jueves, 10 de agosto de 2017

La hora y la vez de Venezuela


Estar a favor del gobierno de Venezuela no es solo una cuestión política, sino también de carácter. Es vergonzoso cómo gente que pretende estar en el campo de la izquierda, instituciones con tradición de izquierda, partidos que en principio pertenecen al campo popular, quedan silenciosos o se valen de críticas al gobierno para justificar la falta de solidaridad con el gobierno de Venezuela.
Uno de los argumentos de mala fe es el de que habría que sortear la polarización entre gobierno y oposición, como forma de evitar la radicalización, lo que supondría no estar de ningún lado. Se trata de un pretexto para no solidarizarse con un gobierno asediado por la derecha local y por el gobierno de los EEUU. Los intelectuales suman críticas al gobierno para pronunciarse por la solidaridad “con el pueblo de Venezuela”, como si el pueblo del país no estuviera involucrado en la polarización.
Se puede no estar de acuerdo con aspectos de las políticas del gobierno de Maduro, pero ninguna crítica justifica una posición de equidistancia, porque nadie tiene dudas de que, en caso de que se lograra la caída del gobierno, este sería sustituido por un gobierno de derecha e incluso de extrema derecha, con durísimas consecuencias para los derechos de la masa de la población venezolana y para los intereses nacionales del país.
Existe todavía el argumento de que la izquierda latinoamericana no debería mostrar solidaridad con el gobierno de Maduro, ya que esto le daría legitimidad en toda la región, comprometiendo la imagen de las fuerzas progresistas latinoamericanas. Los que hablan de esa forma tiene un imagen particular de la izquierda, que no se corresponde con la de la izquierda realmente existente.
Una parte de esas posturas es reflejo de una ideología liberal. Lo único que hay para esa visión son democracia y dictadura. Y como el gobierno de Maduro no cabe en la concepción que tienen de democracia, lo califican inmediatamente de dictadura y centran su fuego en contra del gobierno, supuestamente aislado por una “sociedad civil” rebelada en contra de la “tiranía”.
Para esos, aunque se digan de izquierda, no existen ni capitalismo, ni imperialismo. No hay tampoco derecha, ni neoliberalismo. Las clases sociales desaparecen, disueltas en la tal “sociedad civil”, que pelea en contra del Estado. No tienen en cuenta que se trata de un proyecto histórico anticapitalista y antimperialista.
Parece que no se dan cuenta de que no se trata de defender un gobierno, sino un régimen y un proyecto histórico. Que si llegara a caer ese gobierno, caería todo el proyecto histórico iniciado por Hugo Chavez y Venezuela se sumaría a la recomposición neoliberal que hoy victima a Argentina y a Brasil.
Se puede ser de izquierda y ser crítico, pero peleando dentro de la izquierda, de las fuerzas antineoliberales, por el avance de esos procesos, nunca por su derrota. Porque la alternativa a esos gobiernos está siempre en la derecha, como Argentina y Brasil lo confirman, nunca en la extrema izquierda. Derrocar a gobiernos antineoliberales es abrir el camino a la restauración neoliberal, que es la única bandera de la derecha.
Lo que está en juego hoy no solo en Venezuela, pero también en Bolivia, en Ecuador, en Uruguay, en Argentina, en Brasil, es el destino de los gobiernos más importantes que América Latina ha tenido en este siglo: si se afirman y avanzan, si recuperan el camino donde la derecha ha retomado el gobierno o si la contraofensiva neoliberal vuelve a imponer la década nefasta en que imperó en nuestra región.

Esa es una razón más para que la izquierda exprese su apoyo y solidaridad con Venezuela. Hay horas en que el silencio es criminal, sea de dirigentes, sea de militantes, sea de intelectuales, sea de partidos, sea de instituciones, sea de gobiernos, sea de quien sea.

sábado, 5 de agosto de 2017

DEVALUACIÓN Y ESTADO LIBERAL BURGUÉS EN LA ARGENTINA




El contexto electoral en el que se produjo la devaluación más fuerte en un año puso en entredicho al discurso de la derecha: ¿intervenir o no intervenir para que el precio del dólar no incida en los precios y el humor social?
El mes de julio cerró con una devaluación del 6,3 por ciento, la más alta en un año y con una tasa de interés en Lebac de más del 27 por ciento. Por su parte, un estudió confirmó que el 30 por ciento de la deuda tomada o emitida por el gobierno nacional fue destinada a la fuga de capitales. Estos datos, que dan cuenta de un acelerado proceso de concentración de la riqueza, saqueo y timba financiera tiene su correlato: inflación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Así, la Argentina se convirtió en el único país de la región donde, en el último año y medio, cayó el salario mínimo en dólares.
Estos datos de la economía real dan cuenta del difícil momento económico que atraviesan las clases populares. La máxima preocupación del gobierno pasa por “matizar” el impacto que la transferencia de recursos está teniendo sobre los asalariados en el marco del escenario electoral. Se trata de una preocupación genuina: para sostener la bicicleta financiera, el endeudamiento y el acelerado proceso de concentración de la riqueza, la derecha necesita sostener el poder político y, por sobre todo, la legitimidad para continuar con las medidas de ajuste y represión.
En ese sentido, la cotización del dólar es un verdadero dolor de cabeza para un sector del establishment, pero sólo en términos electorales. Como quedó en claro tras el discurso de apertura de la 131 Feria Rural en Palermo, agroexportadores y banqueros se llevan de maravilla con el gobierno nacional. Es una “relación natural” ya que, en la actualidad, la administración del Estado se encuentra en manos de diversos representantes de las diferentes fracciones de clase que conforman el bloque de poder dominante en el país.
En ese marco y tras una semana en la que nuevamente el dólar fue noticia, en los medios de comunicación del establishment, preocupados por el contexto electoral, surgió la pregunta: ¿debe o no intervenir el Banco Central para mantener la divisa “estable”, al menos, hasta después de las elecciones de octubre?
La pregunta es engañosa ya que trae implícita la conclusión de que el Banco Central puede elegir no actuar. ¿Esto es verdaderamente así? Existen dos niveles de análisis al respecto: el primero, responde a decisiones concretas, con orientación táctica, de política económica, que la máxima institución monetaria del país puede adoptar o no. Esto ocurre, no tan a menudo como se piensa, pero suele ser el marco general en el que se desenvuelve la institución.
El otro nivel refiere al diseño del escenario en el que se desarrolla la política económica en general, y monetaria en particular, del país. Allí la intervención del Estado es directa. Sea en su fase liberal burgués o en su fase intervencionistas -que el Partido Comunista cree necesaria- el juego de intereses, disputas y tensiones se desarrolla en un escenario hecho a medida por las clases que lo hegemonizan.
Es en ese juego de tensiones y conflictos que la Argentina selló una sólida tradición de dependencia económica y subordinación a los intereses del gran capital internacional, lo cual, imprimió sobre el Estado nacional una preferencia estructural hacía el negocio financiero y el capital especulativo que se acentuó en las últimas cuatro décadas. Tal es así que en la actualidad, la fracción de clase dominante por antonomasia de nuestra historia, la oligarquía terrateniente, coloca sus cuantiosas ganancias en el sistema financiero.
La renta financiera a la que “apuesta” la oligarquía criolla -y los pooles de siembra y multinacionales que impulsan el paquete tecnológico de Monsanto en el campo- al misma tiempo condiciona fuertemente el mercado cambiario. Se trata de un doble juego en el que, por un lado la cotización de la moneda depende fuertemente de las liquidaciones de la exportación de cosecha y, por el otro, está última es sensible -por su carácter especulativo- a la fluctuación del dólar. La razón es más que clara: un dólar conviene a los sectores agro-exportadores pero también al sector financiero en el marco de una agresiva política de endeudamiento en moneda estadounidense que impulsa el Ministerio de Finanzas.

Mito burgués
¿Los agroexportadores demoran la liquidación de la cosecha a la espera de una devaluación más fuerte? El Ministerio de Agroindustria se encuentra comandado por un hombre de la Mesa de Enlace: Ricardo Buryaile, ex presidente de la Sociedad Rural de Pilcomayo y ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas. Una vez más, como nunca antes en la historia argentina, el fuerte nexo entre el Estado y los representantes de las principales corporaciones económicas queda expuesto a la luz de todos.
¿Será por eso que la liquidación de divisas por exportación de granos cayó por dos semanas consecutivas, justo cuando crecía “la expectativa” por un dólar más allá de los 18 pesos? En este marco y a dos semanas de una elección primaria en la que parece que el oficialismo cosechará una derrota frente a Cristina Kirchner, desde distintos sectores del establishment surgió la pregunta ¿debe intervenir el Banco Central para “planchar” el precio del dólar hasta después de las elecciones de octubre?
Vale aclarar que el fuerte perfil liberal burgués que el bloque de poder real le está imprimiendo al Estado nacional tiene como uno de sus objetivos principales tutelar la relación simbiótica entre Estado y corporaciones. A grandes rasgos, el cuerpo jurídico que el Estado argentino fue construyendo desde su Constitución a nuestros días está diseñado para que, en el marco de las tensiones de una sociedad dividida en clases, la balanza siempre se incline para el lado del capital por sobre el trabajo.
“El Estado no debe intervenir en el mercado” suele ser unos de los arietes discursivos preferidos de los liberales ortodoxos. En realidad, es un enunciado que muestra las dos caras de la misma moneda: se exige la no intervención en un escenario que diseña y determina con todo el aparato jurídico y el monopolio de la violencia que ostenta, al tiempo que los grupos económicos y los medios de comunicación del establishment auguran su retiro del mismo. Pero lo que nadie puede negar es la conciencia de clase con la que cuenta el bloque de poder dominante: por ello, cuando la papas queman no sólo se exige la intervención del Estado, sino que se la estima “necesaria y prudente” como se vociferó en estos días respecto al dólar.

En la práctica el Banco Central interviene todos los días en el mercado cambiario: jugando con la tasa de interés en Lebac, vendiendo o comprando dólares o lisa y llanamente dejando hacer. El laissez faire, laissez passer es, más que nunca, una forma de intervenir.

domingo, 30 de julio de 2017

La Pos-verdad y sus mentiras

La “Pos-verdad” no es la maduración, el desarrollo y, en algún punto, el perfeccionamiento de la mentira sino un motor acelerador del embrutecimiento hacia un plano inédito del engaño que pone fuera de lugar hasta la más simple de las dudas.
Eso que hoy se llama “Pos-verdad”, su lugar en la Historia, especialmente, en nuestra época y vida personal, es amontonadero de una calamidad social de clase que aquí llamamos “Plus-mentira” insuficientemente denunciada y sancionada. Al preguntarse ¿qué es la “Plus-mentira”?, sus semejanzas con otras formas del desfalco contra la realidad, enfrentamos un capítulo espinoso e ineludible. Su significación es de naturaleza histórica y paradójica, porque si bien la mentira destruye al mismo tiempo constituye un producto social, expresión de una época determinada, que es condición de la existencia de la clase dominante. La “Pos-verdad” consagra a la coyuntura, la convierte en transcurrir histórico de lo falaz y en estereotipo de espejismos dentro de las batallas de las ideas.
Queda en extrema tensión la conciencia, las inteligencias chocan transparentes lavadas de realidad, caídas del cielo. La razón de la mentira forcejea y envenena con blasfemias que hacen temblar la historia misma de la Razón humana. Nada coincide con los hechos. Ese es el drama eterno, oscuro y profundo en que quieren hundirnos. A la realidad se la ataca con “Plus-mentiras” impregnadas de abundancia verbal decorativa. Las mentiras brotan como chorros y no les basta ignorar una suma de conocimientos, va más lejos hasta quela realidad se reduce a “una búsqueda interior”. Búsqueda que en nada se parece al análisis; más que búsqueda, actividad psíquica carente de base concreta diseñada para provocar la pasividad propicia a la aparición de la resignación… de la derrota.
La “Plus-mentira” que se ejerce sobre nosotros se presenta como una tensión trágica que quiere convencernos de que nuestro destino incluye someterse a al engaño mansamente. Ausente la verdad la conciencia se vuelve una experiencia peligrosa y sacrílega, una afirmación del rebaño en el dominio propio para después dominar a los demás. La mentira se vuelve una visión del mundo. Todo lo que llamamos cultura hunde sus raíces en la “Plus-mentira” como si fuese la fuente de todas nuestras creaciones.
Así la “Pos-verdad” reclama su justificación al tratar de no recibir respuesta crítica, de no dejar aguijones de realidad punzando en las conciencias. Cultivo de grandes mentiras que oscuramente el modo de producción capitalista necesita para perpetuarse en su dominación sobre los seres humanos. La “Plus-mentira” pulula en la “Pos-verdad” quitado el sueño a muchos -para bien y para mal- como asentimiento general de la falacia, como metafísica de todo lo objetivo, lo concreto, lo real. La “Pos-verdad” no es la maduración, el desarrollo y, en algún punto, el perfeccionamiento de la mentira sino un motor acelerador del embrutecimiento hacia un plano inédito del engaño que pone fuera de lugar hasta la más simple de las dudas. Hace de la experiencia de mentir la demolición de toda realidad y dispersa el motín de las dudas para convertir sus girones en paraíso de lo oscuro, negación dinámica y cómoda de lo transparente y estética de lo opaco, de lo fácil y de lo que no exige compromiso ni esfuerzo, de lo banal y del escapismo. El engaño como un placer democratizado a fuerza de naturalizarlo con noticieros. Por ejemplo.
La “Plus-mentira” se conduce como ente caprichoso y autónomo. “Como dice una cosa dice la otra” y, al mismo tiempo, sepulta al pensamiento crítico bajo los escombros de la realidad demolida con descargas de odio e ilusionismo mediático. Es uno de sus grandes logros. Es decir, la “Pos-verdad” y la “Plus-mentira” son baluartes de la “cultura de masas” y del coloniaje de la estulticia cínica que convirtió en enemiga a la verdad porque le representa un estorbo mayúsculo. La convirtió en algo del “más allá”. El pensamiento se desploma sometido al embrujo del espectáculo que no puede ser interrumpido por rachas de realidad incomprensible, dolorosa y comprometedora. La “Pos-verdad” pretende reducirlo todo a sus propias leyes, y una y otra vez, rompe los diques de la verdad y de la semántica para que todo signifique nada y todo sea sinónimo de quietismo. Léxicos y gramáticas de la falsedad producidas para no terminarse nunca. La idea es que la mentira está siempre en movimiento para dejar la verdad en el centro del remolino incesante de ilusiones y engaños donde la certeza parece estática en una totalidad de “Plus-mentiras” indivisibles para constituir una unidad significativa. La “Plus-mentira” suelta no es, propiamente, la “Pos-verdad” tampoco lo es una sucesión mentiras, para que la “Pos-verdad” se produzca es menester que los signos se asocien de tal manera que impliquen y transmitan como verdad el sentido profundo de lo falaz, su ser y su esencia rentables.
Basta observar cómo engañan los que han aprobado los exámenes de la dominación (los gerentes de la burguesía que ocupan cargos que ellos llaman “políticos”) en ellos, para comprobar la verdad de sus falacias, se ocupan de aislar los hechos. Balcanizarlos. El aprendizaje social de las “Plus-mentiras” se inicia enseñando a dividir las realidades en anécdotas subjetivas y éstas en pareceres individualistas. Nada tiene autoridad de consenso. Se sustituye con “Pos-verdades” la conciencia de los hechos que son remplazados con afirmaciones hiper-emocionalizadas capaces de sustituir, a su vez, el pensar, el habla y toda duda.
Aquellos que muerden el anzuelo de la “Pos-verdad” saben que deben renunciar al dictado del pensamiento crítico. Lo ven como enemigo, como molestia y como inapropiado. Cada vez que nos distraemos aparece la “Plus-mentira” con su halo mediático en estado natural, suplantando la experiencia. Forman por sí mismas unidades significativas como parte constituyente de un contexto superior que simultáneamente es un contexto de otras “Plus-mentiras” que alcanzan efectiva significación como unidades semánticas de lo inexistente. Es un verdadero desastre para la humanidad.
Tal desconcertante propiedad de la “Plus-mentira” es arma de fabricación minuciosa en laboratorios de Guerra Psicológica. El objetivo es que nadie pueda sustraerse a la “Plus-mentira” con su poder mágico, ni siquiera aquellos que desconfían de ellas una vez que se produce la fractura entre el pensamiento, el conocimiento de la realidad y sus enunciados. Se trata de agotar toda reserva de actitud intelectual crítica. Sólo en ciertos momentos medimos y pesamos la realidad y en ese instante, le devolvemos su crédito. La confianza ante la verdad rompe su relación y salta hacia el campo de las creencias flujo y reflujo, unión y separación, unas mentiras atraen a otras se acoplan… se corresponden. La Pos-verdad en su esplendor maligno sometiendo a millones de seres humanos bajo extrañas y deslumbrantes disociaciones como en el sueño, en el delirio, la hipnosis y otros estados de confusión inducida.
La “Plus –mentira” no parece tener fin: una nos lleva a otra. Nos arrastra a un estado de unidad, de final reunión con la alienación eterna, para hacernos incapaces de oponer diques de conciencia crítica ante la realidad del capitalismo que nos marea y donde la conciencia vacila. Y de pronto la ideología de la clase dominante nos tiende su emboscada de “Pos-verdades” como un destino inamovible y terminal. Un muro donde estamos encerrados con resignación y agradecimiento. Como si fuese una gran verdad.
Es una ofensiva dura en la Guerra Mediática, es un ataque en la Batalla de las Ideas, el futuro que se reduce al presente. Ahí radica el peligro ideológico llámese como se llame (“caso Zapata” en Bolivia, “amenaza inusual” en Venezuela, “Armas de destrucción masiva” en Irak…) Cercenado el derecho a pensar libremente, a militar la vida con la razón y la coherencia, han secuestrado la producción de “sentido” para un mundo en el que lo importante es que el “relato” dominante parezca cierto siempre y aunque no lo sea. Un mundo en el que reine el individualismo y el relativismo subjetivo-consumista contra la contundencia de los hechos históricos y la contundencia abrumadora de la realidad capitalista que devora todo: el planeta, las personas, los valores, las emociones, las creencias y la voluntad política del pueblo trabajador. El fundamentalismo del engaño rentable. Por todos los medios. 
*    Instituto de Cultura y Comunicación UNLa.

jueves, 6 de julio de 2017

La memoria que arde

Por Analía Ávila para Agencia Paco Urondo - https://latinta.com.ar/2017/07/la-memoria-que-arde/

El 26 de junio pasado se cumplieron 37 años de la quema de libros del Centro Editor de América Latina por orden de la última dictadura militar. En el Museo del Libro y de la Lengua se exhibe la muestra “Una fábrica de cultura” en homenaje a la editorial y a José Boris Spivacow, su mítico fundador.
Como en la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury donde su protagonista, el bombero Guy Montag, quemaba libros por orden del gobierno, el 26 de junio de 1980 la última dictadura militar perpetró lo que se recuerda como el mayor atentado contra los libros. En un baldío de Sarandí, Avellaneda, se quemaron un millón y medio de ejemplares del Centro Editor de América Latina (CEAL) por orden del juez de La Plata, Gustavo de la Serna.
La escritora Graciela Cabal que trabajó en la editorial evoca: “Los libros no se acababan de quemar porque había cosas húmedas. Ahí estaba nuestra enciclopedia, ¡tan hermosa! Recuerdo que había un príncipe en una de las tapas, y no se quería quemar, pobrecito…Me quedó esa imagen. Pasaban chicos por el baldío y gritaban: ¡Queman libros, queman libros!”.
El libro Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, de Delia Maunás, publicado por editorial Colihue, transcribe entrevistas realizadas entre 1993 y 1994 al fundador de la editorial, a su familia, amigos y colaboradores. Esta obra es fundamental a la hora de rescatar la historia y las ideas del mítico editor que inauguró el CEAL el 21 de septiembre de 1966 junto a un grupo de importantes intelectuales. En 1969 sufrieron el primer acto de censura cuando el dictador Juan Carlos Onganía prohibió los fascículos de Siglomundo. En 1978 se inició un juicio contra la editorial “por publicar y distribuir libros subversivos”.
Boris recuerda: “Fueron llevando gente. Llevaron primero presos a los ocho muchachos que estaban en el depósito. El abogado me dijo que no me presentara, que esperara un poco, pero seguían llevando gente. Entonces le dije: Si en el Centro hay una ideología o lo que fuere, el responsable soy yo, no son los empleados”.
Algunos de los trabajadores fueron liberados, a Boris también lo dejaron ir y fue absuelto en la causa, pero cerraron los depósitos de la editorial. Ante las acciones legales del editor y su abogado, el juez accedió a que siguieran trabajando, pero separaron en otro depósito los libros objetados que representaban el 30 por ciento del material y que luego fueron condenados a la destrucción. Entre ellos había libros de Marx, Evita, Perón, el Che Guevara y colecciones como la de Historia del movimiento obrero. También fueron censurados cuentos infantiles como Los zapatos voladores de la colección del Chiribitil donde el protagonista es un cartero al que no le alcanza la plata para comprarse zapatos, la gente del pueblo decide entonces reunirse y organizar una colecta; la delegación del Tercer Cuerpo del Ejército de Mendoza consideró que ese era un llamado a la subversión.
En la muestra del Museo del Libro y de la Lengua se exhiben fotos tomadas por Ricardo Figueira que estuvo presente el día de la quema, como testigo de la editorial. Allí se ven secuencias de los camiones descargando los libros que fueron luego rociados con nafta e incinerados. También hay una placa recordatoria y fotos en homenaje a los trabajadores desaparecidos. Daniel Luaces, cuyo cuerpo apareció acribillado; Claudio Adur, Martha Brea, Atilio Cattaneo, Conrado Ceretti, Diana Guerrero, Ignacio Ikonicoff, Graciela Mellibovsky, Carlos Pérez que fueron detenidos y desaparecidos; Matilde Milesi y Graciela Taddey que sobrevivieron y se exiliaron.

El proyecto de la muestra se inició en 2006 bajo la gestión del entonces director Horacio González. La Biblioteca Nacional bautizó a una de las dos plazas cercanas a su edificio con el nombre de José Boris Spivacow. A partir de ese gesto se inició la recuperación de documentación, bibliografía y testimonios de las experiencias de Eudeba y del Centro Editor, las dos editoriales fundadas por Boris. La periodista e investigadora Judith Gociol, curadora de la muestra, informa que el CEAL fue el mayor emprendimiento editorial y de promoción de la lectura que tuvo la Argentina. Hasta su cierre en 1995 publicó unos 5 mil títulos reunidos en 79 colecciones que apuntaban a ese gran lector, curioso y amplio, en el que creía su fundador. En las paredes de la sala se exhiben los principales títulos: Los hombres, Atlas total, Pintores argentinos del siglo XX, El país de los argentinos, La vida de nuestro pueblo, Capítulo, entre otros. Fueron colecciones con una tirada inicial de 20 mil ejemplares.
La editorial contaba con un equipo integrado por personalidades como Oscar Díaz, Beatriz Sarlo, Aníbal Ford, Horacio Achával, Graciela Montes, Susana Zanetti y Jorge Lafforgue. Además fue un espacio donde escribieron David Viñas, Noé Jitrik y Josefina Ludmer, entre otros.
Con el eslogan “Más libros para más” la filosofía de Boris era considerar a los libros como una necesidad alimentaria básica, y le pedía a los intelectuales que escribieran en un lenguaje sencillo para acercarse a todos los lectores. “Un libro al precio de un kilo de pan”, pregonaba con criterio revolucionario, así fue pionero en vender fascículos culturales a precios accesibles en los quioscos de diarios y revistas.
Spivacow era un lector apasionado, en sus famosas libretitas, que también se exponen en la muestra, hacía cuentas y anotaba todas sus ideas. Entrevistado por Maunás, el editor relata sus obsesiones con humor: “Escribía y leía caminando. Esa costumbre la conservé toda la vida. Así me encajé golpes feroces. Ahora ya no lo hago porque tengo miedo de romperme un hueso importante, y mis hijos ya tienen bastante con aguantarme así como estoy.”


viernes, 23 de junio de 2017

Neoliberalismo: esa fábrica de zombies



El neoliberalismo no sólo intenta destruir las instancias comunitarias creadas por la modernidad, como la familia, el sindicato, los movimientos sociales y el Estado democrático. Su proyecto de atomización de la sociedad reduce a la persona a la condición de individuo desconectado de la coyuntura sociopolítica económica en la cual se inserta, y lo considera como mero consumidor. También se extiende, por tanto, a la esfera cultural.
Uno de los avances de la modernidad fue, con la llegada de la democracia, reconocer a la persona como sujeto político. Éste pasó a tener, además de deberes, derechos. Dotado de conciencia crítica, se libró de la condición de siervo ciego y dócil a las órdenes de su señor, consciente de que autoridad no es sinónimo de verdad, ni poder sinónimo de razón.
Ahora se busca quitarle a la persona su condición de sujeto. El prototipo de ciudadano liberal es el que se abstiene de cualquier pensamiento crítico y, sobre todo, de participar en instancias comunitarias. Y a esa cultura de abstención voluntaria contribuye de modo especial la televisión.
En sí misma la televisión es un poderoso instrumento de formación e información. Pero puede ser convertido fácilmente en mecanismo de deformación y desinformación, sobre todo si se engancha a la maquinaria publicitaria que rige el mercado. Así, la misma televisión se vuelve un producto para ser consumido y por tanto centrado en el aumento de los índices de audiencia.
Para ello se recurre a todo tipo de estrategias, con tal de los telespectadores se sientan atraídos por las imágenes. El problema es que la ventana electrónica está abierta hacia dentro del núcleo familiar. Es ahí donde ella descarga la profusión de imágenes y alcanza indistintamente a niños y adultos, sin el menor escrúpulo en lo referente al universo de valores de la familia.
Si la televisión transmitiese cultura -todo cuanto mejora nuestra conciencia y nuestro espíritu- sería el más poderoso vehículo de educación. Es verdad que no deja de hacerlo, pero la regla general no son los programas de densidad cultural sino el mero entretenimiento: distrae, divierte y, sobre todo, abre la caja de Pandora de nuestros deseos inconfesables. La imagen que “dice” lo que no nos atrevemos a pronunciar.
Al superar el diálogo entre padres e hijos e imponerse como interlocutora hegemónica dentro del núcleo familiar, la televisión altera las referencias simbólicas fundamentales del siquismo infantil. Es mediante el habla como una generación transmite a otra creencias, valores, nombres propios, megarrelatos, genealogías, ritos, relaciones sociales, etc. Transmite incluso la misma aptitud humana del uso de la palabra, a través del cual se teje nuestra subjetividad y nuestra identidad. Es esa interacción, propiciada por el diálogo oral, cara a cara, como nos educa las relaciones de alteridad, nos hace reconocer el yo delante del Otro, así como las múltiples conexiones que unen a uno con otro, tales como emociones, imágenes provocadas por gestos, expresiones faciales cargadas de sentimientos, etc.
El habla o el diálogo demarcan las referencias fundamentales a nuestro equilibrio síquico, como la identificación del tiempo (ahora) y del espacio (aquí), y de los límites de mi ser en relación a los demás. Si el habla se reduce a una catarata de imágenes que tratan de exacerbar los sentidos, las referencias simbólicas del niño corren peligro. El niño siente la dificultad de construir su universo simbólico, no adquiriendo sentidos de temporalidad e historicidad. Todo se reduce al “aquí y ahora”, a la simultaneidad. La misma tecnología que reduce distancias en tiempo real -Internet, teléfono celular, etc.- favorece una sensación de ubicuidad: “yo no estoy en ningún lugar porque estoy en todos”.
Muchos profesores se quejan de que los alumnos ya no están tan atentos en las clases. Claro, el sueño de ellos sería poder cambiar al profesor de canal… Muchos niños y jóvenes muestran dificultad para expresarse porque no saben oír. Poseen un raciocinio confuso, en el que la lógica resbala frecuentemente en el aluvión de sentimientos contradictorios. Creen, sobre todo, que son inventores de la rueda y por tanto poco les interesa el patrimonio cultural de las generaciones anteriores (el financiero sí, sin duda).
De ese modo la cultura pierde refinamiento y profundidad, se confina a los simulacros de talk-show, donde cada uno opina según su reacción inmediata, sin reconocer la competencia del Otro. En el caso de la escuela, este Otro es el profesor, visto no sólo como despojado de autoridad sino, sobre todo, como quien abusa de su poder y no admite que los alumnos le traten de igual a igual… Ahora bien, ya que el profesor no “escucha”, entonces sólo hay un medio de hacerle oír: la violencia. Pues fueron educados por la televisión, en la cual no se da el ejercicio de la argumentación paciente, de la construcción esclarecedora, del perfeccionamiento del sentido crítico. Es la incesante toma y daca, y casi siempre a base de coacción.
Por eso se cae en una educación calificada por Jean Claude Michéa de “disolución de la lógica”. Se deja de distinguir entre lo principal de lo secundario, de percibir el texto en su contexto, de incluir lo particular en el telón de fondo de lo general, para acatar pasivamente las presiones de consumo que intentan transformar los valores éticos en meros valores pecuniarios, o sea todo es mercadotecnia, y es su precio el que le imprime, a quien lo posee, determinado valor social, aunque no tenga carácter.
Se prescinde del acto de pensar, reflexionar, criticar y especialmente de participar en el proyecto de transformar la realidad. Todo pasa a ser una cuestión de conveniencia, gusto personal, simpatía. También son considerados comerciables la biodiversidad, la defensa del medio ambiente, la responsabilidad social de las empresas, el genoma, los órganos extraídos a los niños, etc.
Es el apogeo del capitalismo total, capaz de mercantilizar hasta nuestro mismo imaginario.

*Frei Betto es escritor, autor de “El desafío ético”, junto con Veríssimo y otros, entre otros libros.

Traducción de J.L.Burguet

jueves, 8 de junio de 2017

Cristina y los medios

Por Héctor O. Becerra* - (para La Tecl@ Eñe)




Cristina Kirchner pasó por el Parlamento Europeo que sesionaba en Bruselas y criticó duramente al presidente Macri y a los medios de comunicación. Dijo sobre los medios: “estamos frente a una sociedad que no está capacitada para leer lo que pasa detrás de las noticias, que no tiene los instrumentos como para poder leer todo lo que le dicen y le cuentan. Estamos ante un fenómeno comunicacional y de información muy diferente al que conocimos nosotros a través de los libros”. Para solucionarlo, la ex presidenta propuso“ desarmar los paraísos mediáticos”.
Pretendemos recoger el guante ya que coincidimos con el diagnóstico de la ex mandataria. El planteo supone cuestiones bien específicas que van más allá de la política y la ideología ya que la comunicación y la información son temas que merecen ser analizados desde un marco específico. ¿Cuál es ese fenómeno comunicacional e informativo tan diferente al que conocemos? Si bien Cristina nos alerta; por otra parte, ella misma parece haber experimentado y padecido el fenómeno mediático.
El 09 de marzo de 2009, Néstor Kirchner en un acto partidario expresó: “¿Qué te pasa Clarín, estás nervioso?” inaugurando un estilo de comunicación política que la ex mandataria intentó continuar y profundizar, aunque no siempre haya resultado eficaz.
Cristina es elegida por primera vez en la historia argentina en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) con más del 50% de los sufragios (casi 10 millones y medio de votos), a pesar de la oposición del Grupo Clarín. El diario Tiempo Argentino analizó lo sucedido para lo cual llevó adelante una investigación donde relevó las tapas del Gran diario argentino entre el 26 de mayo de 2010 y el 16 de agosto de 2011. De 445 tapas, el 78% -es decir 347- tenían por título principal una noticia negativa y sólo el 7,1% -es decir 32- se referían a noticias con enfoque positivo. Esta tendencia a la elección de acontecimientos negativos y su posterior valoración en el mismo sentido responde a una clara intención editorial de mostrar al gobierno nacional como responsable del clima de convulsión social, la incertidumbre económica y el autoritarismo político.
El Grupo Clarín alardeaba ante funcionarios públicos y extranjeros, empresarios y gremialistas de su capacidad de influir sobre los gobiernos democráticos y dictatoriales. El poder del discurso hegemónico se canaliza de manera dogmática y autorreferencial por más de 200 medios de comunicación que integran el multimedios. La capacidad de marcar agenda se podía resumir en una frase popular “ningún presidente resiste tres tapas de Clarín en contra”.
Podríamos concluir que Cristina no sólo había soportado esas tres tapas; sino que había salido victoriosa frente a las 347 previas a su elección. Ante esta derrota Clarín pretendió tapar el sol con la mano; sin  embargo, otros medios no permanecieron indiferentes frente a un fenómeno comunicacional de tales dimensiones.

El 21 de agosto de 2011 Página/12 convocaba a cuatro académicos para interrogarlos sobre la pérdida de la influencia del multimedio sobre el electorado. Glenn Postolsky, director de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA, Alejandro Kaufman que lo antecedió en el cargo, el semiólogo Roberto Marafioti y el sociólogo Alberto Quevedo trataban de dar una respuesta acerca del alcance y las limitaciones de la influencia mediática en la campaña electoral.
Luego de haberse impuesto en las PASO, Cristina decidió no dar más conferencias de prensa. A partir de ese momento resolvió comunicarse a través de la cadena nacional u oficial -que es el conjunto de radios y TV cuando suspenden su programación para transmitir mensajes esenciales de los gobernantes- y de las redes sociales específicamente los tweets, que permiten enviar mensajes de corta longitud con un máximo de 140 caracteres que se muestran en la página del usuario a la cual otros usuarios pueden suscribirse para seguirlos en lo que se comunica. Ese estilo de comunicación tomó finalmente el nombre de: Presidencia inmediata.

Hasta aquí tenemos dos situaciones bien puntuales que intentamos analizar, ya que –como sugiere Cristina- estamos frente a un fenómeno comunicacional e informativo muy diferente al conocido.
1) las 347 tapas negativas de Clarín que pretendían influir en el electorado de las PASO y
2) el estilo de comunicación que llamamos Presidencia inmediata.
Hacia fines de los años ´30 los medios masivos de comunicación habían tomado gran desarrollo. De allí que surgen en EE.UU la teoría cibernética y la teoría físico-matemática como un intento de explicar los fenómenos de la comunicación. Nacen de la observación de cómo transmiten información las máquinas, principalmente el telégrafo que es el aparato que sirve para comunicar mensajes a larga distancia mediante impulsos eléctricos que circulan por un hilo metálico.
De acuerdo con lo que plantea la teoría cibernética y la teoría físico-matemática el proceso de la comunicación consistiría en el pasaje de datos desde un emisor que codifica el mensaje y lo hace circular por un canal hasta un receptor que lo recibe y lo decodifica.
Todas estas teorías suponían que los mensajes emitidos incidían directamente sobre los receptores del mensaje y que frente a estos estímulos el público reaccionaba inmediatamente y de manera uniforme y, además, estaba impedido de sustraerse a la influencia mediática.
En las dos situaciones que estamos analizando –a contramarcha de lo que sostienen las teorías mencionadas- nos encontramos con que eso no sucede. En el caso de las 347 tapas negativas, el mensaje emitido por Clarín no es leído y entendido, ni inmediatamente, ni de manera uniforme, por los receptores. Por lo tanto, los lectores han podido sustraerse a la influencia mediática del medio.
Con respecto a la ex mandataria, vemos la aspiración de llegar a la gente de una manera directa. Decide, entonces, suspender las conferencias de prensa cuyos interlocutores son necesariamente los periodistas de los diferentes medios. Ellos, que representan los intereses comerciales e ideológicos de las corporaciones mediáticas, sólo podían intermediar y distorsionar lo que Cristina pretende transmitir a su pueblo.   
De esa forma se alimentaba la ilusión positivista de llegar al público, los ciudadanos, receptores del mensaje, de una manera inmediata y uniforme. Nuevamente, esas dos características de las teorías cibernética y físico-matemática de la comunicación que alimentan una aspiración que en la práctica no se producen.

Lo que parece haberse ignorado en ambas situaciones; o para decirlo en términos de Cristina -lo que cae fuera de la esfera de lo que conocimos en los libros- toda teoría implica una ficción que sin embargo produce en sus adherentes una idealización que los lleva a suponer una completud entre lo que se pretende teorizar y la teoría. En el caso de las teorías cibernética y físico-matemática ¿cómo se supuso que el lenguaje humano pudiera funcionar de una manera similar al de las máquinas, específicamente el telégrafo? ¿No se aprecia que esta teoría deja de lado la cuestión de la subjetividad y todo lo que la influye: los procesos familiares, sociales, históricos, culturales y políticos?
A partir de formular esta cuestión surgen dos líneas de análisis. La primera sostiene que el lenguaje es instrumento del sujeto. El sujeto utiliza el lenguaje para comunicarse. 
Un emisor codifica el mensaje y lo envía a través de una vía, o canal y el receptor lo recibe y lo decodifica. Pero, a poco que el lenguaje se complejiza como serían las situaciones que estamos analizando, vemos que la teoría cibernética y la físico-matemática de la comunicación se tornan insuficientes para dar cuenta de los problemas surgidos del seno mismo del lenguaje.
Las teorías cibernética y físico-matemática planteaban el código a la izquierda y el mensaje a la derecha; pero, resulta que aunque el mensaje esté cargado de intencionalidad por el emisor, el receptor puede entender algo diferente.

En el grafo lingüístico apreciamos una nueva teoría de la comunicación. Allí podemos observar que el código se ubica a la derecha y el mensaje a la izquierda. La variable que representa al sujeto cruza la línea que representa a la lengua, da una curva y vuelve a descender cruzando nuevamente la línea del lenguaje. El semicírculo que va desde código a mensaje, define la resignificación que se produce en la comunicación. Mientras la comunicación de Clarín –las 347 tapas- intenta seguir la direccionalidad que va de izquierda a derecha, la resignificación –en rigor deberíamos decir la significación- se desplaza en sentido retrógrado, de derecha a izquierda.
¿Por qué el supuesto receptor resemantiza el mensaje; es decir, lo interpreta? Porque los votantes de Cristina –muchos de ellos lectores de Clarín- han roto el pacto de credibilidad con el medio; de allí que éste no haya podido constituir un escenario de opinión pública negativa para el gobierno nacional. Por otra parte, la desmentida cotidiana del programa de TV 6, 7, 8 respecto de las falsedades y distorsiones de Clarín puede haber influido, si no en el voto, sí en la posibilidad de referenciar a quienes se ubicaron en un lugar antagónico.
Surgen elementos para pensar si los sujetos que intervienen en una comunicación no terminan siendo ellos instrumento del lenguaje; pareciera que el lenguaje es el que termina determinándolos. Cristina sostenía que había dejado de hablar con los periodistas “para no decir lo que ellos quieren escuchar”. Una vez que lo consiguió se encontró -en unas conferencias que dio en Georgetown y Harvard- con las incómodas preguntas de unos alumnos universitarios que la volvían a ubicar en el lugar de donde intentaba correrse.
El grafo lingüístico que utilizamos arriba para poder pensar una teoría de la comunicación que contemple la posibilidad de que el receptor del mensaje siempre está presto a resemantizarlo, es decir, interpretarlo desde su subjetividad, pertenece a la autoría de Jacques Lacan. Está construido en base a las influencias que el psicoanalista francés recibe de la lingüística estructural que arrancan con el Curso de lingüística de Ferdinand de Saussure, los Ensayos de lingüística general de Román Jacobson y los dos tomos de Los problemas de lingüística general de Émile Benveniste. Convengamos que éstas son lecturas que todavía necesitan ser exploradas y divulgadas, tal vez por eso Cristina sostuviera que caen fuera de la esfera de lo que conocíamos. Como en otros campos del saber la comunicación y la información requieren de una capacitación y actualización permanentes.

*Psicoanalista y escritor. Su último libro La maravilla de estar comunicado.

viernes, 26 de mayo de 2017

La “inactualidad” de Gramsci

 Nicolás Alberto González Varela *
http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=5956

“¿Cómo describir físicamente a Gramsci? Imaginemos el cuerpo débil de un pigmeo y sobre este cuerpo la cabeza de Dantón” / Sandro Pertini, 1986

“La utopía consiste precisamente en no poder ver la historia como movimiento libre”, escribe un preso de Mussolini en un vulgar cuaderno escolar a rayas. En cada página hay una numeración correlativa hecha con pluma en tinta verde, lleva un sello burocrático y ominoso: “Casa-Penale-Speciale-di-Turi” (Casa Penal Especial de Turi), un lugar de reclusión en Bari del Stato Totale. El detenido es el preso Nº 7047, un tal Antonio Gramsci, arrestado desde 1926 cuando ejercía como diputado y al mismo tiempo como Secretario General del Partido Comunista. Un tribunal político especial le condena en 1928 a 20 años, cuatro meses y cinco días de reclusión.
La carrera revolucionaria, decía Horkheimer, no conduce a los banquetes y títulos honoríficos, a investigaciones interesantes y sueldos de profesor, sino a la miseria, a la calumnia, que sólo una fe casi sobrehumana puede iluminar. Sin esperanza, y para la eternidad (für ewig escribe en una carta, tomado la expresión de Goethe) comienza a reunir una gran teoría a partir de segmentos (de “fragmentación formal” podrían definirse filológicamente sus Quaderni), reflexiones y una potente autocrítica del movimiento comunista internacional y de su propia praxis. Los Quaderni se escribieron en este curioso circuito panóptico mussolinianne: un derrotero de la celda al almacén de libros y del almacén de libros a la celda. En ellos queda claro que la autocrítica, en términos gramscianos, no es otra cosa que la constatación de una verdad concreta. ¿La filosofía como consolación de la derrota de la izquierda en toda Europa? ¿Una consolatione philosophiae en clave comunista? En parte sí, en parte no: Gramsci apunta con urgencia y ansiedad las claves para releer a Marx, para volver a reconstruir su teoría separada de todo Idealismo y volver a empezar en la práctica con nuevas herramientas críticas. El método gramsciano es, visto en líneas generales, bien simple: tornare a Marx, pero un texto de Marx lo más fiel posible y críticamente controlado, para recomenzar desde allí su hilo filosófico-político perdido.
Como un intento de refundación teórica, la idea que el marxismo debe ser una anticipazione teorica, que no “retorna” a Marx, sino que “vuelve” por primera vez al original, y Gramsci es consciente de ello: siempre habla de la búsqueda vital de un “Marx auténtico”. Lo más importante era que Gramsci descubría el estrecho nexo, mediato, entre la carencia teórica y la miseria práctica de la izquierda. Como señalaba en un escrito de juventud “el primer paso para emanciparse de la esclavitud política y social es la liberación de la mente”. Es la más revolucionaria de las virtudes, la bondad del pesimista. Como decía Silone, toda derrota es siempre menos desalentadora que la más alentadora de las mentiras. Pero, ¿cuál es la situación real del legado gramsciano hoy? “Casi ya nadie lee sus escritos” se lamentaba el historiador Paolo Spriano en los 1980’s, sentencia que podría trasladarse a 2017. Gramsci es nuestro pensador más “inactual”, aunque todavía no es un póstumo. Un inactual, como lo sabía Nietzsche, siempre puede anticiparse a su tiempo, siempre esconde la posibilidad de devenir actual, aguarda con paciencia no solo el ser escuchado, sino el ser comprendido.
La imagen pública de Gramsci ha oscilado entre la epifanía y la desaparición total, entre el Gramsci “político del PCI” y el Gramsci “de y para todos”. La oscilación entre uno y otro polo nos ha presentado a un Gramsci mártir, Gramsci ortodoxo, Gramsci heterodoxo, Gramsci herético, Gramsci nacional-popular, Gramsci hermano mayor de Togliatti, Gramsci maoísta, incluso un Gramsci liberal que puede citar en público sin problemas hasta Sarkozy. Las ideologías partidarias ejercían el papel de regidor, una puesta en escena en la que Gramsci representaba la trama, la materia prima. Recibimos un Gramsci “embalsamado”, sublimado, retratado como un alma bella. Hay que decirlo con claridad: el modo en el cual Gramsci penetró en la cultura de izquierda terminó por obstaculizar el desarrollo posterior de la recepción, conocimiento e interpretación de sus ideas. Todavía no conocemos bien a Gramsci, no estamos a la altura de su filosofía de la praxis. Pero Gramsci ha devenido, a pesar de voluntades políticas y circunstancias editoriales, un arabesco ineliminable del mosaico del pensamiento universal. Porque la reflexión gramsciana in toto (no reducida a sus famosos “Cuadernos de la cárcel” y sin la mediación “togliattiana”) tiene un virtuoso doble uso en la política del cambio: instrumento precioso de análisis materialista del acontecimiento histórico-político, y, simultáneamente, intervención esclarecedora en la práctica. La teoría de Marx es eminentemente una ciencia “abierta”, no puede ser una ciencia de la legitimación, o como dice el propio Gramsci “Marx no ha escrito un credillo, no es un mesías que hubiera dejado una ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas indiscutibles, absolutas, fuera de las categorías del tiempo y del espacio”.
Hoy Gramsci es uno de los doscientos autores mundiales más leídos, traducidos, citados y discutidos de todos los tiempos, en cuanto autor específicamente italiano se encuentra entre los cinco más traducidos de esa lengua desde el siglo XVI. Pero su teoría todavía no tiene “traducibilidad” en la política cotidiana, en los oficios terrestres, en el diseño de programas, organizaciones y estilos de gobierno. Se trata de “usar” a Gramsci, no solo de citarlo. Nuestra tarea hoy es precisamente todavía el explorar y mapear el archipiélago Gramsci. Gramsci jamás cayó en el personalismo, odiaba el culto a la personalidad, todo lo alejaba del narcisismo del “líder” político. Desde la cárcel escribía a su hermano Carlo: “Mi posición moral es óptima: hay quien me cree un satanás, hay quien me cree casi un santo. No quiero ser ni un mártir ni un héroe. Creo que soy simplemente un hombre común y corriente, que tiene sus convicciones profundas, y que no las cambiaría por nada en el mundo”.Un uomo medio que poseía, como lo describe el líder liberal italiano Gobetti en 1924, “la cabeza de un revolucionario”. Una época se juzga no solo por lo que genera, también y aún más por lo que valora y en especial, por lo que revalora en su pasado. Gramsci todavía sigue siendo nuestro gran inactual. Entonces, ¿qué hacer? Y aquí Gramsci también nos da la respuesta: “he aquí un objetivo inmediato: reunirse, comprar libros, organizar lecciones y conversaciones, formarse criterios sólidos de investigación y de examen y criticar el pasado para ser más fuertes en el futuro… y vencer”. 

lunes, 22 de mayo de 2017

La Campaña del Desierto ¿Cómo hacer desaparecer culturas en pocos años?


EL ROBO DE LOS BLANCOS DE VILLEGAS: Mediados del siglo XIX la necesidad de colonización para fines lucrativos hacen desaparecer culturas ancestrales.
En 1877 en el mes de Octubre, Conrado Villegas,  era coronel, disponía de 300 caballos blancos, elegidos, sanos, fuertes y ligeros, para reserva del Cuerpo que comandaba. Estos blancos eran cuidados por Villegas más que su vida.
En una operación contra los indios,  ordena poner a los blancos*en descanso a unos 200 m del campamento,  eran cuidados por el sargento Carranza y 10 soldados; el caso es que durante la noche los indios se llevaron los caballos en su desesperación el sargento Carranza va a dar parte a su comandante,  pidiendo que lo ajusticie; Villegas con firmeza le solicita al mayor Sosa que disponga de un grupo de 30 hombres incluido Carranza y se dirijan a recuperar a los *blancos y si no era así no se molestaran en volver.
Con la orden temeraria de su jefe se internaron en la pampa y tuvieron gran suerte y éxito.  Los indios una vez superada la zanja de Alsina con el robo seguro, se fueron a los toldos, convencidos que allí nadie iría a buscarlos. El mayor Sosa, cayó de improviso sobre la toldería en el bajo de la laguna Loncomay;  rodeada de monte. Los indios eran unos 50 y un solo caballo atado al palenque; más 400 caballos de los pampas. Cuando Sosa dio la orden al trompa [1], cayeron sobre los indios “a la carga”, la sorpresa fue inmediata, en menos de 30 minutos habían muerto casi la totalidad de los indios, se rescataron los blancos mala caballada de los pampas; más cientos de indios prisioneros entre mujeres y niños; sólo uno de ellos pudo salvarse y escapar con el caballo que estaba atado al palenque.
Los indios no se quedaron de brazos cruzados y quisieron recuperar la caballada y el capitán más valiente del cacique Pincén, Nahuel Payun, salió al cruce de Sosa, esto fue muy malo para Payun y su grupo ya que fueron masacrados por Sosa.
El 27 de Octubre, 9 días después de su partida volvía la tropa a Trenque Lauquen con los blancos, demostrando que golpear en la toldería era suerte y audacia junto a buenas cabalgaduras. Villegas recibió con abrazos a Sosa, los blancos, la caballada y las indias prisioneras.
Esta campaña militar llevada a cabo por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos  mapuche, tehuelche y ranquel, con el objetivo de obtener el dominio territorial de la región pampeana y patagónica oriental hasta entonces bajo control indígena, que ellos denominaban Puel Mapu es lo que se dio en llamar “La Conquista del Desierto” o “Campaña del Desierto“; en esta ofensiva se vieron involucrados los siguientes pueblos incluyendo a los aliados del gobierno.
Ranqueles: surgidos de la mapuchización de un sector de los tehuelches septentrionales dominaban el sur de las provincias de Córdoba, Mendoza, San Luis y el norte de La Pampa.
Salineros: gobernados desde las Salinas Grandes por la dinastía Curá, dominaban el sudeste de La Pampa y el oeste de Buenos Aires.
Tribu de Pincén: mapuches, en el noroeste de Buenos Aires. Tribu de Coliqueo, eran los sobrevivientes de la masacre de Masallé se ubicaban en Los Toldos.
Tribus de Catriel y de Chacul: tehuelches septentrionales que vivían en la zona de Azul y Tapalqué.
Manzaneros: tehuelches septentrionales mapuchizados ubicados en Río Negro, Neuquén y Chubut.
En la presidencia de Avellaneda se le encomienda a Julio Argentino Roca el cargo de Ministro de Guerra, luego de la muerte de Adolfo Alsina; Roca comienza una ofensiva muy dura ya que su postura a diferencia de Alsina era “exterminarlos,  subyugarlos o expulsarlos del territorio”.
Con la sanción de la ley 947 se destina la cantidad de 1.700.000 pesos para dar cumplimiento de la ley de 1867 que ordenaba llevar la frontera hasta los ríos Negro, Neuquén y Agrio.

Se comenzó limpiando la zona de la zanja de Alsina y el Río Negro. En esta ofensiva se diezma la población indígena con más de 2000 muertos, los caciques Namuncurá, Catriel y Pincén fueron confinados en la isla Martín García, hasta su muerte, el cacique Baigorrita fue muerto en combate; cabe destacar que el ejército regular contaba con 6000 efectivos y 820 indígenas aliados. En menos de dos años se despejó toda la zona hasta la frontera natural de los Andes, así como el río Colorado.
Había 5 divisiones la primera estaba al mando de Roca con 1900 soldados y 105 indios. Partió de Carhué el 29 de Abril de 1879 y el 24 de Mayo ingresaron en la isla Choele Choel, en el mes de Junio, Roca regresó a Buenos Aires, quedando al mando el coronel Conrado Villegas.
Los otros jefes fueron Levalle,  Racedo, Uriburu y Lagos en ese orden en cada división.
Según la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879 se tomaron prisioneros 5 caciques principales y uno muerto (Baigorrita), 1271 indígenas de lanza prisioneros, 1313 indios de lanza muertos, 10513 indios chusma prisioneros (mujeres, niños, ancianos) y 1049 indios reducidos.
Todo esto comenzó siendo Avellaneda presidente, su sucesor Julio A Roca continuó con la Campaña que fue comandada por Conrado Villegas que ocupó todo el territorio hasta el Cabo de Hornos. En 1888 se designa Gobernador de la Patagonia al general Lorenzo Wintter.
“Los primeros gobiernos patrios envueltos en permanente lucha interna y externa, sólo efectuaron campañas sobre tierras indígenas cuando la creciente expansión ganadera comenzó a exigir la ampliación de las fronteras productivas, pero el interior patagónico seguía siendo dominio indiscutible de los grandes caciques ” [2]
En seis años habían muerto más de 2500 guerreros, las tierras fueron dadas a trabajar a colonos, 541 familias fueron las beneficiarias de 8000000 de hectáreas, de los cuales surgen los terratenientes,  ya que según el grado y la importancia se les otorgaba la tierra en proporción. Los herederos de Alsina recibieron 15000 hectáreas,  a los soldados se les dio una hectárea que fueron malvendiendo en favor de los terratenientes.
Que ocurrió con nuestros compatriotas indígenas su cultura desintegrada borrando su sentido de identidad, sus caciques fueron muertos o encarcelados, sus cementerios profanados y la mayoría de los prisioneros, unos 14000,  fueron confinados en reservas o trasladados para servir como mano de obra barata en ingenios azucareros y obrajes madereros. Las familias fueron separadas utilizando a las mujeres y las niñas como sirvientas en casa acomodadas de la ciudad. Otros murieron de las enfermedades de los blancos tuberculosis, viruela, gripe, lepra, sífilis y otros de pena. Fueron cazados por mercenarios que cortaban sus orejas y las vendían a buen precio a los terratenientes, eso les pasó a quienes continuaron la lucha y no querían dejar su lugar; así continuó todo hasta exterminarlos.
Aquellos que pudieron sobrevivir iniciaron una etapa nada feliz de marginación y pérdida de su lengua y cultura.
Hoy a más de un siglo de estos acontecimientos en nuestro país se vuelve a avasallar sus derechos y en la provincia de Chubut la comunidad Pu lof está siendo atacada por el estado nacional y provincial y por la falta de autonomía del Poder Judicial que no frena este atropello y el adormecimiento de los legisladores nacionales y provinciales que están demasiado ocupados disfrutando sus vacaciones.
Los medios de comunicación también son cómplices por no difundir está barbarie.
Quedamos los ciudadanos y las redes sociales y medios alternativos para que esto no pase desapercibido.
Referencias
[1] Quien a través de instrumento de viento emite la orden sonora de iniciar la carga.
[2] Susana Bandini. NUEVA HISTORIA ARGENTINA. Editorial Sudamericana. Buenos Aires año 2000.

lunes, 15 de mayo de 2017

Carlos Rosenkrantz, el “cocinero” de Macri en la Corte Suprema




Jamás un fallo de la Corte Suprema despertó la protesta de cientos de miles de personas en Plaza de Mayo. Y otros cientos de miles se manifestaron en todas las plazas del país. El Presidente, miembro cabal de una elite que ni se anima a pronunciar las palabras “terrorismo de Estado”, fue el que garantizó las históricas marchas del miércoles 10. Lo hizo cuando consiguió que el abogado corporativo Carlos Rosenkrantz fuera ministro de la Corte. Rosenkrantz juró el 22 de agosto de 2016. Este diario puede probar que el 28 de septiembre ya estaba trabajando para aplicar el dos por uno a secuestradores, torturadores y asesinos.
El fallo del dos por uno fue firmado el 3 de mayo por Rosenkrantz y el otro cortesano propuesto por Macri, Horacio Rosatti. Se agregó Elena Highton de Nolasco. Votaron en disidencia Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda.
Rosenkrantz parece entusiasmado con su papel revisionista en materia de derechos humanos. Hasta dejó estampada su huella en el trámite interno de la Corte antes del fallo que confirmó la reducción de condena para Luis Muiña, miembro de un comando que operó en el Hospital Posadas de Haedo en marzo de 1976.
La huella de Rosenkrantz se llama Federico Morgenstern, un integrante de su equipo de letrados. Los letrados se encargan de investigar la jurisprudencia y redactar los borradores del voto que luego corrige y firma el ministro.
Morgenstern es un abogado que trabajó como prosecretario de la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal junto con Martín Irurzun. Cuando Rosenkrantz fue ungido ministro de la Corte se lo llevó con él. Es uno de sus prosecretarios letrados.
Proyectista
Desde 2011 en la Corte Suprema los expedientes internos previos a un fallo recorren un circuito que va quedando registrado en el sistema informático.
El sistema tiene una cara accesible al público y otra restringida. Página12 tuvo acceso a la parte restringida. El 28 de septiembre de 2016 se produjo una novedad que aparece registrada con la palabra “información”. Y al lado puede leerse: “Asignar proyectista: Corte Suprema de Justicia de la Nación. Vocalía número 4: 20288020648. Morgenstern Federico”.
El proyectista es el secretario o prosecretario letrado que se encarga de darle forma al voto.
Funcionarios del Poder Judicial que pidieron reserva de su nombre explicaron a Página12 que habitualmente la identidad del proyectista es conocida en la Corte pero no queda inscripta. Dijeron estar muy asombrados por el caso de Morgenstern, que además aparece con su número de CUIL completo.
“O alguien que no simpatiza con Rosenkrantz ni con Morgenstern lo quiso dejar estampado para embromarlo, o alguien que sí los quiere lo dejó asentado para que el prosecretario se gane el bronce”, fue la especulación de uno de esos funcionarios. Una tercera chance es que el propio Morgenstern haya querido pasar a la historia.
El nombre completo de la causa Muiña es “Bignone, Reynaldo Benito Antonio y otro s/a determinar”. Bignone ocupó todos los peldaños de la estructura militar y llegó a la Presidencia después de la derrota de Malvinas, en 1982. El “otro” es el torturador Muiña.
Rosenkrantz tuvo el expediente en su vocalía hasta el 29 de diciembre. Ese día, antes de la feria judicial de verano, lo pasó a la secretaría tercera de la Corte. El 16 de enero lo recibió otra vez. Volvió a empollarlo otros tres meses, hasta el 17 de abril.
Montevideo
Morgenstern se hizo famoso entre los abogados cuando publicó en 2014 su libro “Cosa juzgada fraudulenta”, una teoría útil para reabrir causas sobre presuntos actos de corrupción que hubieran sido cerradas por la Justicia.
El prólogo es de Rosenkrantz. Escribió que para Morgenstern la doctrina de la cosa juzgada írrita, como se llama en la jerga, debería ser usada cuando la investigación judicial no hubiese buscado la verdad sino directamente el sobreseimiento del procesado. Otra condición sería la inexistencia de riesgo de condena.
Un párrafo que Rosenkrantz rescata es el que sostiene que “en las últimas décadas” el verdadero peligro no es el Estado. “Es bastante mayor el peligro de la impunidad que (el peligro de) la sujeción a la tiranía estatal”, dice el actual proyectista del fallo sobre el dos por uno a un torturador. Lo más parecido en la historia argentina a una “tiranía estatal” fue la dictadura que gobernó entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. Con el dos por uno dejarían de cumplir su condena original autores de crímenes de lesa humanidad. La situación se parece mucho a la noción sobre “el peligro de impunidad”.
Recibido como una herramienta de combate por el antikirchnerismo duro, el libro fue promovido por los defensores del establishment económico y político nucleados en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, donde se hizo una de las presentaciones. No se trata del Colegio Público de Abogados sino de la organización que apoyó con entusiasmo la dictadura, cuestionó los juicios por delitos de lesa humanidad y representa a los abogados de los grandes estudios. La revista de la entidad está dirigida por José Alfredo Martínez de Hoz hijo. En vida su padre fue directivo del CACBA. También fue presidente del “colegito de la calle Montevideo”, como es conocido entre los abogados, Roberto Durrieu, fiscal de Estado de la provincia de Buenos Aires cuando Ramón Camps era jefe de Policía y subsecretario de Justicia a nivel nacional con Jorge Rafael Videla de presidente de facto.
El colegito fue uno de los 2629 avalistas de Rosenkrantz, hasta ese momento miembro de un estudio que representaba, entre otras empresas y entidades, al Grupo Clarín en juicios contra el Estado, y a YPF, Musimundo, América TV, Cablevisión, La Nación, La Rural Predio Ferial de Palermo, Carbap, McDonald’s, Quilmes e IRSAE.
Entre los 1428 críticos de la postulación de Rosenkrantz figuraron los organismos de derechos humanos. La Asociación de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, que encabeza Lita Boitano, dijo que Rosenkrantz había cuestionado los fallos “Simón” y “Mazzeo” que habilitaron el  juzgamiento por delitos de lesa humanidad. Según el CELS, tanto Rosenkrantz como Rosatti eran cuestionables por sus “posturas regresivas en temas vinculados a la protección de derechos y la aplicación de derecho internacional de los derechos humanos, así como por sus posiciones respecto de la relación entre el derecho, la política, el mercado y el Estado”.
En febrero último la Corte Suprema, con sus dos nuevos integrantes a la cabeza, puso en duda la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En cuanto a los fallos “Simón” y “Mazzeo”, la web Crimen y razón, que dirige Rafael Saralegui, recuerda que en 2007 Rosenkrantz y su actual secretario letrado José Elías polemizaron con el actual fiscal Leonardo Filippini. Para ellos hay que tener cuidado con tomar en préstamo fallos internacionales en delitos de lesa humanidad. Incluso hay que cuidarse del repudio hacia las amnistías. “Ciertas amnistías pueden ser legítimas”, escribió el actual ministro de la Corte. “Los Estados no tienen una obligación de acusar penalmente y sancionar estos crímenes sino sólo una obligación de ‘responsabilizar’”, algo que no requiere necesariamente de penas.
Como académico Rosenkrantz sostenía que derechos económicos y sociales como salud, vivienda, educación, no son exigibles ante los tribunales porque los jueces no tienen equipamiento ni están preparados para decidir este tipo de casos.
Rosatti, ex intendente de Santa Fe, tuvo entre otros avalistas al arzobispado de su ciudad. El arzobispo Antonio Arancedo es el mismo que llamó a la “reconciliación de los argentinos” justo días antes del fallo en favor del dos por uno.
Cifras
Los argentinos dieron su opinión sobre el fallo de la Corte en favor de los represores con sus pies, marchando, y con sus manos al enarbolar miles de pañuelos blancos. Una encuesta del consultor Sergio Berenzstein reveló que el 85 por ciento de los consultados está en contra del dos por uno para asesinos, torturadores y ladrones de bebés. Entre quienes votaron a Daniel Scioli el porcentaje trepa al 98 por ciento. Entre los votantes de Mauricio Macri baja a 75 por ciento. El 18 por ciento de los que votó a Macri está de acuerdo con el fallo. Primera conclusión: el núcleo duro del macrismo está a contramano de la mayoría. Segunda conclusión: el núcleo duro no alcanza para ganar un ballottage, obviamente, pero tampoco para sustentar políticas que ataquen valores democráticos tan arraigados en la población. El rechazo a la impunidad de los terroristas de Estado es uno de esos valores.
O por convicción o por necesidad, según los casos, una buena parte del oficialismo terminó formando parte de los 211 diputados y los 57 senadores que el miércoles 10 sancionaron la ley contra el dos por uno a los represores.
Rosenkrantz y Morgenstern serían el núcleo duro del núcleo duro. Nada menos que su representación en la Corte Suprema.
Uno de sus promotores de siempre es el abogado Alejandro Carrió, socio número 5725 del colegito. Carrió compartió clientes con Rosenkrantz, entre ellos el Grupo Clarín. Hace dos años, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, dijo que “enfrentamos una situación límite en la lucha por el Estado de Derecho”. Para Carrió “existe una porción de la sociedad, quizás no mayoritaria, desanimada y a la espera de líderes capaces de encabezar movimientos de resistencia civil que, hay que admitirlo, podrán derivar en sanciones inmediatas, pues el Gobierno ha dado muestras de que no le tiembla la mano para ejercer el poder”.
Nada de eso ocurrió. Ni la resistencia civil ni las sanciones. En cambio sí es un hecho que Carrió, primo de la diputada, quedó convertido en el primer defensor público del fallo del dos por uno. “Una sentencia que reafirma la vigencia del Estado de Derecho”, fue el título de su columna en La Nación el 4 de mayo, al día siguiente del fallo. “Lo resuelto adquiere mayor trascendencia si se repara en que estaban de por medio derechos de personas condenadas por delitos llamados de lesa humanidad, lo que motivó que en el pasado se flexibilizaran peligrosamente principios como el de legalidad e inmutabilidad de la cosa juzgada”, escribió el simpatizante de Morgenstern y su idea de la cosa juzgada pero no tanto.
Tormentos
Luis Muiña cometió delitos “llamados de lesa humanidad”, como diría Alejandro Carrió, como parte del autodenominado grupo paramilitar Swat que actuó a comienzos del golpe en el Hospital Posadas, ubicado en la calle Martínez de Hoz. Fue encontrado culpable de haber intervenido en la privación ilegal de la libertad y en los tormentos aplicados contra la enfermera Gladys Cuervo, Jorge Roitman, Jacqueline Romano, Jacobo Chester y Marta Graiff.
“¿Por qué tenés vos esto, sos judía?”, le gritaron los torturadores a Cuervo mientras le arrancaban una cadenita de oro y la encadenaban a una superficie metálica para aplicarle picana eléctrica. Le rompieron varias costillas y el esternón.
Le preguntaron si sabía que Jacobo Chester “era judío y flojito”, porque no había aguantado la tortura.
Chester era auxiliar de farmacia del Posadas. La Justicia dio por probado que el cuerpo “presentaba politraumatismos con fractura de vértebras dorsales, rotura de la médula, fracturas de todas las costillas de ambos lados y del esternón, lo que ocasionó su muerte por asfixia por sumersión”. El cadáver “presentaba los pies atados con una tira de tela y otra arrollada alrededor del cuello”.
La hija de Chester, Zulema, contó que cuando la patota cayó en su casa, después de encontrar libros escritos en hebreo “hubo un giro total en cuanto a la violencia con la que se manejaban; rompieron una percha y con un pedazo de madera que tenía un clavo la golpearon y le preguntaban por las amistades de su padre”.
Dice el expediente judicial en otra parte del testimonio brindado por la enfermera Cuervo: “Relató que un día pidió a uno de los captores, Oscar Tévez, que la deje ver a Roitman, a quien escuchaba quejarse continuamente. Que aquél accedió y ella vio que Roitman estaba desvariando en un charco de sangre y orina, y Tevez le dijo que le habían metido un palo en el culo. Que en determinado momento no lo escuchó más quejarse a Roitman, sintió que hubo corridas por las escaleras, subían y bajaban, frenadas bruscas de autos”. Tévez le dijo a Cuervo: “Murió Roitman, vinieron los milicos a llevárselo”.


sábado, 6 de mayo de 2017

¿Indulto de hecho? Fallo de la Corte Suprema de Argentina favorece a genocidas encarcelados

Stella Calloni*
La Corte Suprema de Justicia de Argentina declaró por mayoría de tres jueces contra dos, que el beneficio del 2 por 1 que permite contar doble los días que se pasan sin sentencia firme a partir del segundo año de detención, es aplicable para la penas por delitos de lesa humanidad, lo que beneficia a los condenados por esos crímenes durante la dictadura militar (1976-1983).
La decisión, que provocó un fuerte impacto en los organismos de derechos humanos locales y del mundo, y en sectores políticos, fue firmada por Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti –ambos jueces nombrados por el presidente Mauricio Macri– y se abstuvieron Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte, y el juez Juan Carlos Maqueda, que consideran que esa reducción no es aplicable a los delitos de lesa humanidad.
Esto es abominable. El gobierno intenta borrarnos, advirtió Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, en su primera reacción, antes de una conferencia de prensa.
También estiman que no es una coincidencia que la cúpula de la Iglesia católica planteara la reconciliación entre las familias de las víctimas del terrorismo de Estado y la de los militares responsables de estos crímenes, condenados por juicios históricos.
Basurean la memoria de nuestros hijos. Es un día nefasto, sostuvo Taty Almeyda, de Madres Línea Fundadoras, que el pasado 30 de abril cumplieron 40 años de lucha contra la impunidad, la memoria, la verdad y la justicia.
En la conferencia de prensa señalaron que esa reducción no es aplicable a los delitos de lesa humanidad. Es una estafa a la moral social, nos están destruyendo no sólo en lo económico, sino en lo moral. Estoy indignada, sorprendida. Nos están destruyendo física y moralmente. Es un retroceso. Es una justicia impura, dijo De Carlotto, y expuso: estos delitos no prescriben hasta saber el destino de los desaparecidos y de los nietos apropiados.
La presidenta de Abuelas denunció que la resolución del máximo tribunal deja abierta la posibilidad de que los represores condenados por delitos de lesa humanidad queden en libertad.
Destacó que a los organismos les llama la atención que la juez Elena Highton de Nolasco haya cambiado la postura que mantuvo en años anteriores en causas por delitos de lesa humanidad. Votó en el sentido opuesto y en línea con los vientos de impunidad vigentes, dijo. También convocó a todo el pueblo a “defender los derechos conquistados que son la clave para garantizar el ‘nunca más’ en nuestra sociedad”.
Para Charly Pisoni, de la organización HIJOS, este fallo demostró que los organismos defensores de derechos humanos tenían razón cuando objetaron las designaciones de los jueces Rosatti y Rosenkrantz, porque no tenían la idoneidad moral para ocupar esos cargos. Esta decisión hace que nuevamente nos encontremos con los asesinos de nuestros padres en las calles, señaló.
Horacio Verbistky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales dijo que se trata de “una ofensiva llevada adelante con notable hipocresía. No puede haber reconciliación porque ninguno de los genocidas admitió los crímenes ni pidió perdón ni buscó reparar el daño causado, añadió.
En el otro extremo, Cecilia Pando, defensora de la dictadura que considera a los detenidos por delitos de lesa humanidad, como presos políticos, tuiteó exultante: ¡Excelente fallo de la Corte!
También el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, defendió el fallo y dijo que siempre estuvo de acuerdo con que los derechos humanos son para todos y por sobre todos nosotros está el marco regulatorio de la ley.
*Corresponsal de La Jornada de México en Argentina