los economistas —no gringos, claro está—, que están al tanto de la presunta recuperación. Pero también los inversionistas, como el “multimillonario” Erick Sprott, quien advierte sobre el “peligro” que se cierne sobre el mundo financiero. Dice: “El gran peligro es que estamos apoyando un sistema bancario apalancado y todo lo que poseen es papel; es decir, simples instrumentos financieros. Si las cosas se ponen mal repentinamente, todo el mundo querrá sacar el dinero del banco”.
Todavía más: “Los bancos centrales están luchando para mantener todo el sistema bancario con vida, así que por supuesto, son los primeros interesados en darle a los propios bancos un certificado de buena salud en las pruebas de resistencia bancaria, aunque eso implique falsear la realidad. Hemos visto un buen ejemplo, dice. El banco HETA Asset Resolution AG quebró en Austria, y fue nacionalizado en 2009 con 5.500 millones de euros. “Curiosamente, tenía una calificación AAA, y acabó bien clasificado en las últimas pruebas de estrés realizadas por el Banco Central Europeo. Sin embargo, tres meses más tarde quebró. Eso es lo que ocurre con las instituciones financieras apalancadas.” Luego entonces el gobierno dijo ¡basta! Con el ejemplo de HETA ahora —o de Lehman Brothers en 2008—, se mira “que los gobiernos ya no pueden permitirse el lujo de rescatar a sus bancos porque los bancos son más grandes que los gobiernos. Por eso siempre le he dicho a la gente, uno de los mayores riesgos es tener dinero en el sistema bancario”. [Ver:http://kingworldnews.com/billionaire-eric-sprott-this-should-scare-the-hell-out-of-every-investor-on-the-planet/].
EU está peor. “Las élites políticas, la Reserva Federal y los intereses que dirigen EEUU desde un segundo plano, parecen asustadas. Su futuro político, así como en los beneficios y la supervivencia de las grandes corporaciones internacionales y los intereses bancarios que apoyan el actual régimen político y económico de EEUU están en peligro y una guerra puede ser la única solución que les queda a estas élites políticas para seguir ocupando su posición de privilegio.”
De ahí que dichas élites de EU necesiten una guerra. Diez razones:
“1.- La guerra puede proporcionar una crisis y la subsiguiente justificación para continuar con la emisión de deuda soberana y con la expansión de la moneda de EEUU mientras dure el conflicto.
“2.- La guerra permitiría a los políticos de EEUU culpar a Rusia y a China por la caída del dólar como moneda de reserva mundial, así como culparles de la crisis de la deuda.
“3.- La Reserva Federal y el cártel mundial de bancos centrales han destruido la economía de Occidente a través de la emisión de deuda excesiva, la creación de dinero de la nada y el endeudamiento masivo. De cara a la opinión pública, una guerra permitiría transferir estas culpas a las naciones enemigas.
“4.- Una guerra permitiría a los EEUU recuperar el control de la Unión Europea y de todos los países europeos a nivel individual, así como de la OTAN. Actualmente, países como Alemania, Francia u otros países vacilan a la hora de ofrecer un apoyo unísono para las políticas estadounidenses y los planes de guerra en Ucrania.
“5.- La guerra sofocaría los movimientos de secesión en España (Cataluña y País Vasco) y el movimiento de secesión de Escocia, y las amenazas de Grecia e Italia de salir de la UE y del euro.
“6.- Una guerra daría la excusa a las élites de EEUU para restablecer su control total sobre las noticias y los medios de comunicación, negando la entrada de opiniones de medios extranjeros y anulando la competencia informativa que ofrecen los medios alternativos de Internet.
“7.- Una guerra contra Rusia e Irán acabaría con la competencia representada por el suministro de gas y petróleo de los oleoductos rusos e iraníes, y permitiría a EEUU controlar la producción de Oriente Medio y continuar con el sistema del petrodólar durante los años venideros.
“8.- Como en las dos guerras mundiales anteriores, una gran guerra permitiría al gobierno de EEUU terminar con todos los movimientos y adversarios políticos internos, a excepción de aquellos candidatos de oposición controlados y aprobados por los dos partidos mayoritarios.
“9.- Una guerra exitosa contra los aliados de China, retrasaría el desafío imparable para la gobernanza global que representa actualmente China, al menos durante años.
“10.- Por último, durante una situación de crisis en tiempos de guerra, los políticos siempre pueden atacar las libertades civiles, la libertad de prensa y confiscar la riqueza hasta límites imposibles en tiempos de paz.” [Fuente: http://www.zerohedge.com/news/2015-02-27/10-reasons-washington-has-war-fever ].
Para ilustrar un tanto su actitud guerrera. “Desde que Estados Unidos fue fundado en 1776, ha estado en guerra durante 222 de sus 239 años de existencia; es decir, el 93% de su tiempo de existencia. Sólo durante 21 años desde 1776, EEUU ha estado realmente en paz.”
En otras palabras:
“Ningún presidente estadounidense se ha podido calificar como presidente en tiempos de paz. Técnicamente, todos los presidentes de Estados Unidos pueden ser considerados “presidentes de guerra.”
EE.UU. nunca ha pasado una década sin guerra.
La única vez que EU estuvo cinco años seguidos sin guerra (1935-1940) fue durante el período aislacionista de la Gran Depresión, previo a la Segunda Guerra Mundial. [Tomado de: http://www.washingtonsblog.com/2015/02/america-war-93-time-222-239-years-since-1776.html]. Botones de muestra.
¿Qué busca EU en Latinoamérica, amenazante ahora contra Venezuela, pero con bravatas contra Argentina, Brasil, Nicaragua, etcétera, en el continente? ¿Para qué la ampliación de las bases militares de reacción rápida?
A EU las guerras lo describen tal cual, como también los medios para descubrirlo. Pero su corrosión es interna. Y de eso, las leyes de la economía se encargan. La bravata no es fortaleza, sino de debilidad. No hay imperio invencible ni eterno, como dicta el refrán popular sin tanto devaneo de sesos: “No hay mal que dure 100 años”. Así que, más pronto que tarde podremos decirle al imperio: “¡Hasta la vista, babi!”. Con el Premio Nobel de la Paz a la cabeza.























miércoles, 25 de marzo de 2015

Un debate sobre las alternativas al modelo neoliberal

Natalia Coronel * - http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=4373

La semana pasada tuvo lugar en Argentina el “Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad” que reunió a referentes de renombre dentro de los campos de las ciencias sociales, políticas y económicas de América Latina y el resto del mundo. En tres días de exposiciones y conferencias en el salón del Teatro Nacional Cervantes de Buenos Aires donde expresaron su compromiso con las luchas sociales y políticas que en este momento confluyen para construir un destino mejor para nuestros pueblos.

Organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación y encabezado por el filósofo Ricardo Forster, el encuentro contó con la participación de Noam Chomsky (EE.UU.); Álvaro García Linera (Bolivia); Ignacio Ramonet (España), Gianni Vattimo (Italia); Piedad Córdoba (Colombia); Iñigo Errejón (España); Camila Vallejos (Chile), Axel Kicillof (Argentina); Emir Sader (Brasil), entre otras personalidades, y logró la firma de un documento final llamado “Manifiesto de Buenos Aires por la Emancipación y la Igualdad”.

La evolución del sistema según Chomsky

El primer día bajo un caluroso y enérgico aplauso con un teatro colmado, tanto en el interior como en sus alrededores, se tuvo que dotar de pantallas gigantes, para escuchar a Noam Chomsky. Comenzó la conferencia haciendo un análisis en torno de las diversas situaciones de crisis y violencia política que enfrentan los pueblos, sobre todo en lo que respecta a la evolución de los asuntos mundiales luego de 1945. “Para fines de la década del ‘70, la situación estaba cambiando. El ataque neoliberal se aceleró durante los años de Reagan–Tatcher, persistió después de ello y se convirtió en un ataque sobre los derechos humanos básicos y la democracia”, señaló. Luego, con el colapso de la regulación, Chomsky mencionó que “las crisis financieras comenzaron a aparecer por primera vez desde la Depresión. Pero para los perpetradores, las instituciones financieras, los bancos, las crisis no son un problema muy serio porque hay una política gubernamental que los protege de cualquier amenaza”.

Figura destacada de la lingüística del siglo XX, Chomsky se ha transformado en uno de los principales críticos de la política exterior de su país –Estados Unidos–, de su dirigencia y en un defensor a ultranza de los derechos humanos. En esta línea, destacó el rol de la región frente a los atropellos del capitalismo: “América Latina ha estado a la vanguardia en luchar contra el ataque neoliberal. Esto lo demuestran nuevos movimientos que surgen también en Europa del sur, en Grecia o España”. Y concluyó: “el sistema capitalista estatal global está en uno de sus peores períodos de crisis. Los resultados, como siempre, dependerán de cómo el público responda”.

Desafíos y encrucijadas en América Latina

Antes de la llegada de Chomsky, la locutora enumeró los temas: Emancipación, Igualdad, Juventud y la Política como herramienta de cambio. Se apagaron las luces y se encendió la pantalla. En las imágenes aparecen Evo, Néstor, Cristina, Chávez –se escucha su voz: “Alca, Alca, ¡al carajo!”, la multitud estalla en aplausos de nostalgia, continúan los rostros con Lula y Correa. Como en un estadio, en los palcos se colgaron banderas de movimientos sociales, resaltan las de Venezuela y Bolivia. En las calles, personas escuchaban por alto–parlantes.

El periodista argentino Víctor Hugo Morales presentó al primer orador: Cauhtémoc Cárdenas. El hijo de Lázaro Cárdenas hace un breve repaso por la historia de México, la independencia, la revolución y el neoliberalismo de los últimos 30 años. Dice que la economía mexicana está en muy lento crecimiento, como un arrastre de la crisis del 2008 y que la única solución que se le ocurre al gobierno es el recorte y el ajuste. Se refiere al problema del narcotráfico y de los desaparecidos de Iguala. Pero el final de su discurso fue bien arriba, con una frase de Benito Juárez: “el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Llegó el turno de Piedad Córdoba. Explicó que hoy en día la estrategia es la del desprestigio y que el compromiso de Washington es el debilitamiento de los procesos políticos y sociales. “El narcotráfico es la multinacional del capitalismo, que genera y utiliza paraísos fiscales y es el principal financiador del paramilitarismo en Colombia”, señaló. En América Latina hay 76 bases norteamericanas de las cuales 8 están en Colombia. Se alegró con las conversaciones de paz que está llevando a cabo el gobierno colombiano con la insurgencia armada en La Habana. En el mismo sentido sistémico alertó sobre que “la caída del gobierno venezolano puede provocar un efecto dominó en toda América Latina”.

En el estrado, el pensador brasileño, Emir Sader señala que una de las deudas de los gobiernos de Lula Da Silva y de Dilma Rousseff “es la falta de una Ley de Medios. Sin ella, no hay democratización posible. Nuestros países deben unirse para poder enfrentar al capitalismo internacional, la integración regional es la clave del triunfo”. Siguen los aplausos.

También estuvo presente el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Resaltó la importancia del florecimiento de las democracias: “quizás lo nuevo que está enseñando América Latina, es que la democracia no se puede reducir únicamente al voto. El voto, la representación, es un elemento fundamental de la constitución democrática de los Estados. Se garantizan derechos, se garantiza pluralidad. Pero, paralela y complementariamente, hay otras formas de enriquecimiento de lo democrático. Esas formas de enriquecimiento de lo democrático es la plaza, es la calle, es la democracia callejera, es la democracia plebeya. No se puede entender el proceso boliviano sin ese correlato, sin esta dualidad institucional”.

Gianni Vattimo habla con un discurso simpático y se define como “un cultor de la mitología latinoamericana”. Comienza arrojando un título: “Latinoamérica como futuro de Europa” y señala que es una ponencia del entusiasmo. Lo que sucedió en la última década en Latinoamérica ayuda en Europa a pensar en otro mundo posible, pero no en el “otro mundo” de la Iglesia, sino en un mundo diferente “acá en la Tierra”.

Iñigo Errejón Galván, secretario de estrategia política de Podemos, la flamante alternativa progresista de la política española también se refirió a las derechas: “América Latina demostró que los gobiernos deben responder a quien los elige. A Europa le ha llegado la hora de los pueblos, la hora en la que los gobiernos estén al servicio de su gente”, sostuvo.

La gente canta “Patria sí, colonia no” y “vivos los llevaron, vivos los queremos” en clara alusión a los 43 desaparecidos en México. En los tres días pasaron por el escenario numerosas personalidades que no entraron en esta crónica por cuestión de espacio, pero cuyos discursos no carecen de valor y contundencia, ya que, en la misma línea pusieron el acento sobre su compromiso con las luchas sociales y en construir una alternativa al modelo neoliberal.

Con un final apoteósico entre aplausos y cánticos profusos, Forster delineó un punto de partida para un diálogo entre proyectos populares, democráticos y de participación igualitaria. “Cada uno, con su especificidad, con su lengua, con sus tradiciones. Pero todos juntos, imaginando que, efectivamente, se puede hoy, ahora, construir una sociedad mejor”, concluyó el secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional.


* Natalia Coronel es periodista argentina y colaboradora de La Época.

sábado, 21 de marzo de 2015

Soberanía de América Latina: las águilas no deberían atreverse

Lautaro González - http://www.politicaymedios.com.ar/nota/7491/soberania_de_america_latina_las_aguilas_no_deberian_atreverse/

A raíz de la iniciativa del Poder Ejecutivo de EEUU por declarar a Venezuela una amenaza para la seguridad exterior, miles de voces internacionales emitieron su repudio. En tanto Nicolás Maduro organiza en las principales plazas de Caracas una campaña para recolectar 10 millones de firmas en respaldo al gobierno. Este conflicto pone en peligro la realización de la VII Cumbre de las Américas prevista para abril en Panamá.

El rechazo a la medida impulsada por Barack Obama es unánime. Las voces de América Latina, de la América morena se extienden a lo largo y ancho del continente. Representantes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (Alba), instituciones de coordinación y cooperación internacional, han puesto en off side a la Casa Blanca al destacar la decisión como “agresiva, arbitraria e infundada”. Así lo manifestó el presidente cubano Raúl Castro en su discurso ante la cumbre extraordinaria del Alba celebrada en Caracas el pasado 17 de marzo, tres días después de la reunión de cancilleres de Unasur.

Si bien ambos organismos solicitaron a EEUU que derogue la orden ejecutiva, la Casa Blanca hace oídos sordos y apunta la política a una posible intervención militar o golpe de estado avalada por las fracciones minoritarias anti chavistas que ven en el gobierno de Obama un aliado a fin de retomar el control político del gobierno en beneficio de sus intereses económicos.

A lo largo de la historia los pueblos latinoamericanos y del mundo conocieron las declaraciones de “peligrosidad” por parte de EE.UU. ya que luego de la sentencia vinieron las bombas y el sojuzgamiento de los pueblos. Por eso la respuesta continental no tardó en llegar. Un rechazo explícito sin precedentes desde América Latina y el Caribe a la agresión de Washington se vio reflejada en el las palabras de Raúl Castro: “Hoy Venezuela no está sola, ni nuestra región es la misma de hace 20 años. No toleraremos que se vulnere la soberanía o se quebrante impunemente la paz en la región. Como hemos afirmado, las amenazas contra la paz y la estabilidad en Venezuela representan también amenazas contra la estabilidad y la paz regionales. “Estados Unidos debería entender de una vez que es imposible seducir o comprar a Cuba ni intimidar a Venezuela. Nuestra unidad es indestructible”.

El error cometido por la Casa Blanca colocará al presidente de Estados Unidos en una posición complicada en la próxima Cumbre de las Américas. Tendrá que escuchar los argumentos de los principales mandatarios latinoamericanos que ven en esta actitud una clara muestra de los intereses intervencionistas norteamericanos en la región por sobre la soberanía política ya la independencia económica de los países que componen América Latina y el Caribe.

Por su parte Nicolás Maduro extenderá hasta el próximo 9 de abril la junta de 10 millones firmas con el fin de reclamarle al presiente Barack Obama la derogación del decreto de estado de emergencia. Esto pretende revocar la declaración de su gobierno que considera a Venezuela como una amenaza para la seguridad y la política exterior de Estados Unidos.

Así, desde este jueves se activaron cerca de 14 mil centros en las plazas Bolívar y otros sitios emblemáticos de todo el territorio nacional, donde trabajadores, jóvenes, estudiantes, campesinos, artistas, deportistas y movimientos sociales podrán rubricar sus firmas en apoyo a Maduro y América Latina.

Esta medida también es apoyada desde las redes sociales, ya que personalidades de todo el mundo expresarán su respaldo a Venezuela a través de la cuenta @ObamaDerogaYa (en Twitter e Instagram), y en Facebook: Obama Deroga Ya. La campaña por la anulación del decreto estadounidense se realizará a través de “twitazos” a de fin de promover la etiqueta #ObamaDerogaElDecretoYa.

Al lanzar la cruzada el alcalde del capitalino municipio Libertador, Jorge Rodríguez, calificó la medida de Obama como la más grave amenaza proferida contra su país en 200 años de historia republicana. Más que un dato, resulta toda una declaración de principios.

domingo, 15 de marzo de 2015

Ganar la batalla cultural

Oscar Valdovinos *  http://sur.infonews.com/cultura

El capitalismo protagoniza una etapa de su historia compleja, paradójica y contradictoria. Nació impiadoso y salvaje y provocó una tragedia social mayúscula. En nombre de la libertad, consagró la explotación como piedra angular del sistema. En nombre de la igualdad de los hombres ante la ley, estableció el contrato de trabajo como instrumento de incorporación de los trabajadores al servicio de un empleador, con notorios resabios de naturaleza dominial y una impronta de sumisión. En nombre de la autonomía de la voluntad, prohibió –y castigó como delito– la interferencia sindical y relegó al Estado al papel de guardián de la vida y hacienda de los propietarios, con estricta abstinencia en materia económica. En ese orden de cosas, todo estaba reservado a la voluntad del mercado que ordena la economía, asigna los recursos y corrige las eventuales y transitorias dificultades. La “mano invisible del mercado” –proclamada en el siglo XVIII por Adam Smith y aún vigente, por lo menos para los socialistas vernáculos, según notable confesión del bueno de Hermes Binner–, en su infinita sabiduría, organiza la producción y distribuye los bienes conforme a un orden que es “natural” en el modo de producción capitalista.

No obstante, promovió un desarrollo extraordinario de la producción y la riqueza, del conocimiento científico y de su aplicación a los procesos productivos. Aquel liberalismo, el clásico, asoció ese progreso a la combinación virtuosa de la libertad y la propiedad y se asumió como sumo sacerdote y guardián del nuevo ordenamiento que avanzaba sobre el planeta, transformándolo. Sobre esas bases, un nuevo bloque histórico se hizo del poder y gobernó el mundo, no sólo en virtud de su capacidad de dominación física sino porque impuso su pensamiento, su visión de las cosas, su concepto de cómo debía ser y funcionar la sociedad y le imprimió sentido al conjunto social. Es decir, devino hegemónico, en tanto no sólo tomó el control del Estado y asumió la dirección política de la sociedad, sino también su dirección cultural hasta lograr la universalización de sus intereses corporativos (Gramsci y sus comentaristas, Broccoli, Portantiero, Hobsbawm, Anderson).

Por supuesto, ni las hegemonías ni las fases de la historia son eternas. El dominio capitalista, especialmente en su dimensión de supremacía cultural, comenzó a ser disputado. El movimiento sindical, el pensamiento socialista, el socialcristianismo, el avance de las instituciones democráticas tuvieron que ver con esa disputa que transitó dos siglos, opusieron otros valores al pensamiento hegemónico y lograron, progresivamente atenuar abusos y limitar excesos. Hasta que, promediando ya el siglo XX, luego de la segunda guerra mundial, se instauró en los países del capitalismo avanzado y en algunos de desarrollo incipiente el llamado Estado de Bienestar. A partir de entonces, mediante una fuerte intervención estatal en la economía y en las relaciones sociales, y aplicando un régimen tributario severo que hizo posible sustentar un sistema de seguridad social efectivo, sin afectar las bases del modo de producción capitalista, surgió una sociedad más igualitaria, equitativa y solidaria. En parte conquista popular y progresista y en parte táctica defensiva frente a la amenaza del bloque formado en torno de la URSS, el Estado de Bienestar fue una experiencia tan interesante como efímera. Apenas duró 30 años –en términos históricos, sólo un instante fugaz– y sus cimientos comenzaron a resquebrajarse, a mediados de los pasados años ’70, desnudando de nuevo el rostro más duro del capitalismo. La ilusión duró lo que un trozo de hielo bajo el sol y el capitalismo devino, otra vez, salvaje (son palabras de Francisco).

Las causas, sin duda, fueron múltiples. Desde la caída de la tasa de ganancia industrial hasta la exuberante multiplicación de los activos financieros. Desde el aumento del precio del petróleo hasta la nueva revolución tecnológica. Y también, sin duda, el colapso del llamado “socialismo real”, que allanó el camino hacia un capitalismo más consagrado a la especulación que a la producción, global y financiarizado, sin reglas, regulaciones ni ataduras de ninguna índole. Se adornó, filosóficamente, con los aportes del llamado neoliberalismo.

El Estado de Bienestar argentino. La Argentina vivió las dos experiencias muy intensamente. Con el primer peronismo, se estableció un Estado de Bienestar propio –el más significativo del Tercer Mundo–, con sabor a conquista antiimperialista en un proceso que conllevaba, como objetivos también sustanciales, la afirmación de la autodeterminación económica y política. Y a partir de 1976, con la dictadura, se experimentó la destrucción, a sangre y fuego, de todo cuanto tuviera sentido de acción y creación colectiva, desde los partidos políticos populares hasta las organizaciones sindicales y sociales de cualquier tipo. Y más tarde, en los ’90, bajo el manto del peronismo, la desviación de un grupo que traicionó prolijamente todos los principios fundantes de la tradición nacional y popular para entregar la economía del país al capital externo, completar un proceso de endeudamiento atroz, desguasar el Estado, aniquilar el empleo y entregar la conducción de la Nación a un núcleo neoliberal fundamentalista e irresponsable.

Así se completó un proceso de regresión histórica que, durante la etapa de Alfonsín, tampoco fue detenido, pues después de la pronta separación de Bernardo Grinspum de la conducción económica y del ensayo gatopardista de Parque Norte (remedo gramsciano limitado a la consolidación superestructural de la democracia republicana, inspirado por Juan Carlos Portantiero en una etapa que no fue la más feliz de su trayectoria), todo quedó pronto para el golpe de mercado. Y el neoliberalismo, en estado de latencia.

Entre las consecuencias más graves de cuanto pasó en la Argentina en el último cuarto del siglo pasado y en el inicio de éste, junto al terrorismo de Estado y su secuela sangrienta, a la destrucción del aparato industrial y a la expulsión de millones de compatriotas hacia los márgenes de la sociedad, es imposible no mencionar la regresión ideológica y cultural.

Primero se desprestigió al Estado, imputando a su intervención en la economía la responsabilidad por todos los males del país. “Achicar el Estado para agrandar la Nación” fue el lema imperante. Y después, con mayor sutileza, en clave subliminal, se inoculó un individualismo maximalista, asociado a la idea de que sólo el éxito personal justifica la vida y que sólo se triunfa si se alcanzan las metas económicas que cada uno se pro-pone. La consecuencia no fue otra que el “sálvese quien pueda” y la consiguiente exclusión de toda concepción solidarista.
La ruta de la Patria Grande. La idea de lo colectivo, desde sentirse parte del pueblo y corresponsable del destino de la Nación, hasta identificarse con la clase o grupo social al que se pertenece y con el que se está unido por comunidad de intereses, fue arrumbada. Los colectivos que hicieron posible ser parte de la Patria Grande Latinoamericana y del sujeto social y político llamado a construir un país justo y solidario fueron quebrantados. En primer lugar por la dictadura, hasta físicamente, y luego por el neoliberalismo, con su prédica y su instrumentación del consumo desenfrenado y “jerarquizado”, funcional a un sistema productivo dedicado a la producción de series cortas de productos de alto valor unitario y a una economía simbolizada por los derivados financieros. De tal modo, los colectivos se partieron y hoy es posible que sectores de clase media asalariados abominen de los sindicatos y que miembros de la clase obrera tradicional desprecien a los “negros” del mismo modo que los habitantes de un country de Pilar los desprecian a ellos.

El otro factor imposible de obviar radica en la extraordinaria importancia adquirida por los medios de comunicación masiva que, imbuidos ya de la posibilidad de moldear la opinión pública, los gustos y las inclinaciones de los consumidores, reproducen de manera cotidiana e incesante, hasta perforar las mentes e invadirlas, aquellas categorías ideológicas. El hecho es que, entre los ’70 y los ’90, el virus se esparció en el conjunto de la población, atravesando transversalmente todas las clases sociales y generando, sobre todo en las más vulnerables y menos pudientes, un estado de frustración y angustia que se emparienta con muchos de los problemas que hoy preocupan a la sociedad.

El neoliberalismo fracasó. En la Argentina y en el mundo. Ese fracaso se exteriorizó, aquí, en la crisis de principios de siglo y, en el mundo, en la de 2008, cuyas consecuencias aún no desaparecieron. Cuando mayor es el potencial productivo a nivel mundial y más impactante la acumulación de riqueza, más injusta es su distribución, más se profundiza la desi­gualdad y la exclusión social deviene estructural y crónica. No obstante, por una suerte de efecto inercial fortalecido por la deserción imperdonable de la izquierda europea –vacía de todo pensamiento alternativo–, el pensamiento neoliberal sigue prevaleciendo y los círculos más concentrados del poder económico y político internacional replican e imponen sus recetas.

El país, en la última década, recuperó la centralidad de la política y del Estado, puso en pie el aparato productivo, creó empleo y mejoró sustancialmente la distribución del ingreso. Pero no logró que se tomara conciencia plena del significado de esos logros y de cuáles fueron los instrumentos para alcanzarlos ni de cuales serán los necesarios para preservarlos y profundizarlos, para seguir avanzando.

Es imprescindible restaurar el sentido de lo colectivo, reinstalar la solidaridad al tope de la escala de valores y convencer al bloque potencial de que sólo unidos se puede construir el país justo en el que todos aspiramos que nuestros hijos puedan crecer y realizarse plenamente. A todo el esfuerzo realizado habrá que sumarle una función constante de prédica y ejemplo, el uso honesto de los medios que la tecnología pone a disposición y una transformación profunda del sistema educacional para que vuelva a servir, con eficacia y excelencia, a la causa de la Nación y del pueblo.

Hasta que quede claro y absolutamente asumido que, hoy, libertad e igualdad tienen como condición de existencia la inclusión y que éste –siguiendo a Tarso Genro– es requisito insoslayable para el ejercicio de la democracia.

Si no se gana la batalla cultural todavía pendiente, jamás se sentirá haber construido en terreno sólido.

*Abogado laboralista, especializado en Derecho Colectivo de Trabajo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

LA INTERNACIONAL DEL TERROR MEDIÁTICO

ARAM AHARONIAN - http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones104/nota4.htm

Hoy todas las luces de alarma permanecen encendidas en el norte y en el sur del sur ante los intentos restauradores del viejo orden neoliberal. Las fuerzas más reaccionarias del mundo han intensificado sus campañas para desestabilizar nuevamente a varios gobiernos latinoamericanos -el venezolano en lo social, económico y militar, el argentino en lo financiero, por ejemplo-, en una experiencia que bien puede ser aplicada en cualquier otro país latinoamericano cuyos recursos naturales sean apetecidos por las potencias centrales.

La creciente y orgánica participación de los medios de comunicación cartelizados -nacionales y extranjeros- en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores promovidos por y desde Estados Unidos, demuestra que éstos se han convertido en verdaderas unidades militares. Si hace 40 años necesitaban de fuerzas armadas para imponer su proyecto, hoy el escenario de guerra es simbólico y hoy no hacen faltas bayonetas ni tanques: les basta con el control de los medios hegemónicos para imponer modelos políticos, económicos y sociales.

EL ESCENARIO SIMBÓLICO

La guerra se traslada al espacio simbólico, a la batalla ideológica, a la guerra cultural y, por ende, las armas para esa nueva confrontación son diferentes. Ya no son metralletas, sino micrófonos, computadoras, teléfonos, cámaras de video... La guerra por imponer imaginarios colectivos se da a través de medios cibernéticos, audiovisuales y gráficos.

Los medios comerciales de comunicación han incautado la libertad de expresión y, precisamente, la han aprisionado para usarla como rehén. Ante ese poder los individuos no valemos nada. Los medios se han vuelto despóticos y despiadados, como nunca lo llegó a ser reyezuelo o dictadorzuelo alguno. Una vez que acusan-condenan no hay modo de apelar ante nadie.

EL TERROR MEDIÁTICO

El arte de la desinformación ha sido un elemento clave en todos los conflictos bélicos desde la Antigüedad. Hablamos de hace tres mil años: ya entonces no se trataba de escribir la realidad de los hechos, la historia verdadera, sino la de conformar percepciones, imaginarios colectivos de la sociedad a favor, claro, de la cultura dominante, de los poderes fácticos, incluidas -en tiempos más recientes, hacia el siglo 17- las diversas Iglesias.

Es claro que las agencias internacionales de noticias surgieron para afianzar el poder colonial de las potencias europeas, sobre todo en África y Asia, y también es claro que cada vez que surge un conflicto, la prensa del sistema es la encargada de silenciar cualquier opinión independiente, eliminar el debate y el disentimiento, para orquestar las respuestas emocionales en masa a sus intereses.

Ya en 1982 los británicos habían aplicado la férrea censura de prensa y la verdad oficial durante el conflicto con Argentina en el Atlántico Sur, experiencia que sirvió para su aplicación posterior en Granada, Somalia, Irak, Afganistán, y muchas otras regiones. Hoy, el frente de la derecha latinoamericana y mundial -incluyendo el gobierno de Estados Unidos, algunos de sus incondicionales de la región y otros de la Unión Europea- tomó protagonismo activo desde febrero de 2014 en sus ataques mediáticos contra la Revolución Bolivariana y los gobiernos de Argentina y -luego- Brasil.

Las tres redes privadas más importantes de diarios de Latinoamérica se unieron para "difundir informaciones (léase manipulaciones, distorsiones, mentiras, difamaciones) sobre la situación en Venezuela". Internamente, las campañas de prensa quieren provocar cansancio en los ciudadanos, en el exterior sembrar un imaginario colectivo de represión, autoritarismo, una sensación de caos e ingobernabilidad.

Argentina afrontó en 2014 una extorsión financiera sin precedentes. Los especuladores que compraron bonos de la deuda por 48 millones de dólares lograron en Nueva York una sentencia de cobro por 1.500 millones. Este fraude retrata cómo funciona el capitalismo actual, sistema que empuja a nuestros países a más y más padecimiento. Los buitres se disponen a repetir el mismo despojo que ya realizaron en otros lugares como Perú, y amenazan a toda la región.

Aunque el escenario afectara a Argentina, deja bajo la garra de estos rapaces cualquier deuda soberana. En 2014, la deuda representaba el 104% del Producto Interno Bruto en EE.UU., 93% en España, 132% en Italia, 129% en Portugal, 78% en Alemania, 175% en Grecia, 123% en Irlanda, 90% en Reino Unido.

El precedente de este fallo judicial va mucho más allá del perjuicio contra Argentina, y pone en riesgo cualquier futura reestructuración de deuda... con la mirada puesta en la periferia europea.

Paralelamente, en Brasil se desató una furiosa ofensiva mediática contra la estatal petrolera Petrobras, apoyando las demandas del fondo buitre Aurelius. Existe, sin dudas, un intento de provocar un descalabro financiero en la región, con apoyo de sectores internos que colaboran con esos intereses sin cuestionar sus "prácticas mafiosas". Hay una estrategia más generalizada que está utilizando la cuestión financiera como campo de batalla contra determinados procesos políticos. En el año que terminó trataron de llevar a la Argentina al default, y atacan a Brasil. Es una guerra sin armas, desde el terreno judicial y con objetivos políticos.

A nadie ha extrañado que los medios hegemónicos argentinos hayan manejado la información y opinión para cooptarse con la posición de los acreedores, denigrando y tratando de ridiculizar la posición de su país e invisibilizando o minimizando la información referida a los apoyos solidarios recibidos de todos los países latinoamericanos y caribeños, del Grupo de los 77 (más de 120 países en desarrollo más China), y de los Brics, entre otros.

La apuesta de las transnacionales y de los fondos buitre, refrendada cartelizadamente por los grupos mediáticos hegemónicos a nivel regional, internacional e interno, ha sido la de crear zozobra en la población ante una "inminente" corrida bancaria y cambiaria, ante el embargo de activos petroleros nacionalizados. Y el libreto se repite en Venezuela, Argentina, Brasil.

En nuestros tiempos, marcados por el neoliberalismo, los vicios como la codicia y el individualismo, se han convertido en virtudes, exaltadas desde Hollywood por la homogeneización de los medios de comunicación.

Debemos recordar que el concepto de terrorismo mediático está relacionado con un entramado de estrategias políticas, económicas, sociales y psicológicas que buscan crear realidades ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en verdades que permitan manipular a la sociedad de acuerdo con el conflicto y el enemigo en cuestión.

Si partimos de la idea de que para el poder todo sujeto que considere una amenaza a sus intereses se concibe como enemigo de guerra, entonces el terrorismo mediático parte de que la guerra psicológica utiliza una caracterización simplista y maniquea (bueno/malo, negro/blanco) para describir al enemigo. La llamada propaganda negra no es otra cosa que la construcción de unos nombres, de unos relatos, de unas categorías, de unas imágenes que ordenan los acontecimientos a partir de un eje de destrucción del otro. Ese proceso se hace ocultando la verdad y sobre todo mintiendo acerca de ella, señala Florencia Saintout, de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.

Pero la respuesta -de los gobiernos atacados- a estas matrices terroristas mediáticas ha sido reactiva y no proactiva, propositiva, informativa. Ha sido basada en denunciología (propia de una etapa de resistencia y no de construcción) y preocupación por la solidaridad pasiva. En Venezuela, fueron mensajes inundados por consignas, inserciones o solicitadas solidarias (que nadie lee y otros, en el norte, archivan en sus bases de datos), lamentos..., inmovilismo.

La falta de fuentes de información veraz, oportuna y para todos, facilita el trabajo de la derecha de imponer imaginarios colectivos, a través de una prensa -radios, medios cibernéticos fijos y móviles, televisoras, diarios, revistas- totalmente cartelizada detrás del mensaje único, producido por las usinas en el exterior y en cada uno de nuestros países.

sábado, 7 de marzo de 2015

Brazos a torcer

NÉSTOR NÚÑEZ - http://bohemia.cu/2015/03/06/internacionales/venezuela-argentina.html

Hace apenas unas semanas, en declaraciones al portal digital Vox, el presidente norteamericano, Barack Obama, no tuvo reparos en afirmar que en la política exterior de su país es una práctica necesaria “torcer el brazo” a aquellas naciones y pueblos que no hacen lo que Washington les demanda.

La justificación se basa en el hecho de que, según el mandatario, “estamos rodeados de malas personas”, y se requiere de cualquier método, incluido el militar, para sacar de juego actitudes tan incómodas.

Y, desde luego, semejante “tarea” demanda de actores y acólitos (bien individualmente o en suma parcial o total), como los servicios oficiales de espionaje, seguridad, o bélicos de los propios Estados Unidos, un tergiversador y aplastante engendro mediático, y los segmentos derechistas y reaccionarios en cada escenario concreto a desestabilizar.

De manera que la receta no ha variado con los siglos, aun cuando la Oficina Oval hable de “cambios” en sus percepciones globales, y esgrima una retocada Doctrina de Seguridad Nacional que, se insiste, privilegiaría la diplomacia sobre el ruido de las armas.

En todo caso -apuntan los entendidos- estaríamos en la era de las ya tituladas “revoluciones blandas”, de neto corte imperial-injerencista y nombre objetivamente eufemístico, toda vez que de laxas han demostrado tener muy poco (ver Venezuela, Oriente Medio o Ucrania, por solo citar ejemplos recientes).

Bolivarianismo en la mira

No es posible en tan breve espacio agotar la lista de agresiones a que se ha visto sometida la Venezuela Bolivariana en su casi década y media de Gobierno popular, encabezado originalmente por el Comandante Hugo Chávez, y ahora por su sucesor Nicolás Maduro.

Baste solo apuntar entonces que, consciente del papel fundamental que Caracas desempeña en las nuevas rutas de independencia, autodeterminación, multilateralidad, colaboración y progreso que se van forjando al sur del Río Bravo (amén de los tesoros energéticos y naturales locales), el derrocamiento de la Revolución Bolivariana es una prioridad dentro de la agenda imperial y hegemonista.

Y por estos días, justo a un año de los dañinos y sangrientos disturbios derechistas en varios departamentos, incluidos en el plan desestabilizador denominado entonces “La salida”, el presidente Maduro anunció la desarticulación de una intentona golpista que involucró a varios oficiales de la aviación militar nacional y a un importante grupo de opositores políticos, todos con un amplio historial de apego a la violencia.

Aunque desde Washington se habló de no injerencia en los asuntos internos de Venezuela, lo cierto es que los implicados contaban con cuantiosos recursos financieros, un avión Tucano que bombardearía puntos previamente seleccionados de Caracas y que procedería de una base en el exterior, simultáneas declaraciones oligárquicas sobre un cambio de régimen interno y la adopción de un nuevo programa de Gobierno netamente pro imperial, y visas previas concedidas a los ejecutores del ataque por los Estados Unidos en caso de cualquier negativa eventualidad.

Figuras de la embajada norteamericana en Caracas, como la encargada de negocios, Kelly Keiderling, aparecieron además como enlaces con los promotores de la pretendida asonada.
Todo en medio de la continuación de los actos de sabotaje a la cadena de abastecimiento de alimentos y productos básicos que llevan a cabo grupos oligárquicos, con el objetivo de sembrar un masivo descontento que favorezca la desestabilización interna, entre otros actos agresivos en curso.

Un gran engranaje destructivo que no solo viene chocando con la resistencia y las acciones de defensa de los sectores populares y las autoridades oficiales, sino que concita, y deberá seguir concitando, un amplio y creciente rechazo externo entre quienes en América Latina y el resto del mundo conocen a carta cabal de dónde proceden tales planes y a qué oscuros intereses responden.

Conflicto sobre El Plata

A escasos ocho meses de las elecciones presidenciales argentinas, programadas para este 25 de octubre, y sin la posibilidad constitucional de una reelección de la actual mandataria, Cristina Fernández, la derecha local como instrumento del injerencismo externo no solo pretende desacreditar al partido gobernante, sino además enterrar políticamente, de manera definitiva, la trayectoria de una gobernante cuyo devenir local y regional es admirable en materia de convergencia, y unidad, y en la defensa de la independencia y la autodeterminación. El pretexto es el reciente deceso, de un disparo en la cabeza, del fiscal Alberto Nisman, quien se dice preparaba una impugnación contra la presidenta por pretendida complicidad en el encubrimiento de funcionarios iraníes signados como sospechosos en el atentado dinamitero ocurrido en Buenos Aires en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita en Argentina (AMIA), en el cual perecieron 85 personas.

Nisman apareció muerto en su apartamento cuando, según una prensa conservadora, tradicionalmente hostil al Gobierno, se aprestaba a hacer pública su demanda y al parecer había redactado incluso una petición de detención contra la jefa de Estado. Aun cuando las investigaciones policiales se inclinan mayoritariamente por la tesis de un suicidio, la avalancha mediática reaccionaria, junto con la posición abiertamente hostil de determinados oficiales de justicia apegados a la tendencia de Nisman, se ha encargado de tejer una tenebrosa historia de manejos sucios de la Casa Rosada con la intención de “burlar las leyes nacionales” y “proteger a los sospechosos iraníes” a cambio de materializar “negocios comerciales y de trasiego de armas con Teherán”.

En pocas palabras, que tanto la estadista como sus colaboradores se proyectan mediante esa campaña en son de verdaderos mafiosos, involucrados nada menos que con uno de los países que el hegemonismo norteamericano estigmatiza como representante de un renovado “eje del mal” a escala planetaria.

De hecho, el sustituto de Nisman, el también fiscal Gerardo Pollicita, ha optado por seguir el juego contra la Casa de Gobierno, mientras que todos los días la prensa amarilla estructura historias y devela “manejos oficiales urdidos en la oscuridad” para sacarle el cuerpo al asunto y demeritar la figura de un funcionario legal casi elevado al rango de mártir. No importa, desde luego, que hasta hoy ninguno de los “ilustres magistrados” implicados en la parte sucia del guion haya presentado una sola prueba documental sobre los desmanes y la culpabilidad del poder ejecutivo, que -en un documento de 68 páginas- rechazó de inmediato los provocadores acontecimientos, alegando justamente la falta de argumentos serios de aquellos que azuzan el escándalo.

Y es curioso que para tales elementos ahora la palabra “impunidad” cobre algún valor y se incluya y reitere en los muchos textos que quieren desdibujar la figura de Cristina Fernández y el devenir de logros y simpatía popular que acumula la corriente política conocida como kirchnerismo en la historia reciente de Argentina.

Precisamente, la impunidad fue una de las variantes preferidas de los Gobiernos oligárquicos que precedieron la llegada a la Casa Rosada del extinto Néstor Kichner, de manera de dejar sin castigo a los torturadores que asesinaron y desaparecieron a no menos de 30 mil ciudadanos en los largos años de dictadura militar. Una táctica de “aniquilamiento de opositores” proveniente de las escuelas norteamericanas de seguridad, y aplaudida y estimulada por personajes como el exsecretario de Estado Henry Kissinger y los ocupantes de la Oficina Oval por aquellos turbulentos años.

Por su parte, la presidenta, en una reciente alocución pública en la Patagonia, en el extremo más austral de país, recordó las múltiples maniobras derechistas e injerencistas que ha debido enfrentar su administración, a las que se une ahora este episodio, curiosamente coincidente con la cercanía del final de su mandato, y con la realización de los comicios donde deberán ser elegidos un nuevo Ejecutivo y los integrantes del poder legislativo.

Poco después, en otra comparecencia, recordó Fernández que en Argentina hace varios años que verdaderamente impera la ley, mientras el papa Francisco dijo que intentará interceder ante Irán e Israel para recabar información sobre los sucesos en Buenos Aires en 1994, conocidos como el “caso AMIA”.

No obstante, no es ocioso recordar que aquellos que intentan inflamar la situación interna rioplatense silencian que antes de su misteriosa muerte, el fiscal Nisman ya había hecho público su pretendido expediente, en el cual no aparecía una sola prueba concreta en contra de la dignataria. Además, y en relación con el caso AMIA, tanto el desparecido funcionario como quienes hoy intentan levantar su figura fueron objeto de rechazo por las comunidades judías locales, debido a un marcado interés por silenciar durante largos años toda información relativa al atentado y obstaculizar incluso las investigaciones policiales.

Por añadidura, no pocos observadores locales subrayan que de una oligarquía implicada en actos corruptos y cómplice de torturadores y matarifes no es exagerado esperar maniobras desestabilizadoras, que incluso recurran al asesinato en sus propias filas si con ello impulsan sus planes estratégicos de retomar el poder.

Contra el gigante

El Brasil gobernado por la izquierda tampoco ha estado exento de las prácticas agresivas que intentan sabotear los nuevos proyectos políticos latinoamericanos y caribeños.

Con más razón cuando el gigante sudamericano se ha venido constituyendo en un pilar fundamental en la integración económica y política de nuestras naciones y en un factor trascendente en la lucha por la multipolaridad y la consolidación de positivas alternativas globales, a través de su activa membresía en el llamado Grupo Brics, junto a Rusia, China, Sudáfrica y la India.

En consecuencia, la receta de la desestabilización y el descrédito no han faltado contra los sucesivos Gobiernos del Partido de los Trabajadores.

De hecho, la presidenta Dilma Rouseff fue víctima de operaciones de espionaje y seguimiento ilegal de sus llamadas telefónicas a cuenta de los organismos norteamericanos de subversión, mientras que en las recientes elecciones, donde renovó su mandato, debió enfrentar una poderosa campaña mediática que intentó elevar al escalón de efímera “revelación política nacional” a una oponente que ni siquiera acumularía los votos para acudir a la segunda ronda. Paralelamente, se agitó otro alboroto mediático en torno a casos de corrupción ocurridos en la estatal Petrobrás, la empresa petrolera nacional, no solo para exigir la disolución de ese importante ente económico y su consecuente privatización, sino además para intentar entronizar en la percepción del ciudadano común la traza de una administración infecta, y por tanto incapaz de conducir adecuadamente los destinos nacionales.

Una historia, dicho sea de paso, a la que la derecha y sus aliados externos se empeñan en añadir leña a cada momento, aun cuando las autoridades oficiales han tomado cartas en el asunto y desarrollado las investigaciones pertinentes para delimitar las responsabilidades que correspondan.

Un mismo guion

De modo que los más recientes acontecimientos en Venezuela, Argentina y Brasil recolocan en el actuar regional el hecho de que ni las derechas locales ni quienes les apoyan desde el exterior han renunciado a darle vuelta –por cualquier medio- a las páginas de autodeterminación que hoy escribe buena parte de nuestra zona geográfica.

Ni en Washington ni en los reductos oligárquicos ha sido bien vista la irrupción creciente en los Gobiernos latinoamericanos y caribeños de movimientos políticos y personalidades de tendencias progresistas, y, en consecuencia, la práctica de “torcer el brazo” no ha dejado ni dejará de estar vigente en los vínculos con el poderoso vecino del norte.

Es válido insistir, entonces, en la circunstancia de que los casi tres lustros de administración bolivariana han transcurrido en medio del asedio constante de las fuerzas derechistas de dentro y de fuera.

Mientras, en Bolivia, el Gobierno de Evo Morales debió abatir la preparación de un magnicidio con el uso de profesionales del crimen introducidos en el país, e incluso los intentos de fraccionar territorialmente al actual Estado Plurinacional. Rafael Correa, en Ecuador, sigue siendo blanco de las campañas de difamación internas y externas, y debió sortear el intento de sacarlo del Gobierno e incluso darle muerte mediante una pretendida “protesta policial”.

Entretanto, en Argentina, los años de Gobierno kirchnerista han sido pródigos en el ejercicio de campañas difamatorias y golpes financieros foráneos contra unas autoridades de probada vocación latinoamericanista y popular.

Es que se trata de autoridades comprometidas con un cambio que propende a eliminar la nociva dependencia externa regional, aspiran a hacer de nuestra área un interlocutor válido y constructivo en el concierto internacional, y abogan por la multilateralidad, la paz y el respeto como bases de un mundo verdaderamente justo.

Y en ese camino, abren sus puertas a vínculos crecientes y mutuamente ventajosos con países como Rusia y China, considerados por los hegemonistas oponentes clave para la materialización de su universo absolutista, y que por añadidura desobedecen los criterios imperiales contra pueblos y naciones caprichosamente calificados como adictos al mal, y se niegan a admitir que sean la violencia, la prepotencia, la discriminación y la exclusión los parámetros válidos en la convivencia global.

En ese contexto, cómo dudar de la continuidad de la historia de agresiones, hostilidad, simulación y golpes rastreros o directos (según aparezca o se fomente la oportunidad) que ha marcado siglos de azarosa convivencia hemisférica, no importa la carga retórica que pretenda dorar la píldora ante los ojos de posibles ingenuos.

A menos que un día nadie vuelva a hablar en la Casa Blanca de “torcer brazos” ajenos, y que la sensatez, el comportamiento civilizado, el reconocimiento del derecho ajeno y de la no injerencia, así como el destierro de las ambiciones insanas se conviertan de una vez en las únicas y absolutas regidoras de la convivencia universal.